Chile tiene la oportunidad de transitar hacia una nueva Constitución, con una renovación política y una mejor economía. A causa de protestas en noviembre de 2019, se acordó una convención para redactar una nueva constitución que intenta reformar o refundar Chile. Si la nueva constitución es rechazada en referéndum en septiembre de 2022, dejará a Chile en un limbo político y sería un golpe fatal para el gobierno de Gabriel Boric, cuyo programa central es aumentar los ingresos fiscales para crear un estado de bienestar universal.

Las posiciones políticas de Chile resaltan problemas más amplios. “La izquierda tiende a ser demasiado utópica, populista y anticapitalista. La derecha defiende ferozmente sus privilegios y rentas de monopolio en nombre de la libertad. Y el centro político se ha derrumbado”, fracaso relacionado con el de los tecnócratas liberales, criados en una clase media alta segregada que tiene muy poco conocimiento de las realidades cotidianas.

Una de las reflexiones que se abren paso es la de cambiar la forma en que se intentan los cambios: pasar de los cambios impulsados desde los gobiernos a cambios diseñados e implementados desde la sociedad. América Latina combina presidentes ejecutivos elegidos directamente con legislaturas elegidas por representación proporcional. Eso dificulta que los gobiernos cuenten con mayorías parlamentarias que promulguen reformas. Muchos académicos latinoamericanos favorecen ahora el parlamentarismo. Pero el presidencialismo es una parte indeleble de la cultura política en esa región del mundo.

Otro tema es la debilidad de los partidos políticos. Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica, aboga por reglas para garantizar que los partidos tengan vida entre elecciones. Los líderes populistas han abusado de los referéndums. Pero los políticos podrían buscar mejores mecanismos de participación, como comités consultivos de ciudadanos.

Después de más de 30 años de democracia, las generaciones más jóvenes dan por sentada la libertad. Hay evidencia de encuestas de que las sociedades en su conjunto están menos polarizadas que sus élites políticas. Y durante al menos 200 años, los latinoamericanos han expresado asombro por su propio potencial. Además, la región no enfrenta un peligro serio de guerra y está lejos de los conflictos potenciales del mundo. Muchos países están optando por dejar los combustibles fósiles por energía verde y renovable.

Sin embargo, en los últimos años América Latina ha comenzado a perder miles de sus ciudadanos más educados y brillantes. Muchos optan por irse a Estados Unidos o Europa para tener más oportunidades y seguridad. “A menos de que se encuentre una manera de hacer que sus sistemas políticos sean más efectivos y receptivos, el declive relativo de América Latina continuará.”