Climate capitalism and the global corporate elite network
Sapinski, Jean Philippe [2015], "Climate capitalism and the global corporate elite network", Environmental Sociology, Londres, 1(4): 268-249, http://dx.doi.org/10.1080/23251042.2015.1111490
Jean Philippe Sapinski es profesor del departamento de sociología de la Universidad de Oregón, Estados Unidos. Sus líneas de investigación son la sociología medioambiental, economía política, políticas ambientales, corporaciones transnacionales, análisis del discurso y redes sociales.
El objeto del artículo de Spinski es el análisis los grupos de política medioambiental y climática financiados por corporaciones (Corporate-funded climate and enviromental policy groups, CEPG). El marco de análisis de los CEPG es el proyecto del "capitalismo climático", esto es, "el intento neoliberal para mitigar el cambio climático a través de medidas de mercado que convierten los aspectos naturales en nuevas oportunidades de acumulación mientras se minimiza la regulación estatal directa sobre las emisiones de gases de efecto invernadero" (p. 268).
Spinski detecta un proceso tendencial de los CEPG que consiste en la construcción de hegemonía del proyecto del capitalismo climático al interior de los grupos de la élite corporativa mundial. Para ello el autor propone utilizar el "análisis de redes sociales" (SNA, social network analysis), esto es, la producción de una especie de "cartografía" del poder corporativo en que las CEPG se están asentando. El asunto se describe con detenimiento en el apartado "Metodología".
El marco problemático es el siguiente. Se inicia mencionando las dos principales críticas contra los mercados de carbono. Por un lado, afirma Sapinski, los mercados de carbono impulsan la acumulación de capital a través de la privatización de los "comunes" en el Sur global, la agudización de la especulación y la búsqueda de rentas para las élites propietarias. Por otro lado, esos mercados retrasan las acciones para contrarrestar las consecuencias del cambio climático, principalmente por las corporaciones que dependen de combustibles fósiles.
Pero esto no significa que el capitalismo climático esté libre de controversia. En realidad, apunta Sapinski, el discurso de la modernización ecológica que difunden las corporaciones adscritas al proyecto del capitalismo climático está siendo puesto en cuestión ya que "ha tenido los mismos efectos que los del régimen capitalista carbonífero (...) retrasar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, facilitar las ganancias corporativas" (p. 269).
El mantenimiento de las relaciones capitalistas a través de su transformación es un proceso comandado por think tanks financiados por grandes corporaciones y grupos de políticas estratégicas. Tales proyectos recurren a dos prácticas: 1) la producción de conocimiento que, además de informar, legitima ciertas prácticas de gobernanza económica; y 2) la extensión de este conocimiento para la generación de vínculos con las redes de las élites sectoriales y nacionales. Para el caso de las CEPG, las firmas International Emissions Trading Association (IETA) y World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) son las que se dedican con mayor impacto a la producción y movilización de conocimiento.
La estructura de la organización de firmas como IETA y WBCSD permite que funcionen como sitios de encuentro para las élites corporativas. De esta manera, afirma Sapinski, surgen asociaciones para producir planes estratégicos, formar consensos o crear un "sentimiento de comunidad" en torno al proyecto de capitalismo climático.
Metodología
Sapinski toma criterios muy específicos para la selección de 10 ejemplos de firmas corporativas que pueden determinarse como CEPG. En primer lugar, toma en cuenta un par de criterios generales: a) el alcance y mandato transnacional de las corporaciones y b) su funcionamiento como productores y difusores del conocimiento sobre el capitalismo climático. En segundo lugar, se consideraron las firmas CEPG vinculadas con las redes directivas de alguna de las 500 corporaciones transnacionales más grandes del mundo; los datos de estas corporaciones se toman de Fortune Global 500 (G500) de junio de 2011.
Las corporaciones se mueven en una densa red de relaciones recíprocas para conseguir objetivos de reputación, canales de información, influencias y control sobre otras firmas. Las estrategias de negocios y las actividades económicas corporativas están altamente determinadas por la organización e información que circula al interior de los grupos corporativos.
Los 10 CEPG considerados por Sapinski son los siguientes:
1) Club de Roma, 1972
2) Global Environmental Management Initiative (GEMI), 1990
3) Business Council for Sustainable Energy (BCSE), 1992
4) European Business Council for Sustainable Energy Future (e5), 1996
5) World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), 1996
6) International Emissions Trading Association (IETA), 1999
7) United Nations Global Compact, 2000
8) Global Climate Forum (GCF)
9) The Climate Group
10) Copenhague Climate Council (CCC)
Repertorio de acciones y discurso de los grupos políticos de capitalismo climático
Cada CEPG cumple un aspecto particular de la producción y movilización de conocimiento sobre el capitalismo climático. En efecto, continua Sapinski, el GCF publica reportes y da conferencias sobre las estrategias y herramientas que el capitalismo climático puede ofrecer; Climate Group, WBCSD y UN Global Compact son cercanos a la ONU, sobre todo con agencias que desarrollan políticas económicas que impulsan el capitalismo climático; el GEMI implementa evaluaciones sobre la integración de las medidas del capitalismo climático en los negocios corporativos; el CCC, UN Global Compacto y WBCSD ofrecen foros para que los directivos de las corporaciones más grandes colaboren junto con políticos y civiles en el proyecto del capitalismo climático.
Aunque cada CEPG cumple funciones muy particulares en el proyecto del capitalismo climático, todos comparten un mismo discurso. Según Sapinski: “La narrativa común que se presenta en sus registros públicos refleja una cercanía a las ideas neoliberales de reducir la intervención estatal directa y medidas corporativas voluntarias para tratar cuestiones medioambientales” (p. 271).
Para las CEPG los negocios son vistos como la principal “fuerza del cambio”. Las corporaciones no perciben a los gobiernos como impulsores del capitalismo climático, tampoco otorgan demasiada importancia a la intervención de las ONG. Sapinski reconoce que se trata de un discurso neoliberal que descansa en una “visión prometéica de la tecnología como todo poderosa” (p. 271). La excepción es el Club de Roma que, en opinión del autor, está más apegada a ideas neokeynesianas, esto es, considerando la intervención estatal en gran escala.
Capitalismo climático y la red de entrelazamientos con las 500 corporaciones del mundo
“La mayoría de los CEPG tienen vínculos con múltiples corporaciones G500” (p. 271). Es más, las corporaciones más grandes del mundo tienen un papel de importancia en la gobernanza de los CEPG.
A través del “análisis de centralidad” Sapinski determina cuáles son los puntos o nodos más importantes en la red de relaciones entre CEPG y G500. A través de un listado de 35 CEPG, Sapinski menciona cuatro tipos de medidas de centralidad: 1) grado de centralidad, el número de vínculos que conectan un nodo con otros; 2) cercanía de centralidad, suma del número de intermediarios que conectan a un nodo con otro; 3) centralidad de intermediación, medida en que cada nodo media relaciones entre otros nodos; 4) la centralidad, determina el influjo de los nodos según la vinculación de los mismos con otros nodos centrales.
Así, para el caso de los CEPG, Sapinski intenta encontrar los nodos con más impacto en los debates sobre el capitalismo climático como pivote de la economía mundial. El criterio de búsqueda está determinado por las combinaciones de redes de influencia local y mundial, es decir, la medida de centralidad (4).
De acuerdo con los datos del artículo, WBSCD es el CEPG más central por las características de su estructura organizacional y los miembros de su dirección ejecutiva. WBSCD tiene 69 directores, de los cuales 42 están al frente de 42 firmas de las G500. En cambio, CEPG como Global Compact, IETA y el Club de Roma se encuentran en el lugar 35 de la medida de centralidad. CCC tiene buen sitio en cercanía de centralidad y GFC en centralidad de intermediación. “Estas CEPG están bien posicionadas para jugar un papel crucial en dirigir a las más grandes corporaciones en una eventual coalición de capitalismo climático” (p. 273).
El círculo interno del capitalismo climático
En este apartado Sapinski examina la posición del proyecto del cambio climático en el capitalismo mundial desde el punto de vista de los directivos corporativos que “son consideraros como miembros de la clase capitalista que participan en un sistema de poder de clase” (p. 273).
Con el término “élite de la política corporativa capitalista climática” Sapinski refiere que los directivos corporativos que pertenecen a más de un CEPG son los miembros que construyen los vínculos entre los grupos políticos y las corporaciones. Identificada esta élite corporativa, el autor reconoce los grupos del “círculo interno del capitalismo climático”, esto es, personas que además de pertenecer a dos o más CEPG, se dedican a establecer vínculos con corporaciones que participan en políticas climáticas.
El círculo interno del capitalismo climático se constituye de 27 personas y 21 vinculaciones de política corporativa. Mencionemos algunos ejemplos. Anne Lauvergeon, directora ejecutiva de 3 firmas de G500 (Aerva, GDF-Suez, Vidafone,) y de dos CEPG (Global Compact y WBCSD). Charles O. Holliday Jr. es director de 3 corporaciones de G500 (Bank of America, Deere & co., y Shell) y dos de CEPG (Global Compact y WBCSD). Ernesto Zedillo es director ejecutivo en 3 firmas G500 (Alcoa, Citigroup, Procter & Gamble) y del Club de Roma. Matt Brittin es director ejecutivo de 2 firmas de G500 (Google UK, J. Sainsbury) y de Climate Group.
En datos totales de los CEPG, Sapinski señala que de los 405 directores de CEPG, 79 están también en firmas de G500, aproximadamente 19.3%. En el círculo interno del capitalismo climático, 19 de sus 27 miembros son directores de firmas de G500 (70.4%). 11 de esos 19 se encargan del establecimiento de vincular directamente las CEPG con firmas de G500, son los segmentos de la élite corporativa mundial.
Sin embargo, a pesar de esta importante presencia de grandes cabezas corporativas en los CEPG, no significa que represente una proporción significativa en el escenario corporativo mundial. Sapinski menciona que aquellos 11 ejecutivos representan 2% del total de directores ejecutivos de los 544 de G500. En términos de vínculos y redes corporativas la situación es distinta, esos 11 ejecutivos de G500 están directamente relacionados con otras 244 firmas de G500, 44.9%. De esta manera, el autor afirma que “casi la mitad de la sección más conectada de la élite capitalista mundial está al alcance directo de los miembros del círculo interno capitalista climático” (p. 275).
Discusión
El propósito del proyecto del capitalismo climático es redirigir los fondos de inversión de los sectores de petróleo y carbón a procesos de producción ecológicos modernos. En términos de economía política, afirma Sapinski, significa producir un nuevo régimen de acumulación de capital.
El análisis de las CEPG muestra que el proyecto del capitalismo climático pertenece a un sector de la élite corporativa mundial, asimismo, evidencia que los objetivos del capitalismo climático están en directa contraposición con los del capitalismo carbonífero. La pregunta que se abre con esto es si el proyecto del capitalismo climático tiene el potencial de convertirse en un proyecto hegemónico entre la élite corporativa mundial.
Debe partirse de dos hechos: 1) los CEPG están bien vinculados con las corporaciones más grandes del mundo y 2) los CEPG tienden a vincularse con las firmas más centrales de G500. Desde este punto de vista, los CEPG pueden influir en los miembros de las grandes corporaciones para extender el proyecto del capitalismo climático. Sobre todo, porque existen importantes CEPG que están inscritas en el círculo interior de la élite corporativa.
Pero en segundo lugar, deben mencionarse los límites de tales hechos. Son muy pocos los directores ejecutivos, respecto al total, que están directamente involucrados en el núcleo de la red del capitalismo climático. Tal minoría, subraya Sapinsky, evidencia la fragilidad de la red que rápidamente podría desorganizarse. Por otra parte, en particular 5 de los 11 ejecutivos del capitalismo climático vinculados también con G500 tienen fuertes relaciones corporativas con firmas de petróleo y energía nuclear. Anne Lauvergeon y Charles Holliday son directores de las petroleras Total y Shell respectivamente.
“El hecho de que estas personas clave estén tan vinculadas a los intereses de energía no renovable sugiere que podrían apoyar un débil proyecto de capitalismo climático fundado en una transición lenta a una producción ecológicamente modernizada, lo que permitiría una valorización a corto plazo de las grandes sumas de capital invertidas en la producción de energías de combustibles fósiles y nucleares” (p. 276).
Conclusión
La conclusión de Sapinski es muy sucinta. Comienza afirmando que la comunidad corporativa mundial es, al mismo tiempo, cohesionada y dividida, por tanto, una entidad que debe ser entendida como una pugna de estrategias.
Ante la pregunta sobre el destino del proyecto del capitalismo climático, Sapinski sentencia que lo más probable es que dicho proyecto sea débilmente apoyado por la élite corporativa, es decir, únicamente en la medida que parezca que se aborda el problema medioambiental, pero en los hechos las corporaciones mantendrán su estructura económica y financiera actual. Esto “equivaldría a una negación continua del calentamiento global” (p. 277).
El estudio del "capitalismo climático" muestra la disputa por los recursos estratégicos que mantiene la élite de las grandes corporaciones. Aunque no existe una tendencia hacia el uso de recursos energéticos no fósiles, el análisis de Sapinski evidencia que algunos directores ejecutivos de las más grandes corporaciones se adelantan a asegurar el negocio de otro tipo de energías. Para el proyecto es de interés atender estos movimientos corporativos que amplían su espectro de dominio y negocios.