El valor del cobalto se ha disparado desde que comenzó a incorporarse en la electrónica moderna, pues la mayoría de los teléfonos necesitan unos gramos, y todos los autos requieren de 5 a 10 kg. Así entonces, la creciente demanda de un producto por lo general se satisface mediante una gran inversión para garantizar el suministro. La situación del cobalto es distinta. Es decir, el cobalto se obtiene como un subproducto de la minería de níquel y cobre, y la mayor parte de este proceso de extracción está en la República Democrática del Congo.

El incremento de la demanda de cobalto proviene de la industria automotriz, que han invertido aproximadamente 100 mil millones de dólares en tecnología de vehículos eléctricos. Efectivamente, se estima que para 2030 se necesitara una mayor cantidad de material para su transporte. Así mismo, este incremento supone un aumento en la fabricación de vehículos eléctricos, pues la batería que portan depende en gran medida del cobalto. Tesla Inc., un fabricante de automóviles eléctricos, está desarrollando un proyecto que pretende lograr un uso casi nulo del cobalto.

Este hecho permitió que varias ONG hayan comenzado a presionar a las empresas de tecnología para garantizar que sus dispositivos fabricados sean libres de cobalto. Esta situación favorece el escenario en el Congo, país que se caracteriza por ser pacífico, pero que las tensiones persisten a partir de la minería y la extracción de níquel. No obstante, una cuarta parte de la producción es realizada por mineros “artesanales”, es decir, trabajadores locales que a veces intervienen en el territorio de las grandes corporaciones que trabajan durante la noche. Los comerciantes de cobalto, muchos de los cuales son chinos, comprarán una producción de una noche por 40 dólares, una pequeña fortuna para los estándares locales.

Algunos grupos piensan que la minería artesanal puede ayudar a cerrar la brecha entre la oferta y la demanda. Otros espacios como Australia son poseedores de pequeñas cantidades de cobalto, pero el lugar de extracción es más difícil que el Congo, pues son leguas bajo el mar. En efecto, gran parte del suelo del océano pacífico está recubierto por nódulos ricos en cobalto. Si no hay suficiente en el suelo, el siguiente paso lógico es sumergirse bajo el agua, concluye The Economist.