Should We Change Species to Save Them?

Cita: 

Anthes, Emily [2024], "Should We Change Species to Save Them?'", The New York Times, New York, 14 de abril, https://www.nytimes.com/2024/04/14/science/australia-wildlife-assisted-e...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Abril 14, 2024
Tema: 
Modificación genética en especies animales para su conservación
Idea principal: 
    Emily Anthes es periodista y autora científica cuyo trabajo ha aparecido en The New York Times, The New Yorker, The Atlantic, Wired, Nature, Slate, Businessweek, Scientific American, The Washington Post, The Boston Globe, entre otros. Es Licenciada en Historia de la Ciencia y Medicina de Yale y Maestra en escritura científica por parte del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés). Escribe principalmente sobre ciencia y salud animal. También cubrió la pandemia de coronavirus.

    La autora recopila información de diversos científicos australianos cuyo enfoque para la conservación de la biodiversidad es la modificación genética para dotar a las especies animales de rasgos que les permitan sobrevivir en tiempos de degradación ambiental.

    Australia alberga una gran diversidad de especies animales únicas (Dato crucial 1). No obstante, problemas como la destrucción del hábitat, las especies invasoras, las enfermedades infecciosas y el cambio climático han ocasionado que Australia tenga una de las peores tasas de pérdida de especies del mundo. Frente a esto, biólogos conservacionistas y ecologistas evolutivos proponen alterar el genoma de los animales vulnerables a las amenazas climáticas, con la finalidad de preservarlos.

    El vórtice de extinción

    El mielero con casco es un ave que habita los densos bosques del estado de Victoria. Debido a la actividad humana y los incendios forestales, los bosques quedaron destruidos y la población de estas aves quedó reducida a sólo 50 ejemplares concentrados en una porción de pantano en la Reserva de Conservación Natural de Yellingbo.

    Los esfuerzos de conservación de esta especie (un programa de cría en cautiverio en el Santuario de Healesville y un parque del Zoológico de Victoria) permitieron que las aves sobrevivieran, pero ello no impidió que se redujera la variabilidad genética de la población, puesto que había endogamia, es decir, la reproducción entre especies de un mismo linaje. Esto representa complicaciones desde el punto de vista de la evolución, porque con el tiempo se acumulan mutaciones genéticas dañinas. Por tanto, la endogamia representa un problema para el éxito reproductivo (y la conservación) de la especie (Dato crucial 2).

    Frente a esto, la Dra. Pavlova, el Dr. Sunnucks y otros expertos sugirieron el “rescate genético” el cual consiste en agregar ADN de mieleros de penacho amarillo de Gippsland. Se trata de subespecies genéticamente distintas, las aves de Gippsland habitan bosques más abiertos y secos. Así, desde 2017 se realiza este procedimiento en el Santuario de Healesville. El éxito reproductivo de parejas mixtas ha sido mayor que el de las parejas de la misma especie.

    El rescate genético no es una idea nueva. Ya se ha aplicado a una población de panteras de Florida el ADN de panteras de Texas. Sin embargo, este enfoque atenta contra el principio tradicional de conservación, de que las especies deben mantenerse separadas para asegurar su pureza genética. Esto es importante porque al crear híbridos de especies, no se sabe con exactitud si se adaptarán a uno de los nichos biológicos, se corre el riesgo de propagar enfermedades, crear nuevas poblaciones invasoras o desestabilizar ecosistemas.

    Pese a estos efectos impredecibles, el rescate genético ha sido utilizado cuando se corre un riesgo inminente de extinción de especies. Así lo documenta Andrew Weeks —genetista ecológico de la Universidad de Melbourne— quien realizó un rescate genético de la zarigüeya pigmea de las montañas en peligro de extinción en 2010. Además, los científicos esperan que, al aumentar la diversidad genética, las poblaciones de especies tengan más posibilidades de contar con genes que les permitan sobrevivir ante condiciones ecosistémicas y climáticas adversas.

    Atacando amenazas

    Ben Phillips —biólogo poblacional de la Universidad Curtin en Perth— dirigió una investigación de selección natural intervenida para observar cómo se comportan las poblaciones híbridas. Para tal efecto, utilizó a sapos de caña y quoll del norte.

    Hace casi un siglo, el sapo de caña desembarcó en el este de Australia, representando una amenaza para el quoll del norte, un pequeño marsupial que come anfibios. El sapo (tóxico para los quoll) acabó con poblaciones enteras. Sin embargo, los quoll sobrevivientes en el este de Australia desarrollaron una aversión a los sapos. Para efectos del experimento, los científicos cruzaron quolls con esta característica con su par que no conocía a los sapos. El resultado fue que la descendencia híbrida contaba con genes discriminadores, que les garantiza su supervivencia frente a los sapos.

    En 2017 el Dr. Phillips y sus colegas liberaron una población mixta de quoll del norte en una pequeña isla infestada de sapos. Sin embargo, la población aún no estaba completamente adaptada a los sapos, por lo que el gen de supervivencia no siempre se transmitía. Esto sugiere que los resultados en la naturaleza no pueden ser del todo predecibles.

    De hecho, los sapos de caña tóxicos fueron soltados deliberadamente en Australia, en un intento de controlar los escarabajos plaga, sin embargo, fue una decisión equivocada, considerando que estos sapos se convirtieron en una potencial amenaza para los quoll del norte.

    Existen otras técnicas de edición genética que aseguran resultados más efectivos (y drásticos). En el campo de la biotecnología, se encuentra CRISPR (conocida por actuar como “tijeras moleculares”, que corta y edita, o corrige, en una célula, el ADN asociado a una enfermedad). En un estudio prueba de 2020 los científicos utilizaron CRISPR para alterar directamente un gen asociado con la tolerancia al calor en los corales.

    El Dr. Waddle, por su parte, busca emplear la técnica CRISPR para modificar genéticamente a las ranas para que sean resistentes al hongo quitridio, el cual causa una enfermedad mortal que ha contribuido a la extinción de al menos 90 especies de anfibios. Tal es la magnitud del problema que hay especies que ya no pueden vivir en la naturaleza debido a la amenaza, por lo cual se encuentran confinadas en cajas de vidrio.

    Consecuencias no deseadas

    No obstante, por más precisas y sofisticadas que sean las técnicas de modificación genética, lo cierto es que la naturaleza es compleja y las probabilidades de generar alteraciones negativas nunca llegan a erradicarse. Tiffany Kosch —genetista conservacionista de la Universidad de Melbourne— expresa su preocupación por el hecho de que los resultados de las modificaciones siguen siendo impredecibles. Frente a este problema, existe todo un debate científico sobre la viabilidad y los riesgos de aplicar estas técnicas a otras poblaciones en peligro de extinción.

    Por otro lado, Cam Walker —portavoz de Amigos de la Tierra Australia— señala una situación evadida en la discusión científica: el hecho de centrarse en la intervención genética masiva de especies desvía la atención que debe darse a las causas de su extinción y, por ende, a soluciones más amplias y efectivas, como detener la destrucción de los hábitats.

    La autora señala que la evolución asistida es un reconocimiento de que no hay un paso atrás, los seres humanos han comenzado a moldear las vidas y destinos del resto de especies animales, con todo lo que ello implica. Por su parte, el Dr. Harley sostiene que para evitar más extinciones la intervención e innovación humanas son condiciones necesarias.

Datos cruciales: 

    1) 90% de mamíferos, reptiles y ranas que alberga Australia no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.

    2) El Dr. Sunnucks y sus colegas descubrieron que las aves más consanguíneas dejaron una décima parte de la descendencia que las menos consanguíneas, y las hembras tuvieron una esperanza de vida la mitad de larga.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    Las soluciones científicas para hacer frente a la pérdida de especies animales como consecuencia de la devastación ambiental ofrecen más riesgos que beneficios. En un intento por mejorar la resistencia de las especies a los problemas ambientales desde su genoma, ¿qué problemas nuevos se generarían?

    El problema de confiar en estas es que parece ser que se anula la responsabilidad de la actividad humana e industrial en la extinción masiva de las especies, o en todo caso, que siempre hay un “Plan B” cuando se exceden los límites soportados por la naturaleza. Es importante observar la formación y el paradigma del cual parten los científicos que están proponiendo, estudiando y llevando a cabo las modificaciones genéticas en especies y cuál es el fin implícito con el cual se realizan estas actividades, así como las implicaciones en aquellos ecosistemas y poblaciones de especies en que se han realizado.