Exhortación apostólica ‘Laudate Deum’ del Santo Padre Francisco a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática

Cita: 

Papa Francisco [2023], Exhortación apostólica Laudate Deum del Santo Padre Francisco a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática, Ciudad del Vaticano, 4 de octubre, https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Octubre 4, 2023
Tema: 
Advertencias y propuestas desde el Vaticano, sobre el pensamiento y la acción social frente al cambio climático
Idea principal: 

    En 2015 se publicó la Carta encíclica Laudato si, texto en donde el Papa Francisco compartió sus preocupaciones sobre los cuidados de la casa común, al cual considera como “nuestro sufrido planeta”. Ahora, en 2022, por el agravamiento del estado del cambio climático (el cual asimila como “un problema social global”), el Papa advierte que “no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre” (p. 1).

    En ese sentido, el Papa Francisco recalca la íntima relación entre los cuidados de la vida humana y los cuidados humanos de la tierra. Sin embargo, también reconoce que las personas más vulnerables son las más afectadas por el cambio climático. Al respecto, menciona que incluso en otros espacios, como el de Diálogos Africanos sobre el Clima (2022), se califica al cambio climático como “un impactante ejemplo de pecado estructural” (p. 2), puesto que nos daña a todos y todas.

    1. La crisis climática global

    El Papa advierte que “[p]or más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos” y todas (p.2).

    Resistencias y confusiones

    Aunque la ciencia nos demuestra que los periodos de cambio climático son propios del funcionamiento normal de la Tierra, el actual cambio climático es específicamente inusual y muy rápido (Dato crucial 1). Esto se subraya porque el Papa Francisco apunta que hay algunas personas que demeritan la situación e intentan descartarla con desinformación.

    Otro aspecto contundente que señala el Papa es que los pobres no son los culpables del calentamiento global (Dato crucial 2). Al mismo tiempo, plantea que la reducción del uso de combustibles fósiles y el desarrollo de “energías limpias” podrían habilitar múltiples puestos de trabajo en el mundo, instando a los gobiernos y empresas a impulsarlos.

    Las causas humanas

    En esta sección, el Papa Francisco exhibe el carácter artificial e industrial del cambio climático (Dato crucial 3). En paralelo, enfatiza la velocidad inédita con la que ha aumentado la temperatura promedio del planeta, proceso inusitado en los últimos 2 000 años (Dato crucial 4).

    Por ello, lamenta que los poderes económicos no se preocupen por el cambio climático, mientras que sí lo hagan por obtener mayores ganancias. Siguiendo esa línea, denota que el principal motivo detrás del estado actual del cambio climático es “la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos” (p. 4).

    Daños y riesgos

    En esta parte, el Papa Francisco advierte que algunas consecuencias de la crisis climática son ya irreversibles (Dato crucial 5). “Este es un signo entre tantos otros de que las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas […] Por esta razón, [el Papa asegura que] ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Sólo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos” (pp. 4-5).

    En adición, exhibe que los perjuicios pueden ser aún más severos e imprevistos, a causa de factores de inercia, los cuales son capaces de detonar efectos en cascada y ante los cuales ninguna intervención podría revertirlos. Por lo tanto, invita a llevar a cabo acciones que tengan presente la herencia de sus consecuencias.

    También menciona que la pandemia por la COVID-19 develó la estrecha relación entre la vida humana y otros seres vivos con el medio ambiente. Por consiguiente, concluye este apartado defendiendo la postura de que “lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta”, que “todo está conectado” y que “nadie se salva solo” (p. 5).

    2. Más paradigma tecnocrático

    Desde la publicación de la encíclica Laudato Si (2015), el Papa Francisco elabora el argumento de que el paradigma tecnocrático es la causa de la degradación del ambiente (Dato crucial 6). Se trata de un orden que, encima, continúa desarrollándose, por ejemplo, en la inteligencia artificial y demás tecnologías que suponen correcta la “idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito […] Así, el paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente” (pp. 5-6).

    Debido a lo anterior, recalca que los “recursos” naturales con los que se sostiene dicho paradigma tecnocrático no son ilimitados y que la suposición de lo contrario se fundamenta en la obsesión de “acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable”, motivo por el cual “[t]odo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo” (p. 6).

    De igual manera, subraya que las capacidades ampliadas por la tecnología otorgan “un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero” (p. 6); dominio, además, concentrado en pocas personas.

    Repensar nuestro uso del poder

    Aquí, el Papa Francisco cuestiona la noción de progreso humano, comprendida a partir del “aumento de poder” y la admiración social hacia tal fenómeno. Lamenta que, al lado del desarrollo tecnológico, no hubiera habido también desarrollo de una ética, cultura y espiritualidad humana que limitara y centrara sus inventos científicos en la abnegación.

    Aún así, enfatiza que el ser humano es parte de la naturaleza, sus fuerzas internas y equilibrio. “Esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente” (p. 6), con lo que enaltece la posibilidad de que un ambiente sano sea producido en la interacción entre la vida humana y el “ambiente” -como ya había ocurrido con pueblos indígenas y durante siglos-, mientras se deseche la rectoría del paradigma tecnocrático.

    Por último, nos insta a repensar el “poder humano”, su sentido y límites; puesto que considera que nos ha vuelto “seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia” (p. 7).

    El aguijón ético

    En este apartado, el Papa Francisco apunta que la decadencia ética del “poder humano” se disfraza, con la promesa de traer consigo el “progreso”. Algunas herramientas de las que se sirven son el marketing y la información falsa, las cuales están concentradas en pocas manos.

    Ilustra lo anterior haciendo mención de los casos de proyectos locales con alta intervención sobre el ambiente e impuestos en zonas donde habitan pueblos enteros, quienes terminan sin tierra y con enfermedades, aparte de que dichos proyectos conllevan también daños a nivel global.

    Por último, señala que el entendimiendo de la economía guiada por la lógica de la maximización de los beneficios con los menores costos posibles, imposibilita las acciones para mejorar la situación de personas excluidas (por ejemplo, personas padeciendo pobreza) de dicho proyecto económico y “a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos” (p. 8). De ahí, considera que se sigue la idea de la meritocracia, basada en la justificación del “dominio de los que nacieron con mejores condiciones de desarrollo […] pero si no se busca una real igualdad de oportunidades esto se convierte fácilmente en una pantalla que consolida más aún los privilegios de unos pocos con mayor poder” (p. 8).

    3. La debilidad de la política internacional

    En la encíclica Fratelli Tutti (2020), el Papa Francisco ya nos alertaba que “cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún […] El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día” (p. 8).

    Debido a lo anterior, apunta la necesidad de conformar un multilateralismo entre Estados, no concentrado en una persona o élite, con autoridad real y una eficacia estable, enfocado en asegurar el bien común mundial. Así, el Papa lamenta que las crisis mundiales (como la del 2007 y la de la pandemia por la COVID-19) no sean aprovechadas para impulsar cambios benéficos y, al contrario, se orienten “a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes” (p. 9).

    Reconfigurar el multilateralismo

    En esta sección, el Papa Francisco expresa que se requiere reconfigurar y recrear al multilateralismo, en función de las emergentes situaciones mundiales. Pese a esto, nos pide reconocer que ya ha habido organizaciones civiles y otras agrupaciones que han debido encontrar soluciones para la sociedad civil, porque la comunidad internacional no ha sido capaz de hacerlo.

    Siguiendo esa línea, considera que se trata de un multilateralismo desde abajo, el cual puede ser capaz de presionar a los factores de poder en situaciones como la crisis climática. Por ello, nos recuerda que no controlar al poder político, implica no controlar los daños ambientales que éste provoque.

    Otros aspectos importantes que el Papa enlista para el nuevo multilateralismo son: la nueva sensibilidad hacia los menos favorecidos; una ética cuyo eje sea el respeto a la dignidad de todas las personas; asimilar que las respuestas a los problemas mundiales pueden provenir de cualquier país; servirse de la experiencia de siglos atrás que tiene la “vieja diplomacia”; la creación de un marco de cooperación efectiva con mecanismos resolutivos globales; y facilitar un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de estas.

    4. Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos

    Las reuniones intergubernamentales enfocadas a tratar la situación del clima no son recientes. Algunas han tenido resultados importantes, por ejemplo, en la Conferencia de Río de Janeiro de 1992, se firmó el tratado llamado Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Desde que entró en vigor, los Estados firmantes de la CMNUCC se reunen anualmente en las Conferencia de las Partes (COP) para tomar decisiones en conjunto y, con base en ello, elaborar instrumentos climáticos internacionales.

    Algunos mecanismos relevantes creados en el marco de las COP son: un dispositivo relativo a las pérdidas y los daños (loss and damage, en inglés) causados por el cambio climático, que reconoce a los países ricos como los mayores responsables y entonces busca que compensen los daños ya sufridos a los países pobres; el Acuerdo de París (2015), un tratado vinculante pero cuyas prescripciones no son obligaciones, que plantea limitar el aumento de la temperatura media global a menos de 2° Celsius -respecto a la temperatura promedio de la época preindustrial-; así como avances en la construcción de un sistema de financiación por las pérdidas y los daños para los países más afectados por los desastres climáticos.

    No obstante, “los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos […] También [advierte] que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global” (pp. 11-12).

    5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?

    La COP del 2023 tomará lugar en Emiratos Árabes Unidos, un gran exportador de hidrocarburos, pese a que también ha invertido en energías “limpias”. Aunque hay empresas con intenciones de ampliar su producción fósil, “[d]ecir que no hay nada que esperar sería un acto suicida” (p. 12).

    Las emisiones de gases de efecto invernadero han seguido creciendo y sin los acuerdos climáticos alcanzados probablemente crecerían a ritmos todavía más rápidos. De todas maneras, la “transición” energética debe acelerarse, puesto que los costos se tornarán más insolventables mientras más aquella se demore (Dato crucial 7).

    Al mismo tiempo, el Papa enfatiza que los problemas ambientales no deben limitarse a las soluciones técnicas. De lo contrario, considera que “corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando. Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida” (p. 13).

    Por último, apunta que una transición energética debe ser eficiente, obligatoria y monitoreable. Esto, através de un proceso drástico, intenso y basado en el compromiso de todas y todos; cuyas estrategias tengan como eje el bien común y el futuro de las nuevas generaciones.

    6. Las motivaciones espirituales

    En esta parte, el Papa Francisco invita a las y los fieles católicos, junto a las personas creyentes de otras religiones, que tengan presente que “la fe auténtica no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado” (p. 13).

    A la luz de la fe

    Partiendo de que la religión católica sostiene que la Tierra es de Dios, se exhibe la responsabilidad humana de respetar “las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo” (p. 14). Por ello, el Papa considera que necesariamente nos compete la desaparición de las especies en la crisis climática, porque en cada una se encuentraba “un mensaje divino” y estaba permeada de la “presencia luminosa” de Dios.

    Caminar en comunión y compromiso

    En esta parte, se subraya que “Dios nos ha unido a todas sus criaturas”. Aunque el Papa Francisco reconoce que la cosmovisión judeocristiana es antropocéntrica, nos invita a adoptar un “antropocentrismo situado”. Con eso se refiere a que es necesario asimilar que “todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (p. 14).

    En ese sentido, poniendo el ejemplo de que una desertificación representa “una enfermedad para cada uno, y [que] podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación”; propone desechar la idea de que el ser humano y la ser humana es autónoma, todopoderosa e ilimitada. Así, pide la reconciliación “con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores” (p. 15); comenzando por revalorar el impacto de los esfuerzos personales (Dato crucial 8), pero aceptando que los mayores cambios deberán tomar lugar en el nivel nacional e internacional.

    Para concluir, el Papa plantea la necesidad de crear una nueva cultura orientada por el cuidado mutuo que, sirviéndose de cambios personales, familiares y comunitarios, capaces de desarrollar grandes procesos de transformación y sin dejar de lado las necesarias decisiones políticas. Termina advirtiendo que “’Alaben a Dios’ es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo” (p. 15).

Datos cruciales: 

    1. El planeta ha tenido y seguirá teniendo periodos de enfriamiento y calentamiento, en ese sentido el cambio climático es “natural” a su funcionamiento. Sin embargo, en el presente caso, dicho cambio climático no se está desarrollando en siglos ni milenios, sino que una sola generación ha bastado para atestiguar la inusual velocidad a la cual está ocurriendo.

    2. La excusa que se da cuando se responsabiliza a mujeres y hombres pobres por el cambio climático, es que se debe a que aquellas y aquellos “tienen muchos hijos”; incluso, desde dicho punto de vista, se plantea como “solución” esterilizar a las mujeres de los países “menos desarrollados”. No obstante, el Papa Francisco apunta que “un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, у que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. ¿Cómo olvidar que Africa, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas” (p. 3).

    3. En la historia de la Tierra, la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se había mantenido estable, hasta el siglo XIX. La concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2) en dicho siglo era de 300 partes por millón (ppm). Con el “desarrollo” industrial, las emisiones empezaron a crecer. Según datos obtenidos por el Observatorio de Mauna Loa, mientras se escribía la encíclica Laudato Si -publicada en 2015- se alcanzaron las 400 ppm y en 2023 se llegó a las 423 ppm. Del total de las emisiones mundiales de GEI, hechas desde 1850, más del 42% del total de las emisiones netas de GEI se produjeron luego de 1990.

    4. Desde la década de 1970 y hasta la década del 2020, el promedio del aumento de la temperatura media mundial fue de 0.15° Celsius por década; cifra que duplica al calentamiento ocurrido en los últimos 150 años. Desde 1850 y hasta 2023, la temperatura media global incrementó 1.1° Celsius; ritmo con el cual se pronostica que, dentro de una década, se alcance un aumento de 1.5° Celsius (el límite máximo, establecido internacionalmente).

    5. Algunos de los cambios irreversibles en el planeta, derivados del cambio climático, se presentan en los océanos, debido a su inercia térmica, característica que provoca que requiera de siglos para normalizar su temperatura y salinidad. Entre muchos otros, se encuentran: el aumento de su temperatura, su acidificación y la disminución de oxígeno.

    6. En la encíclica Laudato Si (2015), el Papa Francisco establece que el paradigma tecnocrático es un modo contradictorio y dañino de entender la vida y la acción humanas. Este paradigma se basa en suponer que “la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico”, supuesto del que se sigue “fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos” (p. 5).

    7. Si la reducción de las emisiones de GEI mantiene su ritmo actual, en pocos años se superará el “límite máximo deseable” de 1.5° Celsius e incluso se avistan cerca los 3° Celsius, por encima de la temperatura media global preindustrial. Las consecuencias económicas y sociales serían desastrosas, por lo que las soluciones tendrían que ser precipitadas y con costos gigantes.

    8. La cantidad de emisiones de GEI en Estados Unidos son equivalentes a cerca del doble de las emisiones de China y casi el séptuple de las emisiones de los países más pobres del mundo. Por ello, el Papa considera que el abandono del estilo de vida proscrito por el “modelo occidental” tendría cambios significativos en el clima, a largo plazo.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

Ambongo Besungu, Fridolin [2022], “Communiqué-17 october 2022”, African Climate Dialogues 2022, Bélgica, CIDSE, 6 pp., 17 de octubre, https://www.cidse.org/wp-content/uploads/2022/10/EN-The-African-Climate-...

Trabajo de Fuentes: 

Papa Francisco [2015], Carta encíclica ‘Laudato si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, Ciudad del Vaticano, La Santa Sede-Dicastero per la Comunicazione-Libreria Editrice Vaticana, 24 de mayo, https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-f...

Nexo con el tema que estudiamos: 

    Cada vez quedan menos espacios en donde no hagan eco las afectaciones climáticas presentes y futuras, porque el colapso ecológico-civilizatorio se ha vuelto cada vez más estrepitoso e imposible de ignorar. Que desde la Iglesia -una de las instituciones más poderosas y antiguas de la historia- se pronuncie al respecto de la necesidad de encarar en colectivo la (auto)destrucción capitalista; nos habla de cómo la degradación de las condiciones de existencia ha trastocado ya hasta los imaginarios de las mismas élites políticas-económicas-militares que la han provocado. Ahora se reconoce, desde los propios centros de poder, que nadie se salva de los riesgos existenciales.