Apple Moves Mac Pro Production to China. The $6,000 desktop computer had been the company's only major device assembled in the U.S.
Mickle, Tripp y Yoko Kubota [2019], "Apple Moves Mac Pro Production to China. The $6,000 desktop computer had been the company's only major device assembled in the U.S.", The Wall Street Journal, New York, 28 de junio, https://www.wsj.com/articles/apple-moves-mac-pro-production-to-china-115...
En 2013, Apple se comprometió a lanzar una computadora completamente ensamblada en Estados Unidos, la Mac Pro “trash can”. No obstante, se espera que el ensamblaje del próximo modelo se traslade a China, a pesar de las tensiones entre la administración de Donald Trump y Beijing.
La empresa taiwanesa Quanta Computer Inc. será la encargada de la manufactura de la nueva Mac Pro en una instalación cercana a Shangai. Con esta decisión, Apple podrá ahorrar en los costos de entrega de sus componentes por la cercanía de sus proveedores.
A pesar de que la Mac Pro no es tan importante en términos de volumen, el cambio tiene un significado especial. Por un lado, porque el presidente Donald Trump ha sido enfático desde el inicio de su presidencia en que las empresas estadounidenses deben regresar a producir a suelo nacional. De hecho, en 2013 Apple invirtió 100 millones de dólares para equipo y herramientas para montar una planta de ensamblaje en Austin, Texas, manejada por la empresa Flex Ltd. Con el traslado del ensamblaje de la nueva Mac Pro, solo su diseño se mantendrá en suelo estadounidense, aunque Apple sostiene que sigue apoyando la manufactura en 30 estados, mantiene contratos por 60 mil millones de dólares (mmd) con más de 9 mil proveedores estadounidenses y genera 2 millones de empleos en ese país.
Las presiones de Trump tampoco han sido decisivas para mantener la manufactura de Apple en territorio estadounidense. Si bien en los últimos dos años, comenzó la construcción de una segunda instalación en Austin para proveer servicios al consumidor y operaciones y ha reportado más de 500 millones de dólares en nuevos contratos con proveedores de componentes nacionales, no hay planes de construir nuevas plantas de ensamblaje en Estados Unidos. Además, la propuesta de gravar con un arancel de 25% bienes importados de China por 300 mmd, podría afectar los dispositivos más importantes de Apple (Mac, Iphone e Ipad). Como respuesta, Apple no considera regresar esta etapa de la producción a Estados Unidos, sino llevarla a otras partes del mundo, como Irlanda.
Por el otro lado, la mudanza de la manufactura de la Mac Pro refleja la dificultad que encuentran las empresas en Estados Unidos. El modelo Trash can, fue la primera computadora de Apple en ser ensamblada en ese país en 10 años. La empresa Flex se encargó de poner en marcha el proyecto de una zona empresarial en Texas, que requirió 15 millones de compras en equipo y la creación de 500 empleos con salarios anuales de más de 30 mil dólares. Sin embargo, las dificultades aparecieron de inmediato. Más de 80% de los trabajadores ocupados en las tres líneas de ensamblaje recibían salarios mínimos por una jornada de 8 horas, por lo que al terminar su turno salían con las líneas aún en movimiento; la producción se paraba hasta que el siguiente turno estaba listo. Además, la caída en la demanda de la Mac Pro se tradujo en recorte de empleos o, en el mejor de los casos, en un cambio en las labores de los trabajadores: de ensambladores a reparadores de la Mac Pro.
En contraste, los salarios chinos siguen estando por debajo de los estadounidenses y la empresa encargada del ensamblaje, Quanta, tiene una amplia experiencia trabajando para Apple ya que ha trabajado por años en la manufactura de MacBooks y relojes inteligentes.
La construcción de la planta de Austin otorgó a Apple el derecho a 250 mil dólares en exenciones fiscales anuales.
El artículo da cuenta de que la reestructuración productiva condiciona a las empresas para mantener su proceso productivo fragmentado alrededor del mundo. En conexión con las guerras comerciales lanzadas por Donald Trump, parece claro que la presión política que el presidente estadounidense intenta poner a las empresas de su país no puede alterar la estructura de la producción mundial contemporánea. Esto no significa que las batallas comerciales de Trump deban calificarse como un fracaso llano, sino que llaman a incluir la dimensión geopolítica de tales medidas.