Schumpeter. The other side of paradise. Glamorous tech startups can be brutal places for workers
The Economist [2016], “The other side of paradise. Glamorous tech startups can be brutal places for workers”, The Economist, London, 16 de enero, http://www.economist.com/news/business/21688390-glamorous-tech-startups-...
En el siglo XXI la organización del trabajo se ha transformado: la técnica y la automatización serían la fórmula taylorista para la producción en masa, para una mayor cantidad de utilidades y ganancias, así como una mayor explotación del propio trabajador. En la actualidad, se supone que las grandes empresas de software son el paraíso para el talento y el trabajo. No sólo son los trabajadores increíblemente pagados, sino también todas las ventajas que se ofrecen en este tipo de empleos. Se puede disfrutar de comida gratis cocinada por chefs Cordon Bleu, se puede descansar y tomar la siesta en vainas o, si uno se siente lleno de energía, el trabajo en el gimnasio es el mejor sitio para laborar.
Sin embargo, tales compañías cuentan con pocos recursos además del cerebro de sus empleados. Y la batalla por esos cerebros se está volviendo más intensa a medida de que la revolución digital reconfigura las franjas del mundo de los negocios. Gigantes como Google o Facebook están tratando de reforzar su posición en el seno de esta nueva economía del conocimiento, invirtiendo fuertemente en investigación. En este sentido, se entiende que la plantilla de Google haya crecido 157% en los últimos cinco años, alcanzando casi 60 000 empleados a nivel mundial.
Por otra parte, las startups más pequeñas también están en la batalla para atraer talento, mientras que los fabricantes responden a la digitalización de sus industrias mediante la contratación de codificadores y otros especialistas de tecnología. Sucede algo similar con los fabricantes de automóviles como General Motors, Ford, Nissan y Toyota que se encuentran estableciendo puestos de investigación en el Silicon Valley, región caracterizada por fomentar la investigación científica.
Hasta cierto punto, lo anterior está produciendo una carrera por la inteligencia y cerebros preparados. De tal forma, se entiende las iniciativas de grandes empresas que se encuentran construyendo nuevas sedes. Tal es el caso de Apple, cuya sede semeja una ‘nave espacial’, diseñada por Norman Foster, la cual cubrirá 260 000 metros cuadrados. O bien, las nuevas oficinas de Google, construidas bajo una gran cúpula translúcida. Asimismo, empresas como Netflix en pro de lucir más atractivas, ofrecen al personal vacaciones ilimitadas. Facebook, por su parte, ofrece hasta 20 000 dólares a las mujeres que buscan congelar sus óvulos.
Sin embargo, a pesar de todas las ventajas, comodidades y diversos beneficios ofrecidos por las empresas de tecnología, una carrera como desarrollador de software o ingeniero pareciera ser que no tiene una garantía de satisfacción en el trabajo. Una encuesta del año pasado, realizada por TINYPULSE, un especialista en monitorear la satisfacción de los empleados, con 5 000 empleados en empresas tanto tecnológicas como no tecnológicas, encontró que muchos de ellos se sienten alienados, atrapados y hasta subestimados. Sólo el 19% de los empleados de tecnología dijo que estaban contentos en sus trabajos y sólo el 17% dijo que se sentía valorado en su trabajo.
Por otra parte, sólo en algunas áreas de la encuesta se mostraban menos descontentos que los trabajadores no tecnológicos: el 36% de los tecnólogos consideraban que tenían una trayectoria clara en comparación con el 50% de los trabajadores en áreas como la comercialización y las finanzas. Asimismo, el 28% de los tecnólogos dijeron que comprenden la visión de sus compañías en comparación con el 43% de los no tecnólogos; y el 47% de los técnicos dijo que tenían buenas relaciones con sus compañeros en comparación con el 56% de los no técnicos.
Pero, ¿cuál es la razón por la cual las empresas de tecnología ofrecen ventajas y grandes beneficios a su personal? Claro está que no es por la caridad empresarial. Estas empresas ofrecen tales beneficios porque esperan que la gente trabaje tan duro que no encuentre tiempo que perder en cosas tan mundanas como comprar el almuerzo o viajar a la tintorería. Como lo apunta Gerald Ledford, de la escuela de negocios de la Universidad del Sur de California, son ‘esposas doradas’ para mantener a la gente en sus escritorios. No obstante, algunos de los beneficios son sólo extravagantes e ilusorias: “toma tantas vacaciones como gustes”, quizá podría traducirse en “toma las menos posibles y tanto como te atrevas” porque el trabajo estará esperándote a tu regreso.
La economía tecnológica es una meritocracia despiadada. “Un gran operador de torno recibe varias veces el salario de un operador de torno promedio, dijo Bill Gates alguna vez, pero un gran programador vale 10 000 veces el precio de un programador promedio”. ‘Los trabajadores más talentosos pueden asegurar los rescates de los príncipes’. De esta forma, se entiende que Google habría ofrecido a un ingeniero estrella 3,5 millones de dólares en acciones para persuadirlo de abandonar a Facebook. Mientras que este último, pagó 1 mil millones por Instagram, o mejor dicho por contratar a sus 13 empleados. No obstante, en este negocio los que son meramente buenos, más que grandes, son prescindibles; mientras trabajan en la obscuridad, las estrellas como Zuckerberg consiguen el crédito.
Sin embargo, en esta meritocracia no existe alguna cantidad de talento o esfuerzo que pueda compensar haber optado por trabajar, por ejemplo, en Sidecar, un servicio de viaje compartido que cerró en diciembre y dejó sin empleo a gran cantidad de trabajadores.
Las startups tecnológicas atraen comúnmente talento realizando promesas de retribución y ofreciendo parte de sus activos a sus empleados, mientras que estos últimos trabajan duro para supuestamente hacer grandes fortunas, que serán distribuidas entre los trabajadores una vez que la empresa haga públicas sus ganancias. No obstante, estas empresas a menudo se quedan con aquellas acciones que preservan las mayores ganancias, dejando a los empleados acciones comunes que fácilmente pueden perder su valor en el mercado.
“Unicorns and unicorpses”
Las decepciones de este tipo son cada vez más comunes. Una sucesión de startups, como Square y New Relic, han vendido sus acciones con descuentos sustanciales a sus valoraciones previas. Otras han sido compradas con un descuento después de abandonar las esperanzas de una oferta pública. Gilt Groupe, una firma de comercio electrónico, fue vendida a la Hudson’s Bay Company por un valor de 250 millones de dólares, tras haber ganado una valoración de más de mil millones de dólares en anterior recaudación de fondos. Micheal Moritz, un capitalista de valores de riesgo, habla de los “unicorns subprime” y James Clack, un empresario, habla de “unicorpses”. Si hay otro auge de tecnología, serán los empleados los que más sufrirán.
La industria de la tecnología ofrece grandes recompensas para unos pocos afortunados: casi la mitad de los multimillonarios del mundo, menores de 40 años, son multimillonarios de la tecnología. Ofrece una vida maravillosa para muchos miles más: consiguen hacer dinero convirtiendo la ciencia ficción en realidad. Pero la industria también está llena de decepciones: trabajo sin fin que produce rendimientos pobres; y los sueños de reinventar el mundo se convierten en otro trabajo duro e inseguro.
En la actualidad, la investigación científica, tecnológica y técnica se ha desarrollado en nuevos centros conocidos como startups o centros de emprendimiento empresarial. En estos lugares, las formas de organización del trabajo se han transformado en el sentido de extraer una mayor cantidad de plusvalía al trabajador. Lo anterior ha sido posible debido a que en estos centros de desarrollo científico se ofrece a los empleados realizar una vida dentro del propio trabajo, es decir, mientras el empleado se preocupa por obtener los mejores resultados en el área en la que está a cargo o sobre la que se desarrolla, la startup le genera un ambiente de comodidad al trabajador eliminando aquellas tareas de la vida cotidiana de éste; la tintorería, el gimnasio, los alimentos están al alcance del trabajador dentro del mismo empleo.
El fenómeno de las startups ha venido creciendo en la última década. Este tipo de centros empresariales se distingue porque el único activo realmente sólido con el cuentan es el cerebro, las habilidades y capacidades de sus trabajadores. En tanto que éstas proveen a sus trabajadores de beneficios y comodidades vanas, también obtienen grandes ganancias económicas producto de las innovaciones tecnológicas, científicas o técnicas que se desarrollan a partir de sus trabajadores.