Simply mind-boggling': world record temperature jump in Antarctic raises fears of catastrophe
McKie Robin [2024], "'Simply mind-boggling': world record temperature jump in Antarctic raises fears of catastrophe", The Guardian, London, 6 de abril, https://www.theguardian.com/environment/2024/apr/06/simply-mind-boggling...
Robin McKie estudió Matemáticas y Psicología en la Universidad de Glasgow, Escocia. Es editor del periódico británico The Observer y ha escrito diversos libros con el objetivo de incentivar el interés por las ciencias biológicas.
“El mayor aumento de temperatura jamás medido en un Centro Meteorológico de la Tierra” fue registrado en Antártida el 18 de marzo de 2022 por los científicos de la estación de investigación Concordia (en la meseta oriental de la región). Ese día, la temperatura aumentó 38.5 °C por encima de su media estacional.
Michael Meredith —líder científico del British Antarctic Survey— destacó que en entornos bajo cero el aumento drástico de temperatura es “tolerable”, sin embargo, en el resto del planeta no funciona así: si en Reino Unido hubiese un aumento de 40 °C, las temperaturas en primavera superarían 50 °C, lo cual sería mortal para la población.
Martin Siegert —glaciólogo de la Universidad de Exeter, Reino Unido— advierte que la humanidad debe lidiar con situaciones climáticas que no tienen precedentes. Asimismo, los científicos han expresado su preocupación de que Antártida esté atravesando aumentos de temperatura abruptos, ya que en el pasado era considerada demasiado fría para ser afectada drásticamente por los efectos del calentamiento global.
Los vientos polares que antes apenas penetraban en la atmósfera de Antártida, ahora llegan a ocupar de forma más profunda el espacio aéreo del continente. Estos llevan cada vez más aire cálido y húmedo desde latitudes más bajas (como Australia) hasta Antártida y, aunque son responsables de la “ola de calor” en Concordia; aún los científicos no determinan por qué los vientos polares irrumpen con mayor facilidad en esta región.
El aumento drástico de temperatura en Concordia no es un hecho aislado, advierten los científicos. De 2022 a 2024 han recibido informes sobre anomalías meteorológicas en diversas zonas de Antártida. Esto se refleja en eventos drásticos que están ocurriendo en el continente. Los glaciares que rodean la capa de hielo de la Antártida occidental están perdiendo masa a un ritmo cada vez mayor; mientras que los niveles de hielo marino que flota en los océanos del continente están disminuyendo drásticamente después de más de un siglo de haberse mantenido estables (dato crucial 1). La disminución del hielo marino durante la primavera permite que más energía solar caliente la capa mixta oceánica, lo cual es negativo para el ecosistema.
El 06 de marzo de 2024, un equipo de científicos dirigido por Will Hobbs —de la Universidad de Tasmania— publicaron el artículo “Observational Evidence for a Regime Shift in Summer Antarctic Sea Ice” en el Journal of climate el cual proporciona información estadística y concreta para examinar los cambios recientes en la cobertura de hielo marino en la Antártida. La conclusión a la que llegaron fue que hay una “transición crítica abrupta” en el clima del continente, cuyas repercusiones estarán presentes en los ecosistemas locales, así como en el sistema climático global (dato crucial 2).
Se destaca que ambas regiones polares hoy se encuentran drásticamente afectadas por los efectos del cambio climático, pues "el Ártico se está calentando actualmente a un ritmo cuatro veces superior al del resto del planeta, pero la Antártida ha empezado a alcanzarlo, de modo que ya se está calentando el doble de rápido que el planeta en su conjunto”.
Una de las principales razones por las cuales el Ártico y Antártida están atravesando los efectos desproporcionados del calentamiento global, tiene que ver con la pérdida de hielo marino de los océanos polares. De esta manera, las aguas oscuras que están debajo del hielo están quedando expuestas y, en lugar de reflejar la luz solar, la absorben, lo cual calienta aún más los océanos, con las repercusiones climáticas que ello pueda tener a lo largo de todo el mundo. Se considera que dado que las afectaciones tienen su origen en la continua quema de combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera, la humanidad es responsable de lo que ahora está ocurriendo en los polos.
Los investigadores indican que, si todo el hielo de Antártida se derritiera, el nivel del mar aumentaría 60 metros en todo el planeta. Esto inundaría las islas y zonas costeras donde ahora vive gran parte de la humanidad. Sin embargo, consideran poco probable que un evento de tal magnitud ocurra en el futuro inmediato, dada la conformación y densidad de la capa de hielo antártica (dato crucial 3). No obstante, lo que sí es un riesgo inminente son los aumentos importantes del nivel del mar en las próximas décadas a medida que el hielo y los glaciares de la Antártida continúen derritiéndose a ritmos acelerados.
Si los glaciares de Antártida desaparecieran por completo (lo cual sí es altamente probable en las próximas décadas) el nivel del mar aumentaría 5 metros, suficiente para ocasionar daños a las poblaciones costeras de todo el mundo. Es difícil para los científicos calcular con qué rapidez esto ocurrirá y, al mismo tiempo, temen que sus estimaciones estén subestimando la realidad (dato crucial 4). Aunque, en el pasado los negacionistas del cambio climático habían acusado a los científicos de exagerar, hoy lo que ocurre en los polos está incluso superando las previsiones, así pues la amenaza real que enfrenta la humanidad.
Otra de las razones por las cuales es difícil para los investigadores estimar las repercusiones futuras de los drásticos cambios en la Antártida, son los problemas para la obtención de datos, dado que “el continente es muy remoto y hostil”. De esta manera, los modelos climáticos creados por los científicos, pese a ser eficaces, se basan en datos escasos. Esto los conduce al peligro de hacer subestimaciones, porque “no pueden capturar toda la física, la química y la biología”.
Kate Hendry —oceanógrafa química del British Antarctic Survey— indica que la situación que atraviesa la Antártida no es sólo una amenaza para la humanidad, sino también al resto de especies, ya que “los impactos ecológicos [podrían] propagarse a través de la cadena alimentaria”. Por ejemplo, al desaparecer el hielo marino, lo hacen también las algas que crecen debajo y alrededor de este. Al ser las algas consumidas por el krill, la escasez de ellas afectaría su existencia. El krill es el alimento de peces, pingüinos, focas y ballenas, de forma que si éste escasea, amenazaría la existencia del resto de especies que habitan el ecosistema de la Antártida.
Las algas y el krill no sólo son importantes por lo anterior. Además, desempeñan un papel fundamental en la contención del calentamiento global: las algas absorben el dióxido de carbono, que el krill ingiere y excreta, sus heces se depositan en el fondo del mar donde permanecen para siempre. Si disminuyen los niveles de algas y krill, entonces menos carbono se iría al fondo del mar, y más se quedaría en la superficie, donde existe la posibilidad de que vuelva a reintegrarse a la atmósfera.
Otra de las especies más afectadas es el pingüino emperador, que únicamente se encuentra en Antártida. En 2023, la especie sufrió un “catastrófico fracaso reproductivo” dado que las plataformas de hielo marino en las que nacen comenzaron a derretirse mucho antes de que los polluelos pudieran desarrollar sus plumas. Este hecho ha conducido a los científicos a estimar que, si las tendencias del calentamiento global continúan al ritmo actual, más de 90% de las colonias de pingüinos desaparecerán a finales del siglo. Meredith resalta que tal situación evidencia la vulnerabilidad y peligro en que ahora se encuentra el ecosistema antártico en su conjunto.
Finalmente la nota destaca que las causas del cambio ecológico y meteorológico de la Antártida se encuentran fuera de ésta, dado que el resto del mundo continúa contaminando conscientemente la atmósfera con gases de efecto invernadero. De esta forma, sugieren que en los próximos años adquiera relevancia el protocolo ambiental del Tratado Antártico (del cual más de 40 países son signatarios) violado ahora por los Estados contaminantes.
1) La figura 1 ilustra la pérdida de masa de los glaciares que rodean la capa de hielo de la Antártida occidental. Se observa una disminución considerable en una década (2010-2023), después de casi tres décadas de estabilidad (1981-2010).
2) La figura 2 de la izquierda indica el drástico aumento de la temperatura media anual global de la superficie del mar en los años 1981-2020. A la derecha, la gráfica muestra el abrupto descenso de la extensión mensual del hielo marino antártico en millones de kilómetros cuadrados en el período 1981-2020.
3) La capa de hielo de la Antártida cubre 14 millones de kilómetros cuadrados (aproximadamente la superficie de Estados Unidos y México juntos) y contiene 30 millones de kilómetros cúbicos (7.2 millones de millas cúbicas) de hielo, aproximadamente el 60% del agua dulce del mundo. Esta capa oculta una cadena montañosa que es casi tan alta como los Alpes, por lo que tomará mucho tiempo en derretirse por completo.
4) El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha dicho que es probable que el nivel del mar aumente entre 0.3 y 1.1 metros para finales del siglo.
Los aumentos drásticos de temperatura en la Antártida suman otro riesgo existencial para la humanidad, así como para el resto de especies vivas y ecosistemas. No obstante, así como los efectos del cambio climático son desiguales y situados, así lo son también las causas del problema. No toda la humanidad, ni todos los Estados son responsables por igual, aunque sí se requieren de esfuerzos conjuntos para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero que vayan más allá de perseguir objetivos económicos (como es el caso de la transición energética para dejar atrás los combustibles fósiles). Frenar los ritmos acelerados de producción industrial y consumo permitiría reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.