En 1997 con la inauguración de la barrera Maeslant, los holandeses fortificaron sus defensas costeras para proteger la ciudad de Rotterdam de tormentas provenientes del Mar del Norte, debido a que más de tres cuartas partes de su territorio se encuentran por debajo del nivel del mar, además se contempló la obra para permitir el paso de todo tipo de embarcaciones construidas hacia el puerto más importante de Europa que se encuentra en dicha ciudad.

Cuyo principal impulsor fue la tragedia acaecida en 1953, cuando una oleada impulsada por fuertes vientos coincidió con la marea alta de primavera, rompiendo los diques que protegen gran parte de Países Bajos, matando a miles de personas y destruyendo muchas hectáreas de cultivo, lo que evidenció la necesidad de una protección ante estos fenómenos.

La barrera está diseñada para utilizarse cuando el mar sube por encima de los tres metros, y aunque en 1953 rebasó los cuatro metros y medio, después del suceso ya no se ha tenido que utilizar. Pero al contemplar que el motor de una economía regional de 167 mil millones de dólares está en juego, es mejor prevenir que reaccionar. En enero de 2019 el alcalde de la ciudad, Ahmed Aboutaleb, le dijo a The Economist que espera que la barrera tenga que usarse más de una vez por década.

A pesar de que pocos lugares en el mundo son tan vulnerables como Países Bajos, cuya cuarta parte de su territorio está por debajo del nivel del mar, muchos otros lugares también se enfrentan a riesgos considerables, y casi todos ellos son mucho menos capaces de protegerse que los holandeses. Existen más de millón y medio de kilómetros de costa compartida entre 140 países que limitan con el mar, a la par de esto, dos tercios de las grandes ciudades del mundo están ubicadas en la costa, lo que representa una gran cantidad de propiedades y personas en riesgo a futuro.

Hasta 2019 dos quintos del aumento del nivel del mar (GMSL, por sus siglas en inglés) no proviene del agua de los océanos, sino del calentamiento del agua que ya se encuentra en los mismos. Debido a esto científicos estiman que el aumento del nivel del mar rondará el medio metro con el calentamiento actual de un grado. También señalan que debido al tiempo que toma el calentamiento de los océanos, la temperatura continuará elevándose incluso si el calentamiento global se detiene, aunque si el aumento alcanza 3 grados, provocará un aumento del GMSL de entre medio metro a casi dos metros centímetros sólo a causa de la expansión térmica.

A pesar de que hasta ahora la expansión termal ha sido la principal causa de aumento del nivel del mar, el derretimiento de los polos árticos puede tener un gran impacto. Al terminar la edad de hielo más reciente, la fusión del hielo situado en la parte superior de Eurasia occidental y gran parte de América del Norte aumentaron el GSML alrededor de 120 metros, y cuando el proceso se insertó en los modelos contemporáneos, encontraron que si los niveles de gas de efecto invernadero continuarán aumentando a las mismas tasas imprudentes, la Antártida por si sola podría agregar un metro al GMSL para 2100 y tres metros para 2200.

Los esfuerzos para determinar la extensión y la velocidad del colapso de las capas de hielo están proliferando. Cuando Anders Levermann codirigió el trabajo más reciente del Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en 2014, la inestabilidad de la capa de hielo marino fue solo una nota al pie de página y existían cuatro modelos de computadora del proceso en ese entonces, mientras en 2019 se cuentan 16.

La segunda capa de hielo más grande del mundo, ubicada en Groenlandia, se está reduciendo debido al derretimiento sin precedente de sus glaciares, aunque su pérdida de masa aún no es irreversible, a diferencia de la capa de hielo de la Antártida Occidental que es la región que más preocupa a los científicos, cuya forma asemeja a un platillo espacial que flota en el mar. Pero al ser desproporcionada su constitución, en la que la mayor parte del hielo se encuentra bajo el mar en la parte central y es rodeado de una capa delgada de hielo, de continuar reduciéndose la capa más delgada podría emerger sobre la superficie la mayor parte al no encontrar contra peso.

Por otro lado, existen diferentes estimaciones sobre el aumento del nivel medio del mar como resultado del derretimiento de los glaciares de la Antártida, oscilando entre 1 metro y 22 centímetros. También las corrientes marinas influyen en el alza diferenciada de los niveles del mar, a la vez que no todos los mares subirán en la misma medida; ejemplo de ello es la reducción de los niveles del mar cerca de la Antártida y Groenlandia, debido a que las capas de hielo atraen los mares hacia ellas de la misma manera que la masa de la Luna atrae las mareas, por lo que al hacerse más delgadas perderán su capacidad de atracción.

Otro factor a tomar en cuenta es el hundimiento causado por urbanización y extracción de agua y sedimentos subterráneos, ya que en la primera mitad del siglo XX Tokio se hundió cuatro metros, mientras partes de Yakarta están sufriendo el mismo destino al hundirse 25 centímetros por año. Pese a esto, en 2019 el estudio del área de la Bahía de San Francisco, encontró que los mapas de riesgo de inundación para el resto del siglo el riesgo planteado por el peor escenario esperado basado solo en el aumento del GSML, subestima el área en peligro hasta 90 por ciento comparado con mapas que mostraban que la tierra estaba reduciéndose debido a la subsidencia (fenómeno en donde la superficie terrestre se hunde de manera progresiva).

Debido a la proliferación de ciudades que están en situaciones de peligro, cada año Rotterdam recibe 70 delegaciones que buscan aprender de los conocimientos holandeses, siendo la construcción de barreras la respuesta más frecuente ante estos este peligro.

En ciudades como Nueva York, Bombay y Venecia se está invirtiendo fuertes de sumas de dinero en la construcción de barreras que sirvan para evitar tragedias en el futuro, y países no tan ricos se están sumando a esta tarea como Bangladesh, un país diez veces más poblado y trece veces menos rico que Países Bajos, el cuál está duplicando su sistema de terraplén costero y reparando la infraestructura existente.

Dichos esquemas tardan décadas en planearse y ejecutarse, lo que significa que las condiciones en las que terminan por enfrentarse no son necesariamente aquellas para los que fueron concebidos. Cuando la Gran U fue propuesta por primera vez, un año después de Sandy, el peor escenario para el aumento del nivel del mar en la costa este de Estados Unidos fue de un metro, cifra que se multiplicará cuando la obra se termine.

Una obra con un costo aproximado de mil millones de dólares, es una inversión inteligente en comparación con los 60 mil millones que el Congreso destinó para la recuperación posterior a Sandy. Parte de ese dinero se gastó en el fortalecimiento de las centrales eléctricas y hospitales, además de usarse en gran parte para reemplazar los edificios perdidos durante la tormenta por edificios nuevos construidos de la misma manera y casi en el mismo lugar.

Siendo evidente que la amenaza a largo plazo es ignorada la mayor parte del tiempo debido a la dinámica que impone el capital, sin embargo una mejor opción sería establecer defensas apropiadas, y reconstruir en estilos mejor adaptados a las condiciones. Sin dejar de contemplar los casos en donde la mejor solución es alentar, ayudar o incluso exigir que los residentes se alejen, lo que es una tarea compleja ya que la gente toma la tarea del gobierno como garantizar su seguridad, y no, moverlos. Por lo que el obtenimiento del consentimiento colectivo puede alargar el proceso durante años. Aún así el reasentamiento permanente no es la única forma de mudanza que debe considerarse, en lugares donde las condiciones climáticas son adversas, la evacuación como prevención es efectiva, pero en lugares donde grandes tormentas son muy raras el efecto podría ser contraproducente.

Sin embargo el apoyo de ingenieros civiles es necesario para que la aplicación de los esquemas de reasentamiento sea funcional, pero sobre todo es necesaria la aplicación de mucha ingeniería social, como lo muestra el caso de Bangladesh, en donde se optó por convertir en granjeros a antiguos pescadores, un proceso que muestra la complejidad del asunto.

Por otro lado The Economist asume una postura pragmática al aconsejar la adaptación: "La inercia del sistema climático implica que aun en el caso de las reducciones de emisiones más radicales, la atenuación de la luz solar provocada por la geoingeniería solar no mantendrá los mares en sus cauces. La adaptación será necesaria. Pero no hay voluntad para pagar por ella".

Finalmente The Economist menciona que los océanos no aplastarán repentinamente todas las costas del mundo como sucede en la Biblia o como los asumen las películas de Hollywood, en cambio señala que el ascenso será paulatino, y su invasión será tan imperceptible como inexorable, pero a diferencia del movimiento oscilatorio de la marea, no dará marcha atrás, ya que una vez que los océanos toman posición no retroceden.