Koohan Paik Mander es periodista y forma parte de la junta directiva de la Red mundial contra las armas y la energía nuclear en el espacio. Ha escrito sobre el militarismo en Asia Pacífico para distintos diarios.

El ejército de Estados Unidos no sólo es conocido por ser el primer consumidor de petróleo en el mundo, también por ser el mayor emisor de gases de efecto invernadero (GEI). Sus emisiones equivalen a las de cien países combinados. Aún con la meta de la administración de Joe Biden -reducir las emisiones de carbono a la mitad para finales de la década-, el Pentágono parece tener pocos incentivos para reducir sus emisiones de GEI.

El ecosistema marino ha sido durante muchos años destruido por las prácticas militares del ejército estadounidense. La reducción de ballenas y delfines, vitales para la producción de oxígeno y reducción de gases de dióxido de carbono, en la última década se debe a operaciones de los cuerpos de seguridad de Estados Unidos y a la construcción de un “océano inteligente”.

El desarrollo de una red de estaciones de rastreo de misiles y de internet es parte de la carrera espacial-tecnológica, y puede observarse en el presupuesto del Departamento de defensa de 2022. Este acontecimiento representa una gigantesca amenaza para la vida marina y humana.

La salud de las ballenas: la manera más sencilla y efectiva para absorber carbón
En un artículo de la revista Desarrollo y Finanzas del Fondo Monetario Internacional (FMI), se hace evidente la importancia de las ballenas en el retraso de la degradación del ambiente y reparación de los ecosistemas marinos. “Proteger a las ballenas puede contribuir significativamente a la captura de carbono”.

La vida de las ballenas absorbe alrededor de 2 billones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) por año, dicha cantidad es casi el doble de las 1.2 billones de toneladas métricas de CO2 producidas por el ejército de Estados Unidos en los últimos 16 años, según el trabajo de Neta C. Crawford, de la Universidad de Brown (Ver documento adjunto). Gran parte de la absorción de las ballenas de carbono se debe a la relación simbiótica entre el plancton y este cetáceo.

“El secuestro de carbono por parte de las ballenas se produce gracias a los movimientos en forma de pistón de los mamíferos marinos cuando se sumergen en las profundidades para alimentarse y luego suben a la superficie para respirar”. A lo anterior se le conoce como whale pump, movimiento que lleva a la superficie de los océanos las heces de las ballenas, mismo que produce nutrientes esenciales para las profundidades del océano, donde el plancton se reproduce y promueve el secuestro de carbono y la generación de oxígeno.

Puesto que los océanos son los pulmones del planeta, a mayor cantidad de ballenas y plancton, mayor producción de oxígeno y absorción de carbón. Ralph Chami y Sena Oztosun del FMI, Thomas Cosimano de la Universidad de Notre Dame y Connel Fullenkamp de la Universidad de Duke, coinciden en que si el mundo incrementara la productividad de plancton mediante las ballenas en uno por ciento se capturarían miles de millones de toneladas de CO2 adicionales cada año, es decir, lo equivalente a 2 mil millones de árboles maduros.

Adicionalmente, los cadáveres de las ballenas funcionan como sumideros de carbono. Se estima que cada año las carcasas de ballenas transportan 190 mil toneladas de carbón desde la superficie del mar, equivalente al carbón producido por 80 mil autos.

Aspirando el CO2 del cielo… una solución falsa
En 2021 en Islandia comenzó a operar “Orca”, una planta enorme de concreto y metal con el único objetivo de capturar el carbono del aire. La construcción, plenamente de inversión privada, captura alrededor de 10 toneladas métricas de CO2 por día, cantidad pequeña al lado de los 5.5 millones de toneladas métricas diarias que capturan las ballenas.

Mientras Orca es celebrada, la efectividad de las ballenas es muy poco conocida. De hecho, el plan de infraestructura de Joe Biden, otorga 3.5 mil millones de dólares para la construcción de cuatro gigantescas plantas de captura de carbono, y ningún centavo para la regeneración de las verdaderas orcas del océano.

“Tenemos que destruir una villa para salvarla”
Por desgracia, las prioridades presupuestarias de Estados Unidos siempre incluyen la actividad del Pentágono. Cada año, cientos de ejercicios navales se ejecutan en la región del Indo-Pacífico, asesinando decenas de miles de ballenas. Los documentos del Pentágono revelan que anualmente, y de manera legal, se permite el asesinato de 13 mil 744 ballenas y delfines en el Golfo de Alaska. En las Islas Marianas del océano Pacífico la violencia es aún peor, pues mueren alrededor de 400 mil cetáceos compuestos por 26 especies, todas con el permiso legal de ser sacrificadas durante los ejercicios militares.

Tales acciones militares son en realidad ecocidio y disminuyen dramáticamente la habilidad del océano de mitigar la catástrofe del cambio climático.

Los peligros del sonar
El depredador más grande de las ballenas ese el sonido de los radares de los submarinos para detectar amenazas. Debido a él, las ballenas tienden a nadar miles de kilómetros, incluso llegando a las playas. Las biopsias de las ballenas muertas revelan sangrado en los ojos y oídos causado por cambios abruptos en la profundidad a medida que las ballenas tratan de huir del sonido.

Incluso la baja frecuencia del sonido afecta las ballenas provocando cambios en la conducta. En 2006 un estudio militar británico de Nature utilizó un conjunto de hidrófonos para escuchar los sonidos de las ballenas durante las operaciones marinas, en el período detectó que el número de ballenas disminuyó de 200 ejemplares a menos de 50. El artículo también menciona que puesto que las ballenas generan alimento para las profundidades del océano, la disminución de los cetáceos puede generar efectos de segundo o tercer orden en el total de la población marina.

Los océanos inteligentes y el JADC2
El empleo del sonar había sido utilizado únicamente para fines militares, no obstante, con el desarrollo de un océano inteligente esto está por cambiar, pues será utilizado para el wi-fi del océano.

Científicos de Australia, China, Reino Unido, Corea del Sur y Arabia Saudita se encuentran desarrollando lo que se conoce como internet de cosas bajo el agua (IoUT, por sus siglas en inglés), que consiste en construir transmisores de láser y del sonar en diversas regiones submarinas que enviarán señales de sonar a una red de transportadores en la superficie del océano, que luego enviarán señales de 5G a los satélites.

Los militares están planeando una construcción similar en tierra y en el espacio, conocida como Comando y control de todos los dominios (JADC2, Por sus siglas en inglés). Lo que pretenden es conectar la red de datos de zona marina con los satélites, creando un juego de ajedrez en la vida real y listo para la guerra de la tecnología. Debido a esto, miles de satélites están siendo lanzados al espacio y los arrecifes y bosques están siendo eliminados en Asia y el Pacífico para establecer pequeñas bases para cubrir tantas islas como sea posible.

Salvar a las ballenas, salvarnos
Con las acciones más recientes del Departamento de defensa de Estados Unidos, se deduce que dicha entidad está alejándose cada vez más de su objetivo principal, garantizar la seguridad nacional. Las atrocidades militares en contra de las ballenas y los ecosistemas marinos parecen ser una burla a las iniciativas climáticas.