Pandemia y colapso sistémico

Cita: 

González Reyes, Luis [2021], "Pandemia y colapso sistémico", Daiana Melón y Mariana Relli Ugartamendía (coordinadoras), Geografías del conflicto. Crisis civilizatoria, resistencias y construcciones populares en la periferia capitalista, Buenos Aires, Muchos Mundos, pp. 21-26, https://muchosmundosediciones.files.wordpress.com/2021/05/geografias-del...

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
La pandemia por COVID-19 y la crisis multimodal del capitalismo global
Idea principal: 

Luis González Reyes es doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la organización española “Ecologistas en Acción”.


La pandemia de COVID-19 y otros fenómenos ocurridos en 2020 han evidenciado las “múltiples vulnerabilidades del capitalismo global” y su inminente colapso. Estos fenómenos por sí solos no “generan el colapso del sistema, sino que son un punto de inflexión de ese proceso”.

Complejidad, vulnerabilidad y pandemia

En una situación de estrés muy fuerte tal como la pandemia por COVID-19, queda de manifiesto la excesiva complejidad del sistema capitalista. De acuerdo con el autor, dicha complejidad puede evaluarse a partir de cuatro indicadores. El primero refiere al grado de interconexión de los nodos del sistema (las personas en el caso de las sociedades); el segundo, al nivel de su especialización; el tercero, al número de nodos (la cantidad de población); el cuarto, a la cantidad, calidad y topografía de la información que circula. Luis González Reyes aborda los cuatro indicadores para demostrar la relación entre la pandemia y la vulnerabilidad del capitalismo global.

Dado el alto nivel de interconexión del capitalismo global, los problemas pueden propagarse con mucha mayor rapidez. Si bien, la interconexión también facilita que la ayuda requerida ante cualquier circunstancia se distribuya con mayor facilidad, la emergencia sanitaria demostró “que la vulnerabilidad es cualitativamente mayor”.

Asimismo, el sistema cuenta con un alto nivel de especialización con relación a las actividades de las personas en diferentes territorios. De esta forma, no existe la autonomía económica, por lo cual la vulnerabilidad se acrecienta dado que ningún país es capaz de producir por sí solo los insumos y bienes necesarios para afrontar e impedir la propagación del virus causante de la pandemia. Además, la cantidad de población que se concentra mayoritariamente en centros urbanos alrededor del mundo, facilitó igualmente la propagación y la mutación del COVID-19.

En cuanto a la cantidad, calidad y topografía de la información que circula, la coyuntura por la pandemia evidenció que en las redes sociales hay un alto porcentaje de “fake news” que favorece la “desorientación” y “manipulación de las masas”.

Otro argumento del autor es que durante la pandemia también se demostraron los límites de la innovación científica, lo cual refutó el imaginario social en cuanto a la omnipotencia que otorga la tecnología al ser humano. Uno de los límites centrales de la innovación científica es la cantidad de materia y energía necesaria para su desarrollo en medio de la “crisis múltiple” que atraviesa el sistema.

No obstante, durante los últimos años la transformación de energía en tecnología ha permitido enfrentar diversos desafíos con relación al cambio climático y la propagación de enfermedades que pueden derivar en epidemias o pandemias. Aún con esta transformación, “la tecnología no genera soluciones inmediatas”. Ejemplo de ello es el tiempo necesario para el diseño, producción y distribución de vacunas.

Estrés sistémico y pandemia

La crisis energética y material, la disrupción ecosistémica, el cambio climático o las sociedades inmersas en altos niveles de desigualdad, dan cuenta de que el sistema socioeconómico actual no sólo es vulnerable, sino que enfrenta diversas situaciones de estrés. Dada la destrucción de los hábitat de animales silvestres y, por tanto, un mayor contacto con dicha fauna, así como el alto hacinamiento de animales por la industria ganadera, el disturbio ambiental ha contribuido a la aparición y propagación de nuevas enfermedades en los seres humanos.

Por otra parte, “el cambio climático somete a estrés a múltiples facetas del sistema”. Una faceta en estrés es la sanitaria debido a que el cambio climático ha propiciado la extensión de diferentes vectores y patógenos aún con resultados impredecibles. Otra faceta en estrés es la hídrica derivada de “las olas de calor o la mayor frecuencia de lluvias torrenciales”, así como el desabasto o las sequías.

La desigualdad entre distintas sociedades también constituye una faceta en estrés. Las condiciones sanitarias deplorables en muchas comunidades facilitan la extensión de la pandemia y profundizan sus efectos. “Estas clases empobrecidas son estructurales al sistema”.

Fracaso del neoliberalismo, la globalización y el Estado

La expansión de la complejidad social y “la primacía neoliberal se ha expresado de múltiples formas”. Una expresión ha sido mediante la privatización de los servicios públicos y la destrucción de “lo común” a través de la ideología del individualismo, lo que genera “un incremento del estrés sistémico” ante el contexto de la pandemia. El confinamiento ha producido estrés debido a la falta de socialización y se ha puesto en entredicho el individualismo que hemos perpetuado.

Las fallas de la globalización se amplían y expanden debido a que el sistema funciona como un todo interconectado: “esta interrelación está articulada en varios nodos centrales cuya malfunción pone en especiales aprietos al resto del sistema”.

Un nodo central es el sector financiero. Todo el sistema económico está basado en la deuda. Para afrontar y reducir la gravedad de la crisis financiera de 2008 se implementaron políticas monetarias ultraexpansivas. Actualmente se están “redoblando estas medidas” a pesar de los bajos tipos de interés y los altos niveles de deuda en todo el mundo, creando una “burbuja financiera cada vez es mayor y su estallido inevitable más devastador”.

Las ciudades constituyen otro nodo fundamental para el sistema debido a la concentración de población y creación de capital. Sin embargo, las ciudades son altamente vulnerables principalmente porque su funcionamiento depende del consumo de bienes y servicios provenientes de las periferias. La posibilidad de la interrupción del suministro de estos bienes y servicios manifiesta lo endeble de las ciudades.

El sector energético también es un nodo central del sistema. Dicho sector depende fuertemente de los combustibles fósiles. Actualmente, “los precios del petróleo no permiten el sostenimiento de una parte importante de la industria hidrocarburífera”, lo que genera que muchas empresas del sector tengan riesgo de cerrar y, por tanto, podría generar un déficit de energía y afectar otros sectores dependientes de combustibles fósiles.

Si bien el Estado ha mostrado “una imagen de relativa fortaleza y garantía de estabilidad”, en realidad la pandemia ha permitido visualizar el fracaso del Estado como forma de organización social. La fuerte dependencia de los Estados con relación a los mercados financieros y los impuestos ha generado diversas situaciones de estrés en un contexto permeado por la desaceleración económica y la destrucción ambiental.

La opción menos mala

El triaje[1], entendido como “la elección de qué paciente recibirá más atención en función de sus posibilidades de supervivencia”, es una de las consecuencias de las decisiones políticas del neoliberalismo. En realidad, “todas las opciones que tenemos por delante distan de ser óptimas”, razón por la cual el “desmoronamiento sistémico” implica necesariamente “sufrimiento social”.

De acuerdo con el autor, “la opción menos mala” para las mayorías sociales es que la economía esté en armonía con los ecosistemas, “sea marcadamente local, y realice un consumo material y energético acorde con lo disponible en el planeta”, al mismo tiempo que redistribuya la riqueza y logre la autonomía social.

Para concluir, González Reyes menciona que en el contexto en el cual el sistema “sociocida y ecocida” está colapsando, la esperanza en “nuestra capacidad para aprovechar las oportunidades” se torna crucial para lograr un mundo más “justo, democrático y sostenible”.


[1] Método de selección y clasificación de pacientes empleado en la enfermería y la medicina de emergencias y desastres [nota de las coordinadoras].

Nexo con el tema que estudiamos: 

El presente capítulo analiza las transformaciones del capitalismo contemporáneo enmarcadas en la crisis provocada por la pandemia de COVID-19. El colapso sistémico comprende dimensiones del quiebre ambiental, energético, tecnológico, la crisis sanitaria, y la crisis política y social. Se trata de una crisis multimodal y sus diversos aspectos se retroalimentan y someten al sistema a diversas situaciones de estrés. De la crisis sanitaria deriva la crisis económica en tanto las actividades económicas se ralentizan y la generación de ganancias en algunos sectores se reduce o incluso generan pérdidas.

Además de aportar argumentos acerca de la inminencia de mayores quiebres en diversos órdenes del sistema, González Reyes apunta el tema del carácter de las opciones delante nuestro: la opción menos mala y el inevitable sufrimiento que se dibuja en el horizonte.