Klaus Schwab es fundador y director ejecutivo del Foro Económico Mundial

Después de acabada la Segunda Guerra Mundial ningún evento había tenido tanto impacto tan amplio como la COVID-19. La pandemia desató una crisis tanto de salud pública como económica por todo el mundo. Consecuencia de ello, incrementaron las desigualdades y la divergencia en las posturas de las grandes potencias.

Para el autor, la única respuesta ante esta situación consiste en aplicar un “Gran Reinicio” al ritmo de vida que llevábamos antes de la COVID. Es un buen momento para cuestionar al sistema, rescatar aquellos valores y preservar los logros de los últimos 75 años, aunque de manera más sostenible.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, el mundo mejoró sus condiciones de vida, así como también el progreso humano. Hoy en día, tanto la cooperación como el comercio internacional, que impulsaron la mejora de posguerra deben mantenerse y defenderse.

Todo ello sin dejar de lado, la “Cuarta Revolución Industrial” y la digitalización de innumerables actividades económicas que se habían estado desarrollando antes de la pandemia. Es importante impulsar los recientes avances tecnológicos, como el desarrollo de vacunas, la aparición de nuevos tratamientos y equipamientos para enfrentar la crisis actual. Es importante seguir invirtiendo en investigación, desarrollo, educación e innovación.

Por otro lado, también resulta importante repensar el sistema neoliberal que impera en el mundo pues éste ha generado una pérdida de derechos laborales, inseguridad económica y una competencia insana, que ha resultado en una monopolización de ciertos capitales y que a largo plazo puede ser perjudicial para todas las economías.

También es necesario que repensemos y reformulemos el capitalismo tal como lo hemos conocido, no sin reconocer a la iniciativa empresarial, su capacidad de asumir riesgos y la creación de nuevos negocios innovadores que, en gran medida es lo que ha desarrollado el progreso social. Sin embargo, también es importante la asignación de recursos y producción de bienes y servicios de manera eficiente, sobre todo para enfrentar el cambio climático.

Además, es urgente cuestionar a qué nos referimos cuando hablamos de capital, ya sea en términos financieros, ambientales, sociales o humanos, ya que ha surgido de manera paulatina y colectiva una demanda por un nuevo capitalismo.

El papel que juegan las corporaciones dentro del capitalismo es fundamental, pues son quienes, tras la crisis del COVID, han acelerado hacia un capitalismo de las partes interesadas, que responde a los intereses del conjunto de la sociedad y no sólo de los accionistas. Este modelo puede ser la respuesta más acertada a los desafíos sociales y ambientales actuales. Sin embargo, estos enfoques no son dominantes. Para apoyar en esa dirección, el Foro Económico Mundial desarrolló un conjunto de métricas que involucra a todas las partes interesadas para así poder evaluar valores y riesgos de manera conjunta.

La crisis del COVID nos ha demostrado que necesitamos romper las barreras que nos aíslan y trabajar de manera conjunta entre lo público y lo privado. De no ser así, será difícil hacerles frente a los desafíos globales sistémicos actuales y futuros. No obstante, también es fundamental reconocer la diversidad de contextos, opiniones y valores de todas y todos. Pensar en lo local, para después hacerlo en lo global.

El Gran Reinicio debería incluir escuchar a quienes han sido negados e incluso invisibilizados y decidir de manera conjunta sobre el futuro. Rescatar aquellos pilares que lo merezcan, y sino remplazarlos para poder construir un mundo más resiliente, cohesivo y sustentable.