The Killer Climate Disaster That Has No Name
Klinenberg, Eric [2024], "The Killer Climate Disaster That Has No Name", The New York Times, New York, 7 de septiembre, https://www.nytimes.com/2024/09/07/opinion/heat-wave-names.html
Eric Klinenberg es sociólogo y autor de “Heat Wave: A Social Autopsy of Disaster en Chicago”. Es también investigador de estudios urbanos, cultura y medios de comunicación. Actualmente es Profesor "Helen Gould Shepard" de Ciencias Sociales y Director del Instituto del Conocimiento Público de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos.
En los últimos años en Estados Unidos se han registrado más muertes por olas de calor que por huracanes, tornados e inundaciones, sin embargo los medios de comunicación no le dan difusión, los políticos no le prestan la debida atención y los ciudadanos dejan de lado los problemas derivados por estas, pareciera que no quieren darle importancia a las afectaciones que va dejando el calor extremo. (dato crucial 1). En tanto que las olas de calor son cada vez más serias y constantes, se ha creado una necesidad urgente de darles identidad, para así lograr un pronto reconocimiento ante el peligro que cada una puede presentar.
La tendencia a nombrar los sistemas climáticos en Estados Unidos surgió desde 1953, para mejorar la comunicación con la población y así reducir el riesgo de confusión ante múltiples tormentas que suceden a la vez. El nombrar a los huracanes ayudó a concientizar a la población acerca del peligro e importancia de cada uno. Los antropólogos han demostrado que el acto de nombrar no sólo a personas sino también a mascotas, lugares y objetos puede persuadir en su significado. Ponerle nombre a un sistema climático extremo también ayuda a reconocerlo como un enemigo y movilizar apoyo para proyectos públicos para combatir tormentas futuras.
El hecho de nombrar huracanes pero no olas de calor deja claro cuales son las prioridades de los sectores políticos y sociales. Las olas de calor son temas que afectan a los más desfavorecidos de Estados Unidos: los pobres, las personas de la tercera edad y los barrios empobrecidos urbanos. No a los propietarios de lujosas zonas costeras.
Una de las razones por la que no se le da difusión a las olas de calor (según los autores), es porque no generan imágenes espectaculares, esas que sí dan los huracanes y son transmitidas 24 horas. Además el calor no produce suficientes daños a la propiedad. La Agencia Federal estadounidense se inclinó a la protección de la economía y la propiedad antes que a salvar vidas. Debido al nulo apoyo, los gobiernos estatales y locales no cuentan con derechos ni fondos que les ayuden a prepararse para afrontar las olas de calor.
Cuando llega un huracán se supone que los gobernadores se quedan en su estado. No obstante, durante la ola de calor de Chicago en 1995, el comisionado de salud junto con el alcalde se fueron de vacaciones , mientras que 739 personas perdieron la vida en una sola semana debido a las altas temperaturas (lo mismo ocurrió en Europa en 2003, cuando funcionarios de varios países se fueron de vacaciones durante una ola de calor terriblemente letal.). Si tan solo las olas hubiesen sido reconocidas públicamente, los líderes se hubieran presionado y se hubiesen salvado vidas. Aún se debate por los meteorólogos si nombrar las olas de calor es la respuesta correcta (dato crucial 2).
La especialista en salud pública Kristie Ebi, señaló que no se puede asegurar que con solo nombrar a las olas de calor habrá una concientización o se tomarán medidas de prevención. No obstante, España y Grecia en los últimos años han implementado programas que ayudan a la clasificación de las olas de calor para lograr detectar las más letales (dato crucial 3).
Sin bien, aún hace falta investigación al respecto, se debería acercar a los estados y municipios a poner en práctica el nombrar a los sistemas climáticos cálidos, para así ver y medir la respuesta de la ciudadanía, las agencias gubernamentales y la prensa.
Un cambio cultural y estructural es lo que le hace falta al cambio climático y no sólo soluciones que tienen que ver con las tecnologías, el nombrar este fenómeno mundial de olas de calor podría hacer un gran cambio en las medidas de seguridad al igual que se ayudaría a que no ocurrieran más muertes.
1.- Entre 1999 y 2023, las muertes por calor en Estados Unidos se duplicaron.
2.- La Organización Meteorológica Mundial, que supervisa la denominación de los huracanes, se opone a la idea por temor a que pueda resultar ineficaz o incluso contraproducente al desviar la atención de “los mensajes que más importan, qué son: quién está en peligro y cómo responder”.
3.- Un estudio encontró que las personas en Sevilla, España, que recordaron el nombre de una ola de calor de 2022, tenían más probabilidades de tomar medidas de seguridad ante la ola de calor.
Este problema es uno muy pertinente ante los temas que estudiamos debido a que se toca el tema del Combate y adaptación frente a la destrucción del ambiente, pues se está buscando la alternativa que pueda ayudar a prevenir muertes por las olas de calor y demás fenómenos relacionados con los riesgos existenciales. En esta perspectiva, la nota además deja entrever que son muchos los frentes desde dónde se puede enfrentar la crisis climática y ambiental; resulta además interesante saber el peso que sigue ejerciendo la parte institucional.