The Price
Hennigan, W.J. [2024], " The Price", The New York Times, New York, 10 de octubre, https://www.nytimes.com/interactive/2024/10/10/opinion/nuclear-weapons-u...
WJ Hennigan escribe sobre seguridad nacional para Opinion.
An-My Lê es profesora de fotografía en el Bard College.
El texto explica cómo Estados Unidos está preparando su futuro en materia nuclear, comenzando desde las aulas de educación primaria. En la escuela Preston Veterans' Memorial, en Connecticut, un grupo de estudiantes de quinto grado participa en un curso de seis semanas impartido por General Dynamics, un importante contratista de defensa. Este programa tiene como objetivo enseñar a los niños los conceptos básicos de la fabricación de submarinos y, al mismo tiempo, despertar en ellos el interés por unirse a la industria de defensa en el futuro. La necesidad de este enfoque radica en que la Marina de Estados Unidos se ha encargado de la construcción de 12 submarinos con misiles balísticos nucleares, un proyecto que deberá completarse para 2042 y que está valorado en 130 mil millones de dólares. Sin embargo, para llevarlo a cabo se requieren decenas de miles de nuevos trabajadores, un recurso que actualmente escasea.
Este programa educativo, que incluye actividades prácticas como la creación de pequeños submarinos con materiales inusuales, como queso enlatado, es solo una pequeña parte de los preparativos mucho más amplios que Estados Unidos está realizando para enfrentar posibles desafíos nucleares. En el contexto de tensiones internacionales con países como Rusia, China, Corea del Norte e Irán, el gobierno estadounidense ha emprendido un ambicioso plan para modernizar su arsenal nuclear. Este proyecto incluye inversiones significativas en submarinos, aviones bombarderos, misiles terrestres y ojivas termonucleares.
El plan de modernización, que comenzó a gestarse en 2010, tiene un costo total estimado de 1.7 billones de dólares a lo largo de 30 años. Esto equivale a un gasto anual de 57 mil millones de dólares, o aproximadamente 108 mil dólares por minuto durante tres décadas. Este esfuerzo involucra al menos 23 estados, además de numerosos subcontratistas distribuidos por casi todo el país. Después de décadas sin diseñar, construir ni probar nuevas armas nucleares, esta inversión masiva busca garantizar que Estados Unidos mantenga su capacidad de defensa y su posición frente a la creciente competencia militar y geopolítica en el mundo.
La sección de opinión del Times realizó un exhaustivo trabajo de investigación durante seis meses, recorriendo diversas ciudades y pueblos de Estados Unidos para analizar cómo se está materializando este moderno Proyecto Manhattan. A través de entrevistas a más de 100 personas, entre residentes, trabajadores, líderes comunitarios y funcionarios federales, se obtuvo una visión de un país que está siendo transformado a nivel físico, financiero y filosófico por un esfuerzo sin precedentes de revitalización nuclear.
Este ambicioso proyecto está impulsado por una inmensa cantidad de dinero, pero también enfrenta numerosos problemas y retrasos significativos, aunque el gobierno federal ha mantenido un perfil bajo sobre el tema (dato crucial 1). A pesar de la magnitud del proyecto, el tema ha permanecido fuera del foco del debate público, incluso en un contexto donde otras cuestiones de financiamiento, como el cambio climático o la seguridad fronteriza, generan amplias discusiones.
La modernización nuclear estadounidense plantea preguntas importantes sobre los motivos y objetivos de Washington al reactivar su arsenal, en un proyecto que promete armas que, idealmente, nunca deberían ser utilizadas.
Los submarinos
General Dynamics Electric Boat se enfrenta a una creciente escasez de mano de obra mientras construye los submarinos de clase Columbia, considerado el futuro del poder naval estadounidense. Ubicado en un complejo a lo largo de la Bahía de Narragansett en Rhode Island, este proyecto emblemático destaca por su escala, complejidad y relevancia estratégica (dato crucial 2). La construcción de un submarino nuclear es un desafío de ingeniería de proporciones colosales. Estos submarinos deben ser capaces de transportar más de 100 tripulantes, operar un reactor nuclear, y lanzar hasta 20 misiles nucleares de largo alcance desde cualquier parte del planeta, todo mientras permanecen prácticamente indetectables bajo el agua. Cada detalle técnico, desde un simple corte hasta las soldaduras más complejas, tiene una importancia crucial. Sin embargo, este ambicioso proyecto enfrenta sobrecostos significativos y retrasos debido a problemas de diseño, dificultades en la cadena de suministro y la persistente falta de trabajadores especializados.
El primer submarino de clase Columbia ya supera en cientos de millones de dólares el presupuesto inicial. Un análisis de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental indica que estos sobrecostos son hasta seis veces mayores de lo estimado originalmente por la empresa. Esto refleja los retos de modernizar una infraestructura militar que, tras el colapso de Unión Soviética en 1991, quedó relegada a un segundo plano. Durante décadas, Washington priorizó la conservación de los componentes de la tríada nuclear (submarinos, aviones y misiles balísticos intercontinentales) por encima de su reemplazo. Los 14 submarinos nucleares actualmente en operación tienen una antigüedad promedio de 40 años, lo que implica elevados costos de mantenimiento y tecnologías obsoletas.
En respuesta a estas limitaciones, General Dynamics Electric Boat ha ampliado significativamente sus operaciones. La fábrica de Quonset Point, en Rhode Island, duplicó su tamaño en los últimos 10 años, pasando de 1 millón a 2 millones de pies cuadrados, con el objetivo de acelerar la producción. La Marina de Estados Unidos planea construir un submarino de propulsión nuclear y dos submarinos de ataque al año, una meta ambiciosa considerando las limitaciones actuales. Además, la demanda de trabajadores capacitados ha llevado a la empresa a implementar estrategias de reclutamiento masivo. Durante el último año, la Marina lanzó una campaña publicitaria de alcance nacional, incluyendo anuncios en eventos como partidos deportivos de la Major League Baseball (MLB), la Women's National Basketball Association (WNBA) y carreras de National Association for Stock Car Auto Racing (NASCAR). Estas acciones dirigen a los solicitantes al sitio web buildsubmarines.com, que conecta a potenciales empleados con contratistas de defensa.
Sin embargo, atraer nuevos talentos no es suficiente. Parte del esfuerzo incluye la restauración de una red de proveedores que pueda fabricar las más de tres millones de piezas necesarias para ensamblar un submarino de clase Columbia. Desde los años noventa del siglo XX, la cantidad de proveedores especializados se ha reducido, lo que ha afectado la capacidad de producción. Este debilitamiento industrial se produjo tras la disminución de la demanda de submarinos al finalizar la Guerra Fría, un período que también redujo la fuerza laboral de Electric Boat de 22 mil a solo 7 mil empleados.
A pesar de los obstáculos, la Marina considera a los submarinos clase Columbia como un componente esencial de la defensa nuclear estadounidense. Conocidos como "boomers", estos submarinos son el núcleo de la estrategia de disuasión del país, diseñado para garantizar una respuesta ante un posible ataque nuclear. Permanecen desplegados constantemente bajo el agua, donde son casi imposibles de detectar, y representan la capacidad de Estados Unidos para lanzar misiles nucleares en cualquier momento, incluso en escenarios catastróficos.
Este programa de modernización ha reavivado las tensiones geopolíticas. Mientras Estados Unidos avanza en la producción de submarinos, China cuenta con la flota naval más grande del mundo, con 234 buques de guerra frente a los 219 de Estados Unidos. Además, los defensores del control de armas advierten que esta expansión industrial podría desencadenar una nueva carrera armamentista. Sin embargo, líderes militares como el contralmirante Todd Weeks justifican este esfuerzo como una respuesta necesaria ante el contexto actual, señalando que no se espera una disminución en la inversión nuclear como ocurrió a finales de los años noventa del siglo XX y principios del siglo XXI.
El uranio
El parque industrial ubicado en Bear Creek Road, en Oak Ridge, Tennessee, es hogar de uno de los proyectos más importantes y secretos de modernización nuclear en Estados Unidos: la remodelación del Complejo de Seguridad Nacional Y-12. Aunque una primera vista parece una obra de construcción común, los detalles revelan su naturaleza crítica. El sitio, protegido por alambre de púas, patrullas armadas y edificios sin ventanas, será el único encargado de procesar uranio altamente enriquecido para las armas nucleares estadounidenses durante el próximo siglo (dato crucial 3). Sin embargo, a pocos metros de los nuevos edificios, el contraste es evidente: antiguos edificios de ladrillo que datan de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, muchos de ellos contaminados con desechos peligrosos, reflejando décadas de descuido y falta de modernización. Durante este período, la misión de Y-12 se centró en la fabricación de componentes de uranio para armas nucleares, tarea que continúa siendo clave, ya que todo el arsenal actual de Estados Unidos (3 748 armas nucleares) contiene uranio procesado en estas instalaciones.
Tras la caída de Unión Soviética, tanto el Departamento de Energía como el Ejército sufrieron recortes significativos en personal y presupuesto. Los laboratorios nucleares dejaron de ser una prioridad, y las instalaciones clave como Y-12 quedaron atrás. A pesar de los avances tecnológicos fuera de su perímetro, el trabajo en Y-12 aún se realiza en gran parte a mano, utilizando maquinaria construida décadas antes de que nacieran sus operadores.
El deterioro del complejo es evidente. En el edificio 9212, las instalaciones están en malas condiciones: techos deteriorados con tiras colgantes, maquinaria envuelta en cinta adhesiva para evitar fugas y paredes con múltiples capas de pintura descascarada que ocultan antiguos derrames de contaminación. Según Eric Helms, subdirector de operaciones de uranio enriquecido, quitar la pintura sería más problemático que cubrirla debido al nivel de contaminación. Estas condiciones reflejan tanto la urgencia de modernizar el sitio como el desafío de operar en instalaciones que han quedado atrapadas en el tiempo.
El Complejo de Seguridad Nacional Y-12 enfrenta desafíos significativos debido a su deterioro y la urgencia de modernización. Muchas áreas del edificio 9212 están cubiertas con pintura o láminas de acero inoxidable para aislar el hormigón contaminado debajo. El sistema de aspiración interno, esencial para recoger restos de uranio alrededor de los hornos, lleva años en mal estado y durante mi visita estuvo inoperante por más de una semana, un problema frecuente según Eric Helms, subdirector de operaciones de uranio enriquecido. Esto agrava la necesidad de trasladarse a las nuevas instalaciones en construcción.
Actualmente, Y-12 se encuentra bajo la supervisión de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA). Una vez operativas, las nuevas instalaciones no sólo procesarán uranio para armas nucleares, sino también para reactores nucleares de buques de la Armada de Estados Unidos y reactores de investigación. Parte del material procesado será transportado a la planta Pantex en Texas para ensamblar ojivas nucleares, mientras que el excedente se almacenará en una bóveda conocida como el "Fort Knox del uranio".
Sin embargo, la construcción de estas instalaciones enfrenta serios retrasos y sobrecostos. Seis años después del inicio de la renovación, el proyecto excede en 4 000 millones de dólares el presupuesto original. Los problemas incluyen errores graves, como el diseño incorrecto de un techo por valor de 540 millones de dólares. Debido a estos retrasos, el equipo de Helms no podrá mudarse antes del año 2031, lo que prolonga la dependencia de las instalaciones obsoletas y sus múltiples problemas.
Los misiles
Los misiles balísticos intercontinentales Minuteman III, utilizados por el ejército estadounidense para transportar ojivas nucleares, están enterrados en silos a 24 metros de profundidad en campos de cultivo de Wyoming, Nebraska, Colorado, Montana y Dakota del Norte. Durante décadas, estos misiles, diseñados con tecnología de los años setenta del siglo XX, han estado en alerta constante, pero ahora serán reemplazados por el nuevo sistema LGM-35A Sentinel, un proyecto masivo que incluye la renovación de misiles, silos, centros de mando y miles de kilómetros de cables subterráneos. Se espera que este proyecto, que comenzó en 2020, se extienda por dos décadas o más y tenga un costo de al menos 141 mil millones de dólares, un aumento considerable respecto a la estimación inicial de 96 mil millones.
Para avanzar, la Fuerza Aérea ha iniciado conversaciones con los residentes locales y comenzaron trabajos preliminares en la Base de la Fuerza Aérea FE Warren en Wyoming. Durante la construcción, hasta 3 mil trabajadores se trasladarán a pequeñas ciudades cercanas a los silos, duplicando o triplicando la población local y generando preocupaciones sobre la seguridad, la vivienda y el impacto en las comunidades rurales. Autoridades locales, como Robin Darnall, advierten que el aumento de población requiere más recursos para la seguridad pública, ya que muchos condados tienen escasos agentes de la ley.
Además, agricultores y ganaderos han expresado inquietudes sobre las restricciones impuestas alrededor de los silos, como la prohibición de parques eólicos en un radio de dos millas, lo que afecta sus derechos de uso de la tierra. Walter Schweitzer, líder del sindicato de agricultores de Montana, reclama mayor transparencia por parte de la Fuerza Aérea y compensaciones para los propietarios de tierras afectadas. Aunque los residentes generalmente apoyan a los militares, la falta de información y las restricciones han generado tensiones.
El reemplazo del sistema Sentinel busca mantener la capacidad de defensa nuclear del país, pero el proyecto enfrenta desafíos significativos: sobrecostos, demoras y la complejidad de equilibrar las necesidades de seguridad nacional con las preocupaciones de las comunidades locales.
El Plutonio
En Los Álamos, Nuevo México, el laboratorio nacional está siendo ampliado para producir 30 núcleos de plutonio al año para 2026, que serán utilizados en ojivas nucleares para los misiles Sentinel. Estos núcleos de plutonio son esenciales para las explosiones nucleares, y se fabrican mediante un complejo y peligroso proceso que requiere manipular el material radiactivo con extrema precisión. Una pequeña viruta de plutonio es letal si se inhala, y su producción exige un entrenamiento riguroso de casi un año para los trabajadores.
Aunque Los Álamos logró producir su primer núcleo certificado en 2023, la meta de producción completa se retrasará hasta mediados de la década de 2030, con costos ascendiendo a más de 28 mil millones de dólares. Los retrasos se ven como menos críticos debido a que otros proyectos, como los misiles Sentinel, también están atrasados. Sin embargo, esta expansión revive preocupaciones ambientales, ya que en el pasado la producción masiva de núcleos en Rocky Flats, Colorado, resultó en graves violaciones ambientales que llevaron al cierre de la planta.
El laboratorio enfrenta además desafíos locales: la ampliación ha atraído a 4 mil nuevos empleados en los últimos dos años, pero existe un déficit de 1 300 unidades de vivienda (dato crucial 4). Sin embargo, la ubicación estratégica del laboratorio, rodeada de cañones, limita el espacio y crea problemas de transporte, lo que ha provocado accidentes, incluido uno fatal de un exdirector del laboratorio.
Mientras tanto, grupos como el Los Alamos Study Group y Nuclear Watch New Mexico, critican la expansión del complejo, señalando riesgos ambientales, altos costos y una carrera armamentista que consideran innecesaria (dato crucial 5).
Gráfica 1
La gráfica muestra un mapa de Estados Unidos que identifica los sitios clave involucrados en la modernización del arsenal nuclear estadounidense. Está relacionado con la información del texto porque detalla algunos de los lugares donde se están llevando a cabo las actividades mencionadas, como la construcción de submarinos, el desarrollo de armas nucleares y otras iniciativas relacionadas con la defensa.
1.- Más de 110 mil personas, incluyendo científicos, personal militar y contratistas privados.
2.- Los submarinos clase Columbia son los más grandes que Estados Unidos ha construido, con 170 metros de largo y un diámetro de 13 metros, y representan una inversión promedio de 11 mil millones de dólares por unidad, convirtiéndose también en los más costosos de su tipo.
3.-Este esfuerzo, con un costo estimado de 10 mil millones de dólares, es esencial para el futuro del arsenal nuclear del país.
4.-Esto ha llevado al condado de Los Álamos a aprobar un presupuesto récord de 377 millones de dólares para 2025, enfocándose en vivienda e infraestructura.
5.- La contaminación acumulada ya presenta 7 mil millones de dólares para su limpieza, lo que exacerba las preocupaciones de los vecinos sobre el impacto del proyecto en la comunidad y el medio ambiente.
El artículo aporta datos relevantes para cada tipo de armamento nuclear estadounidense:
Submarinos
En 20 años han sido fabricados 12 submarinos nucleares, con la participación de 2 700 empresas y con un costo de 130 mmd.
Producción de uranio
En 10 años, se construyeron 5 instalaciones para procesar uranio, involucrando a 2 mil trabajadores, con un costo de 10 mmd.
Misiles
Durante los siguientes 20 años, 400 misiles deberán ser depositados en silos situados en 5 estados, con un costo de 141 mmd.
Núcleos de plutonio:
Se proyecta una producción anual de 80 núcleos de plutonio, con la participación de 4 500 trabajadores, tarea que tomará 15 años con un costo de 30 mmd.
Empresas como General Dynamics lideran proyectos clave, influyendo en políticas de defensa y transformando comunidades locales con empleos e infraestructura. Sin embargo, esto refleja una economía dependiente de la militarización.
La concentración de recursos en defensa prioriza proyectos estratégicos sobre áreas como salud o educación, exacerbando desigualdades. Además, este modelo amenaza la sostenibilidad global al perpetuar la economía de guerra.
Aunque genera beneficios económicos, esta modernización intensifica las tensiones globales, cuestionando su costo ético y humano en un contexto de creciente rivalidad internacional.
Además de mostrar la escala gigantesca de la fabricación de armas nucleares y su enorme complejidad y costos, el reportaje permite estimar los riesgos gravísimos que se corren ante el eventual uso de armas nucleares, y aún más frente a su eventual proliferación.