Colapsología: ¿una mutilación de la ecología?

Cita: 

García, Renaud [2023], "Colapsología: ¿una mutilación de la ecología?", Nueva Sociedad, (303), enero-febrero, https://nuso.org/articulo/303-colapsologia-mutilacion-ecologia/

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Enero, 2023
Tema: 
Inconsistente, farandulera, invertebrada e incoherente. Así califica Renaud García a la colapsología
Idea principal: 

    Renaud García es profesor de filosofía en Francia. Sus investigaciones tratan fundamentalmente sobre el anarquismo, la crítica social y el decrecimiento.


    García comienza con un pronunciamiento fuerte: el discurso del colapso–colapsología–lejos de promover el cambio, tiene el potencial de erosionar la crítica ecológica, en tanto mutilarla y acaparar los espacios públicos.

    Destrucción programada, signos de extinción, así pues derrumbe, son algunos de los elementos que utiliza el autor para describir a la presente era de catástrofes. Una era que se sitúa en elecciones bastante radicales: vida o muerte. García abre la antesala para hablar sobre el discurso colapsista. En un primer momento, se vale de Tainter (1988) para indicar que el derrumbe de la civilización industrial no es otra cosa que el retorno a una “condición normal de menor complejidad”. Con lo dicho, abre paso a dar sus opiniones sobre la colapsología, un discurso que no data de hace poco más de 10 años.

    A tal efecto, el filósofo menciona que el discurso colapsista hace mella al derrumbe programado de la civilización industrial a causa de la “dinámica patológica del capitalismo industrial”. De ahí que indique que la colapsología encuentra su razón de ser al documentar, así pues, evidenciar toda la información que presentan las ciencias duras sobre la pérdida de la estabilidad planetaria (agotamiento de energías fósiles, cambio climático, agotamiento de los suelos, acidificación de los océanos, etc.) para presentarlas como los signos de tal derrumbe. De este modo, la colapsología se presenta como un “ejercicio transdiciplinario” para profundizar sobre los estudios del fin de la civilización, con lo cual busca su legitimación epistemológica; al tiempo que pronostica lo que podría suceder, paralelamente insta a militar a la sombra de la catástrofe.

    Sobre el particular, García concuerda en que es necesaria la movilización urgente para hacer frente a los problemas ecológicos y ambientales que atañen a la sociedad actual. Uno de sus problemas con la colapsología refiere a la disparidad del discurso entre sus autores (por ejemplo, en el mundo anglosajón no se utiliza el término collapsology), por ende tiende a interpretarse de diferentes maneras, lo que resulta en la carencia de un discurso crítico e intelectual.

    Esto tiene especial relación con la manera en que se da el mensaje sobre el derrumbe. Es decir, qué tanto tiene de seriedad, veracidad; qué tanto está acompañado de sentimentalismo, catastrofismo. En palabras del filósofo: “[b]ajo el peso de un drama tan aplastante, [una] resolución […] parece consagrada a volar en pedazos”. En otros términos, cuando lo intangible se vuelve tangible, qué tanto aporta navegar en la especulación y los “divertimentos teoricistas”.

    Es por lo que para García es innegable que existe cierto grado de espectáculo en el discurso colapsista, algo que sostiene con lo teorizado por Wallace-Wells (2020) sobre la pandemia de COVID-19 al marcarla como “terrible signo de pandemias futuras” si el cambio climático no cede; o bien, cuando el famoso colapsólogo francés Pablo Servigne mencionó que los mega-incendios en Australia más que indicar un tiempo de “movilizaciones masivas”, eran el llamado para adoptar una postura de “economía de guerra”; alternativamente, las predicciones sobre el colapso hechas por el exministro de Medio Ambiente francés Yves Cochet que marcaban puntualmente el derrumbe en el periodo 2030-2040 para su posterior renacimiento en 2040-2050. En tal perspectiva, el también catedrático señala que esto del mismo modo puede indicar la reactivación de los milenarismos propios de cada época.

    Una duda legítima en el tiempo del espectáculo triunfante

    Siguiendo con su crítica, García continúa exponiendo ejemplos sobre el espectáculo en el que se cierne el discurso colapsista, desde fanáticos acérrimos en las altas esferas del poder hasta publicaciones exitosas en ventas que hablan sobre el derrumbe (datos cruciales 1-3). Con esto, el filósofo reprocha cómo el espectáculo colapsista–en tanto, “profetas de la desgracia”–le ha servido a gobiernos (como el estadounidense y el francés) para evadir la apertura de un dialogo crítico sobre el tema ecológico, mientras que lo politizan y confieren la solución al tecno-optimismo. Es por lo que para el autor, la colapsología no es más que ecología mutilada.

    Mutilada en el sentido de que la herencia radical de la ecología política termina siendo nulificada por la romantización, inacción y ahora politización del discurso sobre el derrumbe. Para García, el hecho de que la colapsología gane terreno, no significa que exista un debate intelectual y político sobre el problema ecológico. Más bien, se debe a que éste fue insertado orgánicamente en la sociedad por el cine hollywoodense y la literatura postapocalíptica. Así, en sentido estricto, adherirse a la idea del derrumbe llama a rechazar las obligaciones que presupone la ecología política; más bien, no le da continuidad ni prepara a la población para recibir el derrumbe sin un contexto catastrofista.

    La trampa de los Lotófagos

    Lotófagos es la palabra adecuada para referirse a quienes son adeptos al derrumbe, de acuerdo con Renaud García. Este símil hace referencia al pueblo que se alimenta de flores de loto en la obra de Homero La Odisea. Esta población es característica porque a diferencia de las demás, no es hostil ni juzga; en cambio, ofrece su alimento a quienes transitan por sus aposentos, tal es el caso de Ulises y sus compañeros. La trampa de los Lotófagos es que conocen el efecto adictivo que desatan sus flores de loto a tal punto que hace que quienes la prueban, no puedan vivir sin ella. Pero los Lotófagos no hacen algo por advertirlo.

    Dicho lo anterior, los colapsólogos difunden sus discursos sobre el derrumbe cargados de sentimentalismo y experiencias personales, por lo que se hace difícil que quienes los escuchan se nieguen a contradecirlos. Para García, es más por el tema de la sensibilización–el ser políticamente correcto–que porque se compartan sus ideas. El problema radica en que una vez cargado del discurso colapsista, se es difícil no contagiarse de su catastrofismo. Para el filósofo, sin más ni más, la estrategia para recuperar la reflexión ecológica se encuentra en el rechazo al discurso colapsista. Esto es, no caer en su trampa al estilo Lotófago.

    Del mismo modo, el también catedrático expone que así como Ulises rechazó la omnipotencia que le ofrecía su prometida Calipso en La Odisea, por el simple hecho de que no estaba dispuesto a renunciar a sus orígenes campesinos, en tanto el equilibro de su oikos, una persona no puede dejarse atrapar por la inacción que puede suponer el discurso sobre el derrumbe. En ese sentido, la reflexión ecológica así como la ecología radical son necesarias, pero también es esencial que no se pierda de vista que el problema yace en lo voraz del capitalismo industrial; en otros términos, el problema es el sistema. Para García, esto es algo que conocen los colapsólogos o derrumbistas (para lo cual no necesariamente hace una distinción) pero que omiten para no perder a sus adeptos. En palabras del autor, los colapsólogos se parecen más a los Lotófagos porque “no [desmovilizan] frente a la urgencia […] frente a la amenaza del olvido dejan a otros [que también] se preocupan […] por el porvenir”.

    De la importancia de ser consistente

    En tal perspectiva, el filosofo se expresa de la colapsología como discurso “fundamentalmente inconsistente”, por dos razones:

    • Inconsistente porque no define cuál es el sentido y la coherencia de su mensaje. Dicho de otro modo, hacia dónde va, qué intenta promover. Después de todo, y tomando en consideración los efectos que produce el presente sistema sobre las nuevas generaciones, el catastrofismo que emana de la colapsología produce un tipo de activismo que promueve con fervor el derrumbe. En todo caso, el autor se cuestiona si el activismo colapsista sabe realmente lo que hace o simplemente se está apegando a una tendencia. Sea cual sea la respuesta, García culpa a los colapsólogos por enmarañar a las nuevas generaciones que ya de por sí están politizadas en torno a los desafíos ecológicos de la presente era.

    • Inconsistente porque el término derrumbe es una palabra “plástica”. Tal termino hace referencia a la vaguedad que adquiere una palabra en la medida en que su significado se modifica dependiendo del contexto. García explica que “derrumbe” posee una significación dilatada e imponente, sujeta a la imaginación y el entendimiento; lo que él entiende por derrumbe de la civilización termoindustrial, no es un derrumbe como tal sino una “decadencia”, una “destrucción integral de la vida social”. Pero no importa cómo el la entienda, puesto que sigue siendo una palabra “plástica”. Es por lo que el autor se lanza nuevamente contra la colapsología para llamarla “invertebrada”: evidencia la catástrofe, pero llama a prepararse para el fin, hace todo pero no hace nada. De tal suerte que pronostica, mientras que se queda en la inacción porque es un “camino sin salida”.

    Al final para Renaud García, en la medida en que la colapsología siga recurriendo al uso de palabras “plásticas”, su discurso seguirá siendo inconsistente, incoherente, por tanto, invertebrado. El también catedrático indica que no se trata de sólo quedarse a ver a que el auto que se quedó sin frenos, choque. Se trata de ver el tiempo que queda–aunque sea corto–, reorientarse y “llevar este trabajo a un buen término”.

Datos cruciales: 

    1) Cyril Dion, autor de las películas Mañana (2015) y Pasado Mañana (2018), expone que durante su participación con un Consejo de Defensa Ecológica en Francia (relacionado con el gobierno francés y que pretendía crear una Convención Ciudadana para el Clima), el entonces primer ministro, Èdoard Phillippe, confeso tener una obsesión por la obra de Jared Diamond sobre el derrumbe. Asimismo, Dion testifico que la finalidad de tal Consejo era desviar la coerción de proposiciones radicales en temas climáticos, así también de evadir los cuestionamientos por la inacción climática.

    2) En julio de 2019, el diario francés Le Monde abrió una semana de tribunas libres a la cuestión del derrumbe. Más tarde, en octubre del mismo año, puso a Pablo Servigne (el famoso colapsólogo) a encabezar su festival Imagine sobre la cuestión ¿Cómo vivir en un mundo colapsado?.

    3) En 2013, el periódico estadounidense The New York Times públicó en su sitio Learning How to Die in the Anthropocene (https://archive.nytimes.com/opinionator.blogs.nytimes.com/2013/11/10/lea...) (en español, Aprender a vivir en el Antropoceno) a cargo del veterano de guerra Roy Scranton. Más adelante, el escrito fue seleccionado para el premio al mejor ensayo de nature writting , para finalmente consolidarse en un “librito exitoso”, en palabras de García.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 
Trabajo de Fuentes: 

Tainter, J.A. (1988). The Collapse of Complex Societies, Cambridge UP.

Diamond, J (2005). Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed, Viking Penguin, Nueva York, 2005.

Servigne, P. & Stevens, R. (2015). Comment tout peut s’effondrer. Petit manuel de collapsologie à l’usage des générations présentes, Seuil, París, 2015, p. 253.

Wallace-Wells, D. (2020). El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento, Debate, Barcelona.

Taibo, C (2016). Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo, Los Libros de la Catarata, Madrid.

Homero (1960). La Odisea. Editorial Porrúa. Ciudad de México.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    En nuestro estudio sobre la bifurcación sistémica, este texto proporciona elementos clave para profundizar en las áreas de oportunidad de la colapsología. Tal es el caso de la terminología utilizada por los colapsólogos, así como la semántica misma de la palabra colapso, entretanto su falta de cienticificidad; en última instancia, su politización por parte de las élites capitalistas y sus instituciones.

    El hecho de que el autor se refiera a la colapsología como discurso y espectáculo, también revela que sólo está al tanto de una parte de lo que él llama "ecología mutilada". Por lo que está omitiendo los esfuerzos que se hacen en lugares como América Latina –por ejemplo– para llevar el tema de una manera crítica. Del mismo modo, tampoco es que exista una acaparación del tema sobre el colapso (al que el autor, por cierto, todo el tiempo se refiere como derrumbe) porque los medios de difusión masiva no lo exponen como tal; en todo caso, siempre está inserto dentro de lo ecológico, nunca como algo separado. Ya lo indica García, está lleno de influencias hollywoodienses. Tampoco es que la colapsología intente devorar a la ecología política. De hecho, busca hacer sinergía con ella, es transdisciplinaria; es algo característico tanto de las ciencias como diferentes campos de estudio: el objetivo es reforzar sus argumentos, nunca terminan subsumiendo a otra.

    Es cierto que la manera de dar el mensaje sobre el colapso puede cambiar, aunque tampoco es que raye en la exageración. Tan solo basta con mirar al avance en los estudios sobre el riesgo planetario y civilizatorio, mejor conocido como Riesgos Existenciales, el cual ha centrado su atención en darle cientificidad y seriedad a tales posibilidades. Sobre eso, la evolución así como la consolidación de éste, será también el parteaguas para refutar la idea de que los pánicos por la extinción son solo milenarismos, por el contrario son síntomas de una enfermedad crónica en el sistema.