Aportes de la antropología feminista para afrontar la crisis ecosocial

Cita: 

Herrero, Yayo [2024], "Aportes de la antropología feminista para afrontar la crisis ecosocial", Francisca Fernández y Florencia Puente (coordinadoras), Feminismos ecoterritoriales en América Latina. Ciudad, crear, re-existir, Buenos Aires, Fundación Rosa Luxemburg, pp. 89-102, https://rosalux-ba.org/wp-content/uploads/2024/04/Feminismos-Ecoterritor...

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2024
Tema: 
Posibles aportaciones de la antropología feminista en el movimiento ecosocial
Idea principal: 

    Yayo Herrero López es una antropóloga, ingeniera, docente y activista ecofeminista española.


    En el contexto actual, se reconoce una situación crítica para la humanidad, donde la economía y política dominantes entran en conflicto con la preservación de la vida en el planeta. Se enfrenta una encrucijada global que amenaza la supervivencia digna de la mayoría de los seres humanos y de numerosas especies. Los desafíos incluyen el cambio climático, la superación de los límites naturales del planeta, el aumento de la pobreza y las desigualdades, las migraciones forzadas, diversas formas de violencia, conflictos armados y la violación de derechos fundamentales.

    La crisis global actual tiene múltiples manifestaciones interconectadas que apuntan a un choque entre la estructura de nuestra civilización y las condiciones que sostienen la vida. La literatura especializada ha advertido durante décadas sobre los riesgos catastróficos del crecimiento ilimitado, como el informe del Club de Roma en 1972. El movimiento ecologista ha desarrollado un cuerpo de conocimiento en colaboración con la antropología, que ha ayudado a comprender el conflicto entre el capital y la sostenibilidad ecológica, así como las relaciones humanas con el entorno natural.

    Recientemente, la antropología feminista ha cuestionado las concepciones del ecologismo social, influyendo en la reinterpretación de la sostenibilidad y el decrecimiento. Además, se destaca el papel de las metodologías antropológicas feministas para abordar los conflictos emergentes en tiempos de crisis ecosocial. Se señalan también los riesgos de una incorporación reduccionista de las demandas feministas y ecofeministas en el movimiento ecologista y otros movimientos sociales.

    Aportaciones a la noción de sostenibilidad, decrecimiento y urgencia

    Las diversas corrientes del feminismo, el ecofeminismo y los movimientos sociales han realizado contribuciones significativas a una perspectiva emergente como lo es la antropología ecofeminista. Este enfoque busca integrar el análisis de la relación entre género, medio ambiente y justicia social. Entre las voces destacadas en este campo se encuentran Mary Mellor, Cristina Carrasco, Amaia Pérez Orozco, Antonella Piccio, Magdalena León, Vandana Shiva, María Mies, Lorena Cabnal y Lolita Chavez, entre otras.

    Una de las críticas centrales del ecofeminismo es hacia el concepto de sostenibilidad, que ha sido ampliamente utilizado por el ecologismo social. Las autoras (ya que se manifiesta en el principio del texto que es un resultado colectivo) argumentan que este término, tal como se ha empleado, mantiene un dualismo entre cultura y naturaleza, lo cual no refleja adecuadamente la complejidad de las interacciones entre los seres humanos y el entorno natural. Se señala que la vida se autorregula mediante procesos homeostáticos y mecanismos de realimentación, los cuales buscan restaurar el equilibrio en los ecosistemas. Sin embargo, cuando estas perturbaciones son profundas y rápidas, pueden desencadenar mecanismos de realimentación positiva que alejan al sistema de su equilibrio dinámico, llevándolo hacia un colapso y una reconfiguración en condiciones diferentes.

    Con la antropología ecofeminista, se destaca la interdependencia de la vida humana entre sí y con el entorno. Reinterpreta el concepto de metabolismo social, derivado de las ideas de Marx, indicando que es un proceso esencial para la reproducción diaria y generacional de la sociedad desarrollado en cinco eslabones interconectados: la interacción con la naturaleza para obtener bienes y servicios, el espacio doméstico como red de interdependencia, la comunidad cercana como lugar de ayuda mutua, y el Estado y el Mercado como esferas de producción y consumo mercantil. La economía capitalista solo toma en cuenta, mencionan las autoras, la producción y consumo llevado a cabo por los últimos dos eslabones de la cadena mencionada.

    La sostenibilidad adquiere significado al vincular el metabolismo social con la trama de la vida. Desde una perspectiva ecofeminista, resalta el texto, se entiende como el proceso continuo y complejo de satisfacción de necesidades humanas dentro de los límites de la vida autoorganizada. Implica mantener relaciones armónicas con la naturaleza y otros seres vivos para sostener la vida humana de manera intencional. Esto contrasta con el uso superficial del término "sostenibilidad" en la etiquetación de procesos productivos como ambientalmente amigables.

    En medio de debates sobre estrategias políticas para abordar la crisis ecosocial, el concepto de decrecimiento ha surgido como una propuesta prominente. Los defensores del decrecimiento lo ven como un proceso transformador para construir sociedades libres, justas y democráticas, destacando la necesidad de cambios urgentes y descomplejizar el metabolismo social.

    Para que la sostenibilidad sea política, es esencial definir qué y cómo sostener. La falta de una mirada ecofeminista podría hacer que la lucha se centre en indicadores ambientales y olvide la importancia de las vidas individuales y su conexión con la naturaleza. Es crucial desarrollar una antropología ecofeminista que fomente el sentido de pertenencia a la vida y defienda todas las vidas. Como sugiere Judith Butler, la violencia se manifiesta cuando se menosprecian las vidas perdidas.

    La antropología económica ecofeminista desempeña un papel importante al definir qué aspectos deben disminuir. Según nuestra perspectiva, no es el metabolismo social en su totalidad, sino su dimensión biofísica.

    El decrecimiento no será determinado por una voluntad ética o política, es inevitable debido a los límites biofísicos. En un contexto de contracción material, ciertas partes del metabolismo social deben expandirse y complejizarse para sostener vidas. Muchos autores relacionan la complejidad social con la globalización, jerarquía y cadenas de producción y consumo.

    Para las autoras, entonces, el decrecimiento no es una ideología, sino el marco material en el que se desarrollará la existencia de la humanidad, independientemente de nuestras preferencias. La propuesta política es priorizar garantizar condiciones de vida dignas. El decrecimiento material ocurrirá de todos modos, pudiendo ser destructivo o gestionado democráticamente bajo principios de suficiencia, redistribución de la riqueza y el objetivo de sostener vidas dignas y con derechos.

    El avance del movimiento social podría generar un aumento en la complejidad social. Las sociedades que han vivido en equilibrio con sus entornos y basadas en relaciones comunitarias, autogestión y autogobierno, muestran una complejidad social significativa a tomar en cuenta.

    El enfoque del decrecimiento como un contexto material en vez de una hipótesis política para la sostenibilidad es crucial. Esto implica que el movimiento ecologista debe priorizar las condiciones dignas de vida y la satisfacción de necesidades básicas. La antropología ecofeminista está introduciendo esta perspectiva en el debate social. Y es que las políticas de decrecimiento deben asegurar los derechos y necesidades de todas las personas, no solo centrarse en la reducción de la huella ecológica. Esto implica reconocer y abordar el empobrecimiento, la precariedad vital, el sufrimiento y la explotación que muchas personas enfrentan. Las transiciones ecológicas, así, deben buscan garantizar derechos básicos para aquellos que actualmente carecen de ellos.

    El reconocimiento y la sensibilidad hacia cada pérdida de vida aumenta el sentido de urgencia. La prioridad del movimiento ecologista es actuar rápidamente contra los procesos que amenazan las bases materiales de la existencia humana. Es crucial detener tanto el deterioro ecológico como otras formas de sufrimiento, como las muertes en el Estrecho de Gibraltar, los feminicidios y el hambre. Todas las vidas importan y deben ser consideradas en las propuestas del movimiento ecologista para lograr un enfoque inclusivo y significativo para la mayoría. La antropología ecofeminista ofrece un marco de pensamiento adecuado para avanzar en esta dirección.

    Las aportaciones metodológicas a los conflictos ecosociales

    A medida que se profundiza en las diversas dimensiones de la crisis ecosocial, el conflicto social se hace más evidente. En los últimos años, han surgido nuevas tensiones que han generado una marcada polarización en torno a ciertos temas en los que, no obstante, es crucial generar consensos.

    En los últimos tiempos, por ejemplo, han surgido tensiones que han provocado una marcada división entre los partidarios del Green New Deal y los llamados "colapsistas". Sin embargo, se considera que este debate está mal orientado, ya que ambos grupos discuten en niveles distintos y es crucial encontrar puntos de acuerdo básicos. Se sugiere que adoptar métodos de debate similares a los utilizados en antropología podría facilitar la búsqueda de dichos consensos, incluyendo la escucha atenta, la organización de discursos, la aclaración de distintos niveles de discusión y la creación de espacios para el diálogo constructivo.

    La intensificación de conflictos es evidente en varios territorios, donde se enfrentan defensores de energías renovables con aquellos que protegen el territorio y el paisaje, así como ecologistas con trabajadores agrícolas y ganaderos. Además, se prevé que los conflictos por el agua y los incendios forestales aumenten. También se profundizan los conflictos de distribución ecológica entre países del Norte y del Sur Global. Los diálogos necesarios para abordar estos desafíos se desarrollarán en situaciones complejas entre personas y comunidades con diferentes visiones y necesidades. La gestión de estos deseos en un contexto de reducción material requiere de métodos de escucha, debate y encuentro, como los que la antropología ha desarrollado.

    Algunas reflexiones en torno a los riesgos

    En el texto se plantean algunas advertencias: desde los movimientos sociales autónomos y asamblearios, se proponen medidas para dispersar el poder del Estado y el Mercado, priorizando el fortalecimiento de hogares y comunidades, donde se presupone la existencia de altruismo, cooperación y apoyo mutuo.

    Se destaca la importancia del trabajo de reproducción cotidiana y generacional, así como de las tareas de cuidado, resaltado por el movimiento feminista. Sin embargo, se señala que esta visibilización ha sido aceptada en algunos ámbitos sin una reflexión feminista profunda, lo que lleva a una falta de cuestionamiento sobre la familia, el hogar y el poder. Se resalta el papel del patriarcado como una forma de dominación arraigada que subyace a las concepciones sobre los cuerpos y la Naturaleza, contribuyendo a la crisis ecosocial actual. Se advierte que la familia y la comunidad pueden funcionar como dispositivos de control al servicio del patriarcado y del Estado.

    El texto argumenta que los valores tradicionales de la familia, como el altruismo y el cuidado, han sido explotados para beneficiar al mercado y al Estado, con los hombres mayormente utilizando este tiempo social extraído de los hogares y comunidades. Aunque el neoliberalismo y el neoconservadurismo promueven el individualismo en la esfera pública, refuerzan la idea de que la responsabilidad familiar es un hecho dado.

    A veces, el ecologismo social reduce la contribución ecofeminista a la igualdad de género en las tareas de cuidado, sin abordar el persistente dominio patriarcal en estos espacios, donde las relaciones están marcadas por el deber, la obligación, la jerarquía y el miedo.

    Se enfatiza la importancia de la antropología feminista para analizar el poder, cuestionar la esencialización de las relaciones familiares y comunitarias, y desafiar las ideas preconcebidas sobre el amor, el altruismo y el apoyo mutuo. Se destaca que el patriarcado afecta todos los aspectos de la vida, incluso los movimientos sociales, y que es necesario examinar a fondo las relaciones que perpetúan la dominación y la violencia en estos contextos, a pesar de las posibles resistencias que surjan.

    Una consecuencia adicional de la sobrevaloración del cuidado es la posibilidad de excesos al abordar conflictos internos dentro de las organizaciones. La crítica feminista a la jerarquía y las relaciones violentas en los movimientos sociales ha transformado la manera en que se manejan y resuelven los conflictos, llevando a algunas organizaciones a exigir que ninguna persona sufra malestar o incomodidad. Sin embargo, existe el riesgo de que, al tomar decisiones, algunos se sientan maltratados o no escuchados simplemente porque sus opiniones minoritarias no prevalecen.

    Las dinámicas asamblearias son vulnerables y pueden ser saboteadas cuando incluso una sola persona no está comprometida con el bien común. A menudo, iniciativas prometedoras se estancan debido a actitudes patriarcales y autoritarias de algunos miembros, pero también por la confusión entre el cuidado y el abordaje respetuoso de los conflictos, y la idea equivocada de que todos deben estar satisfechos con cada decisión. Es natural sentir malestar al perder una votación o no convencer, pero en las dinámicas colectivas es necesario comprender que los deseos individuales no siempre pueden ser cumplidos.

    El análisis de los movimientos de mujeres revela que las relaciones internas no han estado ni están libres de conflictos y violencia. Sin embargo, estos movimientos han sido capaces de acoger una gran diversidad sin simplificar los mensajes ni reducir la ambición de transformación. Estas son algunas de las cuestiones discutidas en el Congreso. Se cree que el diálogo en curso entre el feminismo y el movimiento ecologista beneficiará conceptualmente a ambos. La antropología ecofeminista se percibe como una herramienta que facilitará este diálogo.

Nexo con el tema que estudiamos: 
    El mundo actual se encuentra sumergido en preocupantes crisis y desigualdades producto de una sistema productivo capitalista y patriarcal que requiere de estas para su reproducción. El texto proporciona una visión compleja de la importancia de las intersecciones entre el feminismo, el ecologismo y los movimientos sociales para hacerle frente; se subraya la relevancia de la antropología ecofeminista como una herramienta para fortalecer el diálogo y la colaboración entre estos enfoques, con miras a lograr una transformación social más inclusiva y verdaderamente sostenible.