Macao, la antigua colonia portuguesa en territorio chino devuelta al control político de la China continental en 1999, eligió el octubre pasado nuevo jefe ejecutivo, quien ganó de manera unánime y sin la menor oposición o competencia electoral o reacción civil disidente. Este hecho resulta ilustrativo para ejemplificar la sumisión y cercanía de las autoridades de Macao con el centralismo de las autoridades de Pekín. En contraste con la tensa, complicada relación entre los gobiernos de Hong Kong respecto a China (agudizada con las protestas recientes) y pese a técnicamente compartir el mismo status político “un país, dos sistemas”, en comparativa Macao y Hong Kong resulta muy distinta la relación de subordinación de estas dos regiones respecto al gobierno chino y su agenda de política nacional.

Macao posee un territorio de 30 kilómetros cuadrados poblados por 670 000 residentes, fue ocupada por Portugal en 1557 y fue devuelta a las autoridades de la China continental en 1999. Posee su propia moneda -la pataca- y su propio sistema judicial. Su idioma oficial aún es el portugués. Durante el proceso de "devolución" a China, los habitantes de Macao inconformes tuvieron derecho a la ciudadanía portuguesa, a diferencia de los de Hong Kong, cuyo pasaporte británico especial no implica ciudadanía ni nacionalidad británica.

Las principales hipótesis a la obediencia y subordinación de las autoridades de Macao al control autoritario de las autoridades de China continental apuntan a la satisfacción económica material de su gobierno y población derivada de la concesión-monopolio de ser la única región de China autorizada para las apuestas, con la gran derrama económica que esto conlleva. Por otro lado, la segunda hipótesis apunta a que la dócil relación entre Macao y China tiene origen en que el proceso de transición respecto a su anterior administración portuguesa fue más accesible y colaborativo, en comparativa al proceso de transición de la administración de las autoridades británicas de Hong Kong a las de China (dadas las diferencias en cultura política entre las dos autoridades coloniales europeas).