Abrir en caso de Apocalipsis
Dartnell, Lewis [2014], Abrir en caso de Apocalipsis, Barcelona, Penguin Random House.
Lewis Ryan Dartnell es autor, presentador y profesor de comunicación científica en la Universidad de Westminster. Él es mejor conocido por el público como un escritor de ciencia popular, especialmente por The Knowledge: How to Rebuild our World from Scratch.
INTRODUCCIÓN
El mundo como lo conocemos ha llegado a su fin. Una cepa virulenta de gripe aviar ha contagiado a la especie humana y es probable que haya sido propagada en un acto de bioterrorismo. El contagio ha sido rápido por los viajes internacionales y las ciudades muy pobladas. O quizá, la disputa fronteriza entre India y Pakistán, desencadenó el uso de las armas nucleares e impulsos electromagnéticos de las ojivas fueron detectados por China desatando una ronda de lanzamientos preventivos contra Estados que, a su vez, causaron represalias de dicho país y sus aliados en Europa e Israel. Entre radiación, cantidades de polvo y cenizas en la atmósfera impidiendo el paso de la luz solar que provoca un invierno nuclear durante varias décadas, la agricultura fue desapareciendo y se generó una hambruna global.
Puede ser que haya sido algo independiente al control humano como un asteroide rocoso de 1 kilómetro de diámetro que se estrelló contra la tierra alterando las condiciones atmosféricas. Las personas cercanas quedaron liquidadas por el extenso calor y la humanidad tuvo los días contados.
Estos son argumentos de diversas novelas y películas de mundos post apocalípticos. El mundo como lo conocemos ha llegado a su fin y esta es una guía para los supervivientes cuyo objetivo es enseñar cómo orquestar la reconstrucción de una civilización tecnológicamente avanzada.
Los escenarios apocalípticos presentados son el punto de partida de un experimento mental: constituyen un vehículo que permite examinar los fundamentos de la ciencia y la tecnología.
Individualmente somos ignorantes de aspectos básicos como la producción de alimentos, alojamiento, ropa, medicinas, materiales o sustancias vitales. Nuestras habilidades de supervivencia han sido perjudicadas a tal grado que, si hubiera una falla en el sistema de soporte vital de civilización moderna, la humanidad no sabría cómo sustentarse y sería como retroceder al pasado.
Cada pieza de tecnología requiere de una gran red de soporte de tecnologías. A la primera generación nacida tras la caída de los mecanismos internos de un teléfono moderno le resultarían inescrutables. El autor de ciencia ficción Arthur C. Clarke dijo en 1961 que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada resulta indistinguible de la magia. En un primer momento, el problema sería que esa tecnología no pertenecería a algún ser alienígena procedente de las estrellas, sino a una generación de nuestro propio pasado.
Incluso los objetos cotidianos que no tienen tanta tecnología requieren de materias primas. En un ensayo de 1958 de Leonard Read, escrito desde la perspectiva de uno de nuestros instrumentos más básicos, «Yo, el lápiz». Es decir, las personas no tienen las capacidades ni recursos necesarios para hacer los más sencillos instrumentos.
En escenarios apocalípticos extremos, las personas sobrevivientes podrían encontrar recursos de diferentes lados, ya sea electrodomésticos de mansiones abandonadas o supermercados con ropa y alimentos abundantes, por lo que durante un tiempo la población podría avanzar por impulso propio hasta que el alimento se descomponga o la ropa, medicinas, u otras tecnologías se deterioren.
Un manual de reinicio
El mayor problema de los supervivientes es que el conocimiento humano es colectivo, por lo que está distribuido en toda la población. Ningún individuo sabe lo suficiente para cubrir todos los procesos vitales para la población.
Lo de menos sería leer libros con las instrucciones necesarias; sin embargo, muchos de ellos son hechos para las personas que ya tienen un estudio de la materia, ya que son demasiado técnicos para personas que no tienen previamente el conocimiento.
Asimismo, gran parte de la literatura se perdería tras incendios y peor aún, los nuevos conocimientos generados año tras año quedan almacenados en sitios web de revistas especializadas.
Sin embargo, en una sola biblioteca no habría suficiente información de todo lo que se necesita por lo que la respuesta a esta problemática es elaborar un manual enorme que tenga el conocimiento completo humano.
La idea de un "libro total" tiene historia. Nuestros antepasados enciclopedistas supieron apreciar la fragilidad de las grandes civilizaciones, del conocimiento científico y de las habilidades prácticas en las mentes de la población que desaparecen cuando la sociedad se desploma. Denise Diderot consideraba que el objetivo de las enciclopedias era servir como depósito seguro del conocimiento humano, preservándolo para la posteridad en caso de que un cataclismo apagara nuestra civilización, igual que se perdieron las antiguas culturas de los egipcios, griegos y romanos, dejando tras de sí solo fragmentos de sus escritos. Por lo que la enciclopedia se convierte en una cápsula de tiempo con conocimiento acumulado que servirá en caso de una catástrofe generalizada.
El propósito de este "libro total" es llevar a nuestra civilización a la inmortalidad.
Se podría decir que esta recopilación del conocimiento humano, ya ha sido creado por toda la gente que está detrás de Wikipedia (dato crucial 1).
Sin embargo, aunque se imprimiera toda la información de Wikipedia, seguiría faltando mucho para tener un manual que le permita a una comunidad reconstruirse desde cero, ya que Wikipedia no se construyó con algún propósito similar y carece de detalles prácticos y cierta organización para guiar la progresión de la ciencia y la tecnología.
La posible solución según Richard Feynman, en la hipótesis de la destrucción de todo el conocimiento científico, plantea que se pudiera transmitir únicamente un solo enunciado a cualesquier criatura inteligente surgida tras el cataclismo.
Para ayudar a una sociedad a reponerse gracias a sus esfuerzos, se debe sugerir cómo utilizar ese conocimiento mediante prácticas. Inspirándose en Feynman, el autor afirma que el mejor modo de ayudar a los supervivientes es proporcionándoles una guía de lo esencial, adaptándolos a sus posibles circunstancias y un plan de técnicas para redescubrir el método científico.
Desarrollo acelerado
Durante un reinicio, no hay razón para volver a recorrer la misma ruta hacia la sofisticación científica y tecnológica. Ya que cada cosa descubierta ha llevado un proceso largo, pero con la visión perfecta hacia la retrospectiva, podría haber una ruta con atajos para acelerar el progreso.
La guía rápida podría mostrarle a la civilización cómo saltarse etapas intermedias de nuestra historia para pasar a sistemas más avanzados.
Hoy en día ha habido varios "saltos" en los procedimientos de ciertas tecnologías. Un claro ejemplo son algunos países en vías de desarrollo de Asia y África, ya que muchas comunidades rurales sin conexión a la red eléctrica, se están dotando de infraestructuras de energía solar.
Desafortunadamente hay límites que pueden llevar a una civilización a saltarse etapas intermedias. Incluso si los científicos entendieran la base de una aplicación y produjeran un diseño que funcionara en un inicio, seguiría siendo imposible construir un prototipo que funcionase. A esto lo denomina el autor como "efecto Da Vinci", ya que él generó grandes diseños de mecanismos y artilugios, sin embargo, estaba muy adelantado a su época. Por lo que un conocimiento científico correcto y diseños ingeniosos no son suficientes.
De este modo, la guía rápida debe de ser proporcionada a la tecnología apropiada para el mundo postapoalíptico. Se trata de soluciones que ofrecen una mejora significativa del statu quo pero que aun así se puede reparar y mantener por trabajadores locales con habilidades prácticas, herramientas y materiales disponibles. El objetivo para el reinicio de civilización acelerado es saltar directamente al nivel que ahorre siglos de desarrollo, pero que todavía pueda alcanzarse utilizando materiales y técnicas rudimentarias.
Es casi imposible que una civilización reinicie la trayectoria que hoy tenemos ya que no sería tan fácil acceder a energías fósiles como antes. La solución es una temprana adopción de fuentes de energía renovables y un meticuloso reciclaje de activos y es probable que las nuevas necesidades obliguen a la próxima civilización a un desarrollo sostenible.
Contenido
Un manual de reinicio funcionaría mejor en dos niveles. Primero se debe plasmar el conocimiento práctico para recuperar un nivel básico de capacidad e impedir una ulterior degeneración. Asimismo, se debe recuperar la investigación científica y proporcionar el conocimiento más valioso para comenzar a explorar.
Comenzando por lo básico: alimento suficiente y agua limpia, ropa y materiales de construcción, energía y medicinas esenciales. Se aprovechará el mejor modo para utilizar componentes y rescatar materiales que dejó la difunta civilización. El mundo postapocalíptico exigirá ingenio.
A lo largo del libro, veremos cómo reaprender de la medicina, aprovechar la potencia mecánica, dominar la generación y el almacenamiento de electricidad y montar un sencillo aparato de radio.
Este libro proporciona una buena base sobre los principios básicos para ayudar a los sobrevivientes en los primeros años, además de unas directrices generales para trazar la mejor ruta a través de la red de la ciencia y la tecnología de cara a una recuperación enormemente acelerada.
EL MUNDO TAL COMO LO CONOCEMOS
Una escena aparentemente obligatoria en cualquier película de catástrofe es un plano en donde encontramos vehículos atascados que intentan escapar de la ciudad, estallan situaciones de conductas agresivas por la desesperación de las personas. Asimismo, cualquier acontecimiento que perturbe las redes de distribución o eléctricas impedirá a las ciudades saciar su voraz apetito de recursos y forzará a sus habitantes a migraciones masivas.
La ruptura del contrato social
El autor no entra en debate entre si la humanidad es buena o mala, o si la autoridad de control es necesaria para imponer leyes y mantener el orden mediante la amenaza del castigo. Pero está claro que, con la desaparición del gobierno centralizado y la fuerza de policía civil, los que tienen malas intenciones aprovecharán la oportunidad para explotar a los más pacíficos y vulnerables. Posteriormente, cuando la situación sea más desesperada, hasta los ciudadanos que respetan más las leyes, recurrirán a cualquier acción con tal de proteger a sus familias.
Parte de lo que mantiene a las sociedades unidas es la búsqueda de beneficios a corto plazo a través del engaño o la violencia se ve superada con mucho por las consecuencias a largo plazo. Éste acuerdo entre los individuos de una sociedad para cooperar y comportarse en pro del bien común sacrificando cierta libertad personal a cambio de ventajas como la protección mutua ofrecida por el Estado se le conoce como el contrato social. Este constituye el fundamento de todo esfuerzo, producción y actividad económica colectivos de una civilización, sin embargo, la estructura empieza a ceder y la cohesión social a aflojarse cuando los individuos perciben que estafar les reportará mayores beneficios personales, o cuando sospechan que otros les estafarán a ellos.
El contrato social puede romperse durante una crisis grave precipitando la desintegración del orden público. Tras la desaparición del gobierno y las fuerzas del orden, habrá bandas organizadas para llenar el vacío del poder, atribuyéndose feudos personales. Quienes tomen el control de los recursos que queden, administrarán los únicos artículos que tengan un valor intrínseco en el nuevo orden mundial.
Es probable que se aplique el uso de la fuerza para disuadir a los saqueadores y las incursiones de las bandas rivales y en medida que se vayan acabando los recursos, la competencia será más feroz. Las personas que se preparan para el apocalipsis peppers, dicen que: “Es mejor tener un arma y no necesitarla que necesitar un arma y no tenerla”.
Es probable que las personas se agrupen y formen pequeñas comunidades para contar con apoyo mutuo y protección de sus propias reservas de bienes consumibles buscando su propia seguridad. Estos dominios tendrán que patrullar y proteger sus fronteras justo como hacen las naciones. Irónicamente, el lugar más seguro para que un grupo se esconda es la cárcel, ya que son complejos en gran medida autónomos con altos muros, puertas sólidas, alambre de espino y torres de vigilancia, inicialmente diseñadas para impedir escapar a sus habitantes, pero asimismo eficaces como refugio defensivo para que otros no entren.
La mejor manera de que acabe el mundo
La peor manera de que acabe el mundo sería por medio de una guerra nuclear total, porque a pesar de que uno escapara a la volatización de ciudades atacadas, gran parte del material del mundo moderno habrá desaparecido. Asimismo, el cielo oscurecido por el polvo y la lluvia radiactiva, sería un obstáculo para la agricultura.
Otra mala forma sería mediante una enorme eyección de masa coronal del Sol, ya que chocaría contra el campo magnético que rodea nuestro planeta e induciría enormes corrientes en los cables de distribución eléctrica, destruyendo transformadores e inutilizando redes eléctricas en todo el planeta. El apagón global, frenaría el bombeo de reservas de agua y gas y el refinado de combustible, así como la producción de transformadores de repuesto, provocando el desmoronamiento del orden social.
El autor piensa que el mejor escenario es una despoblación repentina y extrema que deja intacta la infraestructura material de nuestra civilización tecnológica. Este escenario presenta el punto de partida más interesante para el experimento mental acerca de cómo acelerar la reconstrucción de la civilización desde cero, ya que concede a los sobrevivientes un periodo de gracia para adaptarse evitando una pendiente degenerativa que lleve demasiado lejos, antes de que tengan que reaprender las funciones esenciales de una sociedad autosuficiente.
Para llegar a este escenario, la mejor manera de que acabe el mundo será a manos de una pandemia que se propagará con rapidez. Lo más viral será un contagio que combine una virulencia agresiva, un largo período de incubación y una mortalidad de casi el ciento por ciento. Nos hemos convertido en una especie urbana y esta apretada densidad de población, junto con los constantes viajes intercontinentales, proporcionan las condiciones ideales para la transmisión rápida del contagio.
¿Cuál es el mínimo de supervivientes de una catástrofe global necesarios para tener una posibilidad viable de repoblar el mundo de poder acelerar la reconstrucción de la civilización?
Se denominarán dos escenarios: Mad Max y Soy leyenda.
Si se produce una implosión del sistema tecnológico de soporte vital de la sociedad moderna, pero sin una despoblación inmediata, la mayor parte de la población sobrevive para consumir rápidamente los recursos que puedan quedar en una feroz competencia. Esto desaprovecha el período de gracia, y la sociedad se precipita puntualmente al estilo Mad Max y la consiguiente despoblación masiva, con pocas esperanzas de recuperarse con rapidez. Por otro lado, si uno es el único superviviente en el mundo o uno entre un pequeño número de supervivientes, la idea de reconstruir la civilización, o incluso de recuperar la población humana, carece de sentido.
La humanidad pende de un solo hilo y está inevitablemente condenada cuando ese hombre o mujer Omega mueran, una situación que se refleja en la novela de Richard Matheson, Soy leyenda.
Aun con una tasa de crecimiento del 2% anual, se necesitarían ocho siglos para que este grupo ancestral recuperara la población que había en la época de la revolución industrial. Una población pequeña no podría mantener una agricultura fiable, y por tanto habría un retroceso que la llevaría al modo de vida de los cazadores-recolectores, cuya única preocupación es la lucha por la subsistencia.
Una población inicial superviviente de alrededor de 10.000 personas en cualquier área dada, que sean capaces de agruparse en una nueva comunidad y trabajar juntos pacíficamente, constituye el punto de partida perfecto para este experimento mental.
Recolonización de la naturaleza
Inmediatamente después de terminado el mantenimiento rutinario, la naturaleza reclamará nuestros espacios urbanos. Asimismo, habrá grandes incendios que causarán devastación en grandes áreas de las ciudades desiertas, pero es el agua la que a la larga provocará la destrucción de todos los edificios.
El hormigón, los ladrillos y el cemento que hay entre estos se verán sometidos a cambios de temperatura, empapados con el agua que se filtre de los desagües obstruidos y pulverizados por una implacable alternancia de congelación-descongelación en las latitudes altas. En los climas más cálidos, insectos tales como las termitas y la carcoma unirán sus fuerzas a las de los hongos para desgastar los componentes de madera de los edificios.
La mayor amenaza a los bloques de pisos, sin embargo, serán los cimientos inundados debido a la falta de mantenimiento del drenaje, las alcantarillas obstruidas o las inundaciones recurrentes, en especial en las ciudades construidas a lo largo de la orilla de un río.
La Estación Espacial Internacional es una gigantesca edificación de 100 metros de ancho construida a lo largo de más de catorce años en una órbita baja de la Tierra: un impresionante conjunto de módulos presurizados, puntales alargados y paneles solares dispuestos en forma de alas de libélula. Aunque flota a 400 kilómetros por encima de nuestras cabezas, la estación espacial no está en absoluto fuera de los tenues límites superiores de la atmósfera, la cual ejerce una resistencia imperceptiblemente ligera, pero implacable, sobre la extensa estructura. Ello debilita la energía orbital de la estación espacial haciendo que esta se precipite en una constante espiral hacia el suelo, de modo que necesita ser repetidamente impulsada en sentido contrario por propulsores cohete. Con la desaparición de los astronautas, o la falta de combustible, la estación espacial descenderá inexorablemente unos dos kilómetros cada mes. Antes de que pase mucho tiempo se verá arrastrada a una abrasadora caída a través de la atmósfera, terminando en una estela de luz y una bola de fuego como una estrella fugaz artificial.
El clima Postapocalíptico
Desde la revolución industrial y la explotación del carbono, el gas natural y el petróleo, la humanidad ha excavado el subsuelo para desenterrar la energía química subterránea. Esos combustibles fósiles son restos descompuestos de antiguos bosques y organismos marinos. El carbono procedía inicialmente de la atmósfera, el problema es que estamos quemando las reservas demasiado rápido y éste se ha liberado de nuevo a la atmósfera el equivalente a unos cientos de millones de años de carbono fijado. Un efecto de este elevado nivel de dióxido de carbono es el aumento del calor del Sol retenido por la atmósfera de la Tierra debido al efecto invernadero, lo que lleva al calentamiento global.
El mundo postapocalíptico probablemente experimente una subida de varios metros del nivel del mar durante los siglos siguientes debido a la inercia ya acumulada en el sistema. Los efectos podrían ser mucho peores si el calentamiento tiene otras repercusiones, como el deshielo del permafrost, que está lleno de metano, o la fusión generalizada de los glaciares. Aunque los niveles de dióxido de carbono disminuirán tras el apocalipsis, luego se estabilizarán en un valor sustancialmente elevado y no volverán a su estado preindustrial durante muchas decenas de miles de años.
1. Clay Shirky, un experto en la sociología y la economía de internet, ha estimado que actualmente Wikipedia representa alrededor de 100 millones de horas/hombre de esfuerzo dedicado a escribir y corregir su contenido.
2. Un análisis de secuencias de ADN mitocondrial de los maoríes que viven actualmente en Nueva Zelanda, se ha utilizado para hacer una estimación del número de pioneros fundadores que llegaron allí en balsas procedentes de la Polinesia oriental. La diversidad genética reveló que el tamaño efectivo de aquella población ancestral no superaba las aproximadamente 70 hembras reproductoras, con una población total, pues, de algo más del doble de esa cifra. Otros análisis genéticos similares dedujeron una población fundacional de tamaño comparable en los indios americanos de habla amerindia, quienes descienden de antepasados que cruzaron el puente terrestre de Bering procedentes de Asia oriental hace 15 mil años, cuando los niveles del mar eran más bajos. Así, un grupo postapocalíptico de unos cientos de hombres y mujeres, todos ellos agrupados en un mismo lugar, debería condensar la suficiente variabilidad genética para repoblar el mundo.
El libro narra cómo podríamos sobrevivir después de un apocalipsis para regenerar una civilización, las peores o mejores maneras en las que podría acabar el mundo y cómo saber utilizar el conocimiento y la práctica para regenerar el mundo.