The Double Objective of Democratic Ecosocialism

Cita: 

Hickel, Jason [2023], "The Double Objective of Democratic Ecosocialism", Monthly Review, 75(4), septiembre, https://monthlyreview.org/2023/09/01/the-double-objective-of-democratic-...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Septiembre, 2023
Tema: 
Las propuestas políticas desde el ecosocialismo pueden enfrentar la doble crisis: social y ecológica
Idea principal: 
    Jason Hickel es profesor del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA-UAB) y del Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es autor de The Divide: A Brief Guide to Global Inequality and Its Solutions (Penguin, 2017) y Menos es más: Cómo el decrecimiento salvará al mundo (Penguin, 2020).

    El siglo XXI enfrenta una doble crisis, una ecológica y otra social. Por un lado, los límites planetarios están siendo excedidos. Por otro, la falta de acceso a bienes y servicios básicos afectan a millones de personas (dato crucial 1). Las dinámicas imperialistas de ajuste estructural y de intercambio desigual continúan perpetuando la pobreza, por lo que el hambre es más extrema en la periferia. No obstante, se ha hecho más evidente en los países del centro (dato crucial 2).

    Las dinámicas de empobrecimiento están marcadas por las desigualdades de raza y género. Por lo que, ningún programa político que prometa analizar y resolver la crisis ecológica puede ser exitoso si no propone, al mismo tiempo, resolver la crisis social. La doble crisis socio ecológica está siendo impulsada por el sistema capitalista de producción. La característica definitiva del capitalismo que se debe entender es que es inherentemente antidemocrática.

    Las grandes corporaciones y el 1% de la población que posee la mayoría de los activos controlan la producción capitalista, determinando qué se produce, en qué condiciones y cómo se distribuye. En este sentido, el capital puede mover el trabajo colectivo y los recursos planetarios a su propio beneficio.

    El objetivo principal de la producción capitalista no es satisfacer las necesidades humanas o lograr el progreso social. Por el contrario, su objetivo es maximizar y acumular ganancias. Lo que conduce a la escasez crónica de bienes y servicios públicos esenciales, especialmente en la periferia. El capital dirige la financiación a la producción altamente rentable, tanto en escalas nacionales como en dimensiones imperialistas.

    Los factores de producción, tierra mano de obra y capacidades productivas, del Sur Global están ligadas al suministro de Cadenas Globales de Valor (CGV), dirigidas por empresas del Norte Global. En lugar de estar enfocados en la producción de alimentos, vivienda, atención médica y suministros industriales para satisfacer las necesidades nacionales.

    El capitalismo produce mucho, pero no lo socialmente necesario. La acumulación del capital en el centro del sistema mundo depende de la mano de obra y los recursos en la periferia. A pesar de los altos niveles de producción, la pobreza extrema generalizada sigue permaneciendo en la economía mundial capitalista. El acceso a los bienes y servicios esenciales está limitado por la mercantilización; ya que, el capital busca abaratar el trabajo, por lo que el consumo de las clases trabajadores está limitado.

    Piotr Kropotkin, geógrafo y anarquista ruso, observó en el siglo XIX, en su texto La conquista del pan(1892), que, a pesar de los altos niveles de producción en Europa, la mayoría de la población vivía en la misera. Bajo el capitalismo, la producción se moviliza en torno a lo que ofrece mayores beneficios a los monopolistas. Mientras que, las masas, quienes no tienen los medios de subsistencia, se les impide producir sus propias necesidades.

    Toda esta actividad productiva podría organizarse hacia otros fines. Si los trabajadores y agricultores tuvieran control de los medios de producción, se podrían asegurar fácilmente –lo que Kropotkin llama– “bienestar para todos”. De forma que, la pobreza masiva, la privación de necesidades que caracterizan al capitalismo podrían terminar. No se necesita mucho, del porcentaje de la capacidad productiva global, para garantizar los medios de subsistencia para una vida digna en todo el planeta.

    Con la crisis ecológica, se plantea un segundo desafío que Kropotkin no había alcanzado a ver en el siglo XIX. Este es, lograr el bienestar para todos al mismo tiempo en que se reduce el uso de recursos energéticos y materiales para permitir una descarbonización suficientemente rápida y volver a situar la economía mundial dentro de los límites planetarios. La innovación tecnológica y la eficiencia son cruciales para llegar a este objetivo. Sin embargo, los países de altos ingresos necesitan reducir las formas de producción y consumo que generan excesos de uso de energía y recursos.

    La reducción de producción y consumo es imposible estructuralmente, debido a que va en contra de la misma lógica de la economía capitalista, que es mantener las condiciones que permitan la acumulación infinita. Por lo que es necesario lograr el control democrático sobre las finanzas y la producción en torno a los objetivos de bienestar social y ecológicos.

    Para asegurar la base social, primero se deben expandir los servicios públicos universales hacia todo el mundo de salud y educación, así como asegurar la vivienda, transporte público, energía, agua, internet, cuidado infantil y alimentos nutritivos. Es decir, es necesario movilizar las fuerzas productivas para asegurar que la sociedad tenga acceso a bienes y servicios necesarios.

    Para ello, se deben establecer políticas públicas que busquen la total capacidad de energía renovable, aislamiento de hogares, producción de aparatos eficientes, restaurar ecosistemas e innovar en tecnologías socialmente necesarias y ecológicamente eficientes. Además, se debe garantizar el trabajo público, empoderando a las personas para que participen en estos proyectos colectivos vitales, haciendo un trabajo significativo y socialmente necesario.

    Este enfoque permite alcanzar objetivos ecológicamente necesarios, suprimiendo el desempleo y la inseguridad económica. Asimismo, asegura un bienestar para la humanidad independientemente de las fluctuaciones en la producción agregada, desvinculando el bienestar del crecimiento económico. Las empresas privadas deben democratizarse y someterse al control de los trabajadores y la comunidad en tanto la producción debe reorganizarse en torno a los objetivos de bienestar y ecológicos.

    Al asegurar los sectores social y ecológicamente necesarios, será posible reducir las formas de producción menos necesarias. En este sentido, la industria de combustibles fósiles podrá ser acabada de forma justa. Como señalan los teóricos del decrecimiento, también es necesario reducir la producción agregada en otras industrias destructivas del medio ambiente como la de automóviles, aerolíneas, carne industrial armas, etc. Al mismo tiempo, se debe ampliar la vida útil de los productos, hasta el punto de prohibir la obsolescencia programada.

    Dicho proceso debe ser democráticamente determinado por la realidad material ecológica y los imperativos de la justicia decolonial. Es urgente reducir el exceso de poder adquisitivo de los millonarios a través de impuestos sobre la riqueza y ratios máximos de ingresos. Si después de tomar esos pasos, se encuentra una sociedad que requiere menos trabajo para producir lo socialmente necesario, se podrían acortar las jornadas laborales, dar más tiempo libre y repartir el trabajo de manera equitativa (dato crucial 3).

    El uso excesivo de energía y materiales debe disminuir en los países centrales para lograr los objetivos ecológicos. Mientras que en la periferia, las capacidades productivas deben ser recuperadas y reorganizadas con el fin de satisfacer las necesidades humanas y lograr el desarrollo. Lo que significa que en el Sur Global se debe poner fin a los programas de ajuste estructural, cancelar la deuda externa, garantizar la disponibilidad universal de las tecnologías necesarias y permitir que los gobiernos utilicen la política industrial y fiscal progresiva para mejorar la soberanía económica.

    En ausencia de una acción multilateral efectiva, los gobiernos del Sur deben tomar medidas unilaterales o colectivas con respecto al desarrollo soberano. Las puertas que han abierto científicos y activistas durante la última década puede ser utilizada para la lucha por el ecosocialismo y el antiimperialismo.

    Por definición, el programa descrito es posible. Al establecer el control democrático sobre las finanzas y la producción, se puede cambiar el uso de esta capacidad de la producción derrochadora y la acumulación de la élite para lograr objetivos sociales y ecológicos. Estas políticas son extremadamente populares. Esta más que demostrado que los servicios públicos universales, una garantía de empleo público, más igualdad, una economía centrada en el bienestar y la ecología, tienen un fuerte apoyo.

    No obstante, esta transición requerirá de mucha fuerza política en contra de aquellos que se benefician del estatus quo. Este no es un momento de reformismo leve, es momento de un cambio revolucionario. El movimiento ecologista no puede ser el único en movilizarse para este cambio.

    El movimiento ambientalista ha logrado poner los problemas ecológicos al frente del discurso público. Sin embargo, carece del análisis estructural y de la influencia política para lograr la transición. Por lo que se han transformado en partidos verdes burguesas que dejan de lado la cuestión de los medios de vida de la clase obrera, la política social y la dinámica imperialista.

    Por ello, es urgente que los ambientalistas construyan alianzas con sindicatos, movimientos laborales y otras formaciones políticas de la clase obrera. Asimismo, deben resaltar las políticas sociales enumeradas anteriormente, con el fin de abolir la inseguridad económica que lleva a las comunidades obreras y a muchos sindicatos a temer de las consecuencias negativas de la acción ecológica.

    ¿Cómo es fue posible que los horizontes políticos del movimiento obrero se redujeran a batallas específicas de la industria sobre salarios y condiciones, dejando intacta la estructura general de la economía capitalista? Los movimientos progresistas en el centro deben unirse, apoyar y defender a los movimientos sociales radicales y anticoloniales en el Sur Global. Lo que requiere organización, establecimiento de solidaridades y unión en torno a demandas políticas comúnes (dato crucial 4).

Datos cruciales: 
    1. Más de 40% de la población humana no puede permitirse alimentos nutritivos; 50% no tiene instalaciones de saneamiento administradas de manera segura, en tanto 70% no tiene la atención médica necesaria.

    2. En los Estados Unidos, casi la mitad de la población no puede costear la atención de salud. En el Reino Unido, 4.3 millones de niños viven en la pobreza. En la Unión Europea, 90 millones de personas se enfrentan a la inseguridad económica.

    3. Los millonarios solos están en camino de quemar 72% del presupuesto de carbono restante para mantener el planeta por debajo de 1.5°C de calentamiento.

    4. Los trabajadores y campesinos de la periferia aportan 90% del trabajo que alimenta la economía mundial capitalista. El Sur Global posee la mayoría de las tierras cultivables y los recursos críticos del mundo.

Trabajo de Fuentes: 

Kropotkin, Piotr [1892], “The Conquest of Bread”, Project Gutenberg, https://www.marxists.org/reference/archive/kropotkin-peter/1892/bread.htm

Gössling, Stefan y Humpe, Andreas [2023], “Millionaire Spending Incompatible with 1.5°C Ambitions”, en Cleaner Production Letters, 4 (100027)

Nexo con el tema que estudiamos: 
    El texto plantea una visión crítica de la situación actual en el siglo XXI, donde se enfrentan dos crisis interconectadas: la ecológica y la social. En este contexto, el capital destaca por su destrucción ambiental, evidenciando la interconexión entre el sistema económico y los recursos naturales.