Social Ecological Economics

Cita: 

Spash, Clive [2020], "Social Ecological Economics", Clive Spash (editor), Routledge Handbook of Ecological Economics. Nature and Society, London, Routledge, pp.3-16.

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
La economía social ecológica y las alternativas al capitalismo
Idea principal: 

Clive L. Spash es un economista ecológico. Actualmente ocupa el cargo de Presidente de Políticas Públicas y Gobernanza en la Universidad de Economía y Negocios de Viena.


En este artículo el autor presenta la manera en la que la Económica Social Ecológica (ESE) se encuentra dentro de los postulados de la Económica ecológica (EE), pero sobre todo en qué aspectos se distingue de ella. Pues a diferencia de está última, que ha tendido a identificarse cada vez más con la "economía formal”, la ESE reconoce la importancia de la economía política, la ecología social y el papel de las instituciones para reconocer la forma en la que el sistema económico se relaciona con la naturaleza.

Aunque en un principio la EE se basó en la importancia de colocar a la economía dentro de sus límites biofísicos, al tiempo que se preocupaba por los fracasos de la política económica para abordar el impacto ambiental y la conducta ética de la estructura económica existente, la progresiva neoliberalización de la sociedad ha impulsado un discurso de política ambiental basado en el estrecho lenguaje de la economía formal y las finanzas. De este modo, el rumbo se ha perdido debido a la aparente necesidad del pragmatismo en la adopción de conceptos económicos formales, convirtiendo así a la naturaleza en capital y llevando a que la meta final –mal definida– de la EE se convirtiera en la eficiencia económica en lugar de un juicio ético explícito.

En ese sentido, uno de los resultados de la neoliberalización del ambientalismo y de la adopción de conceptos de la economía formal, es el aumento de la pseudociencia que utiliza aspectos de las ciencias sociales que parezcan convenientes, y los convierten en cifras monetarias para poder llegar a los tomadores de decisiones y al público en general. Así, se minimiza la importancia de las ciencias sociales y se tratan como complemento de la ciencia natural supuestamente objetiva.

De esta manera, en lugar de avanzar en la unificación de la comprensión de lo biofísico, lo social y lo económico, lo que se ha observado es el dominio de lo social y lo biofísico por un discurso cerrado que reduce todo al intercambio en el mercado.

Por el contrario, la ESE intenta hacer un llamado a la reunificación interdisciplinaria de diferentes conocimientos. Lo social implica la necesidad de comprender cómo operan los seres humanos y las sociedades que componen; esto daría una idea de las crisis en las que el sistema actual tiene sumergido al mundo. Por otro lado, la EE no tiene una teoría social coherente y de conexión con otros científicos sociales, llevando a los economistas ecológicos a minimizar e incluso ridiculizar la relevancia de lo social al verse amenazados por esta.

De esta forma, el autor explica cómo se ha consolidado el pensamiento dominante de la EE y cómo este ha omitido y ocultado las fallas en la economía. Esto lleva a la necesidad de encontrar alternativas a la teoría de la economía formal, así como al sistema económico actual. Finalmente, el autor plantea la razón por la cual la economía debería entenderse como una economía de ecología social en términos biofísicos y sociales.

La economía moderna como distracción de la realidad

La economía, como disciplina, se ha convertido en un campo prescriptivo que se define a sí misma por su método, más que por su contenido o por su objeto de estudio. De esta manera, el economista actual se abstrae de la realidad empleando símbolos matemáticos y conceptos. Los economistas hacen recomendaciones a la sociedad sobre la base de una disciplina que no tiene una teoría de la sociedad, ni siquiera una concepción de estructura social; sólo consideran a la sociedad como una agregación de agentes individuales, en la que cada uno persigue sus propios intereses.

Por el lado de la microeconomía, la cual se basa en el utilitarismo de preferencias, considera a los humanos como máquinas en cuyas decisiones no están implicadas las emociones. Así se ha creado un Homo Economicus que maximiza la utilidad y la ganancia económica sobre cualquier otro tipo de preferencia.

Así la microeconomía omite a todos los posibles involucrados en el proceso de producción y que influyen en la devastación del ambiente, como podrían ser las corporaciones multinacionales. La microeconomía considera que las empresas son agentes neutrales de la producción, que sólo están al servicio del consumidor, absolviendo así de responsabilidad ética a los agentes económicos.

Por su parte, la macroeconomía también resulta irreal y defectuosa intrínsecamente. En dicho modelo predomina un sistema cerrado, sin entradas ni salidas de materia o energía, sólo existe un flujo de bienes y servicios entre empresas y personas. Las personas demandan bienes, las empresas los proporcionan, presuponiendo así que el intercambio puede continuar infinitamente, creando así una economía utópica de producción en la cual el crecimiento y la acumulación de capital es lo más importante.

Comprender a la economía desde estos presupuestos, es lo que permite que sea inofensiva para los intereses clave en el poder. La élite política, los ricos y las corporaciones multinacionales, pueden usar esos modelos y conceptos para justificar afirmaciones ideológicas como: todo está bien en el mundo, los ricos merecen su riqueza, los mercados erradicarán la pobreza, etc. En la medida en que se define a la economía de mercado como la forma mas elevada de la evolución humana, parece justificado el lema ampliamente usado de “no hay alternativa”: lo que tenemos es lo mejor que existe.

La economía social ecológica

Para el autor, es fundamental responder la pregunta: ¿Cuál es el objetivo de la economía? El menciona que aunque la respuesta típica gira en torno a la asignación eficiente de recursos, la economía formal ha simplificado aún más esta explicación a través de reducir lo que significa la producción, considerando únicamente lo que hace una empresa individual. En ese sentido, la gama de actores que participan en el proceso económico de la sociedad tampoco se puede reducir a meros consumidores, sino que se debe involucrar a los gobiernos en su múltiples niveles, al ejército, a las empresas en su conjunto, a los grupos sociales, así como a los individuos. Es decir, se debe considerar que existe una mayor complejidad social cuyas instituciones crean, preservan y destruyen valores en la sociedad. De esta manera, lo que esta permitido o restringido en el proceso social de uso de materiales y energía determina la forma en la que la económica interactúa con el ambiente.

La economía biofísica

En este apartado el autor analiza cómo el metabolismo social ha cambiado a lo largo de la historia de la humanidad, teniendo un punto importante después de la segunda guerra mundial con el inicio de una economía basada en los hidrocarburos.

El concepto de metabolismo ha sido utilizado en EE y en ecología industrial, y se ha entendido como la necesidad de cualquier sociedad humana de captar materiales y energía de la misma forma en que lo haría cualquier organismo biológico. Así, mientras las sociedades anteriores tenían un metabolismo con un bajo nivel de entropía, la sociedad capitalista actual tiene un alto nivel entrópico al utilizar cada vez más recursos y cada vez mas energía para su reproducción.

De esta forma, dado que la materia no puede más que transformarse, todo lo que la economía capitalista genera desechos de igual magnitud, pero cualitativamente diferentes; esto es lo que la sociedad denomina desperdicio o basura, y que se va a la tierra, el aire o el agua. Así, la contaminación es una parte inevitable del proceso de producción, no un elemento evitable; la llamada “externalidad” no desaparece a través del mecanismo de precios.

El continuo crecimiento de la economía acumulativa del capital genera inestabilidad al destruir aquello mismo de lo que depende: la naturaleza. No obstante, no sólo se afecta a la naturaleza, sino también a los pobres, los marginados, indígenas y a las formas de vida no humana. Sin embargo, un sistema obsesionado por los flujos financieros deja de lado la realidad social.

La economía social

Aquí el autor afirma que una economía no puede no ser social. La economía no puede existir si no hay de por medido un contexto social; sin embargo, la economía dominante a menudo afirma que la economía se encuentra externa a la sociedad. Debido a esto, la economía se diseña sin tener idea de si será de alguna utilidad práctica para la humanidad, además de que se ignoran las implicaciones políticas y sociales de la actividad económica.

Para el autor es necesario rechazar este enfoque, pues el motor económico no tiene sentido fuera del contexto social y no puede ser un objeto de estudio independiente a la sociedad. Por tanto, todo lo que ocurre en una economía, por ejemplo el transporte de las mercancías y su distribución, no pueden ser tomadas de manera mecánica o aislada, pues deben considerarse los factores sociales y las relaciones que implican que los procesos sean de una manera y no de otra, tales como el papel de los gobiernos, las empresas y los consumidores de dichas mercancías.

Direcciones futuras

Los economistas sociales ecológicos suelen tener mayor afinidad con comunidades y movimientos que buscan una verdadera transformación ecológico-social en el mundo y por lo tanto observan el activismo como una parte esencial de la EE. En ese sentido, la ESE tiene una responsabilidad al actuar sobre la información que obtiene a través de la investigación.

Lo social debe incluir tanto lo cultural como lo político, ya que sin esto la economía no puede ser entendida ni realizada, por tanto se necesita de una economía crítica para analizar las convenciones normas, prácticas y relaciones que la humanidad utiliza para coordinar toda interacción social. Por tanto, se hace un llamado por volver a las raíces de la preocupación sobre cómo está organizada la sociedad y la dirección que toma como resultado; un llamado a la crítica de los economistas y otros científicos sociales que ignoran la realidad ambiental y biofísica.

El camino futuro deberá consistir en una ciencia que pueda combinar lo social, lo ecológico y lo económico, y que construya alternativas al crecimiento de la acumulación capitalista basada en la explotación del ser humano y de la naturaleza. Así, la transformación social-ecológica radical de la economía actual requiere de la identificación de las cosas y principios fundamentales importantes.

Conclusión

El autor concluye que la ESE debe explicar cómo y porqué la forma moderna de producción y consumo es socialmente injusta y ecológicamente insostenible. El paso siguiente es desarrollar las bases teóricas para estructuras alternativas que den pie a una transformación ecológica radical. Pues “solo hay alternativas”

Trabajo de Fuentes: 

Georgescu-Roegen, N. [2009 (1975)], "Energy and Economic Myths", Spash, Clive (ed.), Ecological Economics: Critical Concepts in the Environment, 4 Volumes, Routledge, London, pp. 328–373.

Kapp, K.W. [1978], The Social Costs of Business Enterprise, Spokesman, Nottingham.

Spash, Clive L. [2011], "Social ecological economics: Understanding the past to see the future", American Journal of Economics and Sociology, 70 (2): 340–375.

Spash, C.L. [2013], "The shallow or the deep ecological economics movement?", Ecological Economics, 93: 351–362.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Una de las herramientas que el capitalismo ha utilizado para justificar sus actos ha sido la academia, en especial a través de disciplinas como la economía. En ese sentido, al presentar sus investigaciones como justificación del actuar de las empresas y otros actores capitalistas, la economía ambiental ha fungido como principal instrumento ideológico del capitalismo en temas ambientales.

Para el autor es fundamental trascender la visión mecánica de la economía formal, porque precisamente esto es lo que ocasiona que el capitalismo consiga justificar sus actos, los cuales son poco éticos tanto con la naturaleza como con el mismo ser humano. En ese sentido, es necesario hacer una ciencia social interdisciplinaria que tome en cuenta no sólo los aspectos biofísicos de la destrucción del ambiente, sino que también sea crítica con la forma de sociedad actual, y que tome en cuenta todos los aspectos sociales que median los procesos productivos y de consumo que afectan directamente el bienestar humano y deterioran la naturaleza.