El artículo expone el caso de Eddie Sebastian, habitante de la isla de Java, gana 2 dólares por día recolectando piedras, rompiéndolas con un martillo y vendiéndolas como material de construcción. Cuando se le pregunta si tiene mejores herramientas, dice: "Nuestro equipo más avanzado es esa 'carretilla elevadora'”. Mientras apunta a una carretilla oxidada. El talento del señor Sebastián se desperdicia, porque nació en el lugar equivocado. Si viviera en un país rico, estaría operando una excavadora mecánica y ganando 20 dólares por hora en lugar de 2 dólares por día.

The Economist señala que, según el Banco Mundial, los migrantes que se mudan de países de ingresos más bajos a más altos suelen ganar entre tres y seis veces más que en su país de origen. El simple hecho de mudarse los hace más productivos, porque los países ricos tienen mejores instituciones, el Estado de Derecho, mercados de capital eficientes y compañías modernas. Los trabajadores de la construcción en los países ricos construyen mejores edificios porque tienen mejores herramientas, electricidad confiable y su empleador no tiene que pagar a los funcionarios locales corruptos. Los científicos en los países ricos logran más avances porque tienen mejores laboratorios y una selección más amplia de otros científicos para trabajar.

Si todos los que quisieran emigrar pudieran hacerlo, el PIB mundial se duplicaría, estima Michael Clemens, del Centro para el Desarrollo Global. Ningún otro cambio de política se acerca a generar recompensas tan colosales. Si hay 90 billones de dólares al año en juego, se podría pensar que los formuladores de políticas idearían febrilmente formas de obtener una parte de él; sin embargo, no ha sido así.

Con el auge del nacionalismo, con personajes como Donald Trump en Estados Unidos, los opositores de la inmigración en todas partes del mundo presentan argumentos similares: los migrantes son perjudiciales, presionan los servicios públicos, toman empleos de los locales y a menudo son criminales. "No soy racista", dice Kevin Drake, un partidario del Brexit en Essex, Inglaterra, "pero en la escuela, mis nietos no reciben atención porque los extranjeros no pueden hablar inglés y los maestros pasan más tiempo con ellos". La inmigración "destruirá a Japón", dice Makoto Sakurai, del Primer Partido de Japón, que hace campaña contra esta situación. Los nacionalistas de todo el mundo intercambian constantemente anécdotas, algunas de ellas verdaderas, que refuerzan sus temores. En la docena de países que visitó el corresponsal que realizó informe especial para el semanario inglés, siguió escuchando el mismo puñado de historias de terror. "Mujeres y niñas alemanas de apenas tres años están siendo violadas por inmigrantes", advirtió Sakurai, que vive a 9 000 km de Alemania.

Explotar e inflamar el miedo a los inmigrantes puede ganar votos. El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, advierte sobre un complot ficticio para inundar su país cristiano con musulmanes. Según los informes, Trump quiere un foso de cocodrilo para alejar a los mexicanos. Dinamarca ha aprobado una ley que duplica las penas por crímenes en los "guetos" de migrantes. Los inmigrantes son "combustible electoral", dice Andrea Costa, quien dirige una organización benéfica en Roma que los ayuda.

El artículo considera que es necesario cuestionar lo siguiente: ¿quién se mueve, a dónde y por qué? ¿Cuáles son los efectos sobre los lugares a los que se mudan, los que dejan y para los propios migrantes? Con ello debe examinarse el movimiento transfronterizo y la migración dentro de los países. Se puede argumentar, quizás impopularmente, que el mundo necesita más migración; que las ganancias potenciales superan ampliamente los costos, y que esos costos pueden mitigarse con mejores políticas.

Finalmente se señala que ahora es extremadamente difícil migrar legalmente de un país pobre a uno rico, a menos que esté altamente capacitado o sea un pariente cercano de un residente legal. Para explorar los costos y beneficios de la migración, un buen lugar para comenzar es el único lugar donde uno de los estereotipos de los populistas, que los inmigrantes son en gran medida criminales, ha sido cierto: Australia.