Ruby Russell trabaja como periodista en The Guardian, Deutsche Welle (DW) , Handelsblatt, y Washington Times.

Desde mediados del siglo XX, el éxito de las economías nacionales se basó en el crecimiento del producto interno bruto (PIB). Con la revolución industrial, se inaugura una carrera acelerada para conseguir mayor productividad, impulsada en los combustibles fósiles. Así, al incrementar la producción se aumenta la demanda de insumos empleados y las emisiones de gases de efecto invernadero. La paradoja que presenta este régimen de acumulación es si puede un crecimiento infinito sostenerse en un planeta de recursos limitados.

Cero emisiones con el doble del PIB

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en su quinto informe, propuso 116 alternativas para una economía verde. Plantea mantener el calentamiento global por debajo de dos grados centígrados a la vez que se impulsa un crecimiento del PIB de 2% a 3% mediante el incremento de energía renovables y la reducción de emisiones de carbono. Jon Erickson, economista medioambiental, considera que mientras la economía mundial no se plantee una contracción o reducción del crecimiento, ninguna solución será significativa ante el cambio climático. La propuesta del “decrecimiento” se trata de una controlada reducción de la actividad económica en donde sus costos no se cobren con la pérdida de empleo y empobrecimiento.

¿Es hora de un enfoque diferente?

La economía neoclásica nunca se planteó la posibilidad de funcionar sin crecimiento. Al contrario, el enfoque del crecimiento infinito implementa costosas soluciones ante las recesiones. El economista Federico Demaria encuentra dentro del enfoque de la economía ecológica una vía diferente y menos costosa para frenar el crecimiento.

Incorporar la economía a la ecología

Los economistas ecológicos consideran que, contrario a los modelos cerrados de la economía neoclásica, los modelos económicos no pueden separarse de las condiciones materiales (biofísicas) de su reproducción: economía y ecología se correlacionan. La macroeconomía ecológica intenta integrar la economía en el medio ambiente, de manera que pueda dar soluciones realistas.

Decrecimiento versus crecimiento ecológico

Los organismos internacionales -IPCC, BM, OCDE, etc- abogan por el “crecimiento verde”: los avances tecnológicos y políticas de regulación medioambiental lograrán un crecimiento sin impacto ecológico negativo. Los teóricos del decrecimiento sostienen que solo ha sido posible la desvinculación del crecimiento económico y el impacto ecológico en los países ricos porque emigran las industrias más contaminantes a otros países.

Mayor eficiencia y mayor consumo energético

Desde los albores de la segunda revolución industrial se ha mostrado como tendencia la Paradoja de Jevons. En el siglo XIX, la invención de motores que consumían menos carbón para producir la misma cantidad de energía, incrementó la eficiencia y con ella los beneficios, abarató los productos, aumentó la demanda y elevó el consumo de carbón. Así la paradoja consiste en que las mejoras en la eficiencia tienden a verse como un efecto rebote que anula cualquier ahorro real de energía.

En el sistema de crecimiento infinito, la solución siempre será seguir creciendo. Empero, quienes abogan por el “decrecimiento” afirman que la única manera de enfrentar el cambio global es invirtiendo la lógica de producción: sobreponiendo el bienestar humano y ambiental a el crecimiento económico. Un mundo sin productos imprescindibles y sin riqueza material.