Romper filas: la deserción como crisis del sentido
Fernández-Savater, Amador [2023], "Romper filas: la deserción como crisis del sentido", ctxt, 16 de septiembre, https://ctxt.es/es/20230901/Firmas/44086/Amador-Fernandez-Savater-deserc...
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Amador Fernández-Savater es investigador independiente, activista, editor y filósofo pirata. Ha publicado recientemente 'Habitar y gobernar; inspiraciones para una nueva concepción política' y 'La fuerza de los débiles; ensayo sobre la eficacia política'.
La deserción ante una sociedad automatizada se plantea como un fallo que muestra la traición y la debilidad de quién deserta, o dicho de otro modo, su falta de compromiso. No obstante, para el desertor se hace una tarea complicada el romper con tal automatismo puesto que se presentan obstáculos que cuestionan sobre su propias decisiones y que lo hacen querer encaminarse nuevamente en la "normalidad". No obstante, el desertar es una necesidad para poder pensar, para poder descansar de aquello que el desertor ya no quiere hacer parte de su vida, ya que ahora lo considera como "peste". Desertar es volver a empezar.
No es depresión, sino deserción
En el mundo contemporaneo, el fenómenos de la deserción es diagnosticado como depresión, una enfermedad que se convirtió en epidemia y que tuvo como punto de inflexión la pandemia por COVID-19. La deserción se cristaliza en la disminución de la productividad en el trabajo; el abandonar el mismo. O bien, lo que sucede a mi alrededor y que me involucra, adquiere la forma de pantomimas que son presentadas como "memes". Regresar a la normalidad después de la pandemia ha implicado regresar al vacío existencial.
Para el filósofo italiano Franco Berardi desertar no es estar deprimido. Desertar significa estar consciente del tipo de vida que se lleva y la insatisfacción en tal sentido, por lo que la deserción no es un "mal" ni un "defecto", es preguntarse si hay un mejor escenario ante aquello que se llama vida, y si es así, qué cambios se deben de realizar. Para Berardi, pensar que la sociedad funciona bien y alinearse a ella, es el sinónimo de estar "mal". La deserción no es depresión, si bien deviene en cuestiones existencialistas, también representa un fenómeno político ante una sociedad que está enferma al normalizar lo que está mal.
Pero la deserción no es la resignación. Es la búsqueda de algo diferente (mejor) ante el panóptico ejercido por una sociedad que esta erigida en base a la política tradicional y a utopias auto-impuestas que representan el éxito, en tanto consumo o autorrealización. El desertor ha perdido la fé en el sistema, en la sociedad, eso no implica no hacer nada, sino todo lo contrario, buscar alternativas.
La decepción del desertor representa para Occidente, aceptar que ninguna de sus políticas o figuras de autoridad han llevado hacia el bienestar, o dicho de otro, un mundo mejor. Todo lo contrario, los múltiples intentos por fabricar un mundo perfecto en Occidente han ocasionado un quiebre que se manifiesta como deserción. Tal deserción asume el caos que ha generado la "normalidad" occidental; el desertor se siente impotente pues reconoce que la buena voluntad no es suficiente para cambiar al mundo. Toca tomar esa impotencia para convertirla en un arma a favor y con en su contra.
En tal sentido, quien deserta desecha a la "buena voluntad" como la vía para hacer un mundo mejor. El desertor opta por sentir –sensibilizarse– para adquirir una nueva óptica y analizar todo lo que lo rodea; el fin es generar interdependencia con lo que le circunvala, en lugar de pretender su domino, de controlarlo. Prácticas y modos de pensar que van en contra de Occidente, quien como creador de la política de la buena voluntad y lo políticamente correcto, ha fallado en crear sinergias con las fuerzas de imperan en sus fronteras. Quien deserta encuentra una nueva visión en el momento que reconoce que no puede hacer con lo que tiene, con lo que abandona el deseo egoísta y asume la necesidad de la otredad para crear y vivir, en lugar de las prácticas occidentales de sumisión y subordinación.
La deserción como aterrizaje
El medio francés Reporterre estudia casos particulares de deserción que se han manifestado como movimientos y luchas ecologistas (dato crucial 1), donde se cuestiona la necesidad de seguir reproduciendo las prácticas ecocidas. Los trabajos de este medio francés revelan la propia epistemología de la productividad en tanto que sustancia del trabajo, tales como ¿Cómo no cooperar con el sistema de producción destructivo?, o bien, ¿Cómo sostener materialmente ese gesto de no colaboración?. En suma, se trata de pensar cómo mantener viva la llama de la deserción ante la hegemonía del sistema actual.
En el contexto de la depredación al medio ambiente y los movimientos ecologistas que desertan para encontrar soluciones, subyace también la necesidad de encontrarse a uno mismo en un intento de frenesí y deconstrucción para encontrar una nueva relación con el sistema Tierra que implique el respeto mutuo hacia quienes le rodean. En tal sentido, a esta deconstrucción se le puede llamar un "aterrizaje", encontrar modos de encontrar la propia sustancia de la existencia individual, una labor que implica una lucha por la continuidad y la duración, en lugar de pensar a la deserción como algo que sucede en un instante y que permanecerá por siempre.
La deserción que camina
Para el escritor argentino Diego Valeriano, permanecer en la deserción tiene como condición establecer lazos entre la otredad con el fin de asegurar la permanencia. Esto deriva de la interrogante sobre si la deserción es un acto exclusivo del Norte Global ya que estos cuentan con lo "necesario" –tanto económico, político y social– para seguir con la lucha anti-sistema. En tal sentido, Valeriano deja en claro que el Sur Global también puede unirse al fenómeno de la deserción pero no necesariamente de la misma manera que el Norte Global.
Las luchas que se presentan en los países no hegemónicos implican tomar riesgos y estar sujetos antes esquemas que pretenden hacerlos parte del sistema, mediante la supresión de la autonomía y el movimiento, en favor de un medio para la subsistencia, es decir, el trabajo.
Estas prácticas opresoras de alineación de la sociedad en lo superficial puede parecer que significa alineación dada su pasividad por apegarse a la norma. No obstante, en tal pasividad también radica la lucha; una lucha por soportar a las máquinas estatales que apagan su chispa y su gracia de los menos favorecidos, una pasividad que se reinterpreta como resistencia, o como dice el autor, "los únicos que podrían sobrevivir en un apocalipsis zombi". En tal sentido, esta metáfora hace referencia a que la carencia también fortalece, y en suma, la razón de tal fortaleza son los lazos que unen a la sociedad oprimida, cristalizada bajo el concepto de amistad.
La amistad, a la cual tanto Valeriano como Fernández-Savater, dejan entrever que se trata de "colectividad", la mayor arma que pueden tener los países del Sur Global ante la obligada inclusión hacia el sistema hegemónico.
La deserción como solución
El caso español de un grupo de estudiantes de antropología autodenominado como Kokum adquiere relevancia al cuestionar el desbordamiento que han tenido las ciencias sociales por apegarse a los esquemas de productividad del sistema. En tal sentido, la creatividad y el placer por crear se han dejado de lado para favorecer al mercado, los intereses de la academia y adaptarse a las lógicas del beneficio.
Ante esto Kokum pretende matar a la antropología, que se puede entender como desertar de la antropología, con el fin de eliminar aquello en lo que se ha convertido esta ciencia social para encaminarla nuevamente en la senda donde las ideas se vuelven peligrosas pues implican la reconstrucción de los saberes. Kokum quiere acabar con todas las ciencias sociales actuales enraizadas en prácticas extractivas que hace de estas ciencias sujetos de negocio. La forma de llegar a tal objetivo es "el encuentro" en igualdad contra la separación del sujeto y el objeto, ¿Cómo habitar dentro y en contra?.
Ni por arriba ni por abajo
En la actualidad se han intentado hacer los cambios atacando al sistema desde dentro y desde afuera, es decir en espacios abiertos mediante manifestaciones y desde espacios cerrados como las iniciativas de ley. En tal sentido, ambas estrategias han fallado. Eso no significa que hay que tirar la toalla, el verdadero objetivo no es generar un cambio instantáneo sino abrir una grieta (hacer ver que hay algo que incomoda). Después de hacer evidente lo no evidente, la lucha implica la colectividad, la unión entre los desertores.
1.- Un ejemplo del fenómeno de la deserción aconteció en Francia, cuando ocho estudiantes de la escuela técnica del Ministerio de Agricultura rechazaron su título e invitaron a sus compañeros a abandonar los "trabajos destructores" y sumarse a un movimiento de "bifurcación histórica" con el fin de crear un nuevo rumbo para el planeta. Un movimiento ecologista que busca romper con los saberes y recursos existentes para sostener modos de vida que depredan la tierra.
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La deserción está buscando crear nuevas formas de habitar el mundo y llevar la vida, donde la unión es esencial para encontrar nuevas formas de habitar y entender al mundo que nos rodea. Esto podría abrir nuevos campos para reflexionar sobre la vida en un mundo que se ve golpeado gravemente por los impactos ambientales.