Delger Erdenesanaa es reportera climática y del medio ambiente para The New York Times.

La nota muestra los resultados más destacados de una investigación a cargo de Greene et al. (2024), publicada en la revista Nature, en la que se abordan las consecuencias derivadas de la pérdida de la capa de hielo en Groenlandia (un fenómeno que se observa en los glaciares de todo el mundo) a causa del calentamiento global (dato crucial 1).

En ese sentido, se tiene documentado que tal pérdida data de los años noventa del siglo XX. La investigación encontró que se perdió 20% más de lo que se tenía registrado (cifra que representa un billón de toneladas métricas más de hielo perdido).

Las mediciones habituales sobre el glaciar de Groenlandia toman en cuenta la altitud de la superficie de la capa, la velocidad de circulación del hielo por lugares fijos y la atracción gravitacional producida por la masa de la capa. Tales mediciones proporcionan la magnitud de la contribución del derretimiento del glaciar al aumento del nivel del mar (dato crucial 2).

Greene et al. (2024) destacan que su hallazgo, llamado “retroceso del extremo glaciar”, permite capturar “la extensión real de la capa de hielo de Groenlandia”. Se distingue de los métodos tradicionales porque captura además lo que sucede en los márgenes del glaciar. Esto ayudaría a comprender mejor el sistema climático, generar tanto mejores predicciones como modelos, así como analizar los efectos del calentamiento global sobre la atmósfera, el océano y las capas de hielo.

Si bien, el “retroceso del extremo glaciar” no mide directamente con el aumento del nivel del mar, cuantifica una causa de dicho incremento. Es decir, la erosión de los extremos hace que el glaciar fluya más rápido, en tanto se adelgaza. El hielo derretido añade una cantidad importante de agua dulce al océano, debilitando el sistema de corrientes oceánicas (mejor conocido como Circulación meridional de inversión del Atlántico) y, en última instancia, aumentando la temperatura del vital líquido.