China–US Tensions: Is Globalisation Dead?

Cita: 

Harris, Jerry [2020], "China–US Tensions: Is Globalisation Dead?", International Critical Thought, 10(2): 263-281, 29 de junio, https://doi.org/10.1080/21598282.2020.1775026

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Lunes, Junio 29, 2020
Tema: 
Las tensiones entre China y Estados Unidos como resultado de un conflicto de sistemas
Idea principal: 

Jerry Harris es miembro fundador y secretario de la Asociación Norteamericana de Estudios Globales. Asimismo, es miembro fundador del comité ejecutivo internacional de Network for the Critical Studies of Global Capitalism. Harris se especializa en temas de la clase capitalista transnacional y economía política.


Las tensiones comerciales y militares entre China y Estados Unidos, responden a las contradicciones que se han creado –entre las dos potencias- a partir del sistema mundial imperialista de los distintos modelos de desarrollo y de las estrategias para estabilizar el crecimiento del capitalismo global. No obstante, a pesar de las tensiones, las economías de China y Estados Unidos presentan una integración profunda y estructural que se basa en el capital transnacional.

En primer lugar, es necesario mencionar que las inversiones transfronterizas entre China y Estados Unidos son substanciales para ambos países. Como parte de esas inversiones, existen diferentes tipos de flujos de inversión que constituyen las relaciones entre las dos economías más importantes del mundo: la inversión extranjera directa (FDI, por sus siglas en inglés), que representa el flujo más importante y, capital de riesgo (VC, por sus siglas en inglés), que se centra en la inversión en el desarrollo de nuevas industrias.

A pesar de la importancia de las inversiones y de la necesidad de mantener relaciones largas y estables entre los dos países, de 2018 a 2019 se presentó una caída considerable de las inversiones chinas en Estados Unidos, especialmente en el campo de la información, comunicación y tecnologías(TIC). Lo anterior, fue resultado de la perspectiva proteccionista y nacionalista que el gigante norteamericano comenzó a impulsar desde la llegada de Donald Trump como presidente.

Contrario a lo mencionado, las corporaciones transnacionales estadounidenses más importantes, siguen invirtiendo de manera directa en China: Apple, Universal Studio, Tesla, Exxon Mobil, Merger and Acquisitions, Coca Cola, Walgreens, WeWork, Blackstone, Lasalle y Warburg Pincus, son algunos ejemplos. Lo anterior, responde a un fenómeno en donde China se ha convertido en parte fundamental para la inversión extranjera estadounidense gracias a que ha trascendido como el lugar con la mano de obra más barata, a uno de los mercados más importantes del mundo.

Aunado a la importancia del mercado chino, se encuentra el hecho de que los inversores de capital de riesgo estadounidenses se han presentado como actores importantes en la financiación de empresas chinas líderes en tecnología, como son el caso de Alibaba, Tencent y Baidu. Lo anterior, ha provocado que los tres sectores industriales más relevantes en China cuenten con inversión estadounidense: servicios financieros y comerciales, la industria automotriz y, los productos y servicios de consumo.

Asimismo, otro aspecto vital de los flujos de capital transnacional en China se da en las inversiones a los principales bancos y empresas estatales. Este tipo de inversiones, asegura dinero a los inversores extranjeros y al mismo tiempo, es un indicador de integración financiera. Finalmente, el desarrollo de tecnología verde se ha convertido en un sector que ha llamado la atención de diversos think tanks estadounidenses, por lo que el proyecto de una “China verde” ha comenzado a recibir múltiples inversiones.

Por su parte, a pesar de que el número de inversiones chinas en Estados Unidos ha disminuido, el gigante asiático continúa haciendo grandes adquisiciones e inversiones a su contraparte norteamericana. En primer lugar, desde 2014, dos tercios del capital de riesgo chino son invertidos en compañías estadounidenses, especialmente en las empresas que se enfocan en: salud, farmacéuticas y biotecnología; servicios financieros y comerciales; electrónicos y equipo electrónico y TICs. Cabe mencionar, que los principales inversores de capital de riesgo chinos corresponden a entidades que con propiedad estatal.

Los casos expuestos de las inversiones estadounidenses en China y de las inversiones chinas en Estados Unidos, responden a la naturaleza del capitalismo global, en donde la clase capitalista transnacional tiene un carácter de integración. Es decir, que el capital se opone a cualquier clase de barreras para los flujos de capital. Asimismo, hacen referencia al nivel de integración que presentan las dos economías más grandes del mundo, en donde China se ha posicionado como un actor fundamental para el capitalismo.

Aunque es claro que Estados Unidos y China tienen una profunda relación en el ámbito económico, eso no ha impedido la aparición de tensiones. Los conflictos entre los dos gigantes tienen un trasfondo histórico y este inicio con el imperialismo del siglo XIX, en donde China fue humillada en las Guerras del Opio. Fue a partir de su pasado colonial, que China llevó a cabo una renovación política con el nacimiento del Partido Comunista de China; misma institución que dio paso años más tarde al periodo maoísta (1948-1976), en donde se buscó que China se convirtiera en una nación autosuficiente.

Desde la época post-Maoísta, China se abrió al mundo bajo un modelo de desarrollo que compitió con el modelo occidental: el socialismo de mercado. El modelo chino, ha demostrado ser exitoso y se presenta para el Sur Global como una alternativa al modelo neoliberal; por lo anterior, se ha dado un conflicto entre sistemas económicos, en donde los capitalistas occidentales reconocen la importancia de China en el sistema, pero manifiestan su deseo de que el gigante asiático se someta a los términos y condiciones del neoliberalismo.

El conflicto entre sistemas es la base de las tensiones entre China y Estados Unidos, ya que la economía estadounidense se posiciona como el bastión del neoliberalismo. Aunado a las diferencias ideológicas, actualmente Estados Unidos ha perdido relevancia a nivel internacional ya que los capitalistas han comenzado a centrarse en el intercambio transnacional dejando de lado ideas nacionalistas. Por lo anterior, a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, las tensiones entre los dos países aumentaron.

La llegada de Trump a la presidencia se dio gracias a una combinación entre nacionalistas y globalistas que acogieron el discurso xenofóbico, nacionalista, autoritario, del presidente estadounidense. A partir de ello, a lo largo de los 4 años de gobierno de la administración Republicana, se han desarrollado contradicciones en la Casa Blanca que responden a la relación Estados Unidos-China. En dichas discordancias se enfrentan los capitalistas que reconocen el papel económico de China y su importancia en la economía estadounidense, así como su papel de competidor y socio; y, los capitalistas que claman que se deben seguir los preceptos que formaron la base social de Trump.

Así, independientemente de los conflictos internos dentro del gabinete republicano, en Estados Unidos se ha dado un fenómeno propagandístico en donde el gigante estadounidense se presenta asimismo como el motor de la economía mundial, y en donde China siempre es llamada el adversario. De esa forma, existen múltiples motivos por los que Estados Unidos ha declarado tener conflictos con China, mismos que hacen referencia a acciones que los estadounidenses han llevado a cabo para beneficiar su capital.

En primer lugar, se encuentra el hecho de que muchas corporaciones estadounidenses han movido sus bases de operación a China; esta acción, se basa en que los costos de la mano de obra, la infraestructura y los costos de transporte en el mercado global son más bajos. Otro tema de conflicto es el referente a la “transferencia de tecnología forzada”; en donde Estados Unidos vende la idea de que China obliga a las empresas a compartir sus secretos de innovación tecnológica, cuando en realidad se firman contratos entre China y las grandes transnacionales para la obtención de tecnología a cambio de beneficios en suelo chino.

Otro punto de conflicto se debe a que China permite que capitalistas de todo el mundo inviertan en sus empresas orientadas al desarrollo de tecnología avanzada, con excepción de Huawei. Lo anterior, ha provocado el aumento en las tensiones entre las dos naciones, ya que Estados Unidos cuenta con un alto número de inversores en el sector tecnológico chino y, la prohibición de invertir en Huawei, significa que Estados Unidos no tendrá acceso al control de la tecnología 5G; por ello, el gigante norteamericano ha manifestado preocupación en cuanto a la seguridad de los usuarios. Finalmente, Estados Unidos ha presentado quejas ante el sistema de subsidios que China tiene para sus industrias.

Los párrafos anteriores, hacen referencia a las demandas de Estados Unidos en contra de China dentro de su guerra comercial. Sin embargo, eso no significa que todas las empresas estadounidenses estén de acuerdo con los discursos y las acciones gubernamentales, ya que las transnacionales serían las perdedoras en caso de que China decida cerrar sus puertas a Estados Unidos. Por ello, la clase capitalista transnacional se encuentra dividida entre apoyar u oponerse a la guerra comercial entre los gigantes: por una parte, los grandes capitales desean que China comience a seguir las reglas de la Organización Mundial del Comercio y por ende, las reglas del neoliberalismo; por otra parte, temen perder los flujos de producción y ganancias que han logrado.

Desde la década de 1980, el capitalismo neoliberal se posicionó como el sistema económico reinante. No obstante, a partir de la crisis de 2008, la inestabilidad del sistema y las contradicciones del neoliberalismo se hicieron latentes en un sistema político, económico y social que comenzó a perder legitimidad. A partir de ello, la clase capitalista transnacional ha desarrollado dos estrategias diferentes para lidiar con la crisis, estrategias que se enfrentan entre sí: la acumulación autoritaria, representada por Estados Unidos y, la acumulación verde, representada por China.

En el caso de la acumulación autoritaria, esta hace referencia al bloque reaccionario transnacional; es decir, se basa en la militarización y en la represión, su acumulación se lleva a cabo a través de la opresión, tiene un gobierno autoritario y su base social es motivada por el racismo y la xenofobia. La acumulación autoritaria tiene su base en tres corporaciones militares estadounidenses: Boeing, Lockheed Martin y Northrop Grumman; las cuales son fundamentales dentro del complejo industrial-militar. Es importante señalar que la acumulación autoritaria está constituida por un sector más grande que el de economía global; este tipo de acumulación está basada en un modelo político de estabilidad represiva y, se trata de un modelo que tiene un proyecto hegemónico que busca la destrucción de las instituciones democráticas.

Por su parte, la acumulación verde se presenta como el enemigo directo de la acumulación autoritaria. Este tipo de capitalismo, se presenta como la mejor manera para recobrar legitimidad política y estabilidad en un mundo en donde la destrucción del medio ambiente se ha convertido en un tema fundamental. Esta acumulación verde también es conocida como capitalismo verde y China se ha convertido en el líder mundial en el desarrollo de tecnologías sustentables, demostrando que el capitalismo verde también tiene un carácter transnacional.

Como parte del capitalismo verde, China es líder en la producción de energía eólica, energía solar y vehículos eléctricos (EVs, por sus siglas en inglés); asimismo: 1) juega un papel fundamental en la organización de recursos financieros para proyectos verdes alrededor del mundo; 2) ha comenzado a expandirse en el Sur Global gracias a su proyecto que desafía a occidente y, 3) ha liderado en Naciones Unidas en temas referentes a energías renovables, sustentabilidad, entre otros.

En pocas palabras, actualmente el mundo se encuentra en la disputa de dos proyectos: el capitalismo autoritario de Estados Unidos versus el capitalismo verde de China.

Es importante manifestar que a pesar de la reciente importancia que se ha dado al desarrollo de tecnologías verdes y a la búsqueda de un futuro sustentable, el camino a una “Hegemonía Verde” presenta barreras tanto en Estados Unidos como en China. En el primer caso, el gobierno de Donald Trump presenta antagonismo ante las acciones por el medio ambiente, niega el cambio climático y, considera que la preocupación por el medio ambiente llevará a un control estatal sobre el mercado. Por su parte, a pesar de sus avances en el capitalismo verde, China aún da gran importancia a su industria de combustibles fósiles. Asimismo, es el país número uno en la quema de carbón y, presenta grandes contradicciones sociales internas referentes a la distribución de riqueza, al trabajo, al capital. MAPA

Las trabas mencionadas van más allá de una disputa comercial entre Estados Unidos y China, de fondo se observa que la esencia del neoliberalismo se conserva en el capitalismo verde. El capitalismo verde está fundado en una ideología que busca la mínima intervención estatal y que considera que el mercado se autorregula; por ello, este tipo de capitalismo en un futuro reproducirá todos los problemas y contradicciones asociados al neoliberalismo: las brechas de igualdad, los conflictos sociales, las crisis de mercado, etc. Por lo anterior, se necesita de un modelo que trascienda al neoliberalismo y que tome en cuenta al ambiente y la justicia social para combatir a los regímenes autoritarios asociados al neoliberalismo: el Green New Deal.

Datos cruciales: 

1) Entre 1990 y 2017, la inversión extranjera directa estadounidense en China llegó a un total de 256.49 mil millones de dólares; de esa cantidad, 71% de la inversión se dio en proyectos verdes y 88% constituye inversiones en estrategias a largo plazo. En cuanto a los intereses producidos de las inversiones, 68% de ellos correspondieron a empresas estadounidenses. Por su parte, la inversión extranjera directa de China en Estados Unidos fue de un total de 139.81 mil millones de dólares; de ese total, 93% fueron adquisiciones de inversores privados y 77% fueron parte de estrategias a largo plazo. Finalmente, los intereses de esas inversiones fueron controlados en 84% por los inversores chinos.

2) En 2018, la inversión extranjera directa estadounidense en China ascendió a las 7 100 transacciones de inversión que abarcaron 1 400 corporaciones transnacionales. De esas 1 400 corporaciones, 330 hicieron inversiones que excedieron los 100 millones de dólares y, 71 hicieron inversiones que rebasaron los mil millones de dólares. El Departamento de Comercio de Estados Unidos estima que en 2018 el valor total de las inversiones estadounidenses en China fue de 727.1 mil millones de dólares; si Hong Kong es incluido, el valor asciende a 1.172 billones de dólares.

3) En 2018, la inversión de capital de riesgo estadounidense en China, en distintos sectores industriales, fue de: servicios financieros y comerciales 10.3 mil millones de dólares, la industria automotriz 7.8 mil millones de dólares y, los productos y servicios de consumo 5.6 mil millones de dólares.

4) El valor total de las inversiones chinas en Estados Unidos en 2018 fue de 203.2 mil millones de dólares. Si te toma en cuenta a Hong Kong, el valor asciende a 246.9 mil millones de dólares.

5) En 2018, la inversión de capital de riesgo china en Estados Unidos solo fue del 2% de inversores. De ese 2%, el 11% pertenece a empresas estatales chinas. El valor total de las inversiones chinas en Estados Unidos se dividió en distintos sectores: salud, farmacéuticas y biotecnología 3 mil millones de dólares; servicios financieros y comerciales 1.1 mil millones de dólares; electrónicos y equipo eléctrico mil millones de dólares y, TIC 900 millones de dólares.

6) Estados Unidos ha dirigido ataques a Huawei a pesar de que la empresa china ha comprado componentes a 1 200 empresas estadounidenses por un valor de 11 mil millones de dólares anuales.

7) Estados Unidos ha presentado quejas referentes a los subsidios chinos, a pesar de que el gobierno estadounidense ha subsidiado a ramas de su economía: la industria de combustibles fósiles ha recibido subsidios de 20 mil millones de dólares, así como la agricultura y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados.

8) Las 17 instituciones financieras más grandes del mundo han hecho inversiones de aproximadamente 120 mil millones de dólares en las compañías militares estadounidenses más grandes: Boeing, Lockheed Martin y Northrop Grumman. Las mismas instituciones han hecho inversiones en empresas y bancos chinos que pertenecen al Estado. Como resultado de lo anterior, aproximadamente 47 billones de dólares en inversiones son controlados por 17 instituciones, mismas que tienen activos en todos los sectores de la economía global.

9) La privatización de las prisiones se ha convertido en un elemento del modelo de acumulación represivo. A lo largo de 25 años, el sector ha crecido al grado de que actualmente trece bancos han provisto con créditos de hasta 2.6 mil millones de dolores a la industria.

10) Las dos empresas más grandes que generan ganancias por la privatización de las prisiones, GEO Groups y Core Civic, han donado a la organización de Donald Trump hasta 250 mil dólares.

11) En un intento por destruir las instituciones democráticas, en la década de 1970 los hermanos Koch construyeron una organización de nombre “Leninist strategy”. Dicha organización, contó con más de 100 millones de dólares para la creación de grupos reaccionarios y think tanks que apoyaran a la derecha política.

12) Con su papel como líder en tecnologías renovables, en 2017 China fue el mayor inversor en energías renovables con 132 mil millones de dólares. Asimismo, China se ha comprometido a invertir hasta 360 mil millones de dólares en la causa en los próximos 5 años.

13) A pesar de su discurso eco-friendly, en su iniciativa Belt and Road, China ha dado préstamos de 143 mil millones de dólares por energía y transporte a 32 países. De esa cifra, sólo el 5.3% se refiere a energía solar y energía eólica.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto presenta un análisis que ayuda a comprender la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos. Se trata de un conflicto que ha creado contradicciones entre los modelos en pugna y la dependencia de dos economías que están profundamente relacionas. Más allá del sistema político, de la sociedad, de las empresas, el texto señala como al principal actor de la lucha entre las economías más grandes del mundo, a un neoliberalismo que se encuentra dividido y que combate consigo en su búsqueda de recuperar el control y el poder que sus contradicciones le arrebataron. Asimismo, la lucha para prevenir la destrucción del medio ambiente se presenta como un fenómeno fundamental en la búsqueda de la hegemonía, de tal grado se posiciona como un enemigo directo o como un movimiento que debe ser cooptado para la búsqueda de adeptos dentro de la disputa.