El multicolor de la energía. Desafíos y oportunidades para la transición energética

Cita: 

Azamar, Aleida [2024], "Introducción", El multicolor de la energía. Desafíos y oportunidades para la transición energética, CDMX, UAM-Xochimilco / Fundación Rosa Luxemburg, pp. 11-20, http://dcsh.xoc.uam.mx/repdig/index.php/libros-dcsh/produccion-economica....

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2024
Tema: 
Riesgos y costos políticos, sociales y ambientales de la transición energética “verde”
Idea principal: 

    Aleida Azamar Alonso es Licenciada en Economía por la Universidad Autónoma Metropolitana, Maestra en Estudios Latinoamericanos y Doctora en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores Nivel II. Sus líneas de investigación giran en torno a Economía política, economía ecológica, extractivismo, minería, energía y sustentabilidad.


    La autora sostiene que la crisis energética global no es meramente una cuestión de suministro y demanda, también trastoca los límites naturales y sociales. Frente a ello, se encuentra el reto de dejar atrás los paradigmas energéticos fósiles del pasado que han contribuido a los ritmos acelerados de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, pero al mismo tiempo continuar satisfaciendo las necesidades energéticas de un mundo en desarrollo.

    Si bien la transición energética se ha posicionado como la solución a estos problemas, tampoco es un ámbito meramente técnico, sino también (geo)político, económico y social porque implica una distribución de costos y beneficios.

    La transición hacia fuentes de energía más “limpias” es una prioridad global en materia de mitigación y suministro a generaciones futuras, fuertemente impulsada por el agotamiento de los combustibles fósiles y las preocupaciones sobre los efectos del cambio climático. Si bien las energías renovables (solar, eólica, geotérmica, hidroeléctrica y de masa) generan menos emisiones de gases de efecto invernadero, no están desvinculadas de los contaminantes, de los cuales mantienen una elevada dependencia para su funcionamiento (tales como los hidrocarburos, minerales escasos y distintos tipos de químicos).

    Pese a lo anterior, la inversión y desarrollo de tecnologías de energía renovable va en aumento, cada vez son más los países que las adoptan, además de que constituyen un elemento crucial en las agendas nacionales y regionales.

    La autora identifica tres grandes desafíos para la transición energética: primero, la generación intermitente de energía renovable genera problemas de almacenamiento y gestión de la red eléctrica. Segundo, la infraestructura existente está diseñada para energías convencionales, por lo cual se requiere de grandes inversiones para adecuarlas a las nuevas energías. Tercero, la fabricación de tecnologías de energía renovable depende de minerales cruciales, cuya extracción acarrea problemas de seguridad de suministro e impactos socioambientales.

    De esta forma la transición energética ha generado una “reconfiguración en el tablero global”. Los países que habían jugado un papel clave en el suministro energético deben reducir su dependencia de la exportación de energías fósiles y diversificar su economía. Simultáneamente, los países que tienen el potencial para desarrollar las nuevas energías van adquiriendo poder de influencia en el ámbito energético.

    Perspectivas de la transición energética

    La historia de la humanidad está marcada por el uso y obtención de diversas fuentes de energía para su supervivencia y desarrollo. A manera de síntesis: madera y animales de tiro en la antigüedad, carbón durante la Revolución Industrial, así como petróleo y gas en los tiempos modernos. La necesidad de una transición energética viene de reconocer que los métodos del pasado no son viables, ni deseables ante las preocupaciones actuales en materia de cambio climático y agotamiento de combustibles fósiles.

    La transición energética no es sólo una cuestión técnica, es también política y económica. En ese sentido, el reto de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero pero al mismo tiempo alimentar las necesidades energéticas de las sociedades no sólo exige avances tecnológicos. Implica también cambios en la forma de producir y consumir energía. Asimismo, requiere de una correcta distribución de costos y beneficios, lo cual acarrea problemas de injusticia social porque a través de la transición energética se están monopolizando ciertos recursos.

    En ese sentido, la autora sostiene que es necesario un enfoque holístico y multidisciplinario para abordar el problema de la crisis energética global, al ser la energía “una fuerza que impulsa [...] sociedades y economías” cuyo manejo impacta directamente en la calidad de vida, salud, ambiente y seguridad. Asimismo, considera que es esta una gran oportunidad para transitar hacia economías sostenibles, equitativas y resilientes, por lo cual es necesario abordar el problema de los conflictos que surgen detrás del aprovechamiento de energías “limpias”.

    El multicolor de la energía

    Aleida Azamar emplea el término multicolor de la energía para referir aquellos matices que se encuentran detrás del color “verde” que profesan las energías renovables. Es decir, todas las implicaciones en torno al optimismo del futuro sostenible, cuyas megainfraestructuras (eólicas, solares, etc.) en medio de ecosistemas coronan el relato de “progreso y equilibrio con la naturaleza”.

    La autora identifica cinco matices del verde. El primero descansa en la propia conceptualización de la transición energética que prima las agendas globales, la cual ha sido monopolizada por unos cuantos países en torno a sus intereses económicos y políticos, sin tomar en cuenta los riesgos y las realidades particulares del resto.

    El segundo matiz evidencia los costos ambientales y sociales del extractivismo, dado que la infraestructura de energías renovables depende de los llamados “minerales raros" (como el litio). Estos se encuentran hiperconcentrados en espacios amenazados por la actividad minera que devasta paisajes, ecosistemas y comunidades. Se trata de un aspecto opacado por la urgencia de dejar atrás el uso de combustibles fósiles.

    Sin embargo, es necesario tomar en cuenta este gran costo, considerando que el extractivismo está marcado por la explotación por encima de límites naturales, para satisfacer la demanda global; contaminación irreversible y debilitamiento estatal (al fomentar vínculos de dependencia externa e impulsar un marco normativo legal que facilita el despojo) cuyo fin no es la satisfacción de necesidades, sino evitar la caída de la tasa de beneficio del capital.

    El tercer matiz consta de la monopolización de la energía renovable, puesto que la innovación es costosa. Es por ello que los gigantes corporativos juegan un papel clave, cuya concentración de poder es alarmante por las injusticias que generan, ya que estos solo buscan maximizar sus ganancias detrás de una fachada de “falso verde”.

    El cuarto matiz es de corte geopolítico. La necesidad de recursos cruciales para alimentar la transición energética conlleva a conflictos asociados con el control y distribución de estos recursos. En ese sentido, países con grandes reservas minerales se convierten en el centro de interés del resto que posee la tecnología necesaria para echar a andar las nuevas energías.

    El último matiz plantea desafíos para la equidad global, es decir, para una transición energética inclusiva, en la que el acceso a las energías renovables no implique distinciones económicas, políticas, sociales o geográficas. Dado que se trata de energías costosas (dado toda la infraestructura, investigación y tecnología que demandan), se corre el peligro de que se conviertan en un privilegio solo para quienes pueden financiarla, pagarla y acceder a ellas. Además de que, actualmente, se observa que está generando mayores beneficios económicos a quienes lideran la transición energética.

    Contenido

    El libro El multicolor de la energía. Desafíos y oportunidades para la transición energética está estructurado en seis capítulos, cada uno de ellos está abocado a proporcionar una visión integral y multifacética de la transición energética, tomando en cuenta todos los matices o costos sociales, ambientales, (geo)políticos que implica.

    El primer capítulo lleva por nombre “Contexto mundial de la energía”. En este se exploran las tendencias, desafíos y mecanismos políticos para afrontar problemas de suministro energético, seguridad, demanda creciente y preocupaciones ambientales. El segundo capítulo “Transiciones energéticas de la humanidad” analiza la evolución histórica de la energía: como esta ha impactado en el desarrollo de las civilizaciones, así como la conceptualización moderna de los procesos de transición energética, intrínsecos a intereses económicos y políticos.

    El capítulo “La transición energética desde otra mirada” se fundamenta en la obra de Nicholas Georgescu-Roegen —economista, estadístico y matemático de Rumania— y Gilbert Simondon —filósofo francés, influyente en el estudio de las técnicas y tecnologías, quien desarrolló la teoría de la individuación—. De esta forma, además del enfoque técnico y económico de la transición energética, se abordan las interacciones entre economía, ecología y sociedad, tomando en cuenta la noción de “entropía”.

    En el cuarto capítulo “Minerales esenciales para la transición energética” se identifican los minerales clave para la infraestructura de energías renovables, así como los retos para su extracción, suministro y gestión sostenible. La relación entre economía y geopolítica se explora en el quinto capítulo “Tablero geopolítico por recursos naturales estratégicos”, en el cual se identifican las dinámicas internacionales relacionadas con la posesión y el control de los minerales.

    El sexto capítulo “El otro costo de las tecnologías para la transición energética global” aborda los costos económicos y socioambientales de las energías renovables: la cadena de suministro de minerales necesarios; costos de extracción, distribución y almacenaje; así como el impacto de la privatización de recursos energéticos tanto en las comunidades como en la naturaleza.

Nexo con el tema que estudiamos: 

    La transición hacia energías “limpias” se plantea en los discursos y agendas globales como una solución a los problemas ambientales, sobre todo en materia de emisiones. No obstante, las dinámicas de poder, control, monopolio y violencia que generan los procesos de extractivismo y apropiación de territorios para la instalación de la nueva infraestructura energética están dejando al descubierto que el fin perseguido no es superar los problemas de las energías convencionales.

    Más bien, bajo el peligroso discurso “verde” se justifican los costos socioambientales intrínsecos a las nuevas energías. Es una forma en la que el crecimiento económico y los ritmos acelerados de producción y consumo pueden continuar a expensas de elementos de la naturaleza (minerales) y de ciertas comunidades (las “zonas de sacrificio”). Asimismo, las grandes transnacionales tecnológicas y sus países de origen van adquiriendo poder, generando situaciones de injusticia.