"Zombie fires" in the Arctic: Canada’s extreme wildfire season offers a glimpse of new risks in a warmer, drier future
Louchouarn, Patrick [2024], "'Zombie fires' in the Arctic: Canada’s extreme wildfire season offers a glimpse of new risks in a warmer, drier future", The Conversation, 18 de julio, https://theconversation.com/zombie-fires-in-the-arctic-canadas-extreme-w...
Patrick Louchouarn es Licenciado en Biología Marina, Maestro en Ciencias Ambientales y Doctor en Filosofía por la Universidad de Québec en Montreal. Sus líneas de investigación giran en torno a las perturbaciones humanas hacia los ciclos biogeoquímicos de la Tierra y los ecosistemas, así como el aprendizaje y toma de decisiones en cuestiones ambientales.
En 2023 los incendios forestales que se extendieron por gran parte de Estados Unidos y Canadá alertaron sobre los escenarios del cambio climático en los próximos años. Sin embargo, estos no son los únicos incendios que resultan preocupantes actualmente. A medida que aumentan las temperaturas globales, los incendios ocurren de forma subterránea, desplazándose por el suelo. Este fenómeno se conoce como “incendios zombie” o de turba y es una tendencia que se está intensificando en el Ártico (dato crucial 1).
El autor identifica tres problemas que hacen de estos incendios algo alarmante. Primero, los suelos árticos son ricos en materia orgánica y, a medida que se secan debido a las condiciones a las que se encuentran expuestos por el cambio climático, se queman lentamente y liberan grandes cantidades de humo a la atmósfera. Segundo, los incendios que se propagan bajo la tierra son más difíciles de controlar porque arden a decenas de metros de profundidad (como el caso de Alberta, Canadá, donde abundan turberas ricas en carbono) y exigen más recursos, pues requieren de tiempos prolongados para lograr llegar a las profundidades y eliminarlos por completo. Tercero, se trata de incendios que no se extinguen fácilmente. En el suelo Ártico, estos pueden arder en invierno y reavivar cuando las temperaturas aumentan en primavera.
El Ártico es cada vez más inflamable
Si bien los incendios forestales son procesos que ocurren de forma natural en los ecosistemas de tundra y bosques del norte; la frecuencia, gravedad y tipos de incendios que se están presentando en Estados Unidos, Canadá y el Ártico han aumentado. Esto se debe al aumento de las temperaturas, que ocasionan un fenómeno conocido como “amplificación del Ártico” (es decir, esta zona se está calentando cuatro veces más rápido que el resto del planeta).
Si bien el enfoque de reducción de temperaturas a nivel global se centra en los 1.5 grados Celsius (2.7 grados Fahrenheit) por encima de los niveles preindustriales, el Ártico ya ha superado un aumento de 2 grados Celsius (3.6 grados Fahrenheit). Ese aumento de la temperatura implica una mayor susceptibilidad en el bosque y la tundra.
Lo anterior se debe a que los cambios de circulación atmosférica crean períodos de calor extremo, secan la vegetación y reducen la humedad en los suelos; además de que los rayos se vuelven más frecuentes en latitudes altas a medida que el clima se calienta y genera más tormentas que producen rayos (en 2022 miles de rayos generaron uno de los peores incendios registrados en Alaska).
Los suelos de turba, ricos en material vegetal muerto, se están quemando a un ritmo acelerado en comparación con el pasado, a medida que el Ártico se calienta y los incendios avanzan hacia el norte (dato crucial 2). La quema de turba en el Ártico elimina la capa superficial que aísla al permafrost (suelo helado rico en carbono). A medida que el permafrost queda expuesto, este se libera a la atmósfera, lo cual es alarmante considerando que los ecosistemas del norte almacenan el doble de carbono en su turba y permafrost en comparación con la atmósfera.
¿Qué es un fuego zombie?
Los incendios de turba, que ocurren en el subsuelo, arden más lentamente de lo que lo hace un incendio forestal, y tienden a extenderse no sólo lateralmente, sino también hacia las profundidades. Además de que son menos visibles, también son de difícil acceso, ya que requieren ser desenterrados y dificultan el paso de maquinaria porque desestabilizan el suelo. Debido a que en los suelos de turba abunda el carbono, los incendios latentes en el suelo pueden arder durante meses e, inclusive, años. Durante el invierno se controlan, pero en verano vuelven a reavivarse.
Los incendios zombie pueden volverse tan masivos que liberan columnas de humo que cubren vastas regiones geográficas, aumentando las emisiones de carbono. En 1997, los incendios de turba en Indonesia (provocados por actividades de tala y quema para plantaciones de palma y amplificados por las condiciones de sequía de un evento de “El Niño”) generaron niveles peligrosos de humo en todo el Sudeste Asiático y parte de Australia (dato crucial 3).
Particularmente este tipo de incendios genera daños a la salud, dado que producen más humo debido a su menor temperatura de combustión y las partículas ultrafinas del humo, que pueden ser transportadas a todas partes por el viento, son dañinas para los sistemas respiratorio y cardiovascular.
Algo de esperanza y precaución de lecciones pasadas
El autor sugiere que, si bien la humanidad está aprendiendo a vivir con algunos de los efectos del cambio climático, los riesgos aumentan alrededor del mundo. Frente a ello, se requiere de más investigación para comprender el alcance total de los incendios zombie en el Ártico, y su potencial de emisiones de carbono y humo a gran escala. Asimismo, es necesario que a nivel mundial se compartan recursos de extinción de incendios de este tipo (en 2023 Canadá recibió apoyo internacional contra incendios sin precedentes) y mejores prácticas para combatirlos de forma segura, pues cada vez más regiones necesitarán de la ayuda de bomberos calificados.
Por otro lado, señala que hay un atisbo de esperanza en las investigaciones que han realizado sitios canadienses, los cuales sugieren que los incendios subterráneos arden más en las raíces de los árboles que en el suelo, lo cual significa que las emisiones de carbono podrían ser potencialmente menores en algunas regiones.
1) De acuerdo con la Asociación Internacional de Incendios Forestales, en 2020 se estima que se quemaron 100 mil millas cuadradas de bosques, pastizales y turberas.
2) La aceleración de la quema ha sido más intensa en los años recientes. En los últimos 40 años, alrededor del 70% del área de turba ártica afectada por la quema ocurrió en los últimos ocho años y el 30% de ella fue solo en 2020.
El mapa del Programa de Naciones Unidas Para el Medio Ambiente (PNUMA) muestra la distribución de turberas y suelos ricos en turba en todo el mundo. Las turberas son un tipo de humedal ácido, generalmente de origen glaciar, que acumulan materia orgánica en forma de turba (carbón fósil formado de residuos vegetales).
3) Un satélite capturó la extensión del humo (blanco) sobre Indonesia y el Océano Índico el 22 de octubre de 1997. El verde, el amarillo y el rojo reflejan cantidades cada vez mayores de ozono o smog. Fuente: Estudio de visualización científica de la NASA.
La desestabilización de los ciclos biogeoquímicos de la Tierra como consecuencia de los procesos de Gran Aceleración (incremento del metabolismo social capitalista) continúa generando nuevos riesgos existenciales imprevistos, frente a los cuales la humanidad no se encuentra preparada y va afrontando conforme están ocurriendo. Sin embargo, los compromisos adquiridos en las agendas ambientales globales continúan privilegiando la expansión de las fronteras del capital sobre las fronteras planetarias, un hecho insostenible a largo plazo. ¿Cuáles serán las poblaciones más afectadas por los incendios subterráneos? ¿Cómo contribuirán estos a continuar deteriorando los ecosistemas y la vida en el Ártico?