Savage Ecology. War and geopolitics at the end of the world

Cita: 

Grove, Jairus Victor [2019], Savage Ecology. War and geopolitics at the end of the world, Durham, Duke University Press, 346 pp.

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2019
Tema: 
Análisis del realismo filosófico sobre la ecología, la geopolítica y las formas de vida.
Idea principal: 

Jairus Grove es doctor en relaciones internacionales por la Universidad Johns Hopkins y profesor asociado del departamento de ciencia política de la Universidad de Hawái. Sus líneas de investigación con la ecología y el futuro de las formas de la guerra a nivel mundial.


Introducción

Jairus Grove construye su argumento alrededor de la noción de “forma de vida” para alejarse de la vieja concepción de “humanidad universal” o de las más recientes perspectivas catastrofistas que se dedican a preconizar el inevitable fin de la civilización. Con “forma de vida” Grove intenta aludir a “aquellos modos de ser en el mundo –siempre vivos colectivamente– sin los cuales uno no podría ser lo que es” (p. 2). Se trata no sólo de los humanos, sino de todas las entidades que sobreviven a través de la complejidad y contribuyen a configurar un entorno del mundo. En estas relaciones y hábitos de la “forma de vida” se juega la existencia misma. Inspirado en el filósofo italiano Giorgio Agamben, Grove afirma que su noción de “forma de vida” describe vidas que no pueden sobrevivir si son separadas de las modalidades en que son vividas. Visto desde una perspectiva ecológica significa que las “diferentes especies, prácticas, historias, cosmologías, hábitos y relaciones vienen a constituir lo que podríamos llamar una forma de vida” (p. 3).

Por otra parte, Grove define “geopolítica” como una práctica colectiva de violencia en contra de otras “formas de vida”. La geopolítica es, continua, una gestión de la vida a nivel global bajo el influjo de una forma de vida particular y, por tanto, goza de una estructura selectiva que resguarda con fuerza letal. Según Grove, el “proyecto geopolítico” de la Tierra consiste en una búsqueda violenta de una forma de vida a costo de las otras. La violencia geopolítica es un modo de constituir al mundo a través de edificar unas “formas de vida” como principios y otras como desechos. Hay una “ecología salvaje” en la constitución de la geopolítica como matriz organizacional de una guerra global.

En opinión de Grove, toda ciencia descansa en una metafísica o cosmología. En la medida que la ciencia occidental de la geopolítica tiene el efecto de una “ecología salvaje”, Grove se propone analizar la “cosmología de la geopolítica”.

Geopolítica o ecología salvaje

El propósito del libro de Grove es reflexionar sobre la problemática ecológica de los últimos 500 años de geopolítica. Para ello propone una genealogía de lo que denomina el “Euroceno”, esto es, la historia del desarrollo y expansión de la geopolítica europea que de ser un medio se convirtió en un fin.

En el capítulo 1, “El antropoceno como un hecho geopolítico”, Grove sigue el trabajo de Paul Crutzen, científico holandés y premio Nobel de química en 1995, respecto a la capa de ozono, el inverno nuclear y el cambio climático para complementarlo con las experiencias geopolíticas del siglo XX. En el capítulo 2, “Guerra como una forma de vida”, se explora el proceso de naturalización de la guerra en ciertas zonas del globo terrestre y, sobre todo, presta atención a los cambios que los cuerpos humanos han sufrido por vivir de esa manera. En el capítulo 3, “Del agotamiento al aniquilamiento: una ecología marcial del Euroceno”, se narra la historia de cómo las prácticas marciales de los cuerpos siguen una forma de guerra de agotamiento con los “pares europeos” (como Estados Unidos) y una forma de guerra de aniquilamiento con las colonias.

En la segunda parte del libro, “Espacios operacionales”, Grove analiza tres mecanismos de operación de la guerra y los procesos de homogenización en distintos órdenes ecológicos. El capítulo 4, “Bombas: una insurgencia de las cosas”, es un estudio de caso sobre el papel de los artefactos explosivos improvisados en las guerras de Estados Unidos contra Irak y Afganistán. El capítulo 5, “Sangre: logística vital”, observa la tensión contradictoria entre los discursos y las materialidades de la guerra durante la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. El capítulo 6, “Cerebros: no somos quienes somos”, estudia los procesos de control marcial y ecológico bajo los cuales el cerebro mismo se ha convertido en un terreno político. El capítulo 7, “Tres imágenes de la transformación como homogenización”, presenta el proceso de constitución histórica del Euroceno y sus futuros imaginados por discursos alternativos: ecomodernismo, marxismo y militarismo estadounidense.

El objetivo de las primeras dos partes del libro no consiste en declarar un “final de la historia” del Euroceno, por el contrario, se trata de mostrar que en todos los continentes del planeta están presentes las técnicas de la geopolítica. 500 años de geopolítica han construido una ecología salvaje mundial: las líneas costeras, ríos, campos gravitacionales y la atmósfera son elementos que han sido alterados para servir de engranes a la infraestructura de la geopolítica. En la era contemporánea, dicho proceso fluye con el desarrollo de la cibernética y las ciencias de la plasticidad del cerebro.

En la tercera y última parte, “¿Debemos persistir para continuar?”, Grove describe la posibilidad de “formas de vida” alternativas a la guerra y la homogenización. El capítulo 8, “Apocalipsis como una teoría del cambio”, brinda detalles sobre una teoría de la catástrofe y la turbulencia con la finalidad de evitar una romantización de la historia de las extinciones masivas de la Tierra y, al mismo tiempo, desplazar el “sociocentismo” que ignora el poder destructivo de la geopolítica en el planeta. El capítulo 9, “Raros, o las incipientes formas de vida alternativas”, postula que en lugar de preservar una perspectiva nostálgica de lo que el ser humano fue, habría que dar apertura a la emergencia de otras formas de vida, esto es, a la diferenciación de lo humano.

La conclusión del libro, “Ratio feritas: de la responsabilidad crítica a la constitución de nuevas formas de vida”, sugiere abrir la posibilidad de orientar el futuro humano a través de la creatividad y la aventura en lugar de la conservación y la homogenización tecnológica.

Un intento de método

Por “ecología salvaje” Grove entiende una teoría especulativa para una perspectiva ecológica de la política mundial. Lo “ecológico” alude a un modo de análisis determinado por los vínculos entre procesos inhumanos relacionales en escalas geográficas; no se trata, por tanto, de un modo político de pensar. La ecología son todas las cosas que “marcan una diferencia en el vasto paisaje de la geopolítica y que deben incluirse en las consideraciones geopolíticas de la vida contemporánea” (p. 10). Asimismo, “ecología salvaje” es una teoría marcial del antropoceno. Sin embargo, advierte que la concepción del antropoceno como una crisis política y filosófica generalmente pierde de vista los arreglos de poder geopolíticos y la violencia involucrados en su constitución.

Es un hecho histórico global la política de homogenización de la élite geopolítica euro-americana repleta de guerra industrializada, capitalismo y ecocidio. Para su observación Grove emprende una reflexión especulativa sobre las deudas y pantanos de suciedad en que estamos parados como comunidad de especies. El fin de la presente época será confrontada a través de las diferencias reales en política, geografía, historia y cosmología. “Espero enfatizar un estribillo en todo el libro de que el fin del mundo nunca es el fin de todo” (p. 11). Por muy desesperada que se torne la situación, siempre habrá alguien que se pregunte por qué pasan las cosas de esta manera y podremos abrir la posibilidad de pensar conjuntamente. “Quiero conectar esta sensación de asombro con la súplica por una razón salvaje” (Ibídem). Se trata, pues, de construir un renovado interés por la creatividad y la aventura. “La razón salvaje no es una manera de salirse de todo esto, sino una manera de atravesarlo” (Ibídem).

Cómo hacer algo con cosas

Precisamente porque hay algo en el mundo es que los seres humanos piensan. El mundo está repleto de provocaciones y el pensamiento está en su mejor forma cuando se une al flujo de las cosas y no trata de dirigir su curso. Grove opina que todas las cosas del mundo deberían establecer la agenda de las investigaciones, en lugar de reducirlas una imagen antropogénica del mundo.

El impedimento práctico del antropocentrismo consiste en que organiza su forma de pensar alrededor de sus proyecciones del mundo en lugar de enfrentarse a éste tal cual es. Según Grove, las investigaciones sobre la geopolítica contemporánea no brindan suficiente atención a sus fenómenos de estudio. Por ejemplo, “la vasta realidad de las armas nucleares no encuentra lugar en las investigaciones sobre armas nucleares” (p. 13), particularmente, en el campo de las relaciones internacionales. A lo sumo, existe una consideración coyuntural a los accidentes nucleares o las amenazas de guerras nucleares, pero se deja fuera los estudios sobre el papel de los ensamblajes de computadoras, soldados, técnicos, ingenieros, teorías de física nuclear, etcétera.

La sugerencia de Grove es que los investigadores deberían explorar modos de estudiar el mundo en su conjunto y no seleccionar los procesos que mejor se acomoden a su agenda de investigación personal.

Especulación (la academia requiere intervención, no pruebas)

Grove sostiene que la afirmación de que las cosas son reales, no significa que dichas cosas sean evidentes o de fácil acceso. El conocimiento no se reduce a la fijación de categorías inertes para agrupar distintas materias de estudio. “Las cosas son materiales y creativas” (p. 15). Las cosas poseen una cualidad de plasticidad, esto es, la capacidad de dar forma y ser formadas. Aquellos atributos formativos son variables y no están restringidos al lenguaje, al significado o al cerebro. Por lo anterior es que puede emprenderse una descripción especulativa de la construcción o el proceso de todo.

En lugar de descartar los intentos de cerrar la brecha entre el mundo y su representación científica, Grove propone especular acerca de la creativa conjunción entre diferentes cosas y los humanos. La “especulación” debería recuperarse como “el proceso a través del que intervenimos rigurosamente en un mundo que no es ni impulsado por leyes ni completamente accesible a nuestros sentidos, pero se parece a lo que Whitehead llamó “doctrina de la necesidad”” (p. 16). La tarea consiste, pues, en especular creativamente sobre la conjunción de actores heterogéneos.

¿Puede el realismo ser crítico?

Grove opina que el verdadero reto consiste en trabajar para no ser crítico. Al menos crítico en el sentido de que las teorías parsimoniosas que se imponen al mundo constantemente son desafiadas por la complejidad de la propia realidad. El problema no es “cómo ser crítico”, sino los hábitos y rutinas que nos impulsan a las provocaciones para pensar de manera diferente.

La crítica no es sinónimo de ser normativo. Grove es de la opinión de que no existe una teoría crítica posible que brinde la ontología que queremos o que creemos que merecemos. La superstición teológica que, según Grove, atraviesa a toda perspectiva crítica de progreso o redención es un callejón sin salida. “Si los horrores de la geopolítica no son suficientes para persuadirte de que no hay un futuro providencial para la humanidad, entonces ningún argumento o evidencia podrá persuadirte” (p. 17).

Todo lo que rodea al ser humano es suficientemente creativo y raro por sí mismo. Cualquier tipo de intervención que no está vinculada explícitamente con el mundo está condenado a fracasar. La tesis de Grove es que el mayor enemigo contra la violencia del sentido común no es la crítica, sino el realismo.

Necesitamos género para ser realistas porque la realidad carece de verosimilitud

El objetivo de la teorización es inventar modos de experimentar el mundo, incluso si el circuito del trabajo teorético no va de la ficción a la no-ficción sino de la verdad a la falsedad. “El mundo es real pero no fácilmente aparente” (p. 17). Aunque hay un mundo como tal, no hay otro acceso para su encuentro que la interpretación. Todos los procesos de encuentro con el mundo son procesos sensibles de trabajo con el mundo. Por ello, afirma Grove, para poder ver y sentir las cosas se requiere afirmar un sentido de género como el terror, el drama, la ciencia ficción o la propia especulación.

Un tono diferente de fracaso

Grove concluye su introducción señalando que habría que rechazar el diagnóstico contemporáneo de reducir la búsqueda de conocimiento a la aplicación de prácticas inmediatas. El fracaso de la academia, acentuado por el neoliberalismo, podría conducir al aprendizaje de la escucha, la convivencia y la generosidad. El pensamiento importa de manera inusual: no es poder ni emancipación, su virtud radica en que brinda un sentido de pertenencia al mundo y permite creer en la fecundidad del mundo a pesar de la evidencia contraria.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El libro de Grove brinda una inusual perspectiva de análisis de la geopolítica: el realismo filosófico. Aunque su estudio adolece de la precisión estadística que se esperaría de un análisis de tales características, brinda un enfoque original para repensar el sentido de la geopolítica en la historia y su vinculación con los cambios del planeta.