Shiraz Maher, lidera un proyecto para investigar la influencia de los medios sociales de comunicación entre los seguidores británicos del Estado Islámico. Su investigación ilustra un dilema fundamental para los movimientos que viven al menos parcialmente en línea: sin el internet y las redes sociales, algunos de ellos no existirían.

Gilad Lotán, jefe en Betaworks, una incubadora de nuevas empresas en Nueva York, quien hizo su servicio militar en el cuerpo de inteligencia del ejército Israel, fue entrenado para “desenterrar” información. Estaba gratamente sorprendido con la generación de datos que ahora le puede llegar sin ningún esfuerzo, con Twitter, por ejemplo. Su fascinación se incrementó conforme avanzan los detalles de los datos generados por los movimientos sociales: "el modelado de temas”, revela lo que la gente habla; "análisis de sentimientos", da una idea de cómo se sienten; "asignación de red" identifica los "nodos" más importantes; “software de visualización” convierte la información en imágenes de colores, principalmente, además el uso de este tipo de programas es cada vez más barato.

En 2015, el Sr. Lotán, examinó el movimiento anti-vacunación en California por medio del análisis de los hashtags. Se encontró que la mayoría de los mensajes vinieron de sólo una docena de cuentas de Twitter.

Graphika, es una empresa en Nueva York, su especialidad es la identificación de las comunidades de interés dentro de las redes sociales, la búsqueda de los miembros más influyentes y el seguimiento de lo que están hablando. Los clientes de la compañía van desde empresas de marcas de moda, medios de comunicación, hasta las que tratan temas políticos.

El software de Graphika, reveló que durante las protestas Maidan en Ucrania en 2013 y 2014, los rusos utilizaron “spam bots” (programas que enviar mensajes automáticos) y tuvieron mayor presencia en Twitter de Ucrania que con la oposición política rusa.

En un artículo en el New Yorker de 2010, Malcolm Gladwell, argumenta que las protestas promovidas por los medios sociales, como las peticiones de firma en línea, nunca tienen el mismo impacto que las acciones de "alto riesgo", como las que se tomaron con los movimientos de derechos civiles de Estados Unidos.

Sin embargo, el "slacktivism", como los críticos han llamado al activismo en línea, por la combinación de las palabras “slacker” y “activism”, puede hacer una diferencia. Por medio de los tweets de recientes movimientos de protesta, incluido el de los Indignados en España y los manifestantes en Taksim Gezi Park de Estambul, los investigadores del Programa de Participación Política (SMaPP, por sus siglas en inglés) concluyeron que los participantes en la periferia fueron tan importantes como en el centro.

Los medios sociales también pueden aislar a las personas desde los puntos de vista en desacuerdo. Eli Pariser, un activista de internet, llama a esto la "burbuja de filtro".

Picos aleatorios

Algunos investigadores han pasado a la construcción de modelos de computadora para probar teorías sobre el comportamiento de las redes sociales en línea.

La política en la era de los medios sociales está mejor descrita por la teoría del caos que por la ciencia social convencional.

Para realizar un seguimiento de cómo viaja la información errónea en línea, Filippo Menczer y sus colegas de la Universidad de Indiana desarrollaron un sistema que puede simular millones de usuarios para reproducir el "spikyness" de los medios sociales.

Para los investigadores de la Universidad de Indiana, “los pequeños actos de participación política que tienen lugar a través de los medios de comunicación social son las unidades de análisis, el equivalente de las partículas y los átomos de una sistema natural, que se manifiestan en la turbulencia política. Un día, dicen los autores, será posible predecir y desencadenar tales aumentos repentinos, de la misma manera que los meteorólogos se han convertido en buenos con la predicción del clima.

Quienes se dedican al estudio de estos temas se comienzan a enfrentar al problema de que los datos cada vez son más difíciles de conseguir, por ejemplo, muchos seguidores del Estado Islámico han abandonado Twitter y ahora utilizan servicios de mensajería cifrados considerados más seguros, como el TextSecure.

Por privacidad y razones comerciales, quienes brindan servicios de medios sociales cada vez otorgan menos acceso a los datos, por lo cual la información se está concentrando en dos gigantes de internet, Facebook y Google, que saben mucho más sobre la gente que cualquier organismo oficial.

Otro grupo de actores que puede manejar información, son los gobiernos, sobre todo del tipo autoritario, después de haber sido sorprendidos por los movimientos de protesta en línea, muchos ahora están invirtiendo fuertemente en su infraestructura de propaganda en la web. Por ejemplo, agencias del gobierno ruso, emplean ejércitos de "trolls" para luchar a su nombre en las secciones de comentarios occidentales y en Twitter.

En China, investigadores de la Universidad de Harvard, encontraron que censores bloquean contenidos para estimular la acción colectiva, pero toleraron los comentarios críticos de los líderes chinos.

Un reciente trabajo de Espen Geelmuyden Rod y Nils Weidmann, en la Universidad de Konstanz, se encontró que el internet tiende a crecer más rápidamente en los países en el que los regímenes están más preocupados por el flujo de información, y argumenta que no hay evidencia de "que la democracia avance en regímenes autocráticos cuando se amplía el internet".

Por lo menos, en los países democráticos, el internet ha mejorado la participación en la toma de decisiones de abajo hacia arriba.