Crisis civilizatoria: Hacia una transformación profunda

Cita: 

Gónzalez, Ivan [2020], "Crisis civilizatoria: Hacia una transformación profunda", Diálogos Ambientales, (1): 17-22, México, Semarnat, https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/541335/9_CCivilizatoriaD.pdf

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
La crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos requiere enfoques antisistémicos con una perspectiva orientada en la colectividad y sustentabilidad.
Idea principal: 

Iván González Márquez es Doctor en Ciencias Antropológicas por la UAM-Iztapalapa. Realizó una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM campus Morelia. Actualmente es parte del equipo de trabajo de Víctor Toledo en la SEMARNAT. Su principal tema de investigación en los últimos años es la Crisis Civilizatoria y el análisis de escenarios futuros para asesorar toma de decisiones.


Cada año se rompen récords respecto a las emisiones de dióxido de carbono y otros indicadores, en este sentido, se puede hacer la analogía del cambio climático con el personaje de la mitología griega Casandra la cual, a pesar de poder predecir el futuro, era siempre ignorada.

Una perspectiva sistémica

El “metabolismo social” se refiere a los flujos de materia y energía en las sociedades, es decir, un intercambio de alimentos y desechos con el ambiente. No obstante, cada sociedad es distinta y sus requerimientos pueden variar (dato crucial 1), en este sentido, las sociedades industriales son altamente dependientes de los recursos energéticos, como el petróleo, por tal razón es importante tener claro que, en un sistema en crecimiento exponencial, ningún insumo requerido podrá ser abastecido indefinidamente. Por otro lado, la generación de desechos ocasionará efectos dañinos en toda la biosfera, como bien menciona el informe Los límites al Crecimiento, publicado en 1973, que presagiaba un colapso en los próximos 100 años, pues el consumo de energía y recursos y la generación de desechos sigue aumentando de forma insostenible.

Las emisiones de carbono conducen al calentamiento global, en este sentido, algunos científicos creen que, aunque se cumplieran los objetivos del Acuerdo de París, este escenario es inminente e incluso se desatarán mecanismos de retroalimentación que lo potencien. A pesar de los numerosos desastres y desbalances que ya están ocasionando el cambio climático, no es el único límite planetario que debemos vigilar para mantenernos en un “espacio seguro”, de hecho, son nueve los parámetros cuya alteración podrían situarnos en escenarios de amenaza existencial (dato crucial 2). En este tenor, resulta más adecuado decir que estamos en una “crisis civilizatoria” más que en una crisis climática, pues este concepto plantea una visión integral, sistémica y crítica.

Una perspectiva crítica

La adopción del paradigma del desarrollo sostenible tiene casi cuatro décadas, este enfoque promete solucionar la pobreza y cuidar del medio ambiente, no obstante, es claro que no ha propuesto cambios fundamentales en la insostenible trayectoria del crecimiento económico; asimismo, los datos arrojan que la desigualdad económica ha aumentado a nivel mundial (dato crucial 3). La premisa de que el crecimiento es deseable e irrenunciable vuelve imposible su cuestionamiento y propicia solamente la búsqueda de formas de hacerlo “sustentable”, por ejemplo, mediante la “desmaterialización”, es decir, del desacoplamiento del crecimiento económico del consumo de recursos y producción de desechos. Sin embargo, en los países donde parece que esto es posible, se debe a que han externalizado las partes indeseables de su cadena productiva a países del tercer mundo.

Pese a que muchos críticos señalan al neoliberalismo como la causa de la devastación ambiental, éste no es más que la etapa culminante de una tendencia mayor. Las sociedades complejas requieren enormes flujos de materia y energía para sostenerse, lo cual conduce a un crecimiento descontrolado y finalmente a un inminente colapso (dato crucial 4). Las sociedades complejas se conforman alrededor de centros urbanos que consumen demasiados recursos y energía, de igual forma, producen grandes cantidades de desechos. En este sentido, son altamente dependientes de las periferias, las cuales se encuentran subordinadas a las necesidades de dichos centros urbanos.

“El enorme ‘éxito’ de las sociedades complejas se explica por un feedback positivo: la acumulación de riqueza implica una centralización del poder que les permite a su vez conquistar nuevos territorios y, por lo tanto, acumular más recursos y más poder” (p. 19). En este sentido, cada que se presente una crisis civilizatoria se buscarán nuevas formas de expansión a través de la tecnología, la ciencia, desarrollos militares, invasiones, nuevas fuentes de energía y transporte, etcétera (dato crucial 5). De esta forma se explica el ciclo de auges y colapsos de las sociedades complejas que han existido en los últimos 6 500 años.

“El neoliberalismo es la más reciente fase en esta larga tendencia. La abundancia de combustibles fósiles baratos permitió el crecimiento económico exponencial observado a partir de los años 50s. Pero a partir de los 70s, conforme fue disminuyendo la energía obtenida por dólar invertido, el imperativo del crecimiento obligó a recurrir a la financierización de la economía, pasando de la expansión del dinero a la expansión del crédito y la deuda” (p. 20). De igual forma, se sociabilizaron los costos y privatizaron los beneficios mediante la política de austeridad en sectores de interés público como infraestructura, educación y salud. Por su parte, el resguardo de los intereses de las élites globales sostiene las estructuras desiguales del orden geopolítico.

Fue así que otros paradigmas como “crecimiento cero” o el “decrecimiento” han sido calificadas como posturas radicales, pues atentan contra los intereses del actual sistema económico. En todo caso se optó por el “desarrollo sustentable” que se enfoca en “soluciones” técnicas, tecnológicas o de mercado que no proponen un cambio sistemático". Por otro lado, el aumento en la violencia, la creciente presión sobre las bases sociales y la continua destrucción de los ecosistemas conducen de forma inminente hacia el derrumbe del sistema (dato crucial 6). En este sentido, proyectos que busquen mantener el sistema resultan insostenibles, no obstante, proyectos que busquen mejorar las condiciones de vida a través de políticas sociales basadas en el crecimiento económico también serán inviables. Por ello surge la interrogante de qué hacer.

Las nuevas reglas del juego

Para poder proponer estrategias efectivas se debe entender que el escenario ha cambiado, ahora éste se encuentra definido por el fin de la energía barata, la crisis metabólica, la desestabilización climática y de la biosfera, y la degradación del potencial productivo de los ecosistemas y comunidades. En este sentido, los estudios sobre civilizaciones previas muestran que se debe apostar por la simplificación de las sociedades, pues éstas tienen mejores oportunidades debido a sus bajos requerimientos metabólicos. Por su parte, la actual crisis nos afecta a todos, sin embargo, hay muchas cosas por hacer para mejorar la resiliencia de las comunidades y los ecosistemas: fomentar la transición metabólica (energética), relocalizar las economías, aumentar la adaptabilidad al cambio climático, conservar y regenerar la diversidad biocultural, aplicar estrategias de remediación ambiental, fortalecer la gobernanza local, entre otras.

El aumento de los precios de los combustibles traerá consigo complicaciones para muchos sectores, no obstante, puede generar un área de oportunidad de negocio en la sustitución de importaciones y procesos industriales locales no dependientes de combustibles fósiles. Si se apuesta por formas regenerativas de producción, como la agroecología, el desarrollo y la conservación dejarán de ser vistos como opuestos. Evidentemente, se hace referencia una transformación profunda de manera incluyente y atendiendo a las necesidades de los sectores más vulnerables. Se debe invertir en la salud de las comunidades y los ecosistemas, “poniendo a las poblaciones tanto urbanas como rurales al cuidado de la vida” (p. 22).

A pesar de que nos enfrentamos a una crisis sin precedentes, se cuenta con los medios para enfrentarla mediante el establecimiento de una alianza entre ciudadanía e instituciones: la diversidad biocultural, conocimientos científicos y tradicionales, creatividad y solidaridad. Asimismo, ya se cuenta con ejemplos de proyectos ciudadanos con perspectiva hacia la sustentabilidad, así como el apoyo del secretario de Medio Ambiente. Por tales razones se debe reivindicar la autonomía de las comunidades en la toma de decisiones sobre la gestión de su territorio y su metabolismo social.

Datos cruciales: 

1. En 2018 la Agencia Internacional de Energía reconoció que para 2025 es previsible una disminución de 34% en la disponibilidad de todos los líquidos del petróleo. En el caso de México, hacia 2030 los principales yacimientos se habrán agotado.

2.

3. Los datos muestran que a nivel mundial la desigualdad económica se ha intensificado: menos de 1% de la población controla casi 50% de la riqueza, y más de 60% sobrevive con menos de 2% de la misma.

4. La historia de la humanidad abarca unos 300 mil años, de los cuales solo 2% de ese tiempo han existido las sociedades complejas. Anteriormente las estructuras sociales eran más simples, menos centralizadas y la jerarquía y desigualdad era mucho menos evidente.

5.

6. Ahmed señala que México se enfrentará a una falla sistémica del Estado entre 2020-2035.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En el marco de la actual crisis civilizatoria producto del punto culminante del sistema capitalista, el neoliberalismo, resulta vital un cambio de paradigma en torno al concepto de desarrollo. Asimismo, se deben buscar nuevas formas de organización social y gobernanza que pongan en el centro el cuidado de los ecosistemas y de la vida en general, así como la desmantelación de las asimetrías en la estructura del poder que no hacen más que proteger los intereses de los que poseen la mayor parte de la riqueza en el mundo.