Si fracasamos
Parenti, Christian [2021], "Si fracasamos", Jacobin América Latina, 11 de junio, https://jacobinlat.com/2021/06/11/si-fracasamos/
Christian Parenti es profesor de economía en el Colegio John Jay de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en donde también realiza investigación enfocada en: la historia económica de Estados Unidos, historia del capitalismo, cambio climático y energía sustentable, así como guerra y violencia política. En el pasado, Parenti fue periodista y realizó reportes enfocados en Afganistán, Iraq, partes de África y América Latina; además, es autor de diversos libros.
El mundo atraviesa una crisis climática que cada vez nos acerca más al colapso; no obstante, contrario a la creencia generalizada de que el colapso será simultáneo, vivimos una crisis múltiple que se manifiesta de forma progresiva y con distinta rapidez dependiendo de los distintos ámbitos que ataca. Es a razón de lo anterior, que es necesario comenzar a tomar acción para evitar tantas crisis y subsecuentes colapsos como sea posible.
Hacia dónde nos dirigimos
Es probable que para la década de 2030, una de las crisis más graves a las que se enfrentará el ser humano será la crisis de la desinversión, el abandono y el despoblamiento de zonas urbanas como consecuencia de las inundaciones y el aumento del nivel del mar, provocados por el cambio climático. Dicha crisis tendrá grandes impactos en las zonas directamente afectadas y que se trasladarán a la economía mundial, a tal grado que podría llevar a una depresión económica, con todos los efectos económicos, políticos y sociales que estas conllevan.
La posibilidad de una crisis urbana a razón del aumento de las aguas es sumamente alta y se explica por el hecho de que aunque se ponga fin a las emisiones de gases de efecto invernadero y se logre estabilizar la temperatura del planeta, el daño que se ha causado con el deshielo es irreversible y por lo tanto, no es posible deshacer la elevación del nivel de los mares. Al respecto, los datos indican que la costa este de Estados Unidos es la región que se verá más afectada por este fenómeno (Dato crucial 1).
Que el incremento del nivel del mar sea irreversible, implica que se debe advertir del riesgo que corren cientos de ciudades de quedar sumergidas bajo el agua; también, significa que se deben comenzar a tomar medidas en contra de la principal amenaza que conlleva el fenómeno: las futuras inundaciones causadas por las marejadas ciclónicas. Estas tendrán afectaciones en las infraestructuras, las ciudades y en general en la economía mundial.
Cuando ocurren inundaciones, las propiedades de las zonas afectadas comienzan a perder valor ya que al estar sumergidas se producen daños a todo tipo de infraestructuras: de los hogares, negocios, a los sistemas de transporte, de distribución de recursos e incluso de energía. Si a una inundación de gran tamaño siguen otras inundaciones de forma rápida y sucesiva, no quedará espacio para reparar los daños ya causados y como consecuencia, esto daría lugar a procesos de deterioro físico y socioeconómico en los lugares más golpeados por el fenómeno.
El deterioro mencionado, será resultado de un “terror financiero generalizado” (Parenti, 2021), ya que los dueños se precipitarán al abandono y venta de propiedades de forma apresurada y sin planeación, provocando así un colapso del valor de las propiedades qué más tarde se trasladará a otras áreas de la economía. Dicho colapso, será efecto de la falta de planificación y de prevención, puesto que para las grandes inmobiliarias y para los dueños es más sencillo vender que invertir en la reparación de daños y en la construcción de infraestructura capaz de soportar grandes marejadas (Dato crucial 2). Esto, tendrá como consecuencia grandes pérdidas financieras que eventualmente impedirán a los gobiernos locales invertir en reparar infraestructura dañada (Dato crucial 2).
Un ejemplo del escenario mostrado se dio en Nueva Orleans, la cual fue azotada por dos grandes huracanes en 2005, Katrina y Rita. Después de diversas investigaciones, Bernard Weinstein, profesor de la Universidad del Norte de Texas, calculó que el costo total de estos huracanes fue de 250 mil millones de dólares de daños infraestructurales (Dato crucial 3); se trata de un costo total que opacó la cantidad de víctimas humanas, el cuál ascendió a 1 836 personas y fue en su mayoría de personas de la tercera edad que fueron abandonadas en asilos o que quedaron atrapadas.
Además de los mencionados, la experiencia de Nueva Orleans tuvo dos puntos a destacar: 1) el hecho de que grandes industrias inmobiliarias y de entretenimiento se vieron inmiscuidas en el proceso de reconstrucción del lugar; y, 2) el hecho de que los barrios más pobres de la ciudad fueron los más afectados por los fenómenos naturales, barrios que se encuentran poblados en su mayoría por gente de color.
A pesar de las consecuencias que este tipo de desastres naturales podrían acarrear, las recientes investigaciones de James P. Kossin han demostrado que, aparentemente, como efecto del calentamiento global un gran número de huracanes se han perdido en el mar puesto que el calentamiento de las masas de tierra genera cizalladuras [1] verticales vigorosas que bloquean el paso de los huracanes. A pesar de el “golpe de suerte”, es necesario que comiencen a tomarse medidas para prevenir altos niveles de destrucción en caso de fenómenos naturales, ya que mientras más crezca el nivel del mar más supertormentas se avecinan, y aunque se reduzca el número de huracanes otros desastres naturales podrían tomar su lugar.
Distopías climáticas
Si las grandes urbes que se ubican cerca del mar no comienzan a construir barreras de contención ni implementan planes para combatir y aminorar los efectos de las grandes tormentas, estos centros urbanos sufrirán una serie de consecuencias que iniciaran con la bancarrota y la imposibilidad de reconstruir; una vez los servicios que se salvaron comiencen a deteriorarse, las propiedades perderán su valor y eso llevará a la desinversión y el abandono de dichos centros.
Se estima que ante un futuro así, miles de personas migrarán fuera de las costas; sin embargo, existen otros millones, dentro de megaciudades cercanas al nivel del mar, que ya se encuentran en crisis social, por corrupción, falta de servicios y en donde brilla la falta de planificación ante desastres. En esos casos, las perspectivas no son positivas ni para el ámbito social ni para el ámbito económico mundial.
En primer lugar, es necesario decir que las ciudades costeras son un elemento fundamental para el funcionamiento del capitalismo global. Esto se debe a que estas ciudades fungen como centros comerciales, de investigación, de transporte y de educación, ya que su posición privilegiada y su infraestructura les permite ser una pieza indispensable de la producción industrial y del sistema de suministro, principalmente de alimentos (Dato crucial 4), a nivel mundial.
El hecho de que las zonas costeras, principalmente puertos de gran importancia y estrechos como el de Panamá y el de Suez, puedan llegar a sufrir bloqueos por fenómenos naturales, no solo implicaría una amenaza para el flujo mundial de alimentos (Dato crucial 5) y grandes impactos en las cadenas de suministros de otros bienes (Dato crucial 6); sino que, podría llevar a la ruina de ciudades, fenómeno que llevaría a la migración y con ello, al aumento de la desigualdad y la corrupción.
Siguiendo lo último, se prevé que en caso de catástrofe natural y subsecuente ruina de espacios urbanos, no será posible que la totalidad de los habitantes logren salir de las zonas afectadas, únicamente podrán conseguirlo las personas con más posibilidades económicas. Es a razón de ello, que los que se queden atrás serán parte de los más desfavorecidos y vivirán una falta de acceso a recursos básicos en un espacio en donde tampoco se seguirá un orden social. Esas nuevas “zonas de sacrificio” (Parenti), serán propicias para el surgimiento de movimientos sociales tanto de izquierda como movimientos reaccionarios y de propagación de criminalidad. La aparición de este tipo de movimientos, no solo llevará a enfrentamientos, sino que provocarán respuestas estatales derechistas y racistas, lo que propiciará la represión, el surgimiento de policías paramilitares y una constante vigilancia, siendo así que: “el incremento del nivel del agua que genera el cambio climático amenaza con erosionar, no solo las playas, sino también las libertades civiles” (Parenti, 2021).
No es necesario esperar a las grandes inundaciones para comenzar a ver el surgimiento de las respuestas reactivas en contra de los más desfavorecidos, ya que como consecuencia de la crisis climática, las migraciones masivas son un fenómeno presente que ha dado lugar a movimientos de derecha en contra de los inmigrantes y la gente pobre. Se espera que entre 2030 y 2040, este tipo de migraciones y por ende, las olas de odio y de rabia, incrementen en un mundo que se ha dividido en dos: en el Sur Global, las guerras y el sistema han obligado a millones a movilizarse en búsqueda de supervivencia; en el Norte Global, las movilizaciones por sobrevivir ha producido autoritarismo y actitudes reaccionarias.
¿Cuál es el peor escenario?
Existen distintos puntos de vista acerca de cuál podría ser el peor escenario posible resultado del cambio climático y sus desastrosas consecuencias.
En el frente agrícola, se sabe que existen diversos países con una agricultura mecanizada y subsidiada, como la de Estados Unidos y Canadá, que podría adaptarse a un mundo en donde las inundaciones sean la principal preocupación. Ese tipo de agricultura no solo podría ser traslada hacia el norte para evitar que los cultivos queden destrozados; sino que, en este tipo de países han comenzado a funcionar formas de capital que han invertido en la creación de nuevas técnicas de agricultura, se trata de formas que protegen los cultivos del clima y que se pueden producir en espacios cerrados, lo que les asegura el acceso a alimentos y la capacidad de seguir produciendo.
Lo anterior, no es la situación de la mayoría de países. De acuerdo con la Agencia para la Evaluación Nacional de Clima, “mientras que en algunas regiones del mundo y algunos tipos de producción agrícola serán capaces de resistir el cambio climático [...] otros sufrirán cada vez más las presiones que ocasionaron el calor extremo, las sequías, las enfermedades y los fuertes diluvios. A medida que el cambio climático tenga mayor impacto negativo en las cosechas y en la ganadería mundial [...] la tendencia podría afectar el abastecimiento de alimentos” (Parenti, 2021) .
Los efectos mencionados, tendrán su mayor impacto en el Sur Global, ya que además de que en estos países el Estado lleva menos control tanto de todo tipos de industrias como de la sociedad, millones de personas viven de la agricultura y la ganadería, actividades que desde hace años se han visto perturbadas por el cambio climático (Dato crucial 7).
Por su parte, se cree que si continuamos destruyendo el planeta al paso que se hace en la actualidad, a largo plazo la Tierra sufrirá lo que James Hansen llama “el síndrome de Venus”: si el planeta se calienta lo suficiente gracias a los gases contaminantes, el permafrost del Ártico se derretirá en su totalidad; esto hará posible que los depósitos de gases bajo el hielo queden libres, principalmente el gas metano, lo que contribuirá a seguir calentando el planeta por un periodo de miles de años, periodo que eventualmente evaporará toda el agua de la Tierra y con ello, acabará con la vida y dejará a su paso un planeta rocoso, lleno de vapores tóxicos y sofocantes, como lo es Venus.
Para evitar la destrucción total y ver alguno de los escenarios mencionados, es necesario comenzar a tomar conciencia del medio ambiente. Una vez se lleva a cabo lo último, será posible hacer uso de la tecnología avanzada para crear proyectos de rescate civilizatorio que tomen en cuenta la naturaleza y la sociedad, de lo contrario el humano no sobrevivirá.
Notas
[1] De acuerdo con la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) y el Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), una cizalladura de viento o wind shear “es la variación en la velocidad o en la dirección del viento en una corta distancia dentro de la atmósfera” (traducción propia). Ya sea de forma vertical u horizontal, la aparición de las cizalladuras se encuentra relacionada con fuertes inversiones en la temperatura o gradientes de densidad en el aire. Las cizalladuras son fenómenos que pueden afectar la formación de tormentas tropicales debido a que producen mucho viento; esto, afecta la formación de ciclones, ya que el viento interrumpe el flujo de calor y de humedad, flujo necesario para el desarrollo y fortalecimiento de tormentas tropicales. Fuente: https://www.aoml.noaa.gov/es/behind-the-2015-atlantic-hurricane-season-w...
1. De acuerdo con la agencia estadounidense para la Evaluación Nacional del Clima, el incremento de los mares en la costa este de Estados Unidos es de tres a cuatro veces más rápido que el promedio mundial. Según los datos: en 1993 el mar incrementó un promedio de 2.2 milímetros anuales; en 2014, esa cifra se elevó a 3.3 milímetros por año; en el caso de la costa este, se detectó que de 1900 a 2021, el nivel del mar creció aproximadamente 30 centímetros. La agencia prevé que para 2100, el nivel del mar podría ser de 2 a 2.7 metros más alto.
2. El Departamento de Finanzas de la Ciudad de Nueva York estimó que el total del valor catastral de las propiedades de la ciudad en 2017 era de más de 1 billón de dólares.
3. Los huracanes Katrina y Rita, que azotaron Nueva Orleans en 2005, causaron diversos daños entre los que se encuentran: la destrucción de 113 plataformas petrolíferas y gasíferas, el daño a 457 oleoductos y gasoductos y un derrame de petróleo de magnitudes equivalentes a las del desastre del Exxon Valdez. Por su parte, el huracán Katrina arrasó con casi la mitad de los gravámenes inmobiliarios, arruinó la cosecha de azúcar de la región y causó estragos en la industria del ostión. Los daños listados le costaron a las compañías aseguradoras alrededor de 80 mil millones de dólares.
4. De acuerdo con el think tank Chatham House, al menos 55% del comercio global de granos podría verse vulnerable a causa de inundaciones, el incremento del nivel del mar e incluso conflictos militares y políticos. Lo anterior, se debe a que la mayor parte de dicho comercio atraviesa los “embudos” existentes, es decir, los grandes canales marítimos como Panamá y Suez, embudos que se verán gravemente afectados por las condiciones climáticas extremas.
5. Según datos de Chatham House: aproximadamente 20% de la exportación mundial de trigo cruza a través de los Estrechos Turcos; asimismo, más de 25% de la exportación mundial de soja pasa a través del Estrecho de Malaca. Ambas, zonas que podrían sufrir bloqueos por fenómenos naturales.
6. En el año 2011, la ciudad de Bangkok sufrió una inundación que afectó las cadenas de suministro mundiales. Como resultado de dicha inundación, que sumergió gran parte de la ciudad tailandesa, se registró que más de 1 000 instalaciones industriales, que se encargaban de fabricar desde autos hasta cámaras y discos duros, quedaron bajo el agua. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, se estima que el fenómeno que azotó Tailandia, logró reducir la producción industrial mundial en un 2.5%, ocasionando que las compañías aseguradoras pagarán hasta 5 mil 300 millones de dólares en reclamaciones.
7. Ejemplos de perturbaciones en actividades como la ganadería y la agricultura se dieron en Biskek, en Kirguistán, y en Nairobi, en Kenia, entre junio de 2010 y junio 2011. Dichas experiencias surgieron debido a que el precio mundial de los granos se duplicó, fenómeno que provocó que en las ciudades mencionadas ocurrieran protestas sociales.
Parenti, Christian [2021], "Si fracasamos", Jacobin América Latina, 11 de junio, https://jacobinlat.com/2021/06/11/si-fracasamos/
El texto de Parenti es un llamado para combatir la destrucción del medio ambiente a través de la adaptación. El autor deja en claro el hecho de que el sistema en que vivimos ha dejado una huella irreversible en el planeta, huella que no solo es una amenaza futura para la vida, sino para el propio sistema y su funcionamiento en el presente. Se resalta la necesidad del trabajo entre sociedad, los estados y las propias empresas para tratar de contrarrestar algunos de los peores efectos del cambio climático. Lo previo, implica la toma de conciencia de los daños que el ser humano ha provocado al medio ambiente, ejercicio que permitirá reconocer los potenciales peligros a causa de dichos males y como resultado, será posible comenzar a tomar acción en un mundo que necesita de la prevención más que nunca.