Technology and geopolitics. The struggle over chips enters a new phase
The Economist [2021], "Technology and geopolitics. The struggle over chips enters a new phase", The Economist, London, 23 de enero, https://www.economist.com/leaders/2021/01/23/the-struggle-over-chips-ent...
En la medida en la que tecnologías como la inteligencia artificial, el internet de las cosas y el procesamiento de datos van tomando un auge en la economía mundial, la demanda de microprocesadores necesarios para este tipo de tecnologías también se incrementa.
Actualmente, las ventas de las empresas que compiten para satisfacer la creciente demanda de microprocesadores asciende a 450 mil millones de dólares anuales. La industria de los chips es tan importante que una falla en la cadena de suministro puede hacer que toda la actividad económica se paralice.
Los cambios tecnológicos han provocado la necesidad de chips especializados, lo que ha llevado a un auge en el diseño de chips y a la proliferación de nuevos competidores que buscan satisfacer la creciente demanda. Al respecto, se espera que en el futuro la creación de chips de código abierto pueda aumentar la innovación en el diseño de microprocesadores. Sin embargo, la situación es distinta en lo que respecta a la fabricación de los chips. Con cada generación que pasa se vuelve más difícil fabricar chips, esto debido al aumento del costo en la construcción de fábricas y a la complejización de las tecnologías involucradas. Por esas razones, el número de empresas fabricantes de chips ha disminuido de 25 en el año 2000 a sólo tres en la actualidad.
Las tres empresas con capacidad de producir chips son Intel, Samsung y TSMC. La primera de ellas parece estar en graves problemas, pues no ha podido mantener el ritmo de la innovación y ha tenido que subcontratar su producción, por lo cual parece que la carrera se reduce a un duopolio de Samsung y TSMC, cuyas plantas de fabricación se encuentran esencialmente en Asia –en Corea del Sur y Taiwán, respectivamente.
Los cambios en la industria de los chips también tienen alcances geopolíticos. En la medida en que Estados Unidos ha perdido su capacidad de producción de chips, ha impuesto embargos cada vez más severos a China, buscando que también ese país asiático se vea frenado en su producción. Sin embargo, lo que esto ha provocado es que China busque como salida la autosuficiencia en la producción y abastecimiento de microprocesadores; al respecto, el estado chino ha destinado miles de millones de dólares para subsidios en la producción de chips, trazándose como meta la autosuficiencia en componentes esenciales para 2025.
La situación de Intel muestra que del lado estadounidense la producción de chips avanzados está en pleno declive; por otro lado, parece que China apenas comienza a dar sus primeros pasos con firmeza en esa industria. Si la producción de microprocesadores en China continúa aumentando, puede que también lo hagan los embargos por parte de Estados Unidos, lo que agravaría los conflictos entre ambas naciones. The Economist señala que un factor a considerar en ese contexto de hostilidades es que China reclama el territorio de Taiwán como propio y podría amenazar con invadirlo, pues ahí se encuentra aproximadamente la mitad de la capacidad productiva de chips de vanguardia del mundo. Tanto Estados Unidos como China están preparados para una “disrupción mutuamente asegurada”, pues tienen la capacidad de generar un cortocircuito en la economía de la otra a partir de la industria de los chips.
Por último, el semanario británico menciona que Estados Unidos debería invitar a Corea del Sur y a Taiwán a que reduzcan los subsidios que dan a sus empresas fabricantes de chips, con la finalidad de que estas tengan más incentivos para construir fábricas en otros lugares del mundo y así reducir la concentración geográfica de la producción en esa industria. Asimismo, The Economist sugiere que el nuevo presidente estadounidense Joe Biden debe crear un nuevo marco comercial con China que incluya los sectores más sensibles para ambos países -como los chips-, con el fin de preservar los intereses de occidente.
En el último trimestre de 2020, las ventas de TSMC a clientes chinos cayeron 72%; una de las principales razones de esta caída son las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos.
La batalla por la producción de chips -necesarios para las cada vez más utilizadas tecnologías de punta y por ende líder de la economía capitalista- parece ser una nueva forma de disputa hegemónica que se manifiesta en guerra económica entre Estados Unidos y China. Por un lado, Estados Unidos se ve rebasado en la competencia por la producción de chips y busca frenar el avance del gigante asiático; por el otro, China busca sobreponerse a esta situación al intentar ser autosuficiente en la producción de microprocesadores. Sin embargo, esto deja entrever una paradójica contradicción del capitalismo, que por un lado fomenta el libre mercado mientras que por otro las subvenciones y el control estatal parecen ser la mejor forma de llevar a cabo las aspiraciones de "progreso". Todo esto aunado a que las empresas fabricantes simultáneamente buscan la internacionalización de su capital, mientras que se encuentran atadas a las subvenciones de los estados donde tienen su sede.