Naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición. Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía

Cita: 

Acosta, Alberto y John Cajas [2021], "Naturaleza, economía y subversión epistémica para la transición. Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía", Griselda Günter y Monika Meireles (coordinadoras), Voces Latinoamericanas. Mercantilización de la naturaleza y resistencia social, México, UAM-Xochimilco, pp. 23-64, http://dcsh.xoc.uam.mx/repdig/index.php/libros-dcsh/politica-y-cultura/i...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
La desmercantilización de la naturaleza y la realidad social para la construcción de una sociedad post-capitalista
Idea principal: 

Alberto Acosta es un economista y político ecuatoriano, Juez del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, exministro de Energía y Minas, y expresidente de la Asamblea Constituyente, la cual redactó una nueva Constitución en Ecuador.

John Cajas-Guijarro es economista, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Central de Ecuador.


Introducción

Las “ciencias económicas” ortodoxas y heterodoxas han propiciado que se visualice a todo lo que se encuentre en el mundo natural como una mercancía. La mercantilización de la Naturaleza tuvo lugar antes del surgimiento y consolidación del capitalismo. No obstante, es bajo este modelo económico que se “da a escala ampliada por el crecimiento económico-material empujado de forma permanente ante las ansías de la acumulación del capital” (p. 25).

La vieja economía política fisiócrata-clásica visualizaba a la Naturaleza desde varias nociones: como “un agente justificador de un orden natural aristocrático (François Quesnay); un pasivo proveedor de insumos para la producción (Adam Smith, David Ricardo); un ente en permanente oposición al ser humano (Roberto Malthus); una entidad malévola (Nassau Senior) y hasta irracional (John Stuart Mill)” (p. 23).

Con el concepto “metabolismo social-natural” de Karl Marx es posible plantear una crítica a la vieja economía política. Dicho concepto sirve de base para comprender la “ruptura metabólica” que es provocada por la acumulación capitalista a través de la mercantilización y explotación de la fuerza de trabajo y la Naturaleza.

Los pensamientos marginalistas y neoclásicos resultaron “victoriosos” después de la confrontación entre la vieja economía política y la crítica de Marx. El pensamiento neoclásico mercantilizó “acelerada y masivamente” a la Naturaleza, ya que se visualiza como “proveedora de insumos y espacio de almacenamiento de desechos” (p. 26).

Los derechos de la Naturaleza surgen como una forma de hacer frente a la mercantilización del mundo natural. Dado que una de las premisas del capitalismo es “buscar la mercantilización de prácticamente toda dimensión humana y natural” (p. 26), las confrontaciones para evitar la reducción de la Naturaleza como mercancía sólo pueden gestarse desde la idea de un post-capitalismo. Al ser la Naturaleza sujeto de derechos, es necesario replantear la forma de entender a la sociedad y la economía. Sólo de esta manera podrían encontrarse los “fundamentos biométricos” que hagan posible la construcción de una post-economía.

De acuerdo con los autores, la post-economía refiere a un “pensamiento social transitorio” que deje de lado los postulados de las “ciencias económicas” y su pretensión “imperial”. De esta forma, tendría lugar una civilización post-capitalista en donde se replantee la compleja dialéctica entre los seres humanos y la Naturaleza como pluriverso; es decir “un mundo donde quepan muchos mundos”, o bien, “mundos y saberes construidos sobre la base de los diferentes compromisos ontológicos, configuraciones epistémicas y prácticas del ser, saber y hacer” (pp. 26-27).

Los autores plantean la construcción del pluriverso desde la post-economía, la incorporación de otros pensamientos sociales y la crítica a las corrientes económicas. La transición al pluriverso representa una “propuesta de subversión epistémica”, en donde la post-economía jugaría un papel muy importante para retomar el “metabolismo social-natural” y romper con la lógica capitalista de valorizar el capital. Asimismo, para construir la post-economía es necesario enlazar críticamente 1) el análisis de la (des)evolución de la concepción de la Naturaleza en el pensamiento económico, 2) el análisis de los derechos de la Naturaleza como oposición directa a la mercantilización del mundo natural y 3) el análisis del conocimiento vivencial del mundo indígena y sus propuestas decoloniales (p. 27).

Del progreso torturador a la economía de la Naturaleza

Desde sus orígenes, las ciencias económicas han estado permeadas por el antropocentrismo y han visto a la Naturaleza como una mercancía y sinónimo de la idea de progreso dentro del pensamiento occidental. De acuerdo con los autores, las primeras nociones del concepto de progreso se encuentran en el pensamiento del filósofo griego Hesíodo (circa 700 a.C.). La concepción de progreso fue modificándose conforme el desarrollo de la filosofía-teología de la edad antigua y media. Dentro de este desarrollo de la filosofía se encuentra el pensamiento de San Agustín, entendiendo la noción de progreso como “un futuro estado terrenal en el cual el hombre podría librarse de las fatigas y tormentos de tiempos pasados y conocería, por primera vez, el paraíso terrenal” (p. 28).

La Naturaleza debería ser “dominada” o “superada” si se quería alcanzar ese “paraíso terrenal”. Bajo esta concepción pensadores como Francis Bacon y René Descartes plantearon la posesión de la Naturaleza como el medio para la adquisición de conocimiento, poder y progreso. En caso contrario, Baruch Spinoza plantea que la unidad Naturaleza-Dios “produce sus efectos dentro de sí misma”(immanens), “de modo que la creación o ‘naturaleza naturada’ (natura naturata) se encuentra dentro de su creador o ‘naturaleza naturando’ (natura naturans)” (p. 29).

En esta línea, otros autores como Robert Boyle, John Ray y Carl Linnaeus concibieron a Dios como el creador y diseñador de la Naturaleza y plantearon que el ser humano debería considerarse parte de la Naturaleza y no tratar de dominarla o poseerla al posicionarse por encima de ésta.

De acuerdo con los autores, los precedentes filosóficos con relación a la idea de “progreso” y “orden divino” sentaron las bases para que los pensadores de la vieja economía política fisiócrata-clásica no vieran “al ‘sistema económico’ como una entidad separada de la Naturaleza” (p. 30). Estos pensadores mantuvieron una visión antropocéntrica y colocaron la noción de progreso por encima del mundo natural propiciando los orígenes de la noción de mercantilizar a la Naturaleza.

Una mención especial

Hans-Carl von Carlowitz fue el primero en hacer referencia al concepto de “sustentabilidad” de forma escrita. En su libro Silvicultura oeconomica (1713) plasmó su visión no antropocéntrica al considerar necesario la protección de los bosques defendiendo la “diversidad e integridad de los sistemas ecológicos”. Asimismo, se opuso a la colonización y la explotación de recursos naturales en los territorios colonizados.

Antecedentes a la desnaturalización en la vieja economía política

El principal objeto de estudio de la vieja economía política fisiócrata y clásica nunca se centró en la Naturaleza. No obstante, es posible ubicar algunos planteamientos del mundo natural realizados por autores de esta corriente de pensamiento. En la corriente fisiócrata destacan los planteamientos de François Quesnay al considerar a la riqueza como “un regalo de la Naturaleza”, específicamente de la agricultura (p. 32). De acuerdo con este autor, la riqueza crecía a través de la Naturaleza y no del comercio. Planteó la visión del laissez faire, laissez passer (“dejar hacer, dejar pasar”) y con ello la libertad económica limitada al comercio agrícola que seguía un “orden natural”.

El concepto de Naturaleza adquiere diversos matices en el pensamiento clásico. Adam Smith, en su Teoría de los sentimientos morales (1759) “sugirió que los dos grandes propósitos de la Naturaleza son el apoyo al individuo y la propagación tanto de la especie humana como de todas las demás especies”[1]. Asimismo, de acuerdo con Smith, el mundo, incluido el sistema económico, “se encuentra regido por una fuerza natural armoniosa análoga a ‘La Providencia’ –y cercana a la ‘mano invisible’– la cual mostraba sus designios a través de la Naturaleza” (p. 33). Smith rompió con el pensamiento fisiócrata al considerar que la agricultura no era el único trabajo productivo, sino también todo trabajo que produjera bienes duraderos. Smith visualiza que la Naturaleza cumple un papel pasivo dentro de la producción si se toma en cuenta al trabajo humano. Así, el mundo natural tiene un papel secundario en la economía. La acumulación de capital es la principal forma en la cual se obtiene riqueza.

Por otra parte, Thomas Malthus en su Ensayo sobre el principio de la población (1798) planteó que el vínculo entre la Naturaleza y la Humanidad estaba permeado por la confrontación debido a la voluntad de Dios. Así, se visualiza que la Naturaleza debe superarse y que el “sistema económico” se encuentra regido por el “orden natural”, en donde la agricultura es concebida como la única fuente de riqueza.

Por su parte, David Ricardo planteó que “los salarios y las ganancias en términos agregados son limitados por la Naturaleza, en concreto por las cosechas anuales” (p. 35). En contraposición a lo planteado por Smith, de acuerdo con David Ricardo la Naturaleza adquiere un papel fundamental en la manufactura debido a que brinda energía y potencia mecánica de forma “generosa y gratuita”. Para Ricardo, la renta de la tierra representaba una “institución injusta” debido a que la tierra es un “regalo del mundo natural”.

Nassau Senior consideró que “con el progreso de la civilización, los alimentos crecerían en mayor magnitud que la población”. Además, planteó que el pago de la renta constituía una “recompensa” para aquellos que tenían la posesión de esos “agentes naturales” representando “una forma de justificar que el ‘orden natural’ no tiene porqué ser benévolo o justo” (p. 36).

De acuerdo con John Stuart Mill la Naturaleza provee las fuerzas que se necesitan para realizar la producción y el trabajo humano cambia la forma como los objetos se juntan entre sí. Así, la Naturaleza es vital para todas las actividades. Según Mill “la economía política es esencialmente una ciencia mental ante que una ciencia material” (pp. 36-37). Sin embargo, posteriormente el planteamiento de Stuart Mill distaba de esta forma de entender la Naturaleza y por ello plasmó una oposición directa a seguir el “orden natural” al describir como “irracional” la idea de que “el ser humano ‘debe seguir’ el curso de la Naturaleza (o ‘La Providencia’ o la ‘mano invisible’)” (p. 37). Por el contrario, el ser humano debía “conquistar” la Naturaleza. Asimismo, el pensamiento de Mill sentó las bases de la economía estacionaria y la “desnaturalización” de la economía política, lo cual dio pauta al estudio separado entre la economía y el mundo natural.

Marx y el “metabolismo social-natural”

Después de los clásicos, se plantearon dos interpretaciones de la Naturaleza en el pensamiento económico. Por un lado, se encuentra la crítica a la economía política por Karl Marx y, por otro, se encuentra la interpretación de los pensadores marginalistas y el surgimiento de la economía neoclásica.

Los Cuadernos de París de Marx plantea que “Humanidad y Naturaleza conforman una unidad que es trastocada por el proceso de alienación del trabajo, así como por la mercantilización de la propia Naturaleza” (p. 38). La Naturaleza, según el pensamiento de Marx, es la primera condición objetiva del trabajo y es el “cuerpo inorgánico” del trabajador. De esta manera, cuando se da la alineación del trabajo y se separa al productor de sus condiciones de producción “la unidad Naturaleza-Humanidad se trastoca y emerge un mundo cosificado ajeno al control humano” (p. 38). Dicho trastocamiento tiene lugar en modo de producción capitalista, pues éste niega la relación entre seres humanos y Naturaleza. Existen cuatro formas en la alineación del trabajo en el capitalismo: 1) alienación respecto al objeto creado por el trabajo; 2) alienación respecto al trabajo; 3) alienación respecto a la especie humana y 4) alienación respecto al propio ser humano.

En la obra La ideología alemana (1845-1846) Marx y Engels plantean que no puede concebirse la separación total entre la Naturaleza y los seres humanos. En realidad, según sus planteamientos, la “Naturaleza y Humanidad conforman una sola unidad dialéctica y materialista” (p. 39). La producción está condicionada por los factores naturales y materiales y, por esta razón,los seres humanos modifican a la Naturaleza. Con el concepto de “metabolismo”, Marx estudia este vínculo dialéctico que propicia un trastocamiento de la unidad Naturaleza-Humanidad. Con el concepto de “metabolismo” Marx plantea una “crítica al poder del dinero y a su carácter de clase”. Las personas que tienen mayores ingresos cuentan con una mayor capacidad para acceder a “interacciones metabólicas” (p. 40).

El planteamiento del concepto de “metabolismo” de manera más general y sistemática se encuentra en los Grundrisse (1857-58), en donde Marx interpretó la “interacción metabólica entre los seres humanos y la Naturaleza”, el “metabolismo social” y el “metabolismo de la Naturaleza”. El “metabolismo entre seres humanos y Naturaleza” se materializa en tres etapas de la producción: la obtención de materias primas, de medios de producción y el propio trabajo humano, lo cual refleja el vínculo mediado a partir del trabajo y la producción. Marx utilizó el término de “metabolismo de la sociedad” para entender el intercambio de mercancías planteando una analogía entre “la circulación de mercancía con la circulación sanguínea en un organismo vivo”. Finalmente, el “metabolismo de la Naturaleza” corresponde al “metabolismo que procede independientemente de la intervención humana” (p. 40).

El “metabolismo” es dinámico en la medida en que “se modifica la forma concreta en que los seres humanos producen, con lo cual se entiende que la valorización del capital se encuentra condicionado por el lado material por lo cual puede volverse “físicamente imposible”. Además, la valorización del capital “necesariamente trastoca a toda la interacción” (p. 41).

El “poder elástico del capital” permite que el capitalismo no colapse de inmediato. Este poder elástico implica la explotación de manera extensiva e intensiva de varias características del mundo material de acuerdo con las necesidades del capitalismo. Esta explotación no puede ser de manera infinita debido a que existen ciertos límites de respuesta a las perturbaciones “metabólicas”, lo cual refleja una constante tensión entre Naturaleza y capital.

La tensión entre el mundo natural y la valorización del capital propicia una “ruptura metabólica”. Esta ruptura únicamente podría superarse mediante el “surgimiento de una formación social superior al capitalismo, en la cual la propiedad privada de unos pocos grupos sobre la Tierra sea vista como algo absurdo en tanto se reconozca que nadie es dueño de la Tierra, sino que la Humanidad es sólo su beneficiaria” (p. 41). De esta manera, Marx rompe con la visión de la Naturaleza planteada por los clásicos, argumentando que la economía y la Naturaleza se encuentran estrechamente relacionadas y “que el avance de la acumulación capitalista crea rupturas “metabólicas” que pueden volverse insalvables” (p. 42).

Consolidación de las “ciencias económicas” y su mercantilización natural

La “revolución marginalista” propició la “desnaturalización” de la economía abandonando la crítica de Marx. El trabajo marginalista de William Stanley Jevons La cuestión del carbón (1865), planteó lo que suele denominarse como la “paradoja de Jevons” argumentando que “la creciente eficiencia en el uso de recursos naturales limitados no reduce su consumo, sino que más bien lo incrementa” (p. 42). Así, el pensamiento de Jevons dejó de lado la relevancia del mundo natural material en la economía. De acuerdo con Jevons, la riqueza no tenía su origen en el mundo natural, sino en los “deseos e ingenuidad de la mente humana”, atribuyendo a la Naturaleza un papel de “restricción externa”. De esta manera, para Jevons la economía no se encontraba regida por el orden natural sino por “un mercado guiado por utilidades (marginalismo), y en donde la Naturaleza se vuelve un mero recurso que puede explotarse según los requerimientos de ese mercado” (p. 43).

En esta línea, Alfred Marshall, uno de los fundadores de la economía neoclásica, completó la bifurcación del pensamiento económico y sentó las bases para los inicios de la “ciencia económica”. El pensamiento antropocentrista de Marshall rompió con la economía política y negó atención a la existencia de un “metabolismo social-natural”.

Los derechos de la Naturaleza como negación de la mercantilización natural

El carácter político de la economía y el vínculo entre Naturaleza y seres humanos quedaron ocultos ante el surgimiento de una “ciencia económica” de raíces marginalista-neoclásicas. El pensamiento económico adquirió un enfoque antropocéntrico extremo que mercantilizó y otorgó un carácter pasivo a la Naturaleza. La mercantilización de la Naturaleza generó una continua ruptura del “metabolismo” entre el mundo social y natural. Esta ruptura pone en riesgo cualquier vida dentro del planeta debido a la superación de los límites naturales y el surgimiento de la “civilización del desperdicio”.

Los Derechos de la Naturaleza surgen como una negación de la mercantilización de la Naturaleza y la mitigación de sus efectos (cambio climático, conflictos, violencia, migraciones forzadas, incremento de relaciones racistas y patriarcales, entre otros). Estos Derechos se fundamentan en los “saberes indígenas que consideran a la Madre Tierra como una verdadera madre y no como una simple metáfora” (p. 47).

La preocupación por la mercantilización del mundo natural se ha hecho presente en diversos trabajos y propuestas nacionales y globales que han reconocido a la Naturaleza como sujeto de derechos, entre los cuales destacan la Constitución de Ecuador de 2009 y la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra de 2010.

Otorgar derechos a la Naturaleza defiende la “sustentabilidad de los ecosistemas y de la vida en general” sin negar la interacción entre la actividad económica y el mundo natural. De igual forma, “el reconocimiento de la Naturaleza como sujeto de derechos en vez de un mero objeto de propiedad permite aceptar que todos los seres vivos tienen intrínsecamente igual valor ontológico aun sin ser idénticos” (p. 48).

De acuerdo con los autores, la noción de “metabolismo social-natural” es fundamental y permite argumentar que si la Naturaleza es sujeto de derechos se puede “enfrentar y hasta negar” la mercantilización del mundo natural necesaria para la acumulación capitalista. Para lograr la instrumentación de los derechos de la Naturaleza es necesario cuestionar la institucionalidad vigente, la organización de las sociedades actuales, la “ciencia económica” y “la ruptura que ésta ha instaurado entre seres humanos y Naturaleza” (p. 49).

Buscando fundamentos biocéntricos para una post-economía

La desnaturalización de la economía propició el surgimiento de “ciencias económicas” que aceptaron y promovieron la mercantilización de la Naturaleza. Ante este hecho es necesario “fomentar un epistemicidio de esas ‘ciencias económicas’, y reemplazarlas por lo que podría ser una post-economía. Los autores entienden por post-economía “no como una corriente económica más, sino como un intento sincero [...] por superar todas las corrientes económicas, recogiendo de éstas sólo aquello que garantice la vida en armonía entre los seres humanos y de éstos con la Naturaleza” [2] (p. 50).

La post-economía se puede visualizar como un pensamiento social que critica a las “ciencias económicas” y, por ello, puede contribuir en la transición hacia el pluriverso y la construcción de una economía y civilización en donde se deje de lado el antropocentrismo, reconstruyendo el “metabolismo social-natural” desde diferentes ámbitos (leyes; vida digna; relacionalidad e interacción entre la acción humana y el mundo natural: abandonar la acumulación de bienes materiales; erradicar la explotación de recursos humanos y naturales y la mercantilización de bienes comunes; dialogar con diversas culturas y saberes; “aceptar la transdisciplinariedad en la comprensión de la realidad social y natural, así como en la construcción de alternativas de transición”; “desconcentrar, redistribuir y democratizar el accesso a la riqueza, las relaciones de producción y el poder”; modificar los patrones de consumo; promover la descolonización y emancipación; abandonar la carrera por el progreso y desarrollo; optar por una economía social, solidaria, del cuidado o feminista; “reproducir la vida y no multiplicar el capital”) (pp. 51-53).

La post-economía propiciaría el reencuentro entre la Naturaleza y el ser humano al garantizar la justicia social y la desmencantilización del mundo natural. Sólo de esta forma los objetivos económicos estarían subordinados a las leyes que protegen la Naturaleza, la economía no iría en contra del respeto a la dignidad humana.

De acuerdo con Enrique Leff, la importancia que ha tomado del tema ambiental en los últimos años ha conducido a la “construcción de un nuevo derecho y de una nueva economía, a partir de una nueva ética y una nueva cultura política. Esa nueva economía debe subordinarse a la ecología y al humanismo” (p. 54). Es la Naturaleza la que establece los límites y alcances de la sustentabilidad. Si se destruye a la Naturaleza, también se destruye “la base de la economía misma”. Asimismo, con la subordinación de la economía al humanismo sería posible alcanzar una vida digna para todos los seres humanos a través del respeto al equilibrio ecológico.

En el contexto actual, la transición de “una concepción antropocéntrica a una (socio) biocéntrica”, se torna fundamental para asegurar la existencia humana en la Tierra y representa el mayor reto para la Humanidad. Es aquí en donde el objetivo de la post-economía adquiere mayor relevancia, pues ésta busca reconstruir el “metabolismo social-natural” a través de fundamentos biocéntricos en los sistemas de producción.

En la post-economía la Naturaleza dejaría de ser considerada como “un suministro ‘infinito’ de materias primas y un receptor ‘permanente’ de desechos” (p. 55). Asimismo, de acuerdo con los autores, debe suscitarse un proceso de “decrecimiento económico” en los países que son centros capitalistas y de “post-extractivismo” en los países periféricos en donde se considere que “no todo crecimiento es “bueno” per se, sino que depende de las realidades e historias sociales y ecológicas concretas de cada proceso en cada territorio” (p. 56).

El “decrecimiento económico” puede ser entendido como un principio de menor consumo y mayor duración de los objetos que se producen, de tal forma que busca “reducir de forma controlada la producción económica, pero potenciando simultáneamente incluso mayores niveles de felicidad” (p. 56).

En el contexto permeado por la superación de las “ciencias económicas” y de la civilización del capital, los derechos de la Naturaleza se tornan fundamentales para una post-economía.

Si se tiene presente que la Humanidad y la Naturaleza son iguales metabólicamente y conforman una sola unidad, es necesario un sistema de Derechos Universales que garanticen la defensa de la vida en todas sus formas y la desmercantilización de la Naturaleza.

Existen acciones concretas que pueden ser claves fundamentales para la desmercantilización de la realidad social y natural entre las cuales se encuentran: “la desprivatización del agua; [...] la restricción a los cultivos transgénicos y la eliminación de la dependencia de los campesinos a paquetes de cultivos de trasnacionales; [...] la desmaterialización y mayor eficiencia de los procesos productivos; la consolidación de la soberanía alimentaria y energética desde respuestas locales y comunitarias; la transición hacia el uso de energías limpias y renovables” (p. 57) entre otras.

Estas acciones sólo podrían materializarse en el marco de una civilización poscapitalista y sin las trampas del “desarrollo sustentable” y el “capitalismo verde” dado que “la tarea no consiste en volver ‘verde’ al capital, sino en superar al capital, superar su civilización de la desigualdad [...] y construir una nueva civilización” (p. 57). De igual forma, para la construcción del “metabolismo social-natural”, la ciencia y la técnica deben abandonar la lógica de acumulación capitalista y tendrán que ser reformuladas conforme a la garantía del respeto de los derechos humanos y de la Naturaleza. Asimismo, el acceso a los avances tecnológicos debe ser más igualitario al mismo tiempo que la ciencia, la tecnología y la economía se subordinan a la “armonía humano-natural”.

La propuesta de la transición a la post-economía no pierde de vista los actuales retos globales tales como la situación económica internacional y la paz mundial. El pluriverso conlleva el planteamiento de “nuevos horizontes no más atados al crecimiento económico, al ‘desarrollo’, al ‘progreso’; horizontes que superen el patriarcado, la explotación de los seres humanos y la Naturaleza, la colonialidad, la acumulación de poder por medio de la succión de la vida”[3] (p. 59). Así, la post-economía dejaría de lado las nociones eurocentristas, antropocéntricas y de progreso.

Algunas enseñanzas del mundo indígena

Los argumentos ofrecidos por los autores plantean lo crucial de la desmercantilización de la realidad social y natural. Es preciso reconocer que dentro de las sociedades contemporáneas existen ejemplos de la desmercantilización: “la seguridad social y las prestaciones sociales; los servicios sociales de educación, salud, transporte público, servicios financieros y demás asociados con bienes públicos y comunes no mercantilizados; e incluso la administración del hogar o de múltiples comunidades, donde las relaciones económicas se mueven por un sentido completamente distinto al lucro” (p. 60).

Pero es el mundo indígena andino y amazónico uno de los mayores ejemplos de la construcción de la economía desde relaciones distintas a las mercantiles. Dentro de estas comunidades han perdurado cosmovisiones relacionadas con la armonía humano-natural y con el Buen Vivir (Buenos Convivires) constituyendo partes integrales del Pacha Mama. Algunos ejemplos de relacionamiento económico propios del mundo indígena son: Minka, Ranti-ranti, Uyanza, Uniguilla, Waki, Makikuna, entre otras.

Dentro de estas instituciones, existe una desmercantilización de la Naturaleza y la realidad social y, por lo tanto, un “metabolismo social-natural” mucho más armónico que no provoca las “rupturas metabólicas” inherentes al capitalismo. Así, estos principios pueden ser de mucha ayuda en la construcción de la post-economía y la transformación civilizatoria.

La post-economía como transición hacia el pluriverso

La post-economía se presenta como “una forma de pensamiento para la transición, un paradigma, una concepción del mundo y de la vida, [...] que entierre a las mal llamadas ‘ciencias económicas’ y su pretensión ‘imperial’ [...] y que, junto con visiones y propuestas transdisciplinarias, contribuya a la transición hacia una civilización post-capitalista que conciba a la realidad humano-natural como pluriverso” [pp. 63-64].

Asimismo, en la post-economía sería posible la armonía humano natural y la construcción de un sistema general de Derechos Universales Humanos y de la Naturaleza. El debate post-económico debe estar encaminado a dejar fuera las raíces antropocéntricas, eurocéntricas y de progreso. Dicha subversión epistémica “desea servir como una herramienta más en la larga resistencia y lucha por construir una nueva civilización, una civilización post-capitalista” (p. 64) necesaria para hacer frente al colapso social y ambiental.


[1] Patrick Frierson [2006], “Adam Smith and the possibility of sympathy with nature”, Pacific Philo- sophical Quarterly, vol. 87, núm. 4.
[2] Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía. Reflexiones sobre el sin-rumbo de la econo- mía”, Ecuador Debate, núm. 103, 2018.
[3] Alberto Acosta y John Cajas Guijarro, “De las ‘ciencias económicas’ a la post-economía. Reflexiones sobre el sin-rumbo de la econo- mía”, Ecuador Debate, núm. 103, 2018.
Cápitulos relevantes para el proyecto: 

Günther, Griselda, Monika Meireles y Giovanni Villavicencio [2021], "Naturaleza financiarizada: un análisis de la mercantilización del agua en México", Griselda Günter y Monika Meireles (coordinadoras), Voces Latinoamericanas. Mercantilización de la naturaleza y resistencia social, México, UAM-Xochimilco, pp. 65-96, http://dcsh.xoc.uam.mx/repdig/index.php/libros-dcsh/politica-y-cultura/i...

Trabajo de Fuentes: 

Acosta, Alberto [2014], “Los derechos de la Naturaleza. Fundamentos para otra economía”, Revista voces en el Fénix, año 5, núm. 37.

Cook, John, et al. [2016] “Consensus on consensus: a synthesis of consensus estimates on human-caused global warming”, Environmental Research Letters, vol. 11, núm. 4, https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/11/4/048002/meta

Escobar, Arturo [2012], “Más allá del desarrollo: postdesarrollo y transiciones hacia el pluriverso”, Revista de Antropología Social, vol. 21.

Gammon, Earl [2010], “Nature as adversary: the rise of modern economic conceptions of nature”, Economy and Society, vol. 39, núm. 2.

Wolloch, Nathaniel [2017], Nature in the history of economic thought. How natural resources became an economic concept, Nueva York, Routledge.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La mercantilización de la naturaleza y la realidad social propia del capitalismo, así como la valorización del capital, han provocado el colapso sistémico social y medioambiental. El reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos se torna crucial en la medida que se busca la desmercantilización del mundo natural y, con ello, el combate a la degradación del medio ambiente. En un contexto permeado por la crisis civilizatoria en sus diferentes dimensiones (económica, ambiental, energética, política, social, sanitaria, migratoria, seguridad, entre otras), la propuesta de la post-economía y la transición hacia el pluriverso plasmada en el presente artículo invita a la reflexión y al planteamiento de alternativas críticas al modo de producción capitalista.