"The treeline is out of control": how the climate crisis is turning the Arctic green

Cita: 

Rawlence, Ben [2022], "'The treeline is out of control': how the climate crisis is turning the Arctic green", The Guardian, London, 20 de enero, https://www.theguardian.com/news/2022/jan/20/norway-arctic-circle-trees-...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Enero 20, 2022
Tema: 
La modificación de los ecosistemas en el Ártico como consecuencia del cambio climático
Idea principal: 

Ben Rawlence es escritor, fundador y director de Black Mountains College en Gales.


En Altafjord (Alta), Noruega, los árboles se apoderan rápidamente de la tundra y amenazan una antigua forma de vida que depende de la nieve y el hielo. Las personas y los animales que viven ahí intentan dar sentido a los rápidos cambios en el clima. Los árboles abedules son la razón por la que el autor realizó una visita a la oficina de Hallgeir Strifeldt, el director de planificación del municipio de Alta en pleno invierno.

Los abedules se extienden a lo largo del Ártico hacia el polo, lo que convierte el paisaje, que antes era blanco, en verde. Los árboles solían avanzar unos centímetros cada año; ahora están saltando hacia el norte a un ritmo de 40 a 50 metros al año.

El abedul velloso es uno de los pocos árboles de hoja ancha del Ártico y es más resistente que la mayoría de las coníferas. Su “velo” es una suave capa de pelos que actúa como un abrigo ante el frío. Sus ramas están achaparradas y su corteza picada; pero este pequeño y resistente árbol es un pionero, esencial para casi toda la vida en el Ártico.

Las personas utilizan su madera para hacer herramientas, casas, combustible, alimentos y medicinas, es el hogar de microbios, hongos e insectos centrales en la cadena alimenticia, y es fundamental para albergar otras plantas del bosque. A medida que el Ártico se calienta, su rango de existencia se expande rápidamente.

Strifeldt es un citadino y también es medio sami. Los samis son un pueblo indígena de la parte ártica de Europa ártica que comparte una herencia lingüística común con los pueblos de la región circumpolar, desde Finlandia hasta Rusia a través del Estrecho de Bering hasta Alaska, Labrador y de regreso a Groenlandia. En la actualidad sólo quedan 80 000 samis y se encuentran en países como Noruega, Suecia, Finlandia o Rusia. Son el único grupo indígena en Europa reconocido por la Organización de las Naciones Unidas. Los renos son fundamentales para la identidad de este grupo indígena.

Los pastores sami reconocen individualmente a cada reno de su rebaño. La gente sami se mueve hacia donde los renos lo hacen en búsqueda de pasto. Así, su cultura ha evolucionado en torno a las necesidades migratorias de los rebaños. No obstante, el cambio climático está trastornando este ciclo. Los sami se encuentran entre las primeras víctimas del cambio climático. Así, están obligados a contemplar un poco antes que el resto de la humanidad el colapso de toda una cultura.

Los renos son el único pilar que queda de lo que alguna vez fue una civilización más diversificada. Los sami del bosque desaparecieron hace mucho tiempo, obligados por el gobierno noruego hace más de un siglo a elegir entre la cría de renos o la asimilación. Además, el Estado noruego ve a los renos como un recurso cultivado, con cuotas y subsidios y controles estrictos sobre los sacrificios. Para la mente oficial, son una mercancía; para los sami su significado también es cultural.

En la actualidad, la cría de renos -que ha sobrevivido intacta durante 10 000 años- está amenazada. Esta vez no por el gobierno noruego, sino por el clima. Lo anterior se debe a que los inviernos más cálidos son mortales para los renos. En primera instancia, los inviernos se han vuelto más cortos y eso provoca su muerte. En segundo lugar, que haya demasiados árboles les afecta.

El autor narra que las primeras nieves del invierno caían en algún momento de octubre, inicialmente en la tundra. Poco después, la nieve comenzaba a derretirse y los ríos se precipitaban con el hielo súper oxigenado. Hasta 2005, la temperatura invernal promedio en la región era de -15 °C y descendía con seguridad por debajo de -40 °C al menos una vez durante el invierno.

A esas temperaturas no había humedad en absoluto. Las bajas temperaturas son esenciales para el ecosistema del Ártico: a -40 °C o -50 °C en pleno invierno, la calidad y naturaleza de los cristales de nieve es fundamental para la supervivencia de humanos y animales por igual.

Cuando la temperatura vuelve a subir hacia cero o, peor aún, por encima del cero, este delicado ecosistema invernal se derrumba. Incluso un poco de calentamiento de la nieve puede crear estragos. Por ejemplo, la humedad comienza a aparecer en la capa de nieve a -5 °C o -6 °C, momento en el que pierde su calidad de arena y la nieve comienza a compactarse bajo las pezuñas de los renos, arruinando el pastoreo debajo.

Si el termómetro llega a una temperatura positiva, como lo ha hecho cada vez más en los últimos años, es una catástrofe: la nieve derretida o la lluvia se congelan cuando la temperatura vuelva a ser negativa, formando una costra de hielo sobre el suelo, bloqueando la vegetación lejos de los renos. Esto ha sucedido en 2013 y en 2017. Lo anterior provocó la muerte de decenas de miles de renos; algunos pastores perdieron más de un tercio de sus animales.

En los últimos 130 años, la temperatura ha subido por encima de cero tres veces durante el invierno, dos de estas veces en la última década. Así, las proyecciones apuntan a que cada invierno tendrá días con temperaturas por encima de cero. Los inviernos más cálidos significan que las manadas de renos necesitan más espacio para alimentarse. La competencia por la tundra cubierta de hierba de la meseta está aumentando por parte de otros renos, parques eólicos, torres de alta tensión, carreteras y minas. Sin embargo, es el abedul lo que representa el reto más formidable.

Varios factores interrelacionados afectan el rango habitable de las especies de árboles: la disponibilidad de luz solar, agua y nutrientes son requisitos previos, pero estos interactúan con otras variables como el viento y la temperatura. Pequeñas gradaciones en altitud o latitud pueden marcar grandes diferencias en la vegetación.

El abedul velloso detectó la tendencia de calentamiento actual mucho antes que la mayoría de los científicos. El árbol solía ​​estar confinado a las hondonadas y barrancos de la meseta, lejos de los vientos helados, pero, desencadenado por el calor, se precipita sobre la cima moviéndose cuesta arriba a un ritmo de 40 m por año. Esto significa que una enorme cantidad de territorio se está transformando de tundra a bosque.

El problema que esto representa es que el reverdecimiento de la tundra acelera aún más el proceso de calentamiento -ya que el abedul mejora el suelo y lo calienta con actividad microbiana, derritiendo el permafrost-; además este proceso libera metano, un gas de efecto invernadero 85 veces más poderoso que el dióxido de carbono en sus efectos de calentamiento sobre un plazo más breve.

En Noruega, el crecimiento agresivo de los árboles ahora está causando estragos, debido a que el abedul corre sobre la tundra más rápido de lo que los pinos pueden seguir. Esto representa una problemática para los renos y los humanos que dependen de ellos.

Los bosques de abedules son más como matorrales. Así, atrapan más nieve; sus raíces calientan el suelo debajo derritiendo el hielo a su alrededor. Con el tiempo, una hectárea de abedul depositará de tres a cuatro toneladas de hojarasca en el suelo, mejorando aún más la composición orgánica del suelo y fomentando otras plantas.

Recientemente, las familias de pastores sami comenzaron a establecerse predominantemente en un solo lugar, obligadas por edictos del gobierno a vivir junto a una carretera y enviar a sus hijos a las escuelas públicas. Antes, el pastoreo era un asunto de familia; en la actualidad es principalmente una actividad masculina ya que las mujeres cuidan a los niños en edad escolar.

En otoño e invierno, los rebaños regresan a la meseta, a su “lugar de invierno”. Es durante el invierno cuando los sami socializan, cuando los rebaños se reúnen en la meseta, en su mayoría a poca distancia del centro de la vida cultural sami: la ciudad de Kautokeino.

Kautokeino alberga la Universidad Sami de Ciencias Aplicadas. En esta ciudad sólo hay 1 500 habitantes permanentes. Las fotos de la década de 1950 muestran los edificios de Kautokeino rodeados por la nieve sin un árbol a la vista; ahora está en medio de un bosque de abedules.

Cuando el autor visitó la ciudad de Kautokeino, la temperatura estaba a -8 °C; todavía no hacía suficiente frío. Ahí, el autor entrevistó a Berit Utsi, la secretaria de la asociación local de pastores de renos. Le contó al autor que su comunidad estaba preocupada por los cambios en el clima y la expansión de los abedules.

Utsi narró que todos los ingresos y ahorros de la familia se invierten en el rebaño. Un animal vale más de 1 200 euros y cada parte del cadáver (piel, astas, pezuñas y tendones) es utilizado por los sami para ropa, herramientas y artesanías. Utsi mencionó también que el clima cambiante y el avance de los árboles, aunado a otras presiones sobre el pastoreo (carreteras, minas, turbinas eólicas) significa que la economía del pastoreo de renos se está volviendo cada vez más difícil.

Estas dificultades limitan los ingresos de las familias que se dedican al pastoreo y, por tanto, han renunciado a sus renos. Los que continúan pastoreando renos es porque tienen el privilegio de poseer una cantidad suficiente para sobrellevar esta situación.

El autor conoció a otro miembro de la comunidad sami: Issát. Él hizo un comentario sobre la disonancia cognitiva que nos impone el calentamiento global. Es decir, racionalmente, las personas saben que está sucediendo; pero en la práctica y emocionalmente, parece que se hace todo lo posible para evitar aceptar los hechos.

Issát forma parte de una organización llamada Protect Sápmi que brinda asesoramiento legal a las comunidades sami que se oponen a la apropiación de sus tierras por parte de multinacionales y organizaciones gubernamentales paraestatales. Estas amenazas se deben a que el calentamiento del Ártico ha generado un interés masivo en "abrir" el norte no solo en Noruega sino en todo el mundo circumpolar: Rusia, Groenlandia, Alaska, Canadá.

El autor también visitó la celebración del 50 aniversario de la Asociación Sami de Noruega. Ahí conoció a Māret, quien es chef y cocinó para los 200 delegados. Ella es una de las pocas chefs sami que intentan preservar su cocina y las prácticas tradicionales en torno a la comida y los usos medicinales de las plantas.

Ese día, los representantes sami de todo el norte de Noruega se reunieron para discutir la nueva ley de renos, los desarrollos mineros y de parques eólicos propuestos en Finnmark y Tromsø, y un fondo de adaptación a la crisis climática para ayudar a los sami en la transición a nuevos medios de vida.

Finalmente, Māret considera que su comunidad, estilo de vida indígena y sus animales son quienes tienen que pagar el costo de las consecuencias del cambio climático y todos los retos que éste les presenta.

Datos cruciales: 

1. Las manadas de renos pueden tener hasta 20 000 o 30 000 renos, y se extienden a lo largo de miles de millas cuadradas de la meseta de Finnmark. La alimentación artificial no es práctica, además que es demasiado costosa.

2. Noruega es autosuficiente en energía renovable, pero existe una gran demanda de Alemania, el Reino Unido y los Países Bajos.

3. Los parques eólicos del Círculo Polar Ártico están colonizando rápidamente las pocas cadenas montañosas sin árboles que quedan en Finnmark. Se supone que el pueblo sami controla 96% de la tierra de Finnmark según una ley reciente, y se supone que el gobierno noruego debe seguir los principios de la ONU de "consentimiento libre, previo e informado" para la enajenación de tierras indígenas, pero no lo hace.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este artículo periodístico ilustra las consecuencias del cambio climático. Éstas afectan no sólo al clima o a la biodiversidad, sino a aquellas formas de vida que tienen una relación diferente con lo natural. Por lo regular estas formas de vida son indígenas y, al verse amenazadas, deben de recurrir a su autoorganización para sobrevivir y enfrentar la crisis. Lo más alarmante es que las sociedades fuera de esas comunidades siguen con la lógica de business as usual, en un contexto donde se necesita una acción sistémica, internacional que apele por el cambio de la forma de producir, consumir, relacionarse con lo natural, etc.