Emiliano Rodríguez Mega es reportero e investigador que colabora con The New York Times. Su trabajo se centra en el cambio climático y la violencia en América Latina.

En 2022 en el pueblo purépecha de Patúan, Michoacán, camionetas con hombres armados recorrieron las montañas de la localidad y después se incendiaron los bosques de estas montañas. Cuando el incendio forestal terminó las camionetas regresaron, ahora con árboles de aguacate que trasplantaron en donde antes estaba el bosque.

En el occidente de México la destrucción de bosques avanza velozmente debido a la alta demanda de aguacates en el mercado estadounidense. En la devastación forestal que da lugar a plantíos de aguacate intervienen distintos sujetos como grupos delictivos, terratenientes, autoridades locales y líderes comunitarios. Además, es posible que desde el 2000 toda la deforestación para los sembradíos de aguacates haya violado la ley, pues en México está prohibido el cambio de uso de suelo sin autorización del gobierno.

Estados Unidos comenzó a importar aguacates de México en la década de 1990. A partir de dicho momento, y de la mano de campañas de mercadotecnia que promocionaron el aguacate como un alimento milagroso, se disparó el consumo de este fruto (Dato Crucial 1). Para México, el costo de satisfacer esa demanda ha sido demasiado alto, con pérdida de bosques, agotamiento de acuíferos y crecimiento de la violencia debido a la incursión de grupos criminales en el negocio del aguacate.

En 2021 México y Estados Unidos firmaron un acuerdo con Naciones Unidas (ONU) para detener y revertir la deforestación a partir de 2030, pero el peso económico del aguacate pone en riesgo ese compromiso (Dato Crucial 2). Los funcionarios medioambientales mexicanos han solicitado a Estados Unidos que impida el ingreso a su mercado de aguacates cultivados en tierras deforestadas. No obstante, no se ha tomado ninguna medida.

En un informe reciente la organización Climate Rights International (2023) identificó decenas de casos en los que las tierras deforestadas son utilizadas para suministrar aguacates a empresas de distribución de alimentos de Estados Unidos, quienes, a su vez, los venden a las principales cadenas de supermercados de ese país. Por ejemplo, Fresh del Monte es una de las mayores distribuidoras de alimentos en Estados Unidos y ha apoyado campañas de reforestación en México; pero niega su responsabilidad al afirmar que no cuenta con cultivos en México. Mientras tanto, los campesinos, autoridades y líderes de pueblos indígenas que luchan contra la deforestación son constantemente intimidados, secuestrados y hasta asesinados.

La devastación de bosques de pino, roble y oyamel reduce el almacenamiento de carbono y libera gases de efecto invernadero. Además, como los aguacates demandan mucha agua, se han generado crisis hídricas pues drenan acuíferos vitales para los campesinos (Dato Crucial 3).

En regiones en las que hay fuertes disputas territoriales entre cárteles de narcotráfico, la pérdida de bosques crea aún más conflictos en los que probablemente las autoridades mexicanas están coludidas. Asimismo, la aparición de cultivos de aguacate siempre conlleva a pozos ilegales en los alrededores, los cuales suelen reducir el suministro de agua de los campesinos y sus milpas.

En México el aguacate se cultiva y come desde hace miles de años, pero la producción industrial de este fruto para su exportación es reciente. Comienza en la década de 1990 cuando Estados Unidos, a cambio de que México dejara entrar el maíz estadounidense, puso fin a su prohibición de importar aguacate.

México no solo exporta grandes cantidades se aguacate, sino que este sector representa un importante empleador para el estado de Michoacán (Dato Crucial 4). Pero la deforestación que causa es tan grande, que la asociación que representa a la industria del aguacate ha reconocido el problema y señala que se está atendiendo la situación.

De acuerdo con algunos funcionarios mexicanos, la corrupción local ha provocado la devastación de amplías áreas de bosques. Por ejemplo, un funcionario de la Fiscalía de Delitos Ambientales de Michoacán comentó, para este reportaje, que sus supervisores le solicitaron no investigar plantíos de aguacate de más de 5 hectáreas incluso si estos tenían denuncias. A cambio, los propietarios del plantío pagan sobornos a los supervisores.

En Michoacán miles de hectáreas de aguacates que son exportados a Estados Unidos eran áreas forestales en 2014 (Dato Crucial 6). El Departamento de Agricultura de Estados Unidos debe inspeccionar los cultivos de aguacates que se exportan, pero esta inspección solo vigila el control de plagas no la situación legal de la tierra. En 2021, funcionarios mexicanos solicitaron a dicho departamento estadounidense modificar el acuerdo de exportación de aguacates para asegurar que estos frutos no provengan de tierras deforestadas ilegalmente; pero la solicitud fue ignorada. Incluso, en 2022, Estados Unidos autorizó a Jalisco como exportador de aguacate.

Mientras tanto, activistas y comunidades locales libran una lucha muy peligrosa contra la destrucción de los bosques. Constantemente activistas, comunidades y líderes de pueblos originarios son amenazados, intimidados, secuestrados y hasta asesinados por oponerse a la expansión de los cultivos de aguacate en sus comunidades y bosques.

El comercio de aguacate está impregnado de corrupción, violencia y muerte, pero es probable que siga creciendo rápidamente (Dato Crucial 7). Mientras tanto, el aguacate juega un papel central en la economía de Michoacán, pero el costo puede ser la devastación total.