El Minotauro global
Varoufakis, Yanis [2015], El minotauro global, México, Crítica, 333 pp.
Yanis Varoufakis es doctor en Economía por la Universidad de Essex. Ha sido profesor en las universidades de Essex, East Anglia, Cambridge, Glasgow, en la Católica de Lovaina, y de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs de la Universidad de Texas. Ex ministro de Finanzas del gobierno griego.
Introducción
1. El momento 2008
Con la crisis de 2008, desaparecieron 40 billones de dólares en activos en todo el mundo; en Estados Unidos desaparecieron 14 billones de dólares de riqueza doméstica y al mes se perdían 700 000 puestos de trabajo. Como respuesta el gobierno empezó a inyectar billones de dólares; como ello no funcionó del todo, se nacionalizaron tanto bancos como compañías de seguros y fabricantes de automóviles (p. 19-20).
A diferencia de las crisis anteriores, esta fue de alcance global, cuyos efectos permanecerán por largo tiempo (p. 20).
2. Seis explicaciones de por qué sucedió
“Principalmente es un fracaso de la imaginación colectiva de gente muy brillante… a la hora de entender los riesgos que corre el sistema en su conjunto”
No vieron que la crisis estaba a punto de estallar por dos errores de diagnóstico: el error de extrapolación y el error en la trampa de caer en su propia retórica. Había una gran deuda acumulada que introducía un riesgo mayor del que el mundo podía soportar, entonces ¿cómo es que nadie vio venir el desastre? (p. 24).
Se indujo en autoridades y académicos la falsa idea de que gracias a la innovación financiera el riesgo se había minimizado, pero también estos nuevos instrumentos permitían crear una nueva forma de deuda. Una vez generados los préstamos, esta deuda se dividía en pequeñas partes y se agrupaban en paquetes que contenían diferentes grados de riesgo y se vendían por todo el mundo (estos paquetes se conocían con el nombre de obligaciones de deuda garantizadas, o collaterizad debt obligation, CDO) y se vendían en todo el mundo. Por la creencia de que se creaba riesgo sin riesgo se pensó que se podía endeudar al mundo por arriba de los ingresos globales reales (p. 24).
Captura regulatoria
Quien compra bonos depende de información institucional externa y de reglas definidas que son diseñadas y supervisadas por autoridades desapasionadas e incorruptibles. Este papel lo debieron jugar las agencias calificadoras y los organismos reguladores del Estado. Pero estos dos resultaron culpables. Los banqueros pagaban a las calificadoras para que extendieran el estatus de triple A a las obligaciones de deuda garantizadas que emitían; y por otro lado, las autoridades reguladoras aceptaban estas calificaciones como legítimas (p. 26-28).
Codicia irreprimible
Esta perspectiva cree que el hombre es codicioso por naturaleza que únicamente simula civismo, y que por esa razón necesita de un agente dotado de un poder extraordinario para mantenerlos en raya. En los años treinta, la Ley Glass-Steagall es un ejemplo de ese esfuerzo regulador (1). Pero en los años setenta se comenzó a alejar de este marco regulatorio, y se pensaba que si bien era necesario este agente para mantener en línea la codicia inmanente al hombre, estaba ahogando el desarrollo y la prosperidad (p. 30).
Alan Greenspan, nombrado presidente de las Reserva Federal en 1987, dudaba de la capacidad de cualquier institución estatal para frenar la naturaleza humana y contener su codicia. Esta última podía ser controlada por la oferta y la demanda, y por tanto habría que dejar que los mercados funcionaran como quisieran, pero el Estado debía estar alerta y dispuesto a intervenir en las debacles económicas, por ejemplo, bajando las tasas de interés e inundando los mercados con dinero. Ello funcionó bien antes 2008, después ya no, aunque la fe en esta creencia está de regreso en Wall Street (p. 30-31).
Orígenes culturales
La mayoría de los europeos piensan que el crash de 2008 tiene que ver con las raíces anglo-célticas. Culpan a la fascinación de los angloparlantes por su noción de poseer una vivienda a toda costa. Que tienen “dificultad para introducir en sus mentes un modelo económico que genera ridículos precios inmobiliarios al estigmatizar a quienes alquilan vivienda en lugar de comprar […] mientras enaltecen a los falsos propietarios”. Tanto europeos como asiáticos veían el tamaño del sector financiero anglo-céltico estaba creciendo a expensas de la industria, y se “convencieron de que el capitalismo estaba en poder de lunáticos”, así que cuando la crisis estalló en esos países reafirmaron su creencia (p. 32).
La teoría tóxica
En la segunda mitad de los años noventa Robert Merton y Myron Scholes desarrollaron una fórmula para la tasación de opciones financieras, la cual permitió la creación de nuevos instrumentos financieros y facilitó la gestión de riesgos de forma más eficiente. Esta fórmula, meses después causó el colapso del fondo de inversiones Long Term Capital Managment (LTCM). La causa del colapso de LTCM se debe a que inmensas inversiones se apoyaban en la premisa indemostrable de que se puede calcular la probabilidad de los acontecimientos que el mismo modelo desestima como improbables e inteorizables (p. 33).
¿Cómo es que pudo suceder esto?, se pregunta el autor. Responde diciendo que el problema reside en que los economistas renombraron la ignorancia como una forma de conocimiento provisional. Posteriormente los financieros construyeron nuevas formas de deudas sobre esto y la premisa de que el riesgo se había eliminado. De esta forma, las finanzas tóxicas y la teorización económica tóxica se convirtieron en procesos que se reforzaban mutuamente (p. 34)
Los economistas cada vez que eran incapaces de explicar las desviaciones observadas de la conducta humana, etiquetaban ese comportamiento como desequilibrio y después presuponían que era aleatorio y de esta forma lo incluían en su modelo. Cuando estalló el pánico en el sistema financiero quedó demostrado que esas desviaciones no eran aleatorias. Los modelos se vinieron abajo, junto con los mercados que habían ayudado a crear (p. 36).
El autor identifica tres tipos de teorías tóxicas que respaldaron y apuntalaron a las finanzas tóxicas
-Hipótesis del Mercado Eficiente (HME): Los mercados financieros se las ingenian para que los precios revelen toda la información privada que hay. Ante nueva información, algunos agentes reaccionan exageradamente y otros con pasividad. Por tanto, incluso si los agentes se equivocan, el mercado acierta (p. 35).
-Teoría de las Expectativas Racionales (TER): No se debe esperar que ninguna teoría sobre las acciones humanas acierte a largo plazo si la teoría presupone que los humanos la malinterpretan o la ignoran. Para que esta teoría se sostenga, tiene que ser cierto que los errores de la gente siempre tienen que ser aleatorios. Por tanto, la adhesión a esta teoría, y en especial cuando se asocia con la HME, es asumir la idea de que jamás se esperan recesiones, mucho menos crisis (p. 35-36).
-Teoría del Ciclo Económico Real (TCER): Esta teoría piensa al capitalismo en perfecto equilibrio y sin contracciones. Sin embargo reconocería que este podría recibir un choque proveniente del exterior al cual el capitalismo responde de forma eficiente y se adapta. La mejor manera de gestionar las crisis es dejar que el capitalismo lidie con estos choques externos sin tener que ser sometido a más choques administrados por las autoridades estatales (p. 36).
Fallo sistémico
La interpretación, de lo que el autor llamaría de izquierda y con Marx como su profeta original, plantea que el capitalismo tiende alejar el trabajo humano del proceso de producción, a convertirnos en autómatas, y en cuando más se acerca a ese objetivo más se aproxima a su ruina. Después del quiebre, el capitalismo se levanta nuevamente y repite sin cesar el ciclo (p. 37).
El capitalismo se mueve de forma contradictoria, por un lado crea riqueza mientras que por otro lado crea pobreza. Genera máquinas e instrumentos que nos permite apoderarnos del planeta. Permitió imaginar un planeta sin pobreza. Pero también produjo fuerzas catastróficas, que provocan desigualdad, guerra, degradación ambiental y crisis financieras (p. 38-39).
3. El desafío del paralaje
Cada una de las explicaciones muestra importantes aspectos de lo que sucedió en 2008. Pero dejan cierto vacío, como si su esencia se escapara. Para el autor, el quiebre de 2008 se produjo “cuando el Minotauro global fue herido” (2) (p. 41).
4. El Minotauro global: primer vislumbre
En la segunda fase de la posguerra, que comenzó en 1971, Estados Unidos, en lugar de reducir los déficits, presupuestario y comercial, decidió incrementarlos de manera generosa e intencional. Quien iba a pagar por los números rojos sería el resto del mundo, mediante una oleada de capital que fluía incesantemente para financiar estos déficits. De esta forma se absorbían los excedentes de productos y capitales de otros países, lo cual generó un sistema internacional de flujos financieros y comerciales que crecía asimétricamente, aparentando estabilidad y crecimiento sostenido (p. 43-44).
Las principales economías excedentarias siguieron produciendo bienes en masa que Estados Unidos consumía. El 70% de los beneficios que se obtenían de esto eran transferidos en forma de flujos de capital a Wall Street, y se invertía en el sector financiero. Es una especie de tributo unilateral a una potencia hegemónica que proyecta su autoridad a través de los mares y actúa como custodia de una paz de amplio alcance y del comercio internacional a cambio de un tributo que mantiene su funcionamiento. El final del minotauro global, como hace la analogía el autor, llegó de pronto sin la intervención de algún agente. Su herida vino del sistema bancario (p. 44-47).
--------
(1) Esta ley obligaba la separación de los bancos que recibían depósitos y de los bancos de inversión, con la intención de evitar otra crisis como la de 1929, (Varoufakis, Yanis [2010], El minotauro global, México, Crítica, p. 28, nota al pie de página).
(2) El autor para explicar de forma análoga la situación de la hegemonía de Estados Unidos, utiliza la forma mitología de origen griego de El Minotauro:
El rey Minos de Creta pidió a Poseidón un toro magnífico como señal de aprobación divina, el cual prometió sacrificar en honor del dios. Una vez concedido, cautivado por su belleza, el rey le perdonó la vida al animal. Entonces los dioses le castigaron: empleando las habilidades especiales de Afrodita, hicieron que la esposa de Minos cayera presa de la lujuria por el toro. Utilizando accesorios fabricados por Dédalo, se las arregló para quedar embarazada, y el resultado fue el Minotauro: una criatura mitad humano, mitad toro.
Cuando el minotauro creció y se hizo más incontrolable, Minos le pidió a Dédalos que construyera un laberinto en el cual el minotauro quedaría cautivo. Incapaz de alimentarse con comida humana normal, la bestia tenía que darse banquetes de carne humana. Ello fue buena oportunidad para que Minos se vengara de Atenas, cuyo rey Egeo había mandada a matar al hijo de Minos. Tras una breve guerra con Atenas, Egeo se vio forzado a enviar siete muchachos y siete doncellas para que fueran devorados por el Minotauro cada año. Se estableció así una Pax Cretana basada en el regular tributo extranjero que mantenía bien nutrido al Minotauro.
La matanza final del Minotauro a manos de Teseo, hijo del rey Egeo de Atenas, señaló la emancipación de Atenas de la hegemonía cretense y el amanecer de una nueva era (Varoufakis, Yanis [2015], El minotauro global, México, Crítica, pp. 45-46).
En Estados Unidos, la deuda del sector financiero pasó del 22% del PIB en 1981 a 117% en 2008. La participación de los hogares en la deuda del producto nacional se elevó del 66% en 1997 al 100% en 2007. La deuda agregada de Estados Unidos en 2008 superaba el 350% del PIB. En Gran Bretaña el sector financiero tenía una deuda de dos veces y media el PIB, y las familias británicas debían una suma mayor que el PIB anual (p. 23).
Capítulo 2. Laboratorios del futuro
Capítulo 3. El plan global
Capítulo 4. El minotauro global
Capítulo 5. Las doncellas de la bestia
Capítulo 6. Crash (Esencial)
Capítulo 7. Las doncellas cabalgan de nuevo
Capítulo 8. El legado global del Minotauro: el sol que se apaga, los tigres heridos, una Europa veleidosa y un dragón ansioso (Esencial)
Capítulo 9. ¿Un futuro sin el Minotauro? (Esencial)
En el devenir del capitalismo, con Estados Unidos en las últimas décadas como país hegemónico, se crearon todas las condiciones necesarias para que este se fuera consolidando como el centro de los movimientos comerciales y financieros para garantizar su propia reproducción. Todos los mecanismos e instrumentos que fue desplegando ante sí para asegurar su hegemonía, junto con todas las acciones de los sujetos que ello involucra, crearon el entorno para que esa posición se derrumbara, creando una crisis que por primera vez en la historia del capitalismo es global. La herida de este sujeto hegemón proviene, desde el punto de vista del autor, del sistema bancario.
El argumento liga los procesos que alimentan la crisis económica-financiera con la "regulación" sistémica que juega la existencia de la hegemonía estadounidense. En esa perspectiva, es preciso recurrir a otras escalas para explicar la crisis.