Green v green. America needs a new environmentalism

Cita: 

The Economist [2023], "Green v green. America needs a new environmentalism", The Economist, London, 4 de febrero, https://www.economist.com/united-states/2023/01/29/america-needs-a-new-e...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Febrero 4, 2023
Tema: 
Los megaproyectos verdes: la decisión entre la adaptación climática o la destrucción de la biodiversidad
Idea principal: 

La Ley de reducción de la inflación (IRA, por su sigla en inglés) de Estados Unidos, pretende subvencionar a través de créditos fiscales todo tipo de proyectos relacionados con energías limpias. No obstante, la principal queja que han manifestado aquellos que cuentan con bocetos para crear infraestructura verde, trata de lo fastidioso que puede ser el proceso para adquirir las licencias y dar luz verde a sus proyectos.

Para ilustrar lo anterior, el caso del estado de Wyoming. El lugar cuenta con las condiciones para aprovechar la energía del viento, sin embargo, los parques eólicos que operan en el estado no han podido extender los beneficios de la energía eólica a los lugares con mayor demanda energética en Estados Unidos. La razón es porque el proceso de concesión es muy lento. PacifiCorp, que cuenta con un parque eólico y Philip Anschutz, un multimillonario, llevan más de 10 años solicitando el acceso a la línea de transmisión que cruza varios estados de Estados Unidos para que atraviese su línea Transwest Express.

De esta manera, Joe Biden y su equipo tienen un problema de frente: sí no agilizan el proceso de concesiones, todo lo que pretende IRA será en vano.

Por otro lado, existe la cuestión sobre cuál es el lugar más apropiado para construir infraestructura verde, tema que ha generado protestas entre los defensores del medio ambiente, sin perjudicar la biodiversidad de la zona.

Decidir el lugar adecuado para realizar megaproyectos que involucran energías verdes es un asunto que está enlazado con el ineficiente proceso para aprobar concesiones. En general, la política climática de Estados Unidos es conservadora. Para que se apruebe un proyecto, el gobierno tiene que revisar los impactos ambientales antes de que alguien (por ejemplo, los grupos ambientalistas) emita reclamaciones por haber omitido algo.

De este modo, el problema no es IRA en sí, sino las leyes que anteceden a dicha ley. Estados Unidos creó durante el gobierno de Nixon una serie de leyes e instituciones en favor de la conservación del medio ambiente que ahora están obstaculizando el desarrollo de infraestructura verde necesaria para la adaptación climática (dato crucial 3). Es así como el ecologismo en Estados Unidos se convirtió en una lucha por impedir la construcción de megaproyectos.

Aquellos denominados “Halcones del cambio climático” son de los principales detractores de la construcción de infraestructura ecológica. Sus argumentos poseen casi siempre una base sólida como el riesgo de extinción de especies a causa de las amplias hectáreas que demanda la construcción de granjas solares o complejos eólicos (Dato crucial 4).

La Ley de Política Ambiental Nacional (NEPA, por su sigla en inglés) es el mayor obstáculo para los megaproyectos. Sin embargo, el retraso en la aprobación no significa que el proyecto esté rechazado, la cuestión es la rentabilidad: mientras más tiempo tarde en aprobarse, el costo del proyecto se incrementará (Dato crucial 6).

Espaguetis burocráticos

Joe Biden ha “tratado” de que se reformen las cláusulas de las leyes ambientales anteriores a IRA, sin embargo, resulta contradictorio que a la vez tenga una iniciativa llamada “America the Beautiful” que tiene la intención de conservar 30% de las tierras y aguas del territorio estadounidense para 2030. Además, hay que destacar que cada estado cuenta con su propia versión de NEPA para restringir el desarrollo de infraestructura energética (dato crucial 7).

Junto con esto, existe un completo desorden dentro de las instancias federales que no permite la libre circulación de información respecto del proceso de concesiones. De esta manera, la toma de decisiones se encuentra con un dilema de prioridades entre ecosistema o megaproyectos verdes.

El Departamento del Interior y el Departamento de Energía no siempre están de acuerdo en las decisiones que toma uno u otro. Por ejemplo, Steven Chu (secretario de energía de Barack Obama) relató que su homologo Ken Salazar trató de acelerar el proceso para aprobar las líneas de transmisión, más tarde declinó argumentando que al Servicio de Pesca y Vida Silvestre le preocupaba el grado de afectación hacia los cazadores y pescadores de la zona.

Pero no siempre las protestas para bloquear megaproyectos verdes suceden a causa de preocupaciones en pro del entorno y la biodiversidad. El grupo activista Not in my backyard (NIMBY, por su sigla en inglés) se excusa de NEPA para frenar construcciones. PacifiCorp cuenta que las protestas derivan porque a NIMBY no le agrada la contaminación visual que suponen sus megaproyectos.

En oposición a NIMBY, en California ha surgido Yes in my backyard (YIMBY) para relajar las reglas impuestas por NEPA y sus derivadas que han hecho del estado un lugar hostil para la construcción —necesaria— de megaproyectos verdes. Queda por ver cómo será recibida en estados como Washington, DC.

Otro punto importante para entender esta disyuntiva procede del poco consenso entre republicanos y demócratas en la antinomia de leyes ambientales. Pongamos el caso del senador demócrata Joe Manchin de Virginia Occidental que había propuesto una reforma para acelerar las concesiones de megaproyectos energéticos; dicha ley no vio la luz porque ni el lado demócrata ni el republicano lo permitieron.

Finalmente, algunas recomendaciones que propone el artículo de The Economist para superar el problema de concesiones son las siguientes:

• El Departamento del Interior puede crear mapas regionales para marcar qué zonas son permitidas para construir y cuáles no (dato crucial 8).

• Joe Biden puede otorgar la gestión de concesiones a un consejo de permisos que existe desde 2015.

• Incluso, se podría facultar a la Comisión Federal Reguladora de Energía para que apruebe los megaproyectos verdes (como ya lo hace con los gasoductos).

• Involucrar a la parte opositora desde el principio para permitir la libre circulación de ideas y liberar tensiones.

Datos cruciales: 
1) La consultora McKinsey estima que la licitación para un parque solar y uno eólico puede tomar entre 5-7 años respectivamente. En el caso de la línea de transmisión como Transwest Express, puede llevar al menos 10 años, de acuerdo con Scott Bolton (vicepresidente de desarrollo de transmisión de PacifiCorp).

2) La Ley de reducción de la inflación (IRA, por su sigla en inglés) es ambiciosa, pero necesita ser bien manejada. La consultora Grupo Rhodium, pronostica que IRA podría reducir las emisiones en un rango de 34-42% con miras para 2030, empero, ZERO Lab aclara que Estados Unidos necesita incrementar mucho su ritmo promedio de expansión de las líneas de transmisión durante 10 años para conseguir ese objetivo.

3) Durante el gobierno de Nixon vieron la luz: la Agencia de protección ambiental, Política ambiental nacional (NEPA, por su sigla en inglés), la Ley de aire limpio y la Ley de especies en peligro de extinción, además de que se creó el Día de la Tierra.

4) Una proyección del modelo Princeton para 2050 pronostica que sí Estados Unidos depende completamente de energías renovables, necesitará un área con el tamaño del estado de Virginia Occidental. En caso de que pretendan adoptar la energía nuclear y la tecnología de captura de carbono, entonces la superficie requerida para los megaproyectos verdes se reduciría.

5) En Wyoming los ambientalistas intentan bloquear los megaproyectos verdes porque argumentan que dañan el hábitat de la especie urogallo, mientas que las tribus nativas americanas se oponen a estos proyectos porque invaden tierras sagradas para ellos.

6) Relacionado con NEPA, un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) encontró que de 53 megaproyectos verdes de 2008 a 2021, un tercio de estos se encontró con dificultades para obtener los permisos necesarios.
Tal es el caso del proyecto eólico de PacifiCorp. La compañía estimaba un presupuesto de 1.3 mil millones de dólares (mmd). Tras más de una década en la espera de conseguir la aprobación, el costo del megaproyecto ahora es de 1.9 mmd.

7) En 2021, la Ley Ohio permitió a los condados declarar parte de sus dominios como propiedades “fuera de alcance de megaproyectos verdes”. En California, la Ley de Calidad Ambiental de California (CEQA, por su sigla en inglés) es usada por los activistas de Not in my backyard (NYMBYS, por su sigla en inglés) para frenar las licitaciones. Se estima que 60% de las peticiones a CEQA presentadas en 2018 tienen que ver con desarrollo de viviendas. Esto representa un paso hacia atrás para California, lugar con un alto costo de vida y personas sin hogar (por ejemplo, el año pasado el suburbio de Woodside trató inútilmente de declarar a la zona como exenta de desarrollo por ser hábitat de pumas).

8) La idea del mapeo de regiones se apoya con el estudio optimista de la revista PNAS: los estados occidentales podrían alcanzar el cero neto para 2050 mientras protegen áreas estratégicas con un costo adicional mínimo.

9) La imagen detalla el diferencial entre la generación de electricidad y su consumo. Dentro de la escala energética (en GWh) propuesta por EIA-McKinsey los estados que presentan un mayor déficit energético son California (superando por mucho), Tennessee, Ohio, Maryland, Massachusetts y Virginia.

Nexo con el tema que estudiamos: 
Para no parecer que Joe Biden en su desesperación por mostrar el poder hegemónico de Estados Unidos aprobó leyes como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por su sigla en inglés) sin antes analizar las leyes ambientales que tenía detrás, tiene que acelerar el proceso de modificaciones a dichas leyes e instituciones reguladoras de megaproyectos energéticos. Si no sucede, entonces IRA será un desperdicio, tendrá un problema de sobreacumulación (o al menos las proyecciones lo indican para la industria de los chips) y la sociedad estadounidense será su mayor rival más que los propios chinos.