Orbital liberties. SpaceX is making human space travel a routine form of commerce

Cita: 

The Economist [2020], "Orbital liberties. SpaceX is making human space travel a routine form of commerce", The Economist, London, 6 de junio, https://www.economist.com/leaders/2020/06/04/spacex-is-making-human-spac...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Junio 4, 2020
Tema: 
SpaceX representa un modelo de asociación público-privada que está haciendo de los viajes espaciales tripulados una realidad comercial
Idea principal: 

El artículo comienza describiendo la llegada de la cápusla Endeavour a la Estación Espacial Internacional. A una altura de 400 km, con ambas naves viajando a 7.7 kilómetros por segundo, la cápsula Crew Dragon Endeavour se aproximó a la Estación Espacial Internacional, donde después de 20 segundos finales de acercamiento el anillo de captura del Endeavour hizo contacto con el adaptador de acoplamiento de la Estación. Lo directo y simple de este final oculta la relevancia del hazaña.

La empresa californiana Space X, propiedad de Elon Musk, desde mayo de 2012 empezó a usar su nave espacial para llevar carga a la Estación Espacial Internacional, construida por Estados Unidos, Japón, Europa y Canadá, y para bajar basura de ella. Sin embargo, la misión que la empresa lanzó el 30 de mayo utilizó una versión de la cápsula Dragon completamente renovada para transportar a dos astronautas. Robert Behnken y Douglas Hurley no solo fueron los primeros estadounidenses en ir al espacio en una nave espacial estadunidense desde el último viaje del transbordador Atlantis en 2011, sino que son los primeros astronautas de cualquier país en hacerlo desde una nave diseñada y operada por una compañía privada.

Para The Economist esta hazaña es una buena noticia tanto para los astronautas, como para los contribuyentes estadounidenses y el mundo en general. La nave en la que viajaron estos astronautas es más sofisticada que las cápsulas rusas Soyuz que se han usado en los últimos años. Las cápsulas Crew Dragon fueron diseñadas desde cero desde el 2010, en lugar de ser actualizaciones de las diseñadas en la década del sesenta del siglo pasado. Tienen capacidad para siete personas, en vez de tres, e incluso cuentan con retrete. Por una parte, los vuelos espaciales son ahora considerablemente menos costosos para los contribuyentes estadounidenses que los realizados enteramente por el gobierno. Por otra parte, el mundo en general ahora tiene la oportunidad de orbitar en el espacio, no ya como funcionarios gubernamentales, sino como temerarios privados, turistas y empresarios dirigiéndose, en el largo plazo, a quién sabe dónde.

Para el semanario londinense, sería equivocado ver en esto un ejemplo de la superioridad del sector privado frente al público. Si bien, la NASA tiene una historia de proyectos de viajes espaciales demasiado caros (como el transbordador, desarrollados con el objetivo de mantener fluyendo el dinero hacia contratistas e instalaciones de la NASA, en lugar de realizar el objetivo de forma rápida y expedita), el éxito de Space X no es el resultado de una competencia con la NASA, sino de la forma en que la agencia ha aprendido a hacer mejor las cosas.

En ese sentido, el gobierno no expidió un cheque en blanco a la compañía y esperó ser transportado al espacio, sino que proporcionó contratos pensados para ayudarle a desarrollar las tecnologías necesarias, los cohetes primero, luego las cápsulas no tripuladas y después las tripuladas, garantizando un mercado para estas una vez que estuvieran listas. Este modelo de asociación público-privada dio a los ingenieros de Space X los recursos que necesitaban para hacer el trabajo en una fracción de lo que el antiguo procedimiento hubiera costado.

Además, para The Economist, la NASA no es la única que se beneficia de esto. El Crew Dragon ya está disponible para todo aquel que pueda pagarlo. Hasta ahora, casi todos los viajes espaciales han sido de origen gubernamental, pero esto no tiene que seguir siendo así. Space X ya se ha comprometido con compañías que ofrecen viajes en el Crew Dragon a la Estación Espacial Internacional y para orbitar alrededor de la Tierra. También se ha comprometido a llevar a un multimillonario japonés alrededor de la Luna, una vez que su próxima nave espacial Starship esté lista. Ya unos pocos intrépidos acaudalados han visitado la Estación y ahora muchos más podrían hacerlo también.

A la larga, si va a haber un futuro para los humanos en el espacio, se necesitará poder llegar hasta ahí; poder hacerlo simplemente comprando un boleto para llegar a órbita es un paso crucial en esa dirección. Otras partes del programa de la NASA para retornar a Luna se están ejecutando con el mismo enfoque comercial que el programa Crew Dragon, produciendo así una infraestructura disponible también para el sector privado. Sin embargo, según The Economist, la rentabilidad de las misiones lunares comerciales parece poco probable, aun así, las empresas privadas que deseen probar lo contrario deberían ser libres de intentarlo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Si bien, por el momento los Estados aún dirigen los proyectos de exploración del espacio, el modelo de asociación público-privado del que habla el artículo da cuenta de una tendencia en la que grandes empresas privadas se dirigen hacia convertirse en el sujeto mejor posicionado para liderar estas misiones en un futuro cercano, lo que conducirá a la privatización del espacio exterior y sus recursos, en un momento en el que los recursos estratégicos para el capitalismo se agotan en la Tierra.