Breaking the habit. The future of oil. The world’s use of oil is approaching a tipping-point, writes Henry Tricks. But don’t expect it to end imminently
The Economist [2016], "Breaking the habit. The future of oil. The world’s use of oil is approaching a tipping-point, writes Henry Tricks. But don’t expect it to end imminently", The Economist, London, 26 de noviembre, http://www.economist.com/news/special-report/21710628-worlds-use-oil-app...
Varios productos que han cambiado la vida de la sociedad, desde el lápiz labial a los reproductores de CD, los cascos de motocicleta y la aspirina, contienen petroquímicos.
El petróleo ha cambiado la historia. Los últimos 100 años han sido marcados por guerras por el petróleo, crisis de petróleo y derrames de petróleo. El acuerdo de París de 2015 fue visto por algunos como una declaración de guerra en contra de los combustibles fósiles, ya que ofrece la posibilidad de 50/50 de mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC, llegando tal vez a limitarlo a 1,5ºC.
El acuerdo se ha puesto en duda con la llegada de Trump, que ha desestimado el cambio climático catalogándolo de un “engaño”. Si todos los grandes consumidores de energía como la Unión Europea, China e India mantienen su compromiso, los combustibles fósiles se verán afectados aunque Estados Unidos deje de cumplir el acuerdo.
En 2014, cuando el precio del crudo comenzó a caer, el mundo se dio una idea de los estragos que puede causar una industria petrolera debilitada. Pero había efectos positivos también. Varios productores importantes de Oriente Medio implementaron medidas para reducir su dependencia petrolera, además de que comenzaron a darle importancia a otras fuentes de energía como la solar.
A lo largo de la era petrolera, la mayor preocupación ha girado en torno a la seguridad del suministro energético. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) fue creada para salvaguardar el patrimonio petrolero y aumentar los precios.
Según Daniel Yergin, un historiador de petróleo, el pico petrolero se dará cuando se llegue a un pico de la demanda de ese recurso. Actualmente se están buscando alternativas al uso del crudo como principal recurso energético, por lo que en todo el mundo el papel de la energía en el PIB está disminuyendo.
Todo apunta a que el mundo tiene que enfrentar la posibilidad de poner fin a la era del petróleo, aunque por el momento ello parece relativamente remoto.
En 1973, el petróleo representó el 46% del suministro mundial de energía. En 2014 todavía tenía una participación del 31%.
Una gráfica muestra el comportamiento de los principales tipos de energía durante 50 años. El punto de partida de cada línea se da cuando el tipo de energía en cuestión (Oil, Gas, Hydro, Nuclear), alcanza el 1% del consumo total de energía en el mundo. El petróleo, después de 50 años, es el único que muestra una tendencia creciente.
Para lograr la meta de los 2ºC, según la Agencia Internacional de Energía, la demanda de petróleo alcanzaría su pico en 2020 con 93 millones de barriles por día, desplomándose en los próximos 25 años para ser reemplazado por la electricidad, el gas natural y los biocombustibles.
Khalid Al-Falih, ministro de Energía de Arabia Saudita, estima que el mundo todavía va a invertir en el petróleo casi $1 billón de dólares anuales durante los próximos 25 años.
Parece que el patrón energético del sistema capitalista ha comenzado a cambiar. Muchas empresas y gobiernos se han dado cuenta de que el recurso energético más importante para este sistema está relativamente cerca de agotarse. Los procesos de extracción de petróleo son cada vez más complejos, dañinos y costosos, por lo que el desarrollo de nuevas fuentes energéticas se torna cada día más importante.
En un modo de producción que busca acumular cada vez más, la aparición de energías menos costosas tiene un peso importante, tanto para empresas como para Estados, en su búsqueda por posicionarse en la cima de la economía mundial, lo que ha generado cada vez más investigaciones y desarrollos en campos como la energía solar, el gas natural, la energía eléctrica, etc. que buscan sostener el nivel de producción y consumo actual, generando menos daño al planeta y buscando pagar menos por ello.
El argumento liberal comienza a interesarse en un eventual recambio energético, buscando redinamizar el capitalismo decadente.