Climate change and state evolution
Benati, Giacomo y Carmine Guerriero [2021], "Climate change and state evolution", PNAS, 6 de abril, https://doi.org/10.1073/pnas.2020893118
Giacomo Benati trabaja en la Facultad de Economía y Ciencias Sociales, de la Universidad Eberhard Karls, Alemania.
Carmine Guerreiro trabaja en el departamento de Economía, Universidad de Bolonia, Italia.
El artículo comienza aseverando que existe una acumulación de evidencia sobre el efecto a corto plazo de las afectaciones climáticas adversas a la economía, sin embargo, la comprensión de su impacto a largo plazo en la evolución institucional es limitada.
Abordar esta materia es relevante para realizar la evaluación de las políticas relacionadas con el clima, especialmente aquellas dirigidas a los países en desarrollo. De esta forma, varios investigadores han recurrido al estudio de civilizaciones antiguas, que se caracterizan por haber tenido economías lo suficientemente simples como para relacionar la variación en los aspectos geográficos con la evolución institucional.
No obstante, los autores argumentan que la mayoría de la literatura arqueológica se limita a acumular relatos anecdóticos (sobre episodios desastrosos en los que los choques climáticos adversos fueron acompañados por disturbios sociales), dejando la evidencia empírica en un segundo plano.
Así, se identifica una literatura sobre la "arqueología del colapso", cuya conclusión es que las sequías severas están destinadas a desencadenar crisis institucionales e inducir la disolución del Estado. Para los autores, eso es un análisis muy simplificado. Por tanto, existen investigaciones que enfatizan la resiliencia de las sociedades humanas y la relevancia de los “determinantes estratégicos de la evolución institucional”.
De ahí se desprenden dos asuntos. El primero hace referencia a los errores en la medición de las variables institucionales y climáticas; eso ha empeorado en gran medida por el uso de cronologías arqueológicas y por la confianza en los pocos datos climáticos indirectos locales y disponibles.
En segunda instancia, la falta de familiaridad sobre la investigación arqueológica limita la credibilidad de sus conclusiones debido a los problemas de “endogeneidad”, que se generan por factores relevantes no observables.
Una teoría de la inconsistencia temporal de la formación y evolución del estado
Para abordar estos temas, la investigación de los autores se basa en datos regionales simulados sobre las condiciones paleoclimáticas, así como en cronologías recientes. Eso relaciona de forma más precisa los datos arqueológicos con las transiciones institucionales, ambos disponibles para la Mesopotamia de la Edad del Bronce.
La estrategia empírica estructural es más creíble, al estar basada en una larga tradición de teoría de juegos sobre la evolución del Estado. Esta literatura señala que las condiciones de producción adversas empujan a los grupos empoderados (élite) por tecnologías antiguas, a establecer el Estado al otorgar fuertes derechos políticos y de propiedad a individuos que antes no tenían poder (no-élite) dotados de habilidades complementarias.
Al suponer que la élite y la no-élite intentan cooperar en la agricultura o en el comercio, es posible comprender que la élite tiene no sólo el control, sino también los derechos de transferencia del insumo (la tierra cultivable o las redes comerciales). Mientras, la no-élite puede utilizar el insumo para producir e invertir en la producción de algo.
En esa lógica, la élite se quedaría con la producción “libre de impuestos” y, para incentivar la inversión de los que no pertenecen a la élite, ésta se apoya en otros dos instrumentos. En primer lugar, la élite podría promulgar un proceso político inclusivo, que permite a la no-élite seleccionar tanto la tasa impositiva y su “bien público preferido”. La otra opción es castigar a la persona que no pertenece a la élite por sospecha de evasión.
En este supuesto, cuando el rendimiento esperado de la inversión es limitado, sin que evite cualquier cooperación, la persona que no pertenece a la élite coopera solo cuando sus derechos de propiedad están completamente protegidos y se le ha otorgado la opción más inclusiva en el proceso político. Lo anterior favorece la acumulación de una cultura de cooperación (cooperar en cualquier actividad económica) por parte de la no-élite.
Sin embargo, cuando el rendimiento esperado de la inversión es intermedio, la élite no necesita renunciar a su bien público preferido y aceptar impuestos completos para atraer a la no-élite, quienes no necesitan acumular una gran cultura de cooperación para expresar su cultura de la cooperación.
De esa forma, la protección de la propiedad de la minoría debe ser completa para asegurar su participación en la inversión. Finalmente, cuando el rendimiento de la inversión es lo suficientemente grande, la élite tiene la posibilidad de restringir los derechos de propiedad de aquellas personas que no pertenecen a la élite.
Entonces, la combinación única de la capacidad de una gran élite para obtener la cooperación de los que no pertenecen a la élite aclara por qué se observa, en esta discontinuidad institucional, la formación del Estado.
Según los autores, este enfoque les diferencia de las tradiciones antropológicas y arqueológicas. Éstas identifican la formación del Estado con la transición de comunidades colectivas no estructuradas a sociedades socialmente estratificadas y gobernadas mediante una burocracia.
Evidencia sobre la formación y evolución del estado en la Mesopotamia de la Edad del Bronce
En esta sección se presentan las 5 predicciones del modelo realizado por los autores del texto. Éstas son consistentes con cinco hechos sobre la evolución de las primeras formas registradas de instituciones estatales en la Mesopotamia (en la Edad de Bronce).
1) El clima cada vez más frío y seco del final del período de la Revolución Urbana (3800-3300 a. C.) aumentó el riesgo de consumo y, por lo tanto, la importancia de las infraestructuras de riego. Eso produjo la necesidad de organización laboral que promovió un desplazamiento del poder de decisión de los antiguos grupos terratenientes a los templos. Así, los líderes religiosos obtuvieron el mando sobre la provisión de bienes públicos durante el período Tardío de Uruk (3300-3100 a. C.). También propusieron una cultura de cooperación a cambio del apoyo en la provisión de actividades de consumo.
2) Las sequías del inicio del período dinástico temprano (3100-2550 a. C.) redujeron los rendimientos agrícolas; eso obligó a los templos a compartir su poder con las élites emergentes. Éstas lograron involucrar a una mayor parte de la población en la agricultura y en el intercambio de contratos de tenencia para la participación en proyectos de construcción pública y ejércitos reclutados.
3) El clima más favorable del período que va desde 2550 a 2350 a. C., frenó la necesidad de las élites de atraer a la no-élite, lo que facilitó el ascenso de los rangos reales como órganos ejecutivos supremos.
4) Las condiciones climáticas más duras de los períodos acadio y babilónico antiguo (2350-1750 a. C.), así como el surgimiento resultante de intercambios lejanos, impulsaron a las élites religiosas a compartir su poder de formulación de políticas con los gremios de comerciantes y producir bienes públicos relacionados con el comercio.
5) Los choques climáticos adversos nunca fueron tan feroces como para impedir cualquier cooperación. Asimismo, dichos choques indujeron reformas hacia una mayor protección de los derechos de los agricultores a la tierra con la difusión de cultivos como el olivo y la vid. Lo anterior sucedió durante toda la Edad de Bronce.
La creciente evidencia recolectada implica que la temperatura de la temporada de crecimiento es el determinante clave de los rendimientos agrícolas en el periodo estudiado. Respecto a los bienes públicos, los autores se basan en el número de edificios públicos y rituales y en un indicador de la organización de un ejército reclutado.
Mientras, los derechos de propiedad de los agricultores sobre la tierra se refleja en un índice de seis puntos que aumenta cuando las élites explotan sus propiedades mediante contratos de arrendamiento, alquiler o tenencia por servicio, que aseguran una tenencia más prolongada a los agricultores, en contraposición al trabajo asalariado.
El conjunto de datos presentado señala una gran variación a lo largo del tiempo y el espacio en la evolución de entidades políticas demarcadas por límites definidos e involucradas en actividades económicas tan simples como para identificar de manera creíble sus determinantes geográficos.
De esta forma, el análisis de regresión implica que la inclusividad del proceso político y la fortaleza de los derechos de propiedad están relacionados negativamente con el rendimiento agrícola esperado; no obstante, solo el primero se vincula positiva y significativamente con la provisión de bienes y servicios públicos.
Los resultados son robustos, según los autores, si se consideran dos factores clave:
1) el signo, la magnitud y la significación estadística de las relaciones permanecen estables cuando los modelos abarcan los efectos fijos de la política de medio siglo, que capturan todas las políticas específicas e invariantes en el tiempo y todas las políticas invariantes en el tiempo.
2) los vínculos estimados son similares a los evaluados por Benati et al. que analizan otros determinantes clave de los derechos políticos y de propiedad o la provisión de bienes públicos: comercio potencial, gravedad de los conflictos internos y externos, grado de urbanización, precipitaciones de lluvia, volatilidad del clima, circunscripción geográfica e institucional, presencia de gremios, extensión de la inestabilidad política.
Conclusiones: implicaciones políticas y metodológicas
El artículo sugiere que el cambio climático tiene un impacto asimétrico en la evolución institucional: las sequías severas inducen reformas hacia fuertes derechos políticos y de propiedad, así como una gran masificación de personas que no pertenecen a la élite. Mientras, las condiciones climáticas favorables aseguran la cooperación entre grupos, una cultura más débil y derechos privados incompletos en condiciones menos favorables.
La evidencia reciente sobre el papel fundamental de las instituciones para guiar la adaptación de los países menos desarrollados al cambio climático a través de la cooperación, implica tres cuestiones políticas clave relacionadas con el clima.
1) Las sequías severas tienen el impacto a corto plazo de deprimir la economía, pero en el largo plazo pueden provocar una cooperación inalcanzable de otro modo entre las élites y las no élites. Después de grandes choques climáticos adversos, los formuladores de políticas deberían entonces calibrar su intervención pensando en la complementariedad de las habilidades de grupos con diferentes poderes (la élite y la no-élite).
2) Si las condiciones de producción generan una producción suficientemente grande para compartir, entonces los regímenes políticos menos inclusivos pueden incentivar las inversiones conjuntas. Lo anterior corresponde con la evidencia reciente sobre el hecho de que un proceso político inclusivo puede asegurar inversiones cooperativas en el corto plazo. No obstante, esto puede volverse irrelevante cuando las innovaciones sociales o tecnológicas privan de su función a estos esfuerzos conjuntos.
3) El análisis de los autores sugiere que es deseable combinar adecuadamente las ciencias naturales y sociales al evaluar los impactos a corto y largo plazo de las principales crisis climáticas. Un enfoque interdisciplinario requiere datos detallados e históricamente rigurosos sobre el cambio climático regional, las instituciones y los resultados económicos, pero también modelos teóricos.
Este artículo es interesante porque recurre a un estudio histórico que modela la relación entre las instituciones, su desarrollo y las crisis económicas y sociales causadas por los cambios en el clima durante las civilizaciones antiguas. Sus hallazgos abonan a la discusión sobre el cambio climático y la crisis que la humanidad enfrenta y enfrentará cuando sus efectos se vuelvan más intensos.