David Wallace-Wells es un historiador y periodista estadounidense, dedicado al tema de cambio climático. Es columnista de The New York Times Magazine y autor del libro The Uninhabitable Earth: Life After Warming (2019).

Entre julio y septiembre de 2023, se han presentado fenómenos climáticos extremos que han generado debates e incluso confusiones al interior de la propia comunidad científica. Esto devela la complejidad del sistema climático, pero también trae consigo una especie de “partidismo climático”.

Tres posturas al respecto destacan: el alarmismo (que teme que el calentamiento global se ha intensificado más allá del control humano); la defensa de la ciencia del “establecimiento” (que considera que todavía es posible incidir en el “destino” y que confía en la ciencia existente); y la minimización del clima (que argumenta que las perturbaciones climáticas se deben a la variabilidad y otros factores diferentes al calentamiento global).

En lo que resta del artículo, se enfatiza que todavía no se reconoce con la debida importancia a la contaminación del aire, la cual jugará un gran y complicado rol en la configuración del clima de las próximas décadas. Más aún, se apunta que ya lo está haciendo (Dato crucial 1). A pesar de esto, los impactos de los aerosoles industriales sobre el riesgo climático suelen ser ignorados.

Cabe decir que las emisiones de carbono y la contaminación por aerosoles son producidas por el mismo proceso: la quema de combustibles fósiles. Así, los daños de las emisiones y la contaminación que producen son motivos suficientes para terminar con la quema (Dato crucial 2). Sin embargo, “[l]a reducción de las emisiones de carbono frena el calentamiento[global], pero la reducción de la contaminación del aire lo acelera”.

En escenarios donde tanto los aerosoles industriales como las emisiones de carbono se redujeran agresivamente, los efectos se compensarían entre sí, en décadas siguientes. No obstante, si la contaminación del aire se abordara con mayor intensidad que las emisiones de carbono, los efectos no se cancelarían por completo y podría haber más calentamiento debido a la reducción de aerosoles que a las propias emisiones de carbono, en las próximas décadas. Pero esto sólo es el efecto que tendrían en la temperatura media global. Los aerosoles no sólo tienen impactos mundiales (Dato crucial 3). Aunque tampoco es preciso decir que sus efectos son completamente localizados, puesto que las perturbaciones de los aerosoles industriales provenientes de un lugar pueden tener efectos en cadena en otro (Dato crucial 4).

En ese sentido, Geeta Persad -geofísica y académica especializada en el estudio de los impactos climáticos de los aerosoles industriales, a escala mundial y regional- señala que los aerosoles no son benéficos, sino que simplemente “han estado enmascarando todo este calentamiento [global extra] y dándonos tiempo”. Encima, considera que inclusive “en ciertas regiones, calentar el clima en cierta cantidad mediante la reducción de aerosoles tendrá un impacto mayor que calentar la misma región, en la misma cantidad, mediante el calentamiento de efecto invernadero” (Dato crucial 5).

Por último, en el artículo se advierte que, si a nivel global los aerosoles industriales han enfriado al planeta 0.5° Celsius; a nivel regional, esta cifra podría elevarse a 1° Celsius o más. Esto trae particulares afectaciones a las zonas en donde más se concentra la contaminación del aire, que es también donde más se concentra la población humana: las ciudades (Dato crucial 6).

Debido a todas las razones anteriores, Persad concluye que, en los próximos 30 años, “[l]a mayor fuente de incertidumbre climática serán los aerosoles”.