A diferencia del plan contra la COVID-19 de 1.9 billones (trillion, en inglés) de dólares, que fue financiado casi enteramente con deuda pública, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, quiere que su plan de infraestructura de 2 billones de dólares dado a conocer recientemente sea financiado con impuestos. Desafortunadamente para las compañías americanas, la Casa Blanca ve en ellas al objetivo perfecto.

Durante su campaña presidencial, Joe Biden planteó una revocación de los recortes de impuestos de Trump, los cuales rebajaron la tasa de impuestos para corporaciones de 35% a 21%. Al nuevo presidente le gustaría subir esta tasa a 28%; sin embargo, esto solo recaudaría 900 mil millones de dólares, 1.1 billones de dólares menos de lo necesario, de acuerdo con cálculos del Modelo de Presupuesto de Penn Wharton.

Una parte de este faltante vendría de cobrar un impuesto a las utilidades en el extranjero de las compañías estadounidenses. La tasa impositiva se duplicaría, de 10.5% a 21%. También se eliminaría la deducción por ingresos en el extranjero obtenidos de activos intangibles con base en Estados Unidos, como la propiedad intelectual. Juntos, estos cambios traerían 1 billón de dólares en la próxima década, periodo cubierto por el plan en infraestructura de 2 billones de dólares.

Por otra parte, un nuevo impuesto mínimo de 15% para las más grandes corporaciones sobre los ingresos en el libro de estados financieros mostrado a los inversionistas recaudaría otros 184 mil millones de dólares.

Esta propuesta planea revertir dos tendencias. En primer lugar, la creciente cuota de ingresos de empresas multinacionales que pasan a través de paraísos fiscales (60% de las ganancias en el extranjero en 2020, contra 30% en el 2000). En segundo lugar, la reducción en la recolección de impuestos corporativos como un porcentaje del Producto Interno Bruto (1%, comparado con 2% antes de los recortes a los impuestos durante la administración Trump, un porcentaje muy inferior al 3% que es el promedio para otros países ricos).

Con estos cambios, el costo de ser una empresa multinacional estadounidense aumentaría considerablemente. Por esa razón, Janet Yellen, secretaría del Tesoro de Estados Unidos, ha empezado a abogar por un impuesto mínimo global, aunque la tasa mínima propuesta de 12.5% está muy por debajo de la tasa nacional propuesta por Biden.

La propuesta inicial que busca hacer cambios sobre las tasas impositivas no pasará por el Congreso sin modificaciones. Los Republicanos no estarán dispuestos a apoyar tal plan, lo que significa que un mínimo desacuerdo entre Demócratas podría provocar grandes cambios al plan original.