En China, el reconocimiento facial triunfa, incluso en el supermercado
AFP [2019], "En China, el reconocimiento facial triunfa, incluso en el supermercado", AFP, 4 de septiembre, https://www.afp.com/es/noticias/3956/en-china-el-reconocimiento-facial-t...
La tecnología de reconocimiento facial cada día gana más terreno en China. Si anteriormente se utilizaba con fines de seguridad y disciplinamiento social, por ejemplo, en la búsqueda de fugitivos y en la vigilancia de población musulmana en la región de Xianjing, la tendencia ahora es utilizarla como medio para realizar compras en el país asiático.
Con ello ha quedado atrás la tecnología QR que servía como interfaz para realizar pagos electrónicos. Ahora basta con enviar una fotografía al banco correspondiente y colocar el rostro frente a un escáner, para que el costo se descuente automáticamente de la cuenta bancaria del usuario. Cadenas de supermercado como IFuree, establecimientos de comida rápida como KFC y la cadena china de panaderías Wedome, se encuentran entre las empresas que han empezado a recurrir a esta tecnología como forma de pago, mientras se espera que la expansión de dicha tecnología continúe en aumento.
Empresas chinas como Aliplay, líder en el pago móvil con presencia en 100 ciudades del país asiático, ha anunciado una inversión de 3 000 millones de yuanes (380 millones de euros) para los próximos tres años, con la finalidad de mejorar la tecnología “Smile to pay”. Mientras que Tencent, su competidora directa, ya ha presentado su propia interfaz llamada “Frog Pro”.
Aunado al impulso que dan los principales actores de pago móvil, los consumidores también han empezado a abrazar el sistema, argumentando rapidez y practicidad en las compras mediante esta forma de pago. La seguridad y la confidencialidad que brinda la interfaz al momento de realizar transacciones también ha fungido como un elemento positivo, de acuerdo con Li Dongliang, un ingeniero de Ifuree.
No obstante, dicho sistema de pagos ha levantado posiciones contrarias entre algunos investigadores de universidades de Occidente. Adam Ni, un investigador sobre China de la Universidad Macquarie de Sídney, ha puesto el acento en la posibilidad de que el Estado utilice los datos personales con fines de vigilancia y control, e inclusive, en la persecución de disidentes. Por su parte, para Jeffrey Ding, investigador de la universidad de Oxford, esta tecnología representara una nueva oportunidad para que las empresas afinen sus estrategias de mercadotecnia mediante la recolección de las preferencias de los consumidores.
Con todo, el reconocimiento facial forma parte de una campaña nacional más amplia para convertir a China en líder de las altas tecnologías.
Mengmeng Zhang, un analista de la consultora de Hong Kong Counterpoint, ha señalado el impulso que las empresas privadas vienen dando a esta nueva interfaz. De acuerdo con ella, Alipay gasta miles de millones para difundir esta tecnología subvencionando a los vendedores y dando recompensas financieras a los consumidores que la utilizan.
Si bien el salto tecnológico que ha dado China es formidable, vale la pena analizar el horizonte de implicaciones sociales que se despliegan con tales innovaciones, especialmente cuando se deja el diseño e implementación en manos de la iniciativa privada. Aunque la falta de información es patente, no parecería lejano suponer que tal imbricación entre desarrollo tecnológico privado y seguridad, apunta no solo hacia la privatización de esta; también hacía el predominio de una lógica de guerra que busca medios y posibilidades de control social cada vez más abarcantes, por medio de la combinación de las tecnologías de guerra y las tecnologías de la comunicación.