Existen dos retos para la primacía estadounidense: la política de Washington que erosiona su autoridad en el mundo, y los cambios en el sistema internacional que ya no necesita a Estados Unidos como guardián y debe abrirse a las aspiraciones de las potencias emergentes. En la geopolítica Estados Unidos no tiene contrincante directo, su fuerza armada no tiene comparación aunque tuviera recorte de financiamiento. Estados Unidos para mantenerse debe: definir sus objetivos, garantizar acciones y no sólo palabras, ir a la guerra con menos frecuencia y con más sabiduría, necesita redescubrir las tradiciones de política exterior que sirvieron tan bien en épocas anteriores (en comparación con la guerra, la diplomacia es relativamente barata).
La lista de tareas pendientes para la superpotencia son: Arabia Saudita ha lamentado los planes de la administración Obama para Medio Oriente; los europeos están en pie de guerra a causa del espionaje; China está burlándose de la disfunción en Washington; América Latina se siente ignorada e intervenida simultáneamente.
Estados Unidos no debería subestimar a Europa, le puede ayudar a lidiar con Rusia y el Medio Oriente. El viejo continente es un aliado natural para el programa transfronterizo sobre la delincuencia, enfermedades y el cambio climático. Hay oportunidades desperdiciadas con América Latina, Estados Unidos ve al sur sólo como fuente inmigrantes y cocaína, no ve la política exterior que podría realizar con Brasil, por ejemplo. Por otro lado, no es fácil librarse de todo el lío de Medio Oriente, el petróleo de Israel, el terrorismo islámico e Irán son intereses fundamentales de EU.