Is 'Greedflation' Rewriting Economics, or Do Old Rules Still Apply?
DePillis, Lydia [2022], "Is 'Greedflation' Rewriting Economics, or Do Old Rules Still Apply?", The New York Times, New York, 3 de junio, https://www.nytimes.com/2022/06/03/business/economy/price-gouging-inflat...
Lydia DePillis es una historiadora y reportera, formada en la Universidad de Columbia, se abocaa a los temas de finanzas. Ha trabajado para The Washington Post, CNN, ProPublica y, actualmente, The New York Times.
Desde principios de 2020, se han inyectado billones de dólares en la economía, provenientes de estímulos por la pandemia. El economista Joe Bruselas, jefe del consorcio contador RSM US, señala que “[s]implemente hay mucho dinero en efectivo allí afuera”, por lo que “[l]a competencia por esos bienes ha aumentado y eso hace subir los precios”.
Sin embargo, para explicar la complejidad de la actual situación económica, política y social mundial caracterizada por una guerra comercial, una pandemia, la guerra en Ucrania, un gasto público gigantesco y la integración económica global, resulta insuficiente la teoría macroeconómica tradicional.
Ante ello, surge la noción de Greedflation para analizar esta crisis económica mundial. Este concepto, intenta responder a tres preguntas: ¿están las empresas cobrando más de lo necesario para cubrir el alza de los precios?; si lo anterior es correcto, ¿es el cobro extra de las compañías lo suficiente como para acelerar significativamente la inflación?; ¿todo esto ocurre porque las grandes corporaciones tienen un poder de mercado que no tenían décadas atrás?
Greedflation pretende echar luz sobre los fenómenos económicos que se observan en la actualidad: desde el encarecimiento de todos los bienes del mercado, la acumulación inusitadamente creciente de las ganancias de las empresas dominantes -quienes han aprovechando una recesión generalizada para aumentar sus precios a cantidades estratosféricas-, hasta el consecuente aplastamiento del público consumidor mundial, (Dato crucial 2).
Dicha concentración económica se discute, inclusive, desde la administración del actual presidente estadunidese, Joe Biden. La rama democrática del Congreso ha planteado una Iniciativa de Ley para crear un impuesto temporal por el “exceso de ganancias” o para prohibir precios encarecidos en su totalidad, dirigido a compañías que impongan precios irrazonablemente altos en sus bienes o servicios provistos, (Dato crucial 3).
Se dice que, cuando todos los precios están subiendo, los y las consumidoras dejan de considerar cuánto es razonable pagar por ellos. Al respecto, John Zhang, profesor de mercadotecnia de la Universidad de Pennsylvania, señala que “[o]bviamente, esa es una gran oportunidad para que todas las empresas reajusten sus precios tanto como puedan", éstas no volverán a tener una oportunidad como ésta en mucho tiempo.
El debate gira en torno a si la mayor ganancia de las empresas es “natural y buena”. La teoría económica básica señala que cobrar lo que el mercado "puede soportar" impulsa a las corporaciones a producir más, lo que restringe los precios y asegura que más personas tengan acceso al bien escaso.
Por ejemplo, si alguien vende empanadas a 5 dólares la pieza (pero cuesta 3 dólares producirlas), esta persona podría invertir en otro horno para hacer más empanadas de tal modo que baje su precio y las venda a 4 dólares. Aunque baje el precio de éstas, el ingreso neto seguiría en aumento, si se venden suficientes empanadas. No obstante, si se diera una huelga en una fábrica de hornos, no se podría aumentar la producción de empanadas. Pero si su "popularidad aumenta", las empanadas podrían ser vendidas a 6 dólares. En este tipo de situaciones, la persona que produce empanadas puede obtener un margen de ganancia sin "hacer mucho trabajo", mientras los consumidores "salen perdiendo".
El caso del abasto de fertilizante es ilustrativo de lo anterior: éste se redujo cuando la guerra en Ucrania derivó en sanciones a los químicos necesarios para producir fertilizante. Aún así, las compañías de fertilizantes reportaron sus ganancias más altas en años, pese a haber tenido problemas para expandir su suministro.
Lo mismo pasa con el petróleo: las empresas no quieren expandir la producción de petróleo porque la última vez que hicieron se produjo un exceso de éste. Esto significa que aumentar la producción es costoso, mientras los inversores exigen rentabilidad. De esa manera, la oferta se rezaga y quienes consumen el petróleo lo pagan muy caro.
Aun si los precios altos no son capaces de aumentar la oferta de bienes o servicios y, encima, la escasez se mantiene, la economía tradicional reitera que “el precio es la mejor manera de asignar recursos escasos, o al menos, que es mejor que los controles de precios o el racionamiento del gobierno”. Pero una consecuencia se lo anterior es que “las personas menos ricas simplemente no tengan acceso” a tales bienes o servicios. Michael Faulkender argumenta que esa la manera en que el capitalismo funciona.
En este sentido, es difícil determinar si la inflación es impulsada por el engrosamiento de los beneficios de las corporaciones. Economistas han hecho cálculos sobre qué otras variables podrían haber contribuido al aumento de la inflación. Los programas de estímulo fiscal y los cuellos de botella se han considerado entre ellos.
Aunque se ha encontrado que la contribución de las ganancias aumentó significativamente desde principios de 2020, en comparación con las cuatro décadas anteriores, se defiende que eso no prueba que el lucro impulse la inflación. Se señala, en cambio, que la inflación puede estar impulsando las ganancias, puesto que las compañías esconden el alza de precios entre los aumentos de sus costos.
La economía estadounidense ha crecido concentradamente. Esto hace que las cadenas de suministro sean más frágiles en medio de situaciones como una emergencia sanitaria, puesto que su monopolizada capacidad de abasto “normal” es interrumpida, la producción obstaculizada y el consumo imposibilitado para las mayorías.
Asimismo, la discusión pública se ha enfocado en si las empresas con mayor cuota de mercado están afectando los precios. David Autor, profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts, menciona que pese a que la concentración del mercado no sea nueva, casi no ha habido inflación durante dos décadas, por lo que “no puede ser que la concentración del mercado de repente explique la inflación”.
Se ha demostrado que las industrias más competitivas aumentan los precios más que aquellas que están dominadas por unas pocas empresas, porque tienen márgenes pequeños y perderían dinero si no lo llevaran a cabo. Mientras, los oligopolios tienen la opción de renunciar a ciertas ganancias cuando así lo decidan. No obstante, se señala que la falta de competencia pudo haber interactuado con la inflación de tal manera que canalizó el poder corporativo de manera diferente.
En mayo del 2022, el Banco de la Reserva Federal publicó un estudio preliminar sobre las industrias públicas, el cual evidenció que las industrias más concentradas podían transferir una mayor parte de sus propios aumentos de costos. Jan De Loecker, profesor de la KU Leuven, duda que los consorcios monopólicos empeoren los aumentos de precios en todos los ámbitos. Apunta que se tiene que considerar que la inflación en un sector no se explica de la misma forma para otros.
Pese a lo anterior, la crítica y el cabildo empresarial han desviado los esfuerzos legislativos de Estados Unidos de crear impuestos para las grandes ganancias, al catalogarlos como parte de una “teoría de conspiración” o un argumento “frágil”. Más aún, desde el Consejo Económico Nacional se ha señalado que la propuesta sólo ha añadido urgencia a la agenda antimonopólica de la administración en turno. Debido a que el combate de la inflación depende de la Reserva Federal, se argumenta que el aumento de la competencia sería una de las “pocas herramientas útiles” de la Casa Blanca.
1. Greedflation es un término en inglés que junta las palabras: greed (avaricia) con inflation (inflación).
2. La acumulación de las ganancias de las transnacionales se ha elevado tanto desde principios 2020, como lo ha hecho en la suma de los últimos 40 años.
3. El proyecto de ley estadunidense para gravar el exceso de ganancias, sin embargo, no tiene los votos necesarios en el Congreso para aprobarse. La Casa Blanca tampoco ha mostrado su apoyo a la propuesta.
El entendimiento y los aportes de la Economía Política burguesa han debido modificarse constamente, mientras el gran capital se (re)funcionaliza ante sus propias contradicciones de expansión y centralización de la acumulación mundial. Pero ningún aparato teórico-analítico está nunca acabado, porque la realidad sociohistórica nace del cambio.
Su autocrítica, por ello, es especialmente relevante en medio del colapso ecológico-civilizatorio, puesto que pone sobre la mesa su comprensión misma de los fundamentos de la dinámica del capitalismo. De esta manera, el análisis trastoca otros ámbitos societales: desde los más institucionales (como lo puede ser la administración pública de Estados Unidos), hasta las afectaciones más directas a las clases trabajadoras (cuya satisfacción de necesidades se torna cada vez más inalcanzable).
Aunque el cabildo empresarial transnacional y los gobiernos no cederán tan fácilmente como la Academia, el rastreo de los movimientos del capital imperial será hecho desde otros criterios, tanto desde propuestas científicas alternativas, como desde su propio pilar representado por la economía (neo)clásica.