¿Ecocidio o Autodestrucción Ambiental?
Baquedano, Sandra [2019], "¿Ecocidio o Autodestrucción Ambiental?", Environmental Ethics, (41) Issue Supplement I, otoño, pp. 61-72, https://doi.org/10.5840/enviroethics201941SupplementI33
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Sandra Baquedano Jer es una filósofa chilena y profesora asociada del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus áreas de interés incluyen la filosofía ambiental, la ética animal, la filosofía antigua y la filosofía alemana del siglo XIX.
La destrucción humana de la naturaleza puede considerarse una forma de autodestrucción que afecta a la misma especie humana. Es una forma activa de destrucción del entorno natural, necesario para preservar la biodiversidad en el planeta. ¿El ecocidio o la autodestrucción ambiental interrumpe la vida de algunas especies o es parte de su curso natural? En el siguiente texto se explorará cómo la extinción masiva actual de especies es el resultado del especismo, y cómo su prevención plantea el desafío más radical para la ética centrada en los derechos de especies no humanas.
Etimología y acuñación del concepto ecocidio en un contexto fundamentalmente bélico
El origen del concepto “ecocidio” tiene una historia doble. Por un lado, el concepto fue acuñado por el biólogo Arthur Galston, refiriéndose originalmente a todas aquellas prácticas bélicas que han convertido al medio ambiente en un objetivo militar. Por el otro, el concepto comprende una historia de autodestrucción individual y ambiental. Esto implica que sus dinámicas buscan causar catástrofes ambientales con el fin de forzar el destierro, la muerte o el exterminio masivo de seres humanos y no humanos.
Se ha enfatizado en los efectos devastadores que estas situaciones tienen en las sociedades afectadas, como el descenso drástico de la población humana y la desintegración de los cimientos sociales que sustentan la organización política, la complejidad económica y las normas de convivencia en vastos territorios dominados por los seres humanos. Un ejemplo de esto es la defoliación de selvas y bosques, así como la destrucción de cultivos tanto en Vietnam como en las zonas fronterizas de Laos y Camboya, que fue una estrategia militar de Estados Unidos contra los insurgentes del Viet Cong y la población campesina (dato crucial 1). Su objetivo era privarles de fuentes de alimentación, destruir la cobertura forestal, donde podrían refugiarse, y así forzar la migración a zonas urbanas controladas por Estados Unidos.
El uso de herbicidas como parte de la guerra dejó daños irreversibles en la salud humana y devastó vastas zonas de bosques y tierras de cultivo que fueron pulverizadas por los herbicidas "arcoíris" (dato crucial 2). Dado este contexto histórico del término, se cuestiona si el concepto de ecocidio debe aplicarse exclusivamente al contexto bélico en el que se acuñó, o si es posible trascender esos límites iniciales.
La intencionalidad indirecta en dinámicas autodestructivas: el problema ambiental
El ecocidio es un fenómeno que revela cómo el denominado desarrollo ha sido en realidad un mal desarrollo. Sus logros no han llevado a la humanidad por el camino del progreso ambiental, sino más bien por el camino del retroceso en el autoconocimiento y la valoración instrumental de la naturaleza. La naturaleza en el ser humano se ha convertido en el entorno común donde interactúan diferentes seres vivos, pero donde solo una especie (gracias a la capacidad biológica especial de razonar) ha logrado imponerse sobre las demás, reificando a la naturaleza, es decir, considerándola como un objeto sin conciencia ni libertad.
El poderío tecnocientífico (refiriéndose al poder de crear lenguaje, filosofía, crear arte, la ciencia y la construcción de obras tecnológicas) subordinado al sistema económico dominante, junto con la superpoblación, las guerras industrializadas, el cambio climático y el consumismo, ha llevado a que la situación actual sea de autodestrucción, pues la reificación especista de la naturaleza ha causado la degradación antropogénica de los hábitats y la extinción masiva de especies.
La responsabilidad por otros seres vivos y su entorno implica proteger la calidad de vida generada por las relaciones intra y extrahumanas. Cuanto mayor sea el poder de daño infligido, mayor será la responsabilidad de proteger lo afectado. A pesar de esta mayor responsabilidad, la magnitud de los alcances del actual poderío tecnocientífico ha aumentado sin que este dinamismo histórico condicione la responsabilidad que corresponde a la desmesura de sus efectos. El ecocidio es la señal más evidente de una disociación en la ecuación, ya que este mismo comportamiento ha llevado a destruir deliberadamente el medio ambiente.
Extinción de fondo versus extinción en masa de especies
Desde tiempos remotos hay fuentes que documentan cómo muchas sociedades del pasado tuvieron un trato hostil con los demás seres vivos y que además sobreexplotaron el medio ambiente en las zonas donde se establecieron. No obstante, en las últimas décadas, las acciones humanas han causado una degradación ambiental y un exterminio antropogénico no visto antes en la historia.
Los paleobiólogos, basándose en registros fósiles, distinguen en términos generales dos tipos de tasas de extinción: la de fondo y las masivas. La primera ocurre de manera constante después de un largo período de tiempo en el que la especie y su nicho ecológico logran perdurar sin cambios sustanciales. Mientras que, las extinciones masivas, según Jay Gould, paleontólogo estadounidense, “son más frecuentes, más rápidas, más profundas en número y hábitats eliminados y tienen efectos más diversos que las ocurridas en épocas normales” (p. 65)
La actual extinción masiva de especies solo es comparable con las tres últimas grandes extinciones que tuvieron lugar en el pasado geológico remoto (dato crucial 3). La diferencia radica en que la actual sería una extinción antropogénica. Después de la desaparición de los dinosaurios, muchas de las especies supervivientes aumentaron y se multiplicaron significativamente (dato crucial 4). Sin embargo, con la llegada de los humanos comenzó una devastación de la biodiversidad en la Tierra sin precedentes, provocando una extinción masiva, causada por los mismos seres humanos (dato crucial 5).
Extinción antropogénica y especismo animal
La extinción de fondo es parte de un proceso natural lento, a diferencia de la extinción en masa actual que ocurre aceleradamente debido a múltiples causas antropogénicas. La autora define el “especismo” como la forma de discriminación basada en la creencia de la superioridad de una especie sobre las demás, promoviendo la separación y segregación de especies o grupos vulnerables.
Aunque el término "especismo" se ha utilizado principalmente en relación con animales no humanos, este sesgo exige considerar también un extensionismo anti especista hacia las especies vegetales, aunque no sea tan evidente. Esta necesidad es especialmente clara desde una perspectiva ecocéntrica, que considera que el ecosistema es más que la simple suma de las especies que lo componen. Desde la ética biocultural, también se puede observar cómo algunos grupos de la misma especie humana son privilegiados a expensas de la degradación del sistema global.
La destrucción de los sistemas bióticos y abióticos es precedida por una hermenéutica que no solo denigra el mundo desde una perspectiva biológica, sino también espiritual. Ya que, las extinciones, al ser irreversibles, implican una pérdida definitiva de ciertas formas de vida para la humanidad, empobreciendo tanto moral como intelectual debido a la ausencia de otros seres vivos. La extinción antropogénica de especies y el especismo están interconectados y forman parte de un problema en cierne.
Anamnesis del especismo en la moderna extinción antropogénica
Franz Broswimmer, sociólogo ambiental, defiende la tesis, junto con antropólogos físicos y paleontólogos, de que la extinción masiva de la megafauna no se debió necesariamente a factores externos a los seres humanos, sino más bien a la masificación de la caza humana (dato crucial 6). En este sentido, esta forma preindustrial de ecocidio podría extenderse actualmente a un "ecocidio global" (p.68).
En muchos lugares colonizados por poblaciones humanas, muchas especies vegetales y animales experimentaron un rápido proceso de extinción que se seguía un modus operandi común: se descubría la especie comercial deseada, se cazaba intensivamente hasta agotarla localmente, luego se repetía el ciclo en otros lugares (dato crucial 7). Desde la perspectiva del concepto de ecocidio, esta forma de relacionarse con otras especies ha llevado a que el especismo, la reificación, el saqueo y la destrucción se convirtieran en la regla de la relación del ser humano con la naturaleza, y no en la excepción.
El impacto autodestructivo que estas dinámicas tienen hoy en día constituye el reverso del trastorno antropogénico que causa tanto la extinción masiva de especies, como la destrucción de sistemas bióticos y abióticos. El daño que las personas infligen a su entorno puede llevar a un prolongado declive antes del desenlace de las mismas sociedades o también puede ocurrir que las problemáticas descritas conduzcan a situaciones límite que provoquen el colapso (dato crucial 8). Si bien esta trágica consecuencia no ha sido la norma en todas las sociedades que han desaparecido, la amenaza de un ecocidio mundial considera que lo ocurrido con poblaciones del pasado sean un presagio de lo que podría suceder en un mundo cada vez más globalizado y complejo.
Aporías Antiespecistas Entre la Ética Ambiental y la Ética Animal
A través del desarrollo técnico-industrial y la ideología económica imperante, las más diversas prácticas especistas han llevado al ser humano a explotar y hacer desaparecer sistemáticamente un sinfín de especies en la Tierra. Al tener el poder de extinguir otras especies del planeta surge, a la vez, la responsabilidad de protegerlas en un ambiente que permita su conservación.
Ante esta idea, emergen varias corrientes filosóficas que centran su preocupación en la supervivencia de las especies y la integridad de los ecosistemas; mientras que otras, enfatizan en la necesidad con acabar con la crueldad animal. Ambas corrientes filosóficas coinciden en la crítica a la concepción del ser humano como el único ser en el mundo que se considera un fin en sí mismo. Hans Jonas, filósofo alemán, sostiene que cada ser vivo es su propio fin y su valor no necesita justificación adicional. Desde esta perspectiva, la "dignidad ontológica" del ser humano radica únicamente en su capacidad de ser custodio y responsable de otras especies. Esta responsabilidad es intrahumana y no implica reciprocidad (p.70).
No obstante, la conservación de vastas zonas no está exenta de prácticas especistas cuando, por ejemplo, se eligen paisajes con una belleza única según los estándares estéticos occidentales, en detrimento de otras especies. Independientemente de la razón de fondo, gracias a los sistemas de parques nacionales se ha logrado preservar la biodiversidad y la belleza de lugares únicos en el planeta frente a la devastación antropogénica global. Sería absurdo deslegitimar estos proyectos y áreas de conservación que surgieron a partir de un encantamiento estético. Esto solo resalta la complejidad del especismo, que a veces enfrenta la ética ambiental y la ética animal.
La búsqueda de la belleza (principalemente occidental) ha favorecido en muchas ocasiones iniciativas ecológicas y animalistas en la práctica. Sin embargo, los estándares estéticos pueden volverse discriminatorios al utilizarlos para seleccionar ciertas especies en detrimento de otras, que pueden ser desplazadas e incluso desaparecer de áreas protegidas (y que son esenciales para la vida del ecosistema). Existen múltiples criterios de selección que suscitan una reflexión crítica sobre el sentido y significado de los diferentes grados de especismo. A pesar de estas limitaciones, es innegable que el cuidado y el valor por la calidad de vida de las especies no humanas están más encaminados hacia un enfoque anti especista, aunque todavía no se pueda aplicar completamente.
Un Desafío Común Tras las Aporías Anti especistas Entre la Ética Ambiental y la Ética Animal
La capacidad de empatizar con el dolor y el sufrimiento de otras especies no humanas no necesariamente cambia el antropocentrismo epistémico y ético, pues el especismo implica una percepción del mundo derivada de la propia experiencia humana con otras especies. Sin embargo, permite explorar una amplia gama de problemáticas especistas que enfrentan la ética animal y la ambiental, como un asunto esencialmente filosófico.
En comparación con otras especies, solo los humanos son responsables de la condición actual del planeta. En su calidad de “sapiens”, el ser humano pudo haber evitado el desencadenamiento de un escenario ecocida o una serie de dinámicas autodestructivas ambientalmente. El fin último de la ética ambiental y animal es, entonces, la de evitar desastrosos niveles de mortandad o de destrucción a gran escala de ecosistemas.
La falta de una ética que transcienda al ser humano implica que estos patrones antropocéntricos se vuelvan en su contra. Esta retrospectiva al especismo en la extinción antropogénica moderna muestra que, globalmente, han impactado en las bases sistemáticas que sostienen la vida en el planeta. El especismo está provocando pérdidas globales de especies y la misma autodestrucción de especies.
1. Entre 1962 y 1971, la fuerza aérea de Estados Unidos roció mas de 80 millones de litros de herbicida y defoliantes, entre ellos el agente naranja, fabricados por Dow Chemical y Monsanto. En 1966 se rociaron alrededor de 20 millones de galones del agente naranja.
2. Fuentes oficiales vietnamitas afirman que fueron contaminadas aproximadamente 2 millones de personas y 3 millones de hectáreas. Actualmente, todavía viven hijos de personas que fueron contaminadas por dichos tóxicos y que, como consecuencia de los mutágenos dañinos para el ADN, nacieron con severas malformaciones o con cáncer desarrollado a los pocos años de nacer.
3. La primera de las última grandes extinciones data de unos 250 millones de años, poniendo fin al periodo Pérmico. Se calcula que 90% de las especies se habrían extinguido marcando el término del Paleozoico. La segunda se desarrolló hace 200 millones de años por un complejo multifactorial que abarcó cientos de siglos. Aunque, las dos principales causas que lo explican son por el impacto de un meteorito en la Tierra y la erupción de grandes flujos de lava. La última gran extinción aconteció hace 65 millones de años y acabó con la vida de los dinosaurios junto con otros miles de especies.
4. Los registros fósiles de seres humanos anatómicamente modernos datan de hace unos 130 mil años, pero los estudios sobre los orígenes de los humanos modernos en África los sitúan alrededor de hace unos 200 mil años.
5. En la mayoría de los casos, las extinciones de la megafauna a fines del Cuaternario comenzaron poco después de la llegada de los primeros seres humanos prehistóricos. De todos los continentes, los datos más claros de la extinción en masa de la megafauna corresponden a América del Norte, donde 70 especies (95% de la megafauna) desaparecieron hace entre 14 mil y 11 mil años.
6. Las depredaciones antropogénicas que podrían haber llevado a la extinción de la megafauna estaban asociadas con métodos rudimentarios como cercar a los grandes animales y hacerlos caer a un precipicio. Este tipo de prácticas se extendieron hasta finales del Cuaternario por distintas partes del planeta.
7. Entre los siglos XIV y XVIII el comercio moderno de pieles condujo al exterminio de los animales de piel desde donde eran explotados. Con el desarrollo tecnológico del siglo XVIII, la caza comercial de cetáceos llevó a que en unas pocas décadas la persecución y la excesiva caza industrial de las ballenas hiciera drásticamente descender las poblaciones explotadas, poniéndolas en peligro de extinción.
8. En la isla de Pascua en el siglo XVI y en la isla de San Mateo en el siglo XX las poblaciones humanas y no humanas colapsaron luego de alcanzar un número exorbitante y sobrepasar la capacidad de carga de sus respectivas islas.
Jay Gould, Stephen [1985], The Flamingo's Smile: Reflections in Natural History, New York, W.W. Norton & Co., pp. 231-232.
Broswimmer, Franz [2005], Breve historia de la extinción en masa de especies, Pamplona, Editorial Laetoli, p. 51
Jonas, Hans [2003], Das Prinzip Verantwortung, Frankfurt en Main: Editorial Suhrkamp Taschenbuch, pp. 177-178
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El texto examina cómo la actual extinción masiva de especies está vinculada al especismo y la reificación humanas. De este modo, se centra en la relación entre las actividades humanas y su impacto en el medio ambiente. Evitar un ecocidio plantea un desafío significativo para la ética enfocada en los derechos de las especies no humanas, pues enfatiza en la responsabilidad de proteger y preservar el medio ambiente por parte de la especie humana en su conjunto.