Philip o'keefe, un trabajador de logística de 62 años sufre de Esclerosis Lateral Amiotófica, que lo tiene paralizado. En 2020, se insertó un "estentrodo" [stentrode] en un vaso sanguíneo de su cerebro desde donde monitorea la actividad de su corteza. En 2021, utilizó las señales que pasaron a través de esa sonda para enviar su primer tuit: “¡Hola, mundo! tuit corto. Progreso monumental”.

En entrevista, The Economist le preguntó cuál fue su primera reacción a la idea de hacer uso del estentrodo, a lo que Philip contestó que al principio no estaba muy seguro de la idea. “Busqué el consejo de algunos amigos en el campo de la medicina. Mi pensamiento inicial fue que sería capaz de pensar en palabras u oraciones que se transcriban en la computadora. Una vez que entendí lo que estaba involucrado, estaba muy interesado en ser parte de esto”, dijo.

Para Philip O'Keefe, lo más sorprendente de la experiencia ha sido que es notablemente discreto. Debido a su condición, tiene una casa con interruptores inteligentes. “Si estoy frente a la pantalla de control, puedo encender o apagar las luces en cualquier lugar de la casa si quiero”.

Ante esto, The Economist pregunta cómo le está ayudando esto en su cotidianeidad. O'Keefe dice que su dispositivo es de primera generación y está instalado como parte del ensayo clínico inicial. El dispositivo todavía está pasando por etapas de desarrollo. “Cualquier cosa que puedas hacer en una computadora, yo puedo hacerlo. En esta etapa, soy un poco más lento de lo que tú serías, pero tengo la capacidad de hacer casi cualquier cosa si quiero” […] “cuando me implantaron el dispositivo, todavía trabajaba a tiempo parcial. Podría hacer parte de mi trabajo en línea con el dispositivo”, continúa.

También se le preguntó a O'Keefe qué le gustaría decir a los lectores sobre las interfaces cerebro-computadora. A lo que respondió: “Este es un nuevo horizonte. Tener un vínculo directo entre su cerebro y su computadora es solo otro paso en el camino de la evolución humana. Es otro paso en la tecnología. Sí, debemos tener cuidado con lo que hacemos, pero somos seres humanos, debemos comprender, debemos aprender.”

Para finalizar, The Economist pregunta si se siente mejorado de alguna manera. O'Keefe comenta que se siente muy afortunado. “Tengo una sensación de orgullo cuando hablo con la gente y veo que sus ojos se abren con asombro. Estoy muy feliz de que lo que he hecho haya tenido éxito. Estoy agradecido por la atención que me dan. Solo soy un tipo que se involucró en un proceso y que pudo, con algunas personas muy inteligentes, probar un concepto y demostrar que funcionó”.