Geopolitics and technology threaten America's financial dominance

Cita: 

The Economist [2020], "Geopolitics and technology threaten America's financial dominance", The Economist, London, 7 de mayo, https://www.economist.com/special-report/2020/05/07/geopolitics-and-tech...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Mayo 7, 2020
Tema: 
Cambios en el sistema financiero contemporáneo. Estados Unidos y China.
Idea principal: 

The Economist menciona, según la advertencia de un exfuncionario estadounidense ante financieros globales senior, que Estados Unidos no está lidiando adecuadamente con las amenazas de Irán, Rusia y el nuevo coronavirus. Asimismo, se indica que el reciente uso agresivo de las sanciones económicas por parte de la administración de Trump no es más que un mal uso de la influencia estadounidense en calidad de poder financiero predominante. Con tal comportamiento, puntualiza el semanario inglés, Estados Unidos está generando la posibilidad de un escenario donde sus aliados y enemigos construyan un sistema financiero por separado.

Desde la segunda guerra mundial Estados Unidos ha sido el centro del sistema financiero que, a través de instituciones, monedas y herramientas de pago, dicta el flujo de la liquidez que impulsa la economía real mundial. Sin embargo, en los últimos años China poco a poco ha adquirido una presencia que podría construir un sistema financiero por separado, “con pilares diferentes y un nuevo amo”.

China es, en palabras de The Economist, una “hegemonía financiera y geopolítica en espera”. Hoy en día el PIB chino asciende a 15% del PIB mundial; en 2000 representaba apenas el 3.6%. Se trata de la segunda economía más grande del planeta. Aunque posee una estrecha vinculación con el comercio internacional, su peso en el sistema financiero todavía es ligero. Por ello, “China ve en la corrección de esta asimetría algo crucial para hacerse de un gran poder y estatus”. En opinión del semanario inglés, la crisis de la Covid-19 amenaza con impulsar, entre otras cosas, la pérdida de dominio del dólar en el sistema financiero global.

La base del actual sistema financiero data, según The Economist, de 1944 con la fundación del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el orden monetario mundial en Bretton Woods. Estados Unidos se apropió de gran parte del oro del planeta cuando suministró armas a los Aliados durante la guerra. En ese momento, recordemos, se adoptó de nueva cuenta el patrón oro como elemento de estabilización del dólar al fijar el precio del oro y autorizar una convertibilidad sin restricción dólar-oro. Gran parte de Europa y Asia, en cambio, se encontraban en ruinas. Aunque, como es sabido, el sistema patrón de cambio oro de Bretton Woods se desmanteló en 1971, la realidad es que la preminencia del dólar sobrevivió.

En la década de los años setenta Estados Unidos adquirió un lugar relevante en el sistema que sustentaba los pagos a nivel mundial. Los bancos estadounidenses desarrollaron conjuntamente sistemas de mensajería interbancaria y redes de cajeros automáticos a nivel nacional. Por su parte, los prestamistas emprendieron conjuntamente esquemas de tarjetas de crédito. Cuando los bancos y prestamistas se fusionaron en dos redes principales de tarjetas (Visa y MasterCard), compraron las firmas más grandes de cajeros automáticos para expandirse por fuera de Estados Unidos.

Las consecuencias fueron inéditas para las grandes transferencias de valor. Antes de los cajeros automáticos y las tarjetas del crédito, los pagos transfronterizos entre bancos requerían el intercambio de mensajes en texto no codificado que eran propensos al error humano. Sin embargo, a partir de 1973 con la creación de SWIFT por parte de los bancos, las sucursales bancarias contaban con la asignación de un código único a través de un servicio de mensajería automático.

El desarrollo de nuevas tecnologías en el sistema financiero impulsó a los bancos estadounidenses para conseguir clientes en todo el planeta y los mercados de capitales se extendieron con la digitalización de las acciones en papel. Entre 1980 y 2003, apunta The Economist, el stock estadounidense de valores creció de 105% a tres veces el valor del PIB de Estados Unidos. Con ello se asentaron las bases para el despliegue internacional de los bancos de inversión estadounidenses. En la década de los noventa los bancos de inversión se fusionaron con los bancos comerciales tras una fuerte regulación. Para 2008 un total de 35 firmas habían convertido en los cuatro bancos más grandes del mundo, a saber, Citigroup, Wells Fargo, JPMorgan Chase y Bank of America.

The Economist afirma que Estados Unidos sigue teniendo el lugar más relevante en el sistema financiero. “Cuando ocurre un desastre, el dólar sube”. Es una suerte de metrónomo del mercado mundial y, por ello, el dólar sigue siendo la tienda de valor más segura del planeta y el principal medio de intercambio. La mayoría de las transacciones internacionales son, en última instancia, transferidas a través de Nueva York por bancos estadounidenses. Visa y MasterCard gestionan dos tercios de los pagos en tarjeta a nivel mundial. Los bancos estadounidenses captan 52% de las comisiones de banca de inversión.

Todo cambia

Según The Economist son tres factores los que están impulsando cambios en la trayectoria contemporánea de la economía global: 1) la geopolítica, 2) la atracción de las economías emergentes y 3) la pandemia de la Covid-19.

El primer factor es la geopolítica. El carácter central de la economía estadounidense permite obstaculizar el acceso al suministro de liquidez mundial y, de esa manera, paralizar economías rivales. Se trata de un mecanismo que ha adquirido gran relevancia en el siglo en curso. Previamente el sistema financiero era concebido, según The Economist, como una “infraestructura neutral para promover el intercambio y la prosperidad”. Sin embargo, a partir de 2001 Estados Unidos recurrió al sistema financiero para atacar el financiamiento del terrorismo y luego del crimen organizado y otros grupos delictivos. Posteriormente, Estados Unidos persuadió a países aliados para clasificar estos grupos como amenazas a la seguridad internacional y a la integridad del sistema financiero.

Después de la invasión rusa de Crimea en 2014, Estados Unidos bajo la administración de Obama procedió a implementar mecanismos financieros para castigar oligarcas, empresas y sectores enteros de la economía rusa. Con Donald Trump se ha incrementado el recurso del sistema financiero como arma geopolítica e incluso ha sido utilizado en contra de países aliados de Estados Unidos. The Economist afirma que desde 2008 Estados Unidos ha multado por 22 mil millones de dólares a bancos europeos.

Más recientemente Estados Unidos ha recurrido a imponer sanciones financieras y comerciales a China. El Departamento de comercio estadounidense cuenta con una lista de entidades y firmas con las que no está dispuesta a lidiar. De 2016 a marzo de 2020 la lista incrementó de 51 a 159 nombres, de los cuales dos terceras partes pertenecen a instituciones o firmas chinas.

En opinión de The Economist, dado el carácter poco o nada transparente del sistema financiero, el impacto de las sanciones es altamente significativo. No obstante, continua el semanario inglés, por la misma causa existen posibilidades para que los países afectados generen soluciones alternativas con el uso de tecnologías complejas.

El segundo factor es la atracción de las economías emergentes a través de intentos de satisfacción de sus necesidades. Según The Economist, las grandes firmas tecnológicas tienen en consideración que existen aproximadamente 2 mil 300 millones de personas en el mundo con poco o nulo acceso a servicios financieros. Gracias a su enorme capital y la falta de regulación del sector, dichas firmas han gestionado sistemas financieros baratos que ya se están exportando a distintos sitios del planeta. De igual modo, en lugares con poco uso de tarjetas de crédito, pero con alto uso de teléfonos inteligentes, se innovan aplicaciones para estimular el mercado interno vía remota.

El tercer factor es la pandemia de la Covid-19 que, en opinión de The Economist, podría conducir a un punto de inflexión en la economía mundial. El comercio mundial podría fragmentarse por motivos del aumento de aranceles, la interrupción de suministro que causan escasez local, el acortamiento de las cadenas de suministro, entre otros factores. Dicha situación puede ser aprovechada por potencias regionales como China para dictar reglas en el ámbito de comercio mundial; en cambio, Estados Unidos podría generar poca confianza en su capacidad de pago de deudas dado el impacto fiscal de sus medidas de estímulo de la economía.

La cohesión del orden financiero establecido está en juego, todo depende de que Estados Unidos pueda garantizar confianza y prosperidad económica. Sin embargo, concluye The Economist, “con su legitmidad gravemente golpeada, los asaltos renovados al sistema parecen inevitables”.

Datos cruciales: 

1. Gráfica. Ascendiendo con los chicos grandes. Mercado de capitalización de los 30 bancos más grandes del mundo, billones de dólares, 2009 a abril de 2020. 1) Europa occidental de 2.8 a 2.5; 2) Japón, de 2.5 a 2.6; 3) Gran Bretaña, de 2.1 a 2.3; 4) Estados Unidos, de 1.1 a 1.8; 5) China, de 0.5 a 0.9. Fuente SNL, McKensey Panorama.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo de The Economist señala elementos del sistema financiero para seguir la disputa por la hegemonía del orden económico mundial. Aunque China es, sin duda, el candidato elegido para suceder a Estados Unidos en ese respecto, es importante notar que muchos factores extraeconómicos están entrando en juego (como la Covid-19). Es un proceso complejo que aún no ha terminado.