El violento poder de lo global

Cita: 

Han, Byung Chul [2021], "El violento poder de lo global", Bloghemia, https://www.bloghemia.com/2021/01/el-violento-poder-de-lo-global-por-byu...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
La globalización neoliberal como explicación a las reacciones terroristas, nacionalistas, xenófobas y de nueva ultraderecha
Idea principal: 

Byung Chul Han, es filósofo y ensayista experto en estudios culturales. Actualmente es profesor de la Universidad de las Artes de Berlín.


La globalización convoca una violencia de lo homogéneo que destruye toda singularidad no subordinada al intercambio general. Esto con el fin de acelerar la circulación de información y capital, misma que alcanza su máxima velocidad en la convergencia de lo igual con lo igual. “La violencia de lo global como violencia de lo igual” conduce a la pérdida de sentido, misma que acompañada del miedo a encarar un futuro sin perspectivas, las inseguridades sociales y la desesperación, genera una reacción destructiva: el terrorismo.

El terrorismo es una forma en que el terror del singular encara al terror de lo global. Se trata pues de una convulsión sistémica contra la violencia de lo igual, su medio es la muerte que irrumpe en el sistema, resta fuerza de trabajo, paraliza la producción y la circulación. Las luchas contraterroristas focalizadas no atacan el problema, solo lo encubren. Para Baudrillard la demencia globalizante genera terroristas cual dementes: el penal de Guantánamo se vuelve una institución equivalente a las cárceles y los manicomios en las sociedades disciplinarias y represivas, las cuales, generan delincuentes y psicópatas.

El neoliberalismo, inherente a la exclusión y la explotación agudizada y propagada en cada rincón del mundo, crea un apóptico. Se trata de un dispositivo de óptica excluyente para identificar y expulsar a elementos inadaptados o enemigos del sistema. Mientras el panóptico: disciplina, el apóptico: provee seguridad. Al recrudecer la desigualdad en todo rincón del mundo, incluso en “zonas de bienestar”, el neoliberalismo elimina la economía de mercado social.

Por ello el padre del concepto neoliberalismo, Alexander Rüstow, advertía que una sociedad radicalmente neoliberal tendía a la deshumanización y para evitarlo era necesario agregar una política vital basada en la solidaridad y el civismo. Sin ella, las sociedades producirían masas inseguras movidas por el miedo que alimentarán grupos extremistas nacionalistas étnicos.

El nacionalismo de la nueva derecha y el movimiento identitario son reacción al mismo fenómeno. Con el nacionalismo y la romanización de las fronteras, estos grupos, xenófobos y críticos del capitalismo, obedecen al mismo esquema reaccionario que el terrorismo islámico. La xenofobia no es más que el miedo al futuro propio traducido en odio a sí mismo y a todo lo demás.

El dinero no transmite identidad, pero sí seguridad y tranquilidad. Así quienes no tienen dinero, desposeídos de identidad y seguridad, recurren a lo imaginario para arroparse de una identidad mediante la invención de un enemigo. Y sólo la confrontación con el enemigo delineará la figura, frontera y medida propia del yo identitario. Así, lo imaginario habita un vacío de lo real, a la vez, desde lo imaginario se promueve una violencia real.

El poder de lo global perfora toda defensa inmunitaria a fin de descombrar la circulación global de información y capital. Al contrario de generar reacciones inmunológicas, la violencia de lo global se propaga cual células cancerígenas. El miedo imaginario a los inmigrantes y refugiados; los sentimientos que genera su presentación como ‘vecino’, no son reacciones inmunológicas como el asco, el terror y el miedo.

Entonces,“la violencia de lo global es viral, es una violencia de las redes y de lo virtual”. La virtualidad como viral convoca redefinir las inmunidades como obstrucciones de los canales de información y comunicación. Sin embargo, el virulento poder de lo global es postinmunológico, inasequible a toda defensa inmunitaria, se comporta como violencia de la positividad, obedece al cambio paradigmático del orden digital y neoliberal.

No es el mecanismo virulento lo que explica la hipercomunicación y el exceso de información. De la misma manera que el vómito provocado por exceso de lo igual, no es por asco a lo distinto como estado de excepción, que sufre una crisis de autoafirmación frente a una alteridad inasimilable. Es la falta de lo distinto, la violencia de la positividad lo que provoca estos síntomas.

El neoliberalismo no es el epítome de la ilustración, como se piensa. Su irracionalidad conjura convulsiones destructivas desembocadas en terrorismo y nacionalismo. Lo global se adueñó de los valores universales y el neoliberalismo tomó por propaganda la libertad, haciendo de su explotación la maximización de la producción y la eficiencia. Así la gente se explota voluntariamente intentando ‘realizarse’.

Una contraofensiva al virulento poder de lo global sería resguardar lo universal de todo intento de manipulación de lo global, mediante un orden universal que incluya las singularidades. Es decir, el orden universal debe abrirse a las singularidades, por medio del diálogo incluyente y reconciliador. La irrupción violenta de un singular en el orden de lo global no trae consigo un dialogo reconciliador, sino su imposibilidad dialógica, presentándose como terrorista.

Kant entendía la paz perpetua como un estado de reconciliación basado en valores universales que la razón se autoasignaba. Según Kant este ‘estado’ podía ser implantado por el espíritu comercial incompatible con la guerra y expandible a todo pueblo. Sólo el ‘poder del dinero’ podía establecer la paz por sí mismo, mas “el comercio global es la guerra con otros medios”.

Esta paz instaurada por el “espíritu comercial” no es eterna y tampoco ilimitada, la zona de bienestar es un apóptico, construcción excluyente, en sus fronteras hay muros, campos de refugiados y escenarios bélicos. El virulento poder de lo global asesina y desplaza cual guerra mundial. Kant no contaba con la irracionalidad del espíritu comercial, que traería tan solo una aparente paz y contagiaría de irracionalidad a todo sistema dominado por él y el poder del dinero.

La paz perpetua de Kant tenía su epítome en la “hospitalidad” incondicional. Para Kant, se trataba de un derecho del código no escrito, como derecho humano público ya que nadie tiene más derecho que otro a estar en un lugar de la Tierra. “La hospitalidad es la máxima expresión de una razón universal que ha tomado conciencia de sí misma”. La razón, lejos de homogeneizar, reconoce al otro en su alteridad y lo recibe. Así, la hospitalidad alberga en sí todas las singularidades; es estéticamente bella en cuanto premisa política, y mide el ‘grado civilizatorio de una sociedad’.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto expone uno de los fenómenos dentro de la relación economía y guerra. Acusa a la globalización neoliberal y su inherente violencia fundada en el despojo de la identidad misma, como cuna del terrorismo y las reacciones nacionalistas y ultraderechistas. La exclusión, explotación y desposesión que ha legado el neoliberalismo está formando enceguecidas masas desesperadas por aferrarse a algo que dé sentido al inminente presente de imposibles futuros. Arraigados a esa certeza acuden a las filas reaccionarias sin lograr escapar de la “virulenta violencia de lo global”, sólo la ramifican y expanden. De esta manera, la violencia económica y la violencia bélica se promueven mutuamente.