El nuevo hemisferio asiático: el irresistible desplazamiento del poder global hacia el Oriente

Cita: 

Mahbubani, Kishore [2013], El nuevo hemisferio asiático: el irresistible desplazamiento del poder global hacia el Oriente, México, Siglo XXI Editores, 323 pp.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2013
Tema: 
Fin de la hegemonía Occidental y nuevo ascenso asiático
Idea principal: 

Kishore Mahbubani es profesor y decano en Práctica de Política Pública en la Escuela Lee Kuan Yew de Política Pública de la Universidad Nacional de Singapur.

Introducción

Asia va en ascenso. Esto implica nuevos retos y dificultades para ajustarse al cambio. El ascenso de Asia será bueno para el mundo, tanto éticamente, como en la política y en la economía mundial (p.21).

La modernización –descrita en su forma liberal– entendida como el progreso material y ético de las civilizaciones occidentales, actualmente se está extendiendo en su forma “asiática”. Primero liderada exclusivamente por Japón e Israel desde mediados del siglo pasado, posteriormente fueron los cuatro tigres económicos –Corea del sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur– y actualmente China e India crecen con una velocidad impactante pero que continúa extendiéndose en otras naciones de Asia (p.22).

¿El motivo? Una paradoja global. Lo que fue en su momento el optimismo –“liberal”– de las sociedades occidentales, hoy en día, se ve frenado por un pesimismo conservador frente al auge de la “Marcha de la Modernidad asiática […] nueva dirección positiva de la historia mundial” (p.23). Las dificultades que enfrenta el ascenso liderado por Asia serán principalmente la resistencia al cambio de parte de Occidente. Por ello será necesario “alcanzar un entendimiento común acerca de la naturaleza de este nuevo mundo” (p.23).

La hegemonía occidental se ha estancado en un “contexto cultural limitado” conllevando “errores estratégicos” políticos, militares y económicos. El autor menciona como ejemplo la ocupación de Iraq desde el 2003, la cual pese a las buenas intenciones de Estados Unidos e Inglaterra –por pretender liberar a los iraquís de “un gobernante déspota y al mundo de un hombre peligroso, Saddam Hussein” (p. 24)– estaba destinada a fracasar por “la mentalidad occidental”, un “contexto cultural limitado”, que violó el derecho de soberanía del estado moderno de Iraq. Es así que la ocupación de Iraq por tropas occidentales, fue más bien una invasión ante los ojos de cualquier nación hoy formalmente libre e independiente.

En contraste, Asia sin dejar de ser copia de Occidente, refleja un nuevo espíritu de renovación y frescura para la modernidad. Ha demostrado ser más abierta, racional y liberal en este sentido, y por tanto posibilita un futuro más justo y mejor para todos (p. 24-26).

La gran paradoja es que el desarrollo de la sociedad occidental trae aparejado una enorme “democratización del espíritu humano” en términos globales. La cual representa una arma de doble filo para los propios intereses de Occidente en la “medida que el espíritu de democratización reúna sus fuerzas y cada vez más seres humanos se hagan cargo de su propio destino, más podrán en tela de juicio el orden mundial antidemocrático en que viven” (p.27).

La disputa de Occidente es si defenderá sus intereses o sus valores, los cuales se mantienen en constante oposición. Una salida del conflicto es la disposición del mundo para “aprender de las mejores prácticas de Occidente y a absorberlas para su desarrollo” (p.28) trabajando con Occidente, no en contra. Es por esto que “Occidente es tanto una gran parte de la solución como una gran parte del problema en nuestros esfuerzos para reestructurar el orden mundial” (p. 28). Destaca la importancia de su tecnología y avances científicos junto con su educación ética y moral.

Los rasgos sobresalientes de la época histórica actual son el i) fin de la era de dominación occidental del mundo y el ii) renacimiento de las sociedades asiáticas en gran escala. El declive de Occidente se observa en su incompetencia para manejar los desafíos globales presentes, lo cual agrava la situación de crisis mundial por constantes “errores estratégicos”. La Marcha a la Modernidad asiática brinda oportunidades y optimismo para un nuevo futuro de la modernidad para todos, lo cual requiere la “intervención decisiva de los hombres. Éste es el momento de actuar” (p.29).

CAPÍTULO 1. LOS TRES ESCENARIOS

La actual situación geopolítica y económica mundial junto con la reciente modernización asiática ponen bajo relieve “tres posibles escenarios sobre cómo se desarrollará el mundo durante los próximos cincuenta años”:

1. La Marcha hacia la Modernidad.

Ciertamente el más probable. El ascenso de Asia encaminada a la modernidad “será probablemente la más importante travesía de la historia humana” (p. 34).

La modernidad entendida como aquel firmamento trazado por Occidente de grandes mejoras materiales y espirituales, trae consigo “beneficios multidimensionales” (p. 37) alcanzables para Asia. Desarrollaría el establecimiento de un sólido Estado Moderno garantizando certidumbre y seguridad a la propiedad privada. También mejoraría la calidad de vida –salud, educación, empleo–, impulsaría el progreso de la ciencia y la tecnología, el incremento de la productividad económica en un libre mercado, entre otros logros importantes. Por otro lado, alcanzar la modernidad también promete la superación de la pobreza y los conflictos bélicos (p. 35-39).

En conclusión, el “más importante resultado ético de la Marcha hacia la Modernidad podría ser un mundo más estable y pacífico” (p. 41).

2. La Retirada a las Fortificaciones.

Menos probable. Gran parte del futuro próximo está en función de “la forma en que Occidente reaccione a esta gran Marcha hacia la Modernidad del continente asiático” (p. 46). Ante esto, Occidente tiene dos posibles jugadas: i) impulsar la modernidad en conjunto con Asia, en dirección a la apertura del orden mundial, o bien ii) retirarse a construir fortificaciones políticas y económicas por un sentimiento de amenaza con respecto el crecimiento asiático.

No obstante, “es la segunda tendencia, [la] regresiva, la que se está fortaleciendo” (p. 46). Actualmente Occidente ha perdido la fe en el libre comercio. Por otro lado, su refugio, el proteccionismo, no es novedoso en sus prácticas contradictorias.

En el presente siglo XXI el orden comercial multilateral ha alcanzado una apertura nunca antes vista en la historia de la humanidad. Ha sido impulsada por una rigurosa normatividad comercial que surge desde finales de la segunda guerra mundial (p.48). La liberalización del comercio ha traído beneficios en todo el mundo, representa una estrategia poderosa “para la mitigación de la pobreza y para proveer a las sociedades de los recursos económicos para hacer frente a sus necesidades más inmediatas” (p. 49).

Si comparamos lo anterior con esta creciente tendencia proteccionista, ésta resultaría ser regresiva, porque avanza en retroceso a todos estos logros ya alcanzados. Las amenazas van creciendo con el aumento de barreras arancelarias y trabas al libre comercio tanto en Europa como en América. El fin de la guerra fría en gran medida significó para Europa, el inicio de la construcción de una “Fortificación Europea”, tal como lo demuestran las negociaciones sobre la agricultura en la Ronda Uruguay (p. 50-53).

Lo cierto es que, en general, Occidente ha optado por un fuerte carácter proteccionista en favor de intereses cortoplacistas frente a la opción de poder promover intereses globales comunes de largo plazo. Como lo demuestran las “gigantescas multinacionales” fortalecidas en gran medida por subsidios y favoritismos en ciertos mercados, confirmando justamente que en Occidente “los intereses prevalecen sobre los valores, aun cuando sean los intereses de unos pocos elegidos” (p. 54).

En el caso particular de América cabe resaltar “cuánto se ha alejado Estados Unidos de su anterior defensa constante del libre comercio” (p. 56). Impulsada desde Franklin Roosevelt –en 1929 y 1931– junto con John F. Kennedy –en 1962–, hoy en día contrasta la falta de confianza en la ideología del libre mercado, sustituida por fuertes sentimientos proteccionistas alimentados por una supuesta amenaza del rápido crecimiento económico asiático (p.55-58). Un buen ejemplo de esto, es la justificación de Estados Unidos al restringir inversiones extranjeras por cuestiones de seguridad nacional (p. 60-61).

Finalmente queda claro que cerrar mercados tan importantes a nivel mundial conlleva asimismo grandes impactos negativos en el sistema de comercio global. “Hoy los principales custodios del sistema de comercio abierto global son los que se oponen cada vez más a una mayor liberalización del comercio” (p. 59). Son ellos los que “deberían ser parte de la solución y no parte del problema” (p. 63). Hasta la fecha se rehúsan a ceder su liderazgo y a cooperar en la Marcha a la Modernidad de Asia.

3. Triunfalismo Occidental.

El tercer escenario posible, pero menos probable, es la occidentalización del mundo tal como lo expresa la metáfora de “El fin de la historia” (p. 64). Buscando llevar a cabo la realización del “deseo [siempre implícito] de crear un nuevo y poderoso club de hombres blancos” (p. 64) a imagen y semejanza de Estados Unidos y Europa.

Sin embargo “tres fallas fundamentales en los temas triunfalistas occidentales que surgieron tras el fin de la guerra fría” (p. 65) restan posibilidades de que el futuro del mundo sea dictado hegemónicamente desde Occidente:

1) “La creencia de que Occidente había triunfado sobre la Unión Soviética gracias a sus valores” (p.65). No fue el sistema político la fortaleza de Estados Unidos sobre la URSS, sino su sistema económico de libre mercado. Gorbachov al priorizar la apertura política dio paso a más de una década de caos social, incremento de la criminalidad y fallecimientos rusos (p. 65-67).

2) “La creencia de que cualquier sociedad […] podía transformarse de inmediato […] en una democracia liberal” (p. 67). En la era de la posguerra, a excepción de la democratización de Europa Oriental, prácticamente todo experimento democrático falló. Como lo demuestran Croacia, Serbia y Ruanda, entre otros. Experimentos democráticos que no solo fallaron sino que en algunos casos culminaron en atroces periodos de violencia extrema (p.67-69).

3) La creencia de “que las diferencias culturales carecen de importancia porque la sociedad democrática liberal occidental es universalmente aplicable a todas las sociedades” (p.69). Esto expresa una falta de comprensión en aceptar que otras culturas son simplemente diferentes, con valores y visiones del mundo distintas (p. 69-71).

Conclusión: Occidente debería estar celebrando y no deplorando el momento actual. El triunfo de Occidente puede producirse con la modernización de Asia. Una cuestión fundamental es aprender de los competidores-rivales.

EPÍLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

Europa el pasado, Estados Unidos el presente y Asia el futuro. Un “retorno natural a la norma histórica” (p. 297). Por casi dos milenios de años las economías de China y la India fueron las economías más grandes del mundo, solo los últimos doscientos años han sido occidentales. América Latina debería reorientarse al otro lado del Pacífico, Asia.

El rápido y fuerte crecimiento de China frente al de Estados Unidos, es un buen indicador de que el próximo “centro de gravedad de la economía mundial cruzará también el Pacífico en dirección a Asia” (p. 298). El Fondo Monetario Internacional espera para 2017 que “la economía de Estados Unidos caerá al 17% del PIB global, mientras que la de China se incrementará a 18.3%” (p. 297). “La OCDE estima que la clase media global será en un 53% asiática en 2020” (p. 298).

Por supuesto, el camino no está exento de altibajos. “Cada sociedad asiática enfrentará sus propios desafíos” (p. 298). Recientemente India y China han cometido ciertos errores, la primera por una legislación impositiva que impactó negativamente su recepción de inversión extranjera directa; y la segunda destaca por su reciente incompetencia geopolítica afectando su relación con vecinos importantes –Japón y Corea del Sur–. Además falta considerar la desaceleración de la economía global originada por la crisis de Occidente 2008-2009 (p. 298-299).

No obstante, pese a todo esto “la fundamental trayectoria de largo plazo del crecimiento de Asia no ha cambiado” (p. 299). Un ejemplo de esto está en la educación. (“En este ámbito existen extraordinarias historias de éxito en Asia. En 1990, apenas el 3% de cada grupo iba a la universidad en China. Para 2010 el número había escalado a 28%” (p. 300).) “El regreso de Asia es imparable e irresistible” (p. 300). América Latina debe ser optimista y sacarle partido bueno a la jugada. Se puede aprender del ejemplo asiático. Su sorprendente desempeño se puede explicar por haber “comprendido y absorbido los siete pilares de la sabiduría occidental [véase capítulo dos] y los están poniendo en práctica” (p. 300-301).

Un consejo particular para América Latina es aprender de “la cultura de pragmatismo de las sociedades asiáticas”, que consiste en acompañar siempre a la “mano invisible” del libre mercado con la “mano visible” de la buena gobernanza, lo que requiere un desprendimiento del “consenso de Washington” de parte de los latinoamericanos (p.302).

Dentro de los retos que Asia seguirá en su inevitable retorno al liderazgo económico mundial destacan “tres áreas evidentes” (p. 302):

-Geopolítica:

La lucha entre China y Estado Unidos por la hegemonía mundial será inevitable, tres escenarios posibles en los que se despliega la competencia.

I) “El más probable es la continuidad del actual patrón de cooperación y competencia” (p. 302). Partiendo del reconocimiento de que ambas partes son interdependientes para el orden global se hace indispensable la cooperación entre ellas. Se descarta la posibilidad de una guerra directa, sin embargo lucharán por tener una mayor influencia a nivel mundial.

II) Menos probable. Política estadounidense de contención de China al estilo “guerra fría” (p. 303). La mayoría de los países asiáticos no apoyarían dicho bloqueo.

III) Poco probable. Establecer una “estrecha asociación estratégica y de cooperación” (p. 303). Difícil de realizarse por las grandes diferencias culturales e ideológicas. Por otro lado ya existen varios procesos de cooperación ya existentes.

-Geoeconomía:

Dos tensiones: 1) gran crecimiento de clases medias, demanda agregada (“la población de la clase media de Asia está a punto de explotar: de 500 millones en 2012 a 1740 millones para 2020” (p. 304).) y 2) en otras regiones una creciente desigualdad. Ambas generan incertidumbres políticas en la participación democrática poblacional. Tres escenarios probables (p. 304-305):

I) Escenario más probable. Mayor apertura política, buscando preservar la legitimidad política. Cada país asiático enfrentara cambios políticos con enfoques particulares.

II) Menos probables. Levantamientos políticos de grandes proporciones. Descartando la posibilidad de grandes revoluciones políticas.

III) Escenario Improbable. Estancamiento político de los regímenes asiáticos. Ya sea por demandas de clases medias o por extrema desigualdad.

Factores de estabilización de Asia. Política con cultura de pragmatismo y por otra parte una fuerte confianza cultural.

-Retos ambientales y energéticos:

En el corto plazo ni China ni India lograrán disminuir su dependencia de las plantas de carbón. No obstante, ambas pretenden reducir emisiones de gases de efecto invernadero por distintas formas de energía alternativas: China por los mercados de energía verde (solar, eólica, hidráulica), la India principalmente en la energía eólica (p. 306-307).

El principal incentivo de los países asiáticos “será el deseo de reducir su dependencia del petróleo importado” (p. 307) en un contexto donde Estados Unidos va encaminado a su propia autosuficiencia energética gracias al gas esquisto. Un factor que restará velocidad a la transición es la tecnología. Punto débil que comparte con América Latina, deberían cooperar entre sí.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

1. Los tres escenarios (esencial)

2. Por qué Asía está hoy en ascenso

3. ¿Por qué Occidente no está celebrando?

4. Desoccidentalización: el regreso de la historia

5. ¿Incompetencia de Occidente, competencia de Asia?

6. Prerrequisitos para el liderazgo mundial: principios, asociaciones y pragmatismo

Epílogo a la edición en español (esencial)

Nexo con el tema que estudiamos: 

Mirando desde las últimas décadas, y más aún desde la crisis 2008-2009, las relaciones capitalistas entre los distintos estados nacionales se han mantenido en una constante modificación, con implicaciones en el orden sistémico actual.

El argumento del autor reconoce la importancia del papel primordial que jugará la toma de posición de dicha llamada zona “Occidental”, considerada por Estados Unidos y Europa como bloque, en la configuración de la reestructuración actual del orden mundial y su hegemonía. Por otro lado, la forma en la que se ha adaptado lo “occidental” en Asia y su más reciente auge económico como consecuencia directa, impulsan al autor a sostener que Asia liderará la modernidad en el siglo XXI.

El ascenso de Asia es caracterizado como parte de la occidentalización planetaria. Se trata de una adaptación y un recambio en el orden internacional. Conforme se rompen las estructuras tradicionales y se crean mayores posibilidades de acceso a la riqueza material, las realidades demográficas empujarán al cambio internacional.

A las realidades demográficas, se suman las capacidades productivas y la mayor capacidad de adaptación a la competencia que muestran las economías asiáticas, como elementos del ascenso de Asia en la jerarquía mundial. "Desprenderse" del consenso de Washington es esencial para avanzar en la competencia, abriendo espacios para nuevas formas de intervención estatal.

La tesis del autor se adscribe a la llamada interdependencia, prácticamente en bancarrota frente a la continuidad del estancamiento y la creciente competencia. Quizá por el tiempo transcurrido desde la publicación, el autor no toma en cuenta el recrudecimiento de las tendencias entre China y Estados Unidos, abriendo la posibilidad de un dislocamiento del mercado mundial.

EL principal interés es abrir el panorama sobre los efectos desiguales de la "globalización" para las élites y los pueblos de Occidente y Asia.